Marlene Molero

De acuerdo a la información desarrollada por la herramienta de inteligencia artificial ELSA (Espacios Laborales Sin Acoso), creada por Genderlab y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), 1 de cada 4 mujeres ha sufrido de alguna experiencia de acoso sexual en los últimos dos años en el ámbito laboral. En entrevista con Sudaca.pe, Marlene Molero Suárez, CEO y cofundadora de GenderLab, explica que -lamentablemente- existe una tendencia a tolerar el hostigamiento sexual o el acoso político.

-¿Cuándo podemos decir que estamos ante una agresión con una carga de género y no solo palabras “desafortunadas” o “bromas de mal gusto”?

Cuando se habla de comentarios desafortunados o de bromas de mal gusto, esas son referencias que, en realidad, hablan de una tolerancia al hostigamiento sexual o al acoso político. Tenemos una tendencia a tolerar aquello que no deja una huella visible y con el tiempo, ya nadie reacciona ni dice nada y empieza esta normalización, pero eso ya no es una broma. En todo caso, es una manifestación de hostigamiento sexual que pasó por un proceso de normalización.

En el plano laboral, ¿esto ocurre más frecuentemente en los compañeros de cargo o entre jefes con algún poder de autoridad?

En datos que tenemos de ELSA, la herramienta que tenemos con el BID, lo que hemos encontrado es que en más del 50% de los casos el hostigamiento suele darse entre compañeros de trabajo. Es decir, entre pares. En segundo orden, se da por parte de superiores jerárquicos de la misma área, vendría a ser el jefe o la jefa directa y en tercer orden, en superiores jerárquicos de otras áreas.

De acuerdo a esa información, ¿las organizaciones esperan que haya denuncias o investigan?, ¿qué tan reacias son las víctimas a denunciar?

La denuncia es la última opción de una persona que pasa por una situación de hostigamiento sexual laboral. La mayoría opta por evitar a la persona o contárselo a un compañero o compañera de trabajo. La denuncia por los canales establecidos es marginal. Poco más del 5% de personas que pasa por estas situaciones decide denunciar o hablar con recursos humanos. Y encontramos a personas que nos dicen que esto no sucede en su sector porque no reciben denuncias. Ahí está la desconexión, que la gente por lo general no denuncia. Eso no quiere decir que no suceda.

Cuando esto sucede, las personas agredidas no están en la obligación de dar alguna respuesta, pero ¿es importante que demuestren su disconformidad?

La norma actual no pide que el rechazo sea expreso. Eso ya no es un requisito, basta con que la conducta no sea bienvenida. Cuando hay una relación jerárquica, las personas pueden verse en la dificultad de expresar cuál es su voluntad real. Eso lo que hace es no pasar la responsabilidad, en realidad, a quien hace la conducta. Estamos acostumbrados a preguntar si dijeron que “no”, a buscar el rechazo, cuando en realidad la pregunta es “¿te dijo que sí de alguna manera?”. Si buscas el rechazo y lo que encuentras es silencio, lo vas a interpretar como un sí, pero si estás buscando un consentimiento y lo que encuentras es silencio, ese silencio se va a volver no. Cambia la figura al 100%.

¿Qué actitud se debería de buscar de parte de las personas que puedan estar frente a este tipo de actos, siendo testigos?

Hay medidas legales como capacitar a todo el personal y al comité que investiga los casos de hostigamiento sexual laboral, pero hay que ir más allá de la ley. Si nuestras capacitaciones son de 20 minutos o si la capacitación al comité es de unas dos horas, pero centrado en las obligaciones legales, no ayuda a entender de lo que hablamos ni a trabajar la sensibilidad del enfoque de género que se necesita para resolver estos casos.

Una vez que se resuelven los casos, ¿es importante darlo a conocer como una forma de saber que hay un término de los procesos?

Hay una obligación de guardar confidencialidad, sobre todo, alrededor de la víctima, pero eso no significa que no pueda haber una puesta en conocimiento. Una forma puede ser con reportes anuales que digan cuántas denuncias se recibieron por hostigamiento sexual laboral, en qué caso se encontró evidencia suficiente y que se sancionó con el despido o una suspensión. Esto hace que la gente sepa que hay denunciantes, no están solos. Dice también que la organización recibe la denuncia, la investiga y, además, la sanciona. Esta no es una obligación legal, pero sí una muy buena práctica.

Dato:

Aquí te dejamos una Guía de acción rápida para denunciar actos de de violencia contra las mujeres en el Perú elaborado por GenderLab.

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