feminismo

A pesar de importantes estudios feministas sobre la economía del cuidado, avances con programas públicos dados por el actual gobierno peruano, así como la aprobación de la nueva Ley del Trabajo del Hogar en el Congreso, el capitalismo racial y el silencio cómplice de las empleadoras son las principales barreras para un completo reconocimiento de este sector.

Mientras la lucha por los derechos de la mujer avanza, el movimiento feminista sigue siendo dominado por una agenda que representa esencialmente los intereses de las mujeres de clase media y sectores acomodados. Muchas feministas privilegiadas aún no rompen su silencio cuando se trata de confrontar las dinámicas de poder en su rol de empleadoras de trabajadoras del hogar. Confrontar esas prácticas en el ámbito privado sigue siendo un tabú entre muchas mujeres progresistas cuando debería ser parte de la lucha feminista.

Se debe crear espacios para que las trabajadoras del hogar compartan sus historias y politizar sus experiencias para la construcción de una agenda feminista de la mujer trabajadora. Tenemos mucho que aprender de ellas. Vivamos nuestra interdependencia reconociendo y desafiando nuestros privilegios para eliminar el capitalismo colonial y patriarcal. Nuestros hogares también son espacios para la acción política.

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feminismo, mujer, sociedad

Las mujeres lideramos con propósito más que estatus de poder

Una investigación realizada por la Rockefeller Foundation, señala que la principal motivación de las mujeres en puestos de liderazgo es, además de conseguir buenos resultados financieros, lograr un impacto positivo en el entorno.

Según este estudio, en comparación con sus homólogos hombres, las mujeres en posición de liderazgo estamos más motivadas por el trabajo en equipo que por el estatus de poder. Es decir, nos motiva un sentido de propósito y de tener un impacto positivo en la población. Como resultado, se obtuvieron cuatro competencias clave para logra el éxito: el coraje, la asunción de riesgos, la resiliencia y la gestión de la incertidumbre.

Con estas habilidades en mente y la plena convicción de que un mundo igual para todos es tan posible como necesario, las mujeres trabajadoras necesitamos empoderarnos y resaltar nuestra capacidad para liderar las empresas responsables y sostenibles que exige el presente y, sobre todo, el futuro del desarrollo global.

 

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8M, feminismo

La mujer rota es un libro compuesto por tres relatos que abordan las vidas de tres mujeres que por una u otra razón se hallan, en determinado momento de sus vidas, en un callejón sin salida. Como dijo de Beauvoir “Me siento solidaria de las mujeres que han asumido su vida y que luchan por lograr sus objetivos; pero eso no me impide –al contrario- interesarme por aquellas que, de un modo u otro, han fracasado, y por esa parte de fracaso que hay en toda existencia”. ¿Cuántas veces tú te enfrentaste a Bolivar, luchaste por tu herencia y dejaste al hombre que no amabas por la emancipación? Pienso, ¿cuántas veces hemos sido rotas? ¿La lucha por la igualdad nos ha roto en la historia y en el tiempo?

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8M, Día de la mujer, feminismo

Violencia de género [1]

  • En el mundo, alrededor de 81,000 mujeres y niñas fueron asesinadas en el 2020. El 58% a manos de sus parejas o familiares. Esto equivale a una mujer o niña asesinada cada 11 minutos por personas que conocen.
  • Aproximadamente 736 millones de mujeres -alrededor de una de cada tres- ha experimentado alguna vez en su vida violencia física o sexual.
  • La mayor parte de la violencia contra las mujeres es cometida por sus maridos o parejas íntimas actuales o pasados. Más de 640 millones de mujeres de 15 años o más han sido objeto de violencia de pareja (el 26% de las mujeres de 15 años o más).
  • Aún más, una de cada siete mujeres ha experimentado violencia física y/o sexual por parte de su pareja o marido en los últimos 12 meses (el 13% de las mujeres de 15 a 49 años). Estas cifras de 2018 no reflejan el impacto de la pandemia de COVID-19, que ha aumentado los factores de riesgo de violencia contra las mujeres.
  • Los datos anteriores no incluyen el acoso sexual -en cuyo caso la proporción puede llegar al 70 por ciento de las mujeres-.
  • A nivel mundial, la violencia contra las mujeres afecta de forma desproporcionada a los países y regiones de ingresos bajos y medios-bajos. El 22% de las mujeres que viven en los «países menos desarrollados» han sido objeto de violencia de pareja intima en los últimos 12 meses, un porcentaje sustancialmente superior a la media mundial del 13%.
  • Menos del 40% de las mujeres que experimentan violencia buscan algún tipo de ayuda. Entre quienes buscan ayuda, la mayoría acude a familiares y amistades. Menos del 10 por ciento de quienes buscan ayuda acuden a la policía.
  • En EE. UU., dos de cada diez mujeres jóvenes de entre 18 y 29 años han experimentado acoso sexual en línea y una de cada dos ha recibido imágenes explícitas improcedentes.

 

En la pandemia, la situación empeoró[2]:

  • 4 de cada 10 mujeres se sienten más inseguras en lugares públicos y 1 de cada 5 se siente insegura de caminar sola durante el día. De noche esta proporción aumenta a 1 de cada 2.
  • 3 de cada 10 mujeres considera que la violencia contra la mujer se ha incrementado. 56% conoce a alguna mujer víctima de violencia desde que inició la pandemia y el 58% sienten mayor inseguridad en los hogares desde ese momento.
  • Durante la pandemia, si bien tanto las mujeres como los hombres dedicaron el doble de tiempo al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, las mujeres dedicaron unas dos horas más al día que los hombres a estas actividades.

Se ve, en cifras tan simples como desoladoras por qué la necesidad y urgencia de contar con políticas e instituciones que promuevan, regulen y se orienten a la igualdad. Hemos tocado apenas algunos números a nivel global. Se pueden revisar las fuentes y lograr entender de mejor manera esto.

En el Perú, los investigadores Josefina Miró Quesada y Hugo Ñopo han lanzado recientemente Ser mujer en el Perú. Un fascinante y valiente compendio de la situación de la mujer en el país, que debería ser bibliografía obligada en centros educativos por la trascendencia de lo que muestra. Animo a que lo adquieran por la potencia y rigurosidad de sus cifras y solo los dejo con algunas, para complementar esta mirada[3]:

  • En el país, cada mes 13 mujeres son asesinadas por ser mujeres.
  • Los estereotipos de género están muy presentes en el mundo de las creencias peruanas: más de la mitad de la población considera que las mujeres deben cumplir su rol de madres y esposas y luego sus sueños. Un tercio considera que si es infiel debe ser castigada por la pareja.
  • Hombres y mujeres ascienden en el mundo laboral de forma diferenciada.

Es muy importante acceder a esta información. Repetirla. Cansarse. De nada servirá que el 8 de marzo usemos la tarjeta de crédito en un regalo a una pareja, a una familiar, a una amiga, si ese regalo solo tiene como fin un impulso comercial y no la reflexión por una sociedad más inclusiva.  Tal vez que las brechas comiencen a cerrarse cuando entendamos la dimensión de estas. Cuando evaluamos la información que existe. Tal vez.

[1] Fuente: Naciones Unidas. Hechos y cifras: Poner fin a la violencia contra las mujeres. En: https://www.unwomen.org/es/what-we-do/ending-violence-against-women/facts-and-figures

[2] Fuente: Women Count (2021). VIOLENCE AGAINST WOMEN DURING COVID-19. En: https://data.unwomen.org/sites/default/files/documents/Publications/Measuring-shadow-pandemic.pdf

[3] Fuente: Miro Quesada, Josefina y Ñopo, Hugo (2022): Ser Mujer en el Perú. Dónde estamos y a dónde vamos. Editorial Planeta.

 

 

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Día Internacional de la Mujer, feminismo

Por eso, ellas, que llevan la carga más pesada de sus hogares, muchas veces sin una pareja que las apoye, sino haciendo malabares para llegar al final del día siquiera con un pan en la boca de sus hijos; ellas, las mujeres indígenas, mestizas, afrodescendientes, todas a las que eufemísticamente se llama «mujeres del pueblo»; ellas, las peruanas que peor la pasan, porque encima a veces tienen que soportar a un hombre que las maltrata; ellas, pues, las mujeres por las que sí tiene sentido conmemorar el 8 de marzo, merecen nuestro máximo respeto.

Por eso celebro el Día Internacional de las Mujeres, pero de las mujeres trabajadoras, no de las otras. Porque la lucha nunca debe ser solamente entre los géneros, sino sobre todo contra la discriminación de clase, raza y etnia. Y contra lo más despiadado del neoliberalismo, que deshumaniza a todas las personas, hombres y mujeres por igual.

Hay, hermanas, muchísimo que hacer.

 

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feminismo, sociedad

En la última audiencia el juez del 4º Juzgado de Investigación Preparatoria del Callao, ha determinado que los imputados Andrea Aguirre, Kevin Villanueva, Yolanda Castillo y Bryan Villanueva pasen a la etapa de juzgamiento. La defensa de Solsiret, a cargo del CMP Flora Tristán, impulsa que el crimen sea juzgado como un feminicidio, exigiendo que las autoridades hagan una interpretación amplia del tipo penal, lo que no solo contribuiría a qué realmente se acceda a la justicia, sino además a sentar un precedente importante en materia de feminicidio, crimen que puede ser cometido tanto por varones como por mujeres en un contexto de violencia de género.

La madre y el padre de Sol esperan justicia; pero a la vez, se han convertido en activistas y defensores por los derechos de las mujeres, en medio de su dolor buscan que lo que le pasó a su hija no le pase a más mujeres: «Que no hayan más Sol», es lo que su madre constantemente señala, con una fuerza y entereza digna de admiración. No puedo negar que se me encoge el alma al pensar en su indescriptible sufrimiento.

Dicen que la justicia que tarda no es justicia, pero aun así hay que insistir en que esta llegué y por fin se supere la impunidad, aplicando la máxima sanción a los criminales, garantizando la reparación para sus familiares y exigiendo que el Estado aplique medidas concretas para que estos casos no vuelvan a repetirse.

Las desaparecidas importan y sus familiares también.

Con la colaboración de Cecibel Jiménez

 

 

[1] Corte IDH, Caso González y otras (“Campo Algodonero”) Vs. México, 2009, párr. 258.

[2]  Este es un formato emitido por la Policía Nacional del Perú posterior a la presentación de la denuncia por desaparición de una persona en situación de vulnerabilidad que contiene información de la denuncia y fotografía de la persona desaparecida y es difundida, entre otros medios, a través del Portal de Personas Desaparecidas. (D.L. Nº1428, “Decreto Legislativo que desarrolla medidas para la atención de casos de desaparición de personas en situación de vulnerabilidad”).

 

 

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Feminicidio, feminismo, sociedad

Ante un Estado ausente, queda la impunidad y la miseria. Dejar a una persona que muera es inhumano, debemos exigir una investigación y castigo ejemplar del Poder Judicial, así como la toma de decisiones claras del Ejecutivo y Legislativo para proteger la vida en las carreteras del país y en las calles de las ciudades. En nuestras carreteras no puede manejar cualquier inexperimentado, las señalizaciones deben estar visibles y claas, así como el buen control de la velocidad siempre con  infraestructura adecuada. Manuela, la vía con el mayor número de excesos de velocidad fue la Carretera Panamericana Norte según la SUTRAN. ¿Coincidencia? Existe un desgobierno que se refleja en un Estado ausente y desinteresado de su población.  Por ello, debemos exigir que se investigue y se sancione a los infractores así como exigir más control y mejor infraestructura por parte del Estado. No hay sistemas de emergencia ni interconexión con los hospitales o clínicas, hay pocos establecimientos de salud equipados a lo largo de las carreteras. Debe haber servicios de atención para emergencias. No es posible que la propia PNP establezca que la legislación peruana y el modelo procesal penal son muy suaves para el que ocasiona un accidente de tráfico.

Estamos viviendo sin Estado, donde ya 259 hombres y mujeres han perdido su vida. Exigimos que se investigue y se identifique al asesino, porque sí debe pasar algo. Por Doris.

 

 

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Estado, feminismo

 

En 1793, durante los agitados años de la revolución francesa, la activista por los derechos de la mujer, la girondina Olympe de Gouges, fue ejecutada en la guillotina ante la presencia de mujeres pobres que aplaudían sin piedad. En su libro sobre la relación entre marxismo y feminismo, Cinzia Arruzza explica que la lucha feminista de Olympe ignoró las terribles condiciones sociales y económicas que enfrentaban las mujeres trabajadoras. Su feminismo era, pues, burgués.

Siempre he creído que el feminismo debe ser revolucionario, verdaderamente democrático, respetando diversidades culturales, dirigido a eliminar jerarquías y toda opresión sexista, capitalista y racista. Pero como dice Nancy Fraser hay distintos tipos de feminismos incluso aquellos que representan los intereses de la clase dominante, como el de Olympe de Gouges. En Perú tenemos a las “Feministas por la Democracia”.

La primera vez que escuché de este grupo fue cuando sacaron un comunicado exigiendo las salidas de Guido Bellido e Iber Maravi para defender la gobernabilidad y democracia, palabritas mágicas aprendidas del manual de USAID, NED y la Fundación Soros. Estas feministas hacían su primer intento para desestabilizar el gobierno de Castillo sumándose al terruqueo de la campaña golpista. Pero el verdadero motivo era que Maraví estaba trabajando 19 puntos de la agenda propuesta por diversos gremios peruanos y que incluía un Nuevo Código Laboral. Mientras que la designación de Bellido como premier tiraba abajo “el ideal” de lo que debe ser la clase política para las élites.

Las firmantes de la demanda desestabilizadora eran feministas ligadas a ONGs como Manuela Ramos y Flora Tristán, académicas, excongresistas, funcionarias de ministerios, actrices, lideresas de derecha e izquierda “caviar”, periodistas terruqueadoras, es decir la creme de la creme del feminismo burgués. Intencionalmente ignoraron la existencia de miles de mujeres de otros grupos que defendían las políticas laborales de Maraví, como el grupo Trabajadoras Unidas y la congresista Chabelita Cortéz, representante de la clase obrera en el Congreso.

Siguiendo la agenda (y los millones) de la USAID (Oficina de Cooperación Internacional de EEUU), estas feministas que se consideran “blancas salvadoras” se han convertido en un instrumento de EEUU en su acción imperialista de “asistencia humanitaria”. Han contribuido a reducir el rol del gobierno central, controlar programas sociales y crear condiciones favorables para la inversión capitalista. Algunos ejemplos son la Ley Mordaza y el infame plan de planificación familiar, es decir las esterilizaciones forzadas donde la ONGs como Manuela Ramos recibió de USAID 25 millones de dólares, así como en proyectos similares al Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán. Estas feministas hasta ahora no han hecho ninguna mea culpa o autocrítica por su complicidad en las políticas genocidas y neoliberales de Fujimori. Más bien se tiran la pelota y siguen asumiendo que son las únicas “expertas” sobre el tema de género.

Tampoco salieron para defender el triunfo de Castillo frente al fascismo ni durmieron semanas frente al JNE durante el invierno limeño. Pero “toman las calles” (es decir Lima) contra el gobierno en nombre de “la lucha por la no violencia contra la mujer» y llueven los comunicados contra la corrupción, cuando en el pasado guardaban silencio. En lugar de movilizarse por los intereses de las mujeres más explotadas, las ONG las usan para su propio beneficio. Saben manejar la indignación pública e ignoran astutamente otros tipos de violencia como del capitalismo racista. En lugar de crear activistas radicales crean moralistas y grupos subyugados que dependen de su asistencia o recursos.

El triunfo de Castillo es un fenómeno que ha expuesto el racismo y clasismo del feminismo dominante blanco supremacista limeño. Incapaces de tejer redes de solidaridad con mujeres y hombres de la clase trabajadora, campesina e indígena quienes no tienen acceso a la salud, pero a los que se les exige que demanden el derecho al aborto cuando no tienen ni una posta médica a su alcance ni salarios justos. No consideran que en esas comunidades no se respetó el derecho a decidir sobre sus cuerpos, y fueron simples números en la lista de cientos de miles de mujeres y hombres esterilizadas.

El Perú es un país de clases, castas, argollas, jerarquías y estatus sociales que cuando se sienten amenazados, el feminismo blanco limeño sale a cumplir su rol desestabilizador. El triunfo de Castillo significó, en parte, la posibilidad de romper el status quo y sacar a feministas limeñas onegizadas enquistadas en el ministerio de la mujer desde su creación por Fujimori. Con la designación de Ugarte, toman las calles para demandar su cuota de poder. Ahora una de las marchantes es la nueva ministra de la Mujer.

 

 

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feminismo, Pedro Castillo
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