[OPINIÓN] Carl Sagan, gran promotor del pensamiento escéptico y del método científico, advirtió alguna vez sobre un futuro cercano dominado por pocos y por la tecnología, un espacio donde nadie podría distinguir entre lo que se siente verdad y lo que es verdad. El Perú, siempre creativo, no solo tomó nota de la advertencia: la convirtió en proyecto nacional. Y con honores.

Aquí estamos en 2026, con una vitrina electoral que no ofrece propuestas, sino estímulos sensoriales. López Aliaga no presenta un plan de gobierno, presenta un reality de confrontación permanente y como bandera una trama de despropósitos a medio hacer. Álvarez dejó de imitar políticos para convertirse directamente en uno: porque, a estas alturas, el único requisito ya no es propuesta ni experiencia, sino carisma de payaso funcional a TikTok. Acuña es la prueba empírica de que en Perú las leyes de la física no aplican para todos: se puede desafiar la gramática, la lógica y el sentido común, y aun así cotizar como “opción viable” en las encuestas. Los Vizcarra regresan como esas secuelas que nadie pidió, pero igual se estrenan con expectativa. Y Forsyth, Barnechea y Carla García son el enigma mejor rankeado: no se sabe si son el Gato de Schrödinger o el Pollo de Castillo, pero respiran.

Mientras tanto, el país hace lo que mejor sabe: reaccionar en lugar de pensar.

Las marchas ya no son sobre algo, son para algo: para el like, la viralización, el algoritmo que después certificará que hay una multitud indignada exigiendo… ¿qué exactamente? Irrelevante. Las protestas perdieron líderes, perdieron pliegos, perdieron rumbo, pero ganaron dirección de fotografía en modo selfie. ¿Ocurrieron realmente? Depende del ángulo.

Si la calle es el escenario, CADE es el palco VIP. La edición 2025 no fue un espacio de debate, fue un espejo de cuerpo entero donde cada uno fue a mirarse el ombligo. Mucho networking, poca conversación. Se habló de la realidad evitando mirarla de frente. No vaya a ser que la realidad devuelva la mirada.

Sagan probablemente diría que la información no murió en el Perú: fue reemplazada por la sensación de estar informado. El pensamiento crítico no desapareció: se tercerizó a las encuestas de Ipsos Apoyo, a los hilos de Twitter o a los clips de TikTok. Las convicciones ya no se debaten, se empaquetan como hashtags reutilizables. No importa si algo es verdad, importa si se siente verdad. No importa la solidez de la idea, importa la potencia del impacto. No importa la propuesta, importa el rendimiento en pantalla.

Y así llegamos al 2026: candidatos que son más ruido que sustancia; ciudadanos que prefieren emoción a argumento; marchas que buscan cámara antes que cambio; y élites que no discuten país, lo comentan con whisky en mano desde la tribuna.

Entonces, ¿quién ganará las elecciones? Fácil: el que descifre la fórmula. Menos plan, más emoción. Menos largo plazo, más dopamina. Menos futuro, más presente en combustible. Menos país, más tendencia. Porque ya no elegimos presidentes. Elegimos momentos. Y los momentos, como los fuegos artificiales, brillan espectacular en la oscuridad… pero no iluminan un carajo.

[ENTRE BRUJAS] Noviembre es un mes de memoria, lucha y compromiso por los derechos de las mujeres. Cada 25 de noviembre, el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres nos recuerda que la violencia machista persiste como una de las formas más graves de desigualdad y discriminación. En esta fecha conmemoramos a las hermanas Mirabal, tres mujeres dominicanas asesinadas por resistir la dictadura de Rafael Trujillo en 1960, cuyo legado se convirtió en símbolo universal de resistencia frente a la opresión patriarcal.

Más de sesenta años después, la violencia contra las mujeres persiste como uno de los principales problemas sociales y de derechos humanos en el país. Según datos del Portal Estadístico del Programa Nacional Aurora (Warmi Ñan), entre enero y septiembre de 2025 se registraron 114 feminicidios, 211 tentativas de feminicidio, 24 231 casos de violencia sexual y 47 346 casos de violencia física en todo el Perú.
Estas cifras reflejan la magnitud de una crisis estructural que el Estado aún no logra enfrentar con eficacia ni con un enfoque de igualdad y derechos.

El mes de noviembre no solo nos invita a conmemorar, sino también a exigir políticas públicas integrales que garanticen la prevención, atención, sanción y reparación frente a todas las formas de violencia. La erradicación de la violencia contra las mujeres no puede entenderse al margen de la defensa de la democracia y los derechos fundamentales. Una sociedad que tolera la violencia y la impunidad erosiona sus cimientos democráticos, porque la igualdad y la no discriminación son principios inseparables de un Estado de derecho.

Sin embargo, en el Perú, la agenda por los derechos de las mujeres parece haber perdido relevancia. Los discursos conservadores se expanden en el debate público, impulsando narrativas que niegan los avances alcanzados en décadas de lucha feminista. Un ejemplo preocupante es el Proyecto de Ley Nº 11561/2024-CR, impulsado por el partido Renovación Popular a través del congresista Alejandro Muñante, que propone incorporar el artículo 402-A al Código Penal para sancionar las supuestas denuncias falsas en casos de violencia familiar.

Lejos de fortalecer el acceso a la justicia y combatir la impunidad, esta iniciativa criminaliza a las denunciantes, deslegitima las denuncias y reinstala la sospecha sobre las víctimas.

A ello se suman otras iniciativas legislativas regresivas, como la Ley N.º 32301 (Ley APCI), que modifica el marco de la cooperación internacional en el país y amplía las facultades del Estado para supervisar y controlar el trabajo de las organizaciones de la sociedad civil. Diversas instituciones y colectivos han advertido que esta norma podría restringir la autonomía de las organizaciones y limitar su capacidad para brindar acompañamiento y acceso a la justicia a mujeres, adolescentes y niñas víctimas de violencia. De concretarse, estos efectos representarían un grave retroceso democrático y una amenaza directa a la defensa de los derechos humanos en el Perú.

Estos ataques no son hechos aislados. Forman parte de una tendencia regional y global que busca socavar los compromisos en materia de derechos humanos, restringir la autonomía de las mujeres y debilitar los mecanismos de protección.
Frente a ello, defender los derechos de las mujeres es también defender la democracia: ambas luchas son inseparables.

Noviembre, entonces, no debe ser solo un mes conmemorativo, sino un recordatorio de que los derechos conquistados pueden perderse si no se defienden. En tiempos de retrocesos, el feminismo sigue siendo una fuerza ética y política que interpela al poder, exige justicia y recuerda que la igualdad no puede esperar.

[INFORME] Un empresario que fue condenado reconoció haberla sobornado para obtener una sentencia favorable y evidencias conseguidas por la DIVIAC la comprometen seriamente. Sin embargo, hasta la fecha, la jueza Roxana Becerra sigue sin sanción alguna.

En las últimas semanas, Sudaca dio a conocer impactantes detalles sobre el caso de Aniceto Argüelles y su empresa Industrias Argüelles que han expuesto las estrategias que algunos personajes condenados pueden utilizar para intentar evadir los filtros creados para evitar que quienes han incurrido en un delito puedan acceder a contratos con el sector público.

Sin embargo, esta historia tiene más de un protagonista y no todos están respondiendo por sus acciones al margen de la ley. En este informe, Sudaca ha podido enfocarse en la participación de una persona que debería defender la justicia y, por el contrario, estuvo pactando para posicionarse en favor de ciertos intereses.

 

EL CASO ARGÜELLES

Como se ha contado anteriormente, Aniceto Argüelles fue un nombre que saltó a diversos titulares periodísticos este año cuando confesó, como parte de una estrategia legal que buscaba salvarlo de una condena mayor, que había intentado sobornar a una jueza para que accione en favor de sus intereses.

Este caso que involucraba una documentos falsificados para concretar la venta de terrenos comunales a Industrias Argüelles  culminó este año 2025 con el empresario siendo condenado a cuatro años y dos meses de prisión suspendida y obligado a pagar una reparación civil de veinte mil soles.

No obstante, hay una persona más que, por ahora, parece haber escapado de la justicia pese a que tuvo un rol muy comprometido en esta historia y que existen pruebas contundentes sobre su participación en este intento de dejar de lado el objetivo que debería perseguir la justicia y ponerle un precio a su decisión.

MAGISTRADA BECERRA

La protagonista de este capítulo es la jueza Roxana Elizabeth Becerra Urbina, quien se ha venido desempeñando en el Juzgado Mixto de la provincia de Canta, Corte Superior de Justicia de Lima Norte.

Becerra Urbina es la pieza de la historia que, por ahora, había pasado desapercibida en el caso Argüelles. Según fuentes consultadas por Sudaca, el intento de Argüelles por comprar a la justicia encontró en Roxana Becerra a una representante de la justicia dispuesta a colaborar con sus intereses.

Acorde a la confesión del propio Argüelles, el empresario había coordinado con  una persona de su entera confianza, que fue identificada como Silvio Muñoz, para que, a cambio de una sentencia favorable, este le compre terrenos que le pertenecían a ella y su familia a precios inflados.

La información que se ha podido conocer expone que la primera compra se produjo en el año 2019 por el monto de S/ 533,703.09. Previamente, la División de Investigación de Delitos de Alta Complejidad (DIVIAC) pudo hacerle seguimiento a numerosos encuentros en restaurantes entre la jueza Becerra, Argüelles y personas de su círculo de confianza en los cuales se habrían acordado estas compras irregulares.

Sin embargo, pese a que estos hechos tuvieron lugar en el año 2019 y la investigación preparatoria terminó en marzo de este año, hasta la fecha, la jueza Becerra Urbina ha permanecido impune en este caso que la involucra y, recién a finales de septiembre, se ha conocido que la Junta Nacional de Justicia inició una investigación que podría culminar con su destitución.

Una frase conocida en el ambiente de los abogados señala que «nada se parece tanto a la injusticia como la justicia tardía» y que el caso de la magistrada Roxana Becerra permanezca como un asunto pendiente sólo refuerza la sensación que existe una falta de interés por sancionar a aquellos miembros que le ponen la justicia al servicio de quienes más dinero tienen.

[INFORME] Pese a que no lo pudo lograr mediante un proceso electoral, la renuncia de Rafael López Aliaga le permitió a Renzo Reggiardo cumplir su viejo anhelo de ser alcalde de Lima. Sin embargo, en sus primeros días de gestión parece haber priorizado darle trabajo a sus conocidos.

Aunque tiempo atrás había descartado la posibilidad, el deseo de Rafael López Aliaga de llegar a Palacio de Gobierno terminó pesando más y, en las primeras semanas del pasado mes de octubre, el burgomaestre oficializó su salida de la alcaldía para poder enfocarse a tiempo completo en su campaña política con miras a las elecciones del 2026.

Esta salida prematura, aunque podía ser cuestionable, no estaba fuera de lo permitido y, por lo tanto, se sabía que el sillón municipal tenía un sucesor. Esta persona sería Renzo Andrés Reggiardo Barreto, quien se venía desempeñando como teniente alcalde del ahora candidato presidencial de Renovación Popular y había intentado sin éxito llegar a la alcaldía en elecciones pasadas.

Sin embargo, pareciera que, así como Rafael López Aliaga fue severamente cuestionado por sus acciones como alcalde, el nuevo ocupante del Palacio Municipal estaría utilizando su turno para seguir dándole trabajo a personajes de su círculo personal. Sudaca pudo revisar algunas de las primeras designaciones de Reggiardo Barreto como alcalde y encontró algunos nombres interesantes.

SOCIOS DE LA VIDA

Renzo Reggiardo parece haber llegado a la alcaldía de Lima con una agenda propia, aunque esta tendría algunos beneficiados muy particulares. En las últimas semanas del mes pasado, el actual encargado del despacho municipal designó a Juan Carlos Valderrama Cueva como el nuevo presidente del directorio de la Sociedad de Beneficencia de Lima Metropolitana.

Juan Valderrama puede ser un nombre desconocido para la mayoría de peruanos, pero registra un pasado muy cercano al alcalde Reggiardo. Según la información que pudo revisar Sudaca, este personaje, que ha sido una de las primeras designaciones de Reggiardo en su nuevo cargo, estuvo afiliado a Perú Patria Segura, el partido que manejaba el teniente alcalde de López Aliaga.

La cercanía entre Renzo Reggiardo y Juan Carlos Valderrama fue tal que este último no sólo fue un afiliado de su agrupación política sino que también actuó como representante de la asociación Liga Peruana de Lucha Contra el Crimen, la ONG que fundó el actual alcalde de Lima y que también se relaciona con su programa de televisión “Alto al Crimen”.

QUÉ TALES ANTECEDENTES

Con tan sólo unos días en el cargo, más precisamente el 22 de octubre, el nuevo alcalde de Lima designó al vicepresidente del comité directivo del Fondo Metropolitano de Inversiones (INVERMET). Renzo Reggiardo optó por Pedro Martín Sagástegui Bardales para ocupar dicho cargo.


Esta designación no sería noticia de no ser porque Sagastegui Bardales no es un simple funcionario de la Municipalidad de Lima sino que se trataría de un personaje muy cercano al círculo personal del ahora alcalde Reggiardo. La siguiente imagen se muestra al nuevo vicepresidente del Fondo Metropolitano de Inversiones (INVERMET) compartiendo con el nuevo burgomaestre limeño.

Esta cercanía no sólo le habría permitido acercarse a la actual gestión a cargo de la Municipalidad de Lima sino que podría haber servido para que se pase por alto un grave episodio en el que estuvo involucrado anteriormente Pedro Sagastegui. En junio del año 2023, el portal Lima Gris sacó a la luz un grave caso de atropello y abandono de víctima que tenía como protagonista a la flamante designación hecha por Reggiardo.

En el documento que se expuso, el nombre de Pedro Sagastegui no sólo figura como responsable de haber atropellado y abandonado el lugar del accidente sino que también detalla que este personaje fue condenado a cinco años de pena privativa de la libertad por sus acciones.

Al ser consultado por este caso, Rafael López Aliaga, quien había intentado incluir a Sagastegui Bardales desde el primer día que llegó a la Municipalidad de Lima y también con un cargo en el Fondo Metropolitano de Inversiones, había señalado que esta persona había renunciado al cargo.

Pero esta no fue el único hecho cuestionable que tiene como protagonista a Pedro Martín Sagastegui Bardales. A inicios de año 2024, Sudaca publicó un informe titulado UNA REALIDAD QUE SUPERA LOS HORRORES DE UNA HISTORIA DE TERROR en el cual se detalla el dramático caso de una mujer de más de ochenta años que se vio en la disputa de una propiedad con su hija.

En este caso, Pedro Sagastegui actuó como abogado de esta mujer pese a que existía un evidente conflicto de intereses debido a que su estudio de abogados también estaba representando a la otra parte que estaba en disputa y terminó siendo favorecida. “He estado muchos años confiando en ese abogado Pedro Martín Sagástegui Bardales, pero también fue otro arreglo mafioso”, declaró María Victoria Márquez Alcalde a Sudaca en enero del 2024 y agregó “el estudio del señor Sagastegui, que supuestamente me defendió, me sacó como cincuenta mil soles”.

Sin embargo, con la llegada al poder de Reggiardo Barreto, las puertas de la Municipalidad de Lima se volvieron a abrir para Pedro Sagastegui Bardales. Cabe señalar que, tal como ocurrió en el caso de Valderrama Cueva, Sagastegui también estuvo afiliado a Perú Patria Segura, el partido que le pertenecía al actual alcalde de Lima.

La gestión de Renzo Reggiardo lleva pocos días en funciones. Sin embargo, este tipo de designaciones invita a creer que este paso por la Municipalidad de Lima priorizará a los amigos del burgomaestre en lugar de ir en búsqueda de las personas idóneas para una ciudad de Lima que parece cada vez más distante de esa promesa de ser potencial mundial.

[Música Maestro] A propósito del anunciado regreso de Rush a los escenarios, con la baterista alemana Anika Nilles (42) ocupando el lugar del fallecido Neil Peart, comparto estas reseñas de algunos ejemplos de lo que se conoce como “rock progresivo”, uno de los géneros derivados de la psicodelia y el hard-rock que produjo algunos de los mejores álbumes de la historia de la música popular contemporánea.

Cuando comenzaba mi formación melómana, a mediados de los años ochenta, llegó a mis manos un cassette del tercer álbum de Emerson Lake & Palmer, Trilogy (1972). En esa época, las guitarras de Ac/Dc y Van Halen se habían hecho un enorme espacio como mis principales referencias, entre los boleros de La Sonora Matancera y la música criolla de mi papá, las cumbias colombianas y baladas en español de mi mamá y el pop-rock radial de mis hermanos.

Desde los primeros sonidos de The endless enigma (Part 1) -la atmósfera de los teclados, los pianos arácnidos, las percusiones- me pareció estar escuchando el soundtrack de una película. Poco a poco, quedé intoxicado por esa sucesión de percusiones medio orientales, flautines marroquíes y fondos de sintetizadores que, después de un par de minutos, se transforman en un instrumental psicodélico sacado de algún episodio de la clásica serie de dibujos animados del Hombre Araña, la que veíamos en Canal 4. Esa cinta me voló la cabeza y, a partir de ese momento, quise saber más.

Han pasado poco menos de cuarenta años de aquel primer contacto con el rock progresivo -recuerdo que, en el argot de quienes solo hablábamos de música, lo comprimíamos a “progre” a años luz del significado pseudopolítico que esa partícula tiene hoy- y, a pesar de las normales oscilaciones que pueden tener los gustos personales a través de los años según la edad, el estado anímico, etc. el prog-rock sigue estando entre mis estilos musicales favoritos, al cual le doy preferencia en cualquier situación y lugar. Eso me pasa también con otros géneros -el metal, la salsa clásica, el rock argentino- pero en este caso la obsesión se mantiene inalterable.

Hay pocas vertientes de este estilo de rock, surgido en Inglaterra a mediados de los años sesenta como respuesta a la psicodelia norteamericana que no me entusiasman, una de ellas quizás sea la del metal progresivo en sus aristas más fantasmagóricas -bandas como Nightwish o Blind Guardian- que, a pesar de ser virtuosas, llevan a niveles demasiado exagerados la velocidad, el sinfonismo y el disfuerzo escénico. Después, desde las ligazones con el folk -Jethro Tull, Fairport Convention- hasta su conexión con la música electrónica -The Orb, las aventuras tecnológicas de Steve Hillage- casi todo lo prog-rock goza de mi absoluta aceptación.

Incluso bandas más contemporáneas como Haken, Opeth, Coheed and Cambria, Sendelica tienen, aunque suene increíble, puntos de encuentro no solo con el progre más clásico -Yes, Rush, King Crimson- sino con otros géneros como el shoegazing, el indie-rock -con bandas como The Flaming Lips, Mogwai, The Russian Circles-, en un círculo virtuoso en el que entran los jazz-rockers de los setenta, algunos metaleros como Voivod o Dream Theater y desarrollos de iconos del rock en nuestro idioma como Luis Alberto Spinetta (Invisible, Spinetta Jade) o Charly García (La Máquina de Hacer Pájaros, Serú Girán) en un crisol de opciones que convierten al rock progresivo en una cadena de sonidos interminable. Aquí, algunos ejemplos traídos desde el pasado.

King Crimson – Starless and Bible Black (Island Records, 1974)

Los dos primeros temas de este disco, The great deceiver y Lament, deben ser de las composiciones más vertiginosas del extenso catálogo crimsoniano. Ocho minutos de caída libre por las escaleras. Robert Fripp (guitarras, teclados, mellotrones), Bill Bruford (baterías, percusiones), John Wetton (bajo, voces) y David Cross (violín, viola, mellotrón, piano) pasan del jazz-rock de la primera al hard-rock de la segunda con enfermizo frenesí, un estilo que ya habían explorado en su anterior LP, Larks tongues in aspic (1973).

Las letras de Richard Palmer-James, guitarrista original de Supertramp y amigo personal de Wetton son intelectuales y agudas, lidiando metafóricamente con temas como la fama y el demonio. Aunque este disco, el sexto oficial de King Crimson, es considerado una producción en estudio, en realidad fue grabado con un 80% de tomas recogidas de diversas presentaciones durante la gira previa, mezcladas y trabajadas para eliminar ruidos externos (aplausos y gritos del público, por ejemplo), errores en la interpretación, entre otros detalles.

El resultado es excepcional, nadie se dio cuenta de que se trataba de un álbum en concierto, algo que se reveló hace muy poco. The night watch y The mincer, los otros dos temas con letra, poseen las estructuras atonales y escalas disonantes que todo fan de King Crimson agradeció siempre, un desafío permanente que alcanza hasta a sus seguidores más fieles.

Los instrumentales son serias improvisaciones en vivo: Trio es una delicada pieza para cuerdas, en la que Bruford recibe créditos de composición por tomar la decisión de no golpear un solo objeto durante su ejecución; We’ll let you know es un jam que juega con ciertas métricas del funk; mientras que Starless and Bible black y Fracture son extensas piezas que en la versión en vinilo ocupan todo el Lado B.

En el 2014, la revista británica Prog Rock anunció el lanzamiento de una caja de 27 discos con todas las fuentes originales que sirvieron para armar este álbum, amplias explicaciones de cada concierto, versiones en super audio y Blue-ray, para conmemorar el 40 aniversario de su aparición. Un tesoro para coleccionistas y amantes del Rey Carmesí.

Brand X – Unorthodox behaviour (Charisma Records/Passport Records, 1976)

Phil Collins se unió a este grupo en 1975, el mismo año en que grabó A trick of the tail, su debut como vocalista/baterista en Genesis, tras la renuncia de Peter Gabriel. Y este primer álbum de Brand X fue una demostración de la amplitud de sus recursos baterísticos. Sin quererlo, Collins domina el desarrollo de estos siete temas, aunque no intervino mucho en su composición.

Es necesario aclarar que Brand X es mucho más que el proyecto alterno de Phil Collins. Sin duda su presencia sirvió para poner a la banda en el mapa, pero John Goodsall (guitarras, ex integrante de Atomic Rooster), Robin Lumley (teclados) y Percy Jones (bajos, contrabajos, marimbas) tenían suficientes argumentos como para destacar por sí solos. Este álbum se caracteriza por su intensa dinámica instrumental, al estilo de The Mahavishnu Orchestra, Return To Forever y Weather Report, los tres grupos más representativos del jazz fusión de ese momento.

El trabajo de Jones en bajos fretless y contrabajos acústicos es notable, mientras que Lumley destaca a ambos lados de su espectro: en los temas en que predomina el piano -como en Born ugly, con ciertos toques latinos- se nota la influencia del jazz clásico mientras que en Nuclear burn se pone a la altura de Keith Emerson, Rick Wakeman o Tony Banks, soltando ráfagas progresivas desde sus Moog, Farfisa, Fender Rhodes y demás armamento de alto calibre.

Collins brilla con sus redobles, fraseos y hi-hats, especialmente en Smacks of euphoric hysteria y el tema-título, una extraordinaria canción en clave de funk. Los solos eléctricos de Goodsall son agresivos y veloces, fuertemente influenciados por John McLaughlin y muy similar a lo que años después mostró Daryl Stuermer, futuro colaborador de Collins en Genesis y en su trayectoria como solista.

Las canciones son largos y complejos jams sobre una base, con Goodsall intercalando los ataques eléctricos con fondos acústicos como en Euthanasia waltz. En Touch wood, que cierra el disco, arman un juego acústico con acordes abiertos de guitarra y unos teclados lejanos que parecen distraídos, contrarios a todo el vértigo desplegado en la media hora previa.

Kin Ping Meh – Kin Ping Meh (Polydor Records, 1971)

Este álbum es uno de los tesoros mejor escondidos de la movida rockera que se desarrolló en Alemania en los años setenta. Kin Ping Meh fue, junto con Triumvirat, una de las pocas bandas que optó por hacer música más parecida a la escena dominante del prog-rock, ubicada en Inglaterra.

A diferencia de Can, Neu! o Amon Düül, representantes del kraut-rock, una vanguardia en la que el rock se combinaba con extraños sonidos electrónicos y una propuesta musical espacial, lo de Kin Ping Meh está más enlazado al hard-rock de Deep Purple, Uriah Heep y otras, con vertiginosas líneas de Hammond B-3 y potentes bases rítmicas.

En 1971 apareció este álbum debut con Werner Stephan (voz, guitarra, percusión), Willie Wagner (guitarra, armónica, voz), Fritz Schmitt (piano, órgano, voz), Torsten Herzog (bajo, voz) y Kalle Weber (batería, percusión), la formación definitiva de Kin Ping Meh, nombre que proviene de una novela romántica china del siglo 17, en el último tramo de la dinastía Ming, titulada originalmente Jin Ping Mei (La ciruela en el florero dorado).

La carátula del álbum muestra una pintura en la que el personaje central es un hombre chino, de contextura gruesa, que aparece tendido plácidamente mientras es acicalado por varias damiselas de raza aria, una suerte de sincretismo entre la inspiración del nombre y la proveniencia germana de los músicos.

El disco contiene temas notables como Fairy-Tales, a mitad de camino entre el progresivo clásico de Emerson Lake & Palmer y la onda épica de Uriah Heep, con una extensa sección instrumental. La voz de Stephan es alta y poderosa, los demás integrantes lo apoyan en coros fuertes aunque ligeramente amontonados y caóticos.

Los teclados de Schmitt son protagonistas a lo largo del disco, mientras que el trabajo en guitarras de Wagner y Stephan es secundario. El resto del álbum es una selección de canciones de ritmo denso y parejo, como My dove, Don’t you know o la sutil Sometime. En canciones como Too many people y Everything, hay una vocación más directa por hacer hard-rock con tintes de blues y soul, al estilo de Deep Purple.

Rush – Hemispheres (Anthem Records/Mercury Records, 1978)

El sexto álbum del trío canadiense es el último de su periodo conceptual, aquel de las composiciones divididas en secciones e historias fantásticas sobre temas universales como las clásicas dicotomías amor-odio, bien-mal, materialismo-espiritualidad, escritas por el extraordinario baterista Neil Peart.

Aquí, es la lucha de mente versus corazón, racionalidad versus emoción, traducida neurológicamente con la teoría de los hemisferios cerebrales, de ahí el título. La suite Cygnus X-1 Book II: Hemispheres sirve como hilo conceptual y es continuación de Cygnus I Book I: The voyage, que cierra el disco anterior, A farewell to kings (1977). En esta segunda parte, concluye la historia del navegante espacial tras sus batallas contra los dioses, de las cuales emerge triunfador convertido en Cygnus, el cisne que traerá balance a la galaxia.

Esta sobredosis de escapismo lirismo hace de Rush una banda muy atractiva para quienes viven gobernados por el hemisferio cerebral izquierdo, mientras que el desarrollo musical, extremadamente virtuoso y detallista, es perfecto para quienes poseen una visión matemática de la vida, rasgos típicos del hemisferio cerebral derecho.

Estos contenidos son difíciles de captar a la primera y requieren del oyente una preparación previa o, por lo menos, una actitud abierta y receptiva. En ese sentido es lógico que Rush atraiga a las juventudes actuales, dominadas por los aspectos elementales de su desarrollo cerebral, prefiriendo el reggaetón o el latin-pop y su exacerbación de los sentidos primarios.

El lado B del vinilo original contiene solo tres temas que exhiben el filo de hard-rock y la presencia vocal de Geddy Lee –The trees y Circumstances-, con temas medio ambientalistas y sociales. La guitarra de Alex Lifeson es brillante y virtuosa, como siempre, y en el instrumental La Villa Strangiato se luce.

Este es un clásico de la banda, inamovible en sus conciertos hasta el final de su camino, tras la muerte de Peart en el 2020. Aunque dura casi diez minutos continuos, está subdividida en doce menudas partes, una de las cuales (Monsters), es adaptación de Powerhouse, composición de 1937 del norteamericano Raymond Scott, conocida por su uso en varias caricaturas de la Warner Brothers.

Caravan – In the land of grey and pink (Deram Records, 1971)

Para muchos, Caravan es una de las mejores bandas de rock progresivo y a la vez muy subestimada frente a la popularidad de otras más conocidas. Además, es junto con Soft Machine, el grupo que mejor representa a The Canterbury Scene, escena surgida al sur de Inglaterra en esa ciudad del condado de Kent.

La carátula de este tercer álbum evoca a esos cuentos fantásticos de la Tierra Media, mientras que la música es una inteligente mezcla de psicodelia, pop-rock, jazz y avand-garde. Love to love you (And tonight pigs will fly) es, probablemente, la única canción de esta banda inglesa-escocesa reconocible por el público convencional.

Este fue el último lanzamiento del cuarteto original -Pye Hastings (voz, guitarras), Richard Sinclair (bajos, voz), David Sinclair (pianos, teclados) y Richard Coughlan (batería, percusiones)-, antes de iniciar una serie de cruces con otros grupos como Matching Mole, Camel, entre otros. Jimmy Hastings, hermano de Pye, toca vientos en varios temas pero no es considerado miembro estable del grupo.

El álbum se inicia con tres canciones bastante convencionales: Golf girl, de melodía lánguida y misteriosa; Winter wine, con ritmo marchante y la voz de Sinclair que parece sacada de un LP de The Chieftains; y la mencionada Love to love you, en clave de pop psicodélico al estilo de Love o Spirit. Los complejos poderes instrumentales del cuarteto comienzan a manifestarse con el tema-título, con intrincados solos de teclados.

Para terminar, Caravan ofrece una suite que supera los veinte minutos, Nine feet underground, subdividida en ocho partes. De principio a fin, Caravan condensa aquí todas las influencias que había recogido en sus dos discos anteriores, desde toques oscuros de King Crimson, ensoñaciones experimentales de Kevin Ayers & The Whole World y vuelos instrumentales de Genesis o Yes, con suma prolijidad. La flauta de Jimmy Hastings se funde al inicio con la guitarra de su hermano Pye en una onda espacial y psicodélica que tiene tanto de The Doors como de Pink Floyd. La canción concluye con una fuga de rock que recuerda mucho al instrumental Glad de Traffic (LP John Barleycorn must die, 1970).

[MIGRANTE AL PASO] Un pequeño corría de forma extraña detrás de la pelota. Parecía rebotar de un lado a otro y no era gordo. Estaba feliz, si es que la felicidad es diversión. Solo caminaba un poco chueco. De adulto, siguió así. Se abría paso entre la muchedumbre con sus pasos tambaleantes. Huesos anchos y pies que parecen aletas. Lo comparte con su padre, a quien llamaban “el pato” en sus épocas universitarias. La displasia de cadera y la escoliosis lo obligaban a mantenerse con las puntas de los pies con dirección hacia afuera. De lo contrario, sentía que las rodillas palanqueaban su propia estructura. “Tienes potencial para el ballet”, me comentó una tía bailarina. Puedo hacer una quinta sin esfuerzo alguno. No se ve muy bien, sin embargo. Los arcos vencidos de mis pies lo hacen estéticamente raro. Igual no es como que porque algo deje de ser bello deje de ser útil. Para las patadas en las artes marciales me servía bastante. Una colección de medallas de oro lo demuestra.

—De ninguna manera usará corsé o arnés; mientras pueda jugar y hacer deporte, no hay nada que corregir —le dijeron mis padres al doctor. No tengo cómo saberlo, pero así me lo imagino. Como cuando no quise dar el examen de ingreso escolar por timidez, y al prenderme fuertemente de la pierna de mi padre, decidieron que no tenía por qué hacerlo si no quería.

Fue así, sin metales rodeando mi cuerpo, era de los mejores en fútbol, de los más rápidos y el que mejor peleaba. Igual, mi caso no era grave. Solo era gracioso al andar. Aparte, todos estamos ligeramente desbalanceados. La única advertencia: no estar con sobrepeso. Lo que pasé desapercibido por muchas etapas. No hay mayor misterio que el caminar recto, y el caminar chueco vendría a ser su hermano desadaptado.

Terminé el colegio jalando un curso. Luego, un año entero fue sabático. Entré a la Universidad de Lima a estudiar Negocios Internacionales, para pasarme a Psicología a los dos ciclos. No me gustaba. Solo disfrutaba los cigarros en cada hueco. Me transferí a la PUCP, un examen bastante fácil; de hecho, lo recomiendo si es que el examen de ingreso les parece muy difícil. Primero la de Lima, y luego transferencia donde quieran. Ahí, en Estudios Generales, pasé de Historia a Psicología nuevamente; terminé en Arqueología. Me aburrí y me aventuré en la Filosofía. Tuve que regresar a Generales porque me faltaba un curso. Le dio cáncer a mi madre, me botaron de la universidad por desempeño. En tres años ahí pasé de estar en décimo superior a ser expulsado. Fui aceptado nuevamente, para luego abandonarla yo por mis propios términos.

Mis desvíos no solo se daban al caminar. “No terminas nada de lo que empiezas”, me decían; solo recibían risas de respuesta. Yo siempre supe perfectamente que mi camino no iba a ser recto, y jamás lo será. Ahora, en cuanto a mis pies planos, no tienen una asociación de vida, no cargo ninguna responsabilidad tan grande. Tal vez, en este caso, sí ha sido el estar gordo. Aparte de la vía recta, existen tantas como practicantes hay en el mundo. La mía consiste en mirar hacia el exterior de las tinieblas. Una oscuridad llena de reglas y normas que, en mi humilde opinión, no valen nada, puro blah, blah, blah. “¿Por qué arrastras los pies?”, me dicen. “Estás cojeando”, me comentó una chica el otro día, “¿te pasó algo?”. Yo ni cuenta me doy. Pero mis huellas son distintas. Mis pies descalzos y mojados dejan una gran mancha, a diferencia de la esbelta figura que dejan normalmente las personas en el piso. Ahí, en el ángulo obtuso que se forma en mi base corporal, está mi compás, como si avanzara a dos lugares al mismo tiempo.

A veces siento que hasta mi cabeza funciona así. Unas cuantas tuercas me faltan sin dudas, mis ideas se disparan en direcciones contrarias. Estoy comenzando a ser un empresario y a la vez escritor. Parecen repelentes entre sí, a mí me está funcionando. Estoy en contra de la violencia, pero no conozco a alguien que se haya peleado más que yo. Ya maldije comportamientos que ahora son parte de mi forma de actuar. Hice sentir mal a gente que quiero. Viajé más que cualquier persona de mi edad y lo hice solo. Sin compartir ni un restaurante. Le di de comer a muchos niños en las calles porteñas, para más tarde insultar a un taxista. De esta manera no solo mis huesos están chuecos. Contradicciones tienen todos, tal vez las mías son más abruptas. Escribo para mí, pero quiero que me lean. No me importa que mis ideas parezcan descabelladas y no quiero encontrar a alguien que piense igual, pero quiero ganar prestigio. Así, deseo nada y todo a la vez; al igual que uno de mis pies apunta a la izquierda y el otro a la derecha.

Como dije, si divertirse es estar feliz, creo que lo estoy logrando. Adónde me llevarán mis pasos retorcidos. Quién sabe. Solo sé que a algún lugar tranquilo donde a nadie le importe cómo camine. Simbólicamente, claro. Tal vez, un lugar donde lo único que se cruce en mi camino sean mis propios pies. Solo sé que ningún mercado, ningún escritor ni ninguna ideología serán compatibles con mis propias intersecciones y secantes. Las cosas paralelas no tienen cabida en mi tambaleante cabeza.

[PIE DERECHO] La derecha dura peruana se está suicidando con una eficacia digna de mejor causa. No necesita enemigos: se basta a sí misma para desangrarse en una guerra intestina tan mezquina como estéril. En lugar de migrar inteligentemente hacia una alternativa moderna, liberal y democrática frente al caos populista que asola al país, sus líderes se dedican a destruirse unos a otros con un encono casi tribal, anestesiados por los lugares expectantes que les brindan las precoces encuestas. Cada quien se considera el elegido, el único capaz de redimir a la nación, y mira a los demás como impostores o traidores.

El resultado de esta absurda refriega es un espectáculo lamentable: un archipiélago de egos heridos, ambiciones personales y resentimientos acumulados. En vez de presentar un programa que hable de crecimiento con justicia, de Estado eficiente y transparente, de educación pública de calidad o de una política social que emancipe al pobre en lugar de condenarlo a la limosna, la derecha ultra se ha convertido en una suma de caudillismos sin ideas. No hay visión de país, sino cálculo electoral; no hay convicción, sino táctica; no hay grandeza, sino pequeñez.

Mientras tanto, la izquierda —desorganizada, anticuada y moralmente fatigada— contempla la escena con deleite. No necesita hacer mucho: le basta esperar a que la derecha extrema siga cavando su tumba, más aún si se tiene en cuenta el pasmo del centro. Y el voto antisistema, que podría canalizarse hacia una opción reformista y racional, terminará otra vez en manos del populismo autoritario o del radicalismo que promete destruirlo todo para empezar desde cero.

El Perú, huérfano de liderazgo y de ideas, asiste impotente a este duelo fratricida. Pero no hay que equivocarse: no es el país el que está condenado, sino sus elites políticas. Si la derecha conservadora, mercantilista y autoritaria no abandona la mezquindad y el sectarismo, si no es capaz de elevar su mirada por encima de sus odios, entonces no merecerá gobernar. Porque una derecha sin visión ni generosidad es tan destructiva como la peor de las izquierdas.

La del estribo: notable el cuento Duelo de caballeros, del gran Ciro Alegría. Contado en base a un testimonio de primera mano de cuando estuvo purgando prisión por haber participado de la revolución de Trujillo -fue aprista militante-, Alegría nos trae un cuento épico de proporciones. Otra cortesía del gran Club del Libro de Alonso Cueto.

[EL CORAZON DE LAS TINIEBLAS] En los años ochenta o noventa, una obra del grupo teatral Pataclaun popularizó la expresión “el criollismo nunca muere, ni seguirá muriendo”. La frase, acertada, daba para todas las interpretaciones posibles pero predominaba la idea de una resistencia cultural desdeñada desde una intelectualidad rendida ante el Perú migrante, brillantemente recreado por José Matos Mar en su Desborde Popular y Crisis del Estado.

En realidad, la rivalidad o confrontación criollo-andina en el plano musical no fue más que un artificio intelectual, aunque izquierdistas de la vieja escuela aún se llenen la boca con un discurso tan obsoleto como alejado de la realidad. Lo que debimos plantear, desde un principio, es que la deriva del Perú oficial, de la republiqueta criolla como alguna vez la llamó González Prada, desbordada por el mar humano que venía desde los Andes a reclamar lo que se le ofreció y jamás se le brindó desde los tiempos de San Martín y Bolívar, poco o nada tenía que ver con las expresiones folclóricas, también populares, que se desarrollaron en la costa del Perú y que solo están para sumarse a la riqueza pluricultural del país.

Pero este artículo trata de reminiscencias, las de un hombre de cincuenta y ocho años a quien la tormenta del criollismo lo pilló en medio de un enorme y árido desierto. Quiero decir, no había manera de escapar, el criollismo me empapó, me atravesó las venas, no existe otro género musical en el planeta, ni otro pulsar de la guitarra, ni otro lenguaje cultural que me genere las mismas emociones que el criollismo, y ya no las habrá, no hay nada que hacer al respecto.

El universo criollo lo descubrí de niño, cuando me despertaba la “viva voz” de las jaranas caseras de papá Ezio, mamá Laura y sus amigos chosicanos. Algunas canciones las entonaban como himnos, eufóricos, con muchas copas de más, bien entrada la madrugada. En particular me impresionó Luis Pardo, “La Andarita”:

Por eso yo quiero al niño, amo y respeto al anciano,

al indio que es como mi hermano, le doy todo mi cariño” /

Si han de matarme ¡en buena hora!, pero mátenme de frente.

Yo soy señores LUIS PARDO, el famoso bandolero.1

Después vino mi aventura adolescente en la Peña afroperuana Valentina del distrito de La Victoria, donde clasifiqué un festejo dedicado al Alianza Lima en 1984, cuando tenía 15 años y cursaba cuarto de secundaria en el colegio Franco Peruano de Monterrico. El choque cultural, resuelto favorablemente, no fue solo mío, sino de las decenas de mis compañeros de colegio que asistían por primera vez a La Victoria, a las diferentes fechas del concurso musical.

Podría seguir y seguir, pero no me he planteado aquí una autobiografía de mi relación con el criollismo, aunque algo de eso tienen estas reminiscencias. Últimamente estuve pensando que de ese mundo criollo feliz, en crisis, moribundo pero sin morir nunca que me tocó vivir, ya no queda nadie o prácticamente nadie.

No existe ya el café, ni el criollo restaurant,

ni el italiano está donde era su vender,

 Ha muerto doña Cruz que juntito al solar se solía poner

a realizar su venta al atardecer de picantes y té,

no hay ya los picarones de la buena Isabel,

 todo, todo se ha ido, los años al correr.

(Vals De vuelta al Barrio. Felipe Pinglo Alva)

Felipe Pinglo Alva, el bardo inmortal de los Barrios Altos

La constatación me hace pensar en mi mismo, me hace pensar en mi vida y me hace pensar si acaso llegué tarde a ese criollismo que se muere sin morirse, o si llegué justo a tiempo para disfrutarlo. Tuve el privilegio de conocer y saludar a Eloísa Angulo y María de Jesús Vásquez, de escuchar declamar a Serafina Quinteras, de conocer y conversar con Don Oscar Avilés, de bailar el vals Olga cantado por el “zambo” Arturo Cavero en vivo. Me recordó los tonos del cole cuando sonaban las primeras notas de Satisfaction de los Rolling y saltábamos disparados a la pista de baile, pues lo mismo.

Eloísa Angulo, la soberana de la canción criolla

Don Feliz Pasache, autor de Nuestro Secreto, compositor de moda en los ochenta, me trataba con gran cariño cuando llegaba a la Peña Valentina, pensar que competía con él en el concurso. Me ganó, menos mal. También conocí a Augusto Polo Campos, más distante, y a la señora Lucila Campos. La anfitriona, la Señora Norma Arteaga Barrionuevo, la hija de Valentina Barrionuevo, cuantas veladas, pero también cuantas visitas informales, charlas interminables, y cuanta amistad. Y en el primer lugar debo mencionar a don Adolfo Zelada Arteaga, eximio guitarrista y compositor, que este año hubiese cumplido 100 y nos acompañó hasta pasados los 95. Amigo de mi padre, amigo mío, la enjundia criolla de principios del siglo XX, los códigos criollos de una Lima que definitivamente sí se ha ido, sabiduría popular purita, que ya no hay.

Hay unos que saben mucho

Otros que están aprendiendo

Conforme vayan entrando

Ahí los iré conociendo

Eximio guitarrista, cantante y compositor Adolfo Zelada Arteaga, pura enjundia criolla

No quisiera, sin embargo, ser injusto con mi nostalgia. Hay una nueva generación que se caracteriza además por ser muy cultora, por poseer una actitud de rescate de las obras más escondidas y recónditas -y más bellas también- de los más antiguos. Hay una nueva generación guardiana y también hay otra nueva generación de las peñas y los programas radiales y televisivos. Y prefiero sinceramente disculparme por no mencionarlos en estas líneas, he querido evitar olvidar a alguno pero fundamentalmente no he pretendido elaborar un catálogo, sino sugerir una vigencia.

Jóvenes criollos continúan la labor

Recién adquirí una compilación de artículos del “taita” José María Arguedas sobre la cultura, que principia con un ensayo sobre lo andino y lo mestizo. José María, sabedor de los abismos socioculturales de nuestra nación en construcción supo no discriminar, y al decir no discriminar, digo no discriminar a nadie. El proyecto de la nación peruana del futuro, principalmente si queremos construirla pluricultural, no puede discriminar a nadie, tampoco al folclore de la costa.

Pataclaun se equivocó: el criollismo no siguió muriendo, siguió viviendo y vive cambiando y permaneciendo al mismo tiempo, como suelen hacerlo las manifestaciones folclórico-culturales del mundo entero. Por eso celebro mi cultura, mi acervo, en el Día de la Canción Criolla.

Tu nombre es una canción

Cuya excelsa melodía

Nos convoca noche y día

En criolla comunión

Eres ser hecho canción

Eres humana y divina

No hay jarana que no enciendas

Valentina, Valentina

(Rezaba un slogan en la puerta del Centro Social Folclórico Valentina, hace tantos años)

Concurso La Valentina de Oro, en la Peña Valentina,  La Victoria, 1982

1.- Fragmentos del poema Canto a Luis Pardo de Abelardo Gamarra. Algunas partes del poema fueron musicalizados y dieron lugar al vals La Andarita.

2.- En la foto de la portada de este artículo aparecen el eximio guitarrista Willy Terry y el destacado cantante y percusionista Eduardo “papeo” Albán.

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