Una imagen queda en la retina después del partido del lunes, contra Brasil. El tobillo doblado de Gianluca Lapadula, todo el pie hecho hacia un costado, y el rostro de dolor del delantero cayendo al suelo. Las manos a la cabeza, a la nuca, a la frente, de todos los peruanos. Se lesionó el nueve, se acabó el partido, perdimos una vez más. 

Y sí, perdimos. Una vez más. Contra Brasil, el verdugo de todos, el equipo invicto lleno de estrellas de Play Station. Pero no perdimos al nueve. Lapadula, tendido en el piso, aceptó el dolor, se entregó a él, se paró, pisó una, dos, tres veces, y siguió corriendo. Con esa máscara que ayer no era un protector nasal, sino el casco de un luchador greco romano. Con un pie doblado así, Pizarro hubiera salido en camilla y directo al avión. 

Lapadula es el triunfo más grande de Perú en esta Copa América. Un crack. Él, con la nueve en la espalda, en sí mismo, vale más que un partido y que un gol. Hoy, Perú tiene un nuevo delantero titular, el reemplazante claro a Guerrero y Farfán. Dígase y repítase: el nuevo titular. Su virtud principal es el carisma: ha capitalizado a través del sentimiento, la confianza de todo un país futbolístico, y le da así vida a una ilusión. 

Ojalá el pago a Lapadula por este impresionante último mes con Perú, donde encontró goles y determinación, sea conseguir un equipo para protagonizar. En el Leicester, en Mónaco, en la primera de Italia o en la segunda. Donde sea, pero jugando. Motivado, con objetivos, y con goles. Su paso por Perú será breve, pues en pocos años ya será un delantero veterano. Pero mientras esté, no caben dudas, va camino a la leyenda.

En dos meses, toca Uruguay. Ningún partido de la Copa era más importante que Uruguay en Lima, para ir al Mundial. Perú ha probado jugadores nuevos y ha encontrado algunas respuestas. Lapadula es la más visible, pero no la única. Detrás suyo, hay uno que se confunde con Cueva y hace recordar al típico jugador peruano desvergonzado, con cintura y baile. 

Raziel García no es una confirmación. Con tres partidos, entrando desde la banca, es imposible serlo. Es más una agradable sorpresa. Es el recuerdo de que la habilidad más notable de Gareca ha sido encontrar pólvora donde tantos antecesores suyos solo pudieron producir polvo. A punto en lo físico y quizás saliendo pronto del cabizbajo fútbol peruano, es una opción para las próximas doce finales rumbo a Qatar.

Pasos atrás en la misma banda izquierda, Trauco tiene reemplazo y ya no solo un suplente. Gareca ha persistido por años con un jugador originario de Cristal que supo irse rápido a un fútbol de más competencia y mejor formación, la liga de Estados Unidos. Marcos López encontró la titularidad en el San José ya hace mucho, y cuando le toca con Perú entra con ganas, decidido a pelear el puesto. 

Sergio Peña hizo una temporada excelente en Holanda. Encontrará equipo en primera pronto y volverá a la competencia. En Perú, ha logrado entrar en el universo de opciones para ser titular. Bastaba un par de encuentros para descubrir su noble pegada y su toque rápido. Falta contundencia, pero eso sería mucho pedir a cualquier jugador peruano. Quizás con los años. 

Algunas otras conclusiones para Perú. Ha llegado el momento de despedir de la selección, quizás no rápida pero sí decididamente, a Ramos y a Corzo. El primero es una insistencia ante la falta de respuestas que encuentra Gareca en Abram, Araujo, Santamaría o Callens. Pero el único camino al éxito es la perseverancia, y Ramos es un jugador cuyo ritmo actual está muy por debajo de la alta competencia sudamericana. 

Si se reconcilia con Zambrano, Ramos debe quedar en el olvido. Y hay que rotar entre los más jóvenes, que se mantienen en la alta competencia internacional. Hay que saber qué pasó con Abram, y por qué Araujo no le parece una solución al técnico. Pero el camino es la insistencia. Y sino, habrá que encontrar respuestas en el torneo local, no en el pasado.

Aldo Corzo, con casi cuarenta partidos en selección en más de diez años involucrado, es un jugador con notable experiencia y oficio. Pero Perú no es una selección que mira al presente, sino al futuro. Como cualquier equipo chico. Y perseverar en un lateral incapaz de proyectarse y que es superado cuando el rival aprieta el acelerador,  no le hace bien a un fútbol cuya mayor debilidad es la variante. Y ahí están Lora y Lagos.

Aunque no estuvo, el otro que va quedando fuera del universo de Gareca es Farfán. Suena mal agradecido decirlo, pero Jefferson ya no es necesario. Merece un gran partido de despedida y pasar al retiro internacional. Detrás suyo, se clasifique o no al Mundial, es momento de probar variantes, si Lapadula o Guerrero no están. Y si persevera el técnico en un jugador roto en lo físico y al borde del retiro, peligra, nuevamente, el futuro. 

Perú se alista para Uruguay, la primera de las finales en menos de seis meses. Colombia por el tercer puesto es un premio consuelo a una Copa América que dejó conclusiones positivas. Sobre todo, la revalidación de entrar en un séptimo año de Gareca con motivación y buen ritmo de competencia. Ojalá no sea el séptimo malo. Ojalá no sea el séptimo y último. Ojalá llegue a once y más. 

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Lapadula, Raziel García, Ricardo Gareca

“Es una pena que un equipo como el de ahora nos empate con muy poco”, dijo Pervis Estupiñan, lateral izquierdo ecuatoriano. Perú le acababa de sacar un empate imposible a Ecuador en Goiânia. A sus 23 años, Pervis roza la gloria con el Villarreal de España, donde acaba de ganar la Europa League. Su juventud y éxito lo hacen insolente. Menosprecia así a un equipo que ha sabido ganarle cuatro puntos de seis posibles en veinte días.

A pesar de su altanería, hay algo en las escuetas palabras del buen Pervis donde encuentro cierta verdad. Lo que él puede ver, seguramente, es un equipo al que le hacen falta individualidades que destaquen, potencia en ataque, orden defensivo, jerarquía en el mediocampo y solidez colectiva. Seguramente Pervis distingue un equipo frágil, que se encuentran en proceso de armado una vez más, lejos todavía de la consolidación colectiva. 

Si así fuera, Pervis tendría razón. 

Perú demuestra poco. Seamos brutalmente honestos. Ecuador en Quito fue una selección que se creyó superior antes de jugar el partido y salió confundida. Colombia no tuvo puntería y regaló el partido. Ecuador de nuevo tuvo una laguna mental de diez minutos que le costó el triunfo en Brasil. Y se le ganó a una Venezuela plagada de suplentes con lo mínimo indispensable. 

Perú hoy es un equipo muy diferente a su versión más exitosa pocos años atrás. No está Advíncula y no es lo mismo para Carrillo no tenerlo. Lopez y Trauco alternan el puesto. Callens es una novedad, aunque ya se lesionó de nuevo. La dupla Abram y Zambrano ha desaparecido. Ni que decir de Ramos y Rodríguez, que es una leyenda urbana. Guerrero y Farfán también lo son. ¿Flores, Polo, Gonzales? 

Sigo. La defensa peruana todavía no se conoce y marcan en desorden. Los laterales son lentos. Trauco apenas puede conectar un par de centros por partido. Corzo en realidad es un jugador muy menor, que disimula todas sus falencias con empuje. Carrillo y Cueva viven de la chispa (que entre ellos la llaman chocolate). Lo bueno es que, obligados por Gareca, casi siempre van a la marca ordenados. Yotún está lejos de ser el volante decisivo del pre-Mundial. 

Mientras que Peña sigue en un proceso de encontrar su lugar, casi que lo único sólido está en un Lapadula motivado y el estandarte Tapia. Pero nadie, ninguno de los doce o treces jugadores que alternan, es una individualidad decisiva. Ni siquiera el italiano, que es un gladiador y ha logrado efectividad. Pero en el transcurso de los noventa minutos, Perú no es un equipo sólido hacia la victoria.

De hecho, si Perú gana será siempre sufriendo.

En 77 partidos como técnico, Gareca ha tenido 32 victorias. De esos triunfos, el 40% han sido por más de un gol de diferencia, de las cuales solo siete fueron en partidos oficiales. 3-1 a Bolivia y 2-0 a Paraguay en la Copa América del 2015; el 4-1 a Paraguay para ir al Mundial; el repechaje 2-0 en Lima con Nueva Zelanda y el 2-0 con Australia en Rusia; y los 3-1 y 3-0 a Bolivia y Chile en la Copa América del 2019, que Perú llegó a la final. 

No es una sorpresa que la selección sea un equipo que carece de contundencia. La mayoría de sus triunfos son 2-1 o 1-0, por márgenes estrechos, donde realmente el partido lo pudo haber ganado cualquiera. En el fútbol, un resultado contundente requiere de un golpe evidente, que no deje dudas por su claridad e incluso definición temprana en el transcurso del partido. Sin sufrir. 

Ese factor es lo que necesita Perú ante Paraguay el viernes para lograr la victoria, por las características del rival. Paraguay no es un equipo contundente ni se basa en sus individualidades, porque no las tiene. Es otro Perú. Va al ataque, porque si espera atrás se volvería muy sensible de sufrir una derrota. Mejor es pelear arriba. Se ordena bien en el fondo, pero busca salir jugando rápido por las bandas para buscar el pase al vacío y encontrar al punto milagroso.

Berizzo, el técnico de Paraguay, es muy Gareca. Ha potenciado las opciones que tiene, con jugadores jóvenes y de poca experiencia internacional, pero que cumplen religiosamente la parte táctica de su esquema de juego. Su sistema es versátil, modifica el mediocampo entre ataque y defensa con facilidad, dependiendo del vaivén del partido. Se basa en un defensa ordenado que corte el balón (un Rodríguez), un distribuidor de juego (un Yotún) y un punta que las vaya a buscar todas arriba (un Guerrero). 

Paraguay se extiende y se acorta como un acordión. Presiona fuerte arriba y llega al área con muchos jugadores. Para marcar se estira lo suficiente y va hombre a hombre. Los extremos se vuelven laterales y los volantes defensivos se meten entre los defensores. Aún defienden bien la pelota parada, aunque no los centros a velocidad y contragolpe. Los jugadores que escoge Berizzo están todos a punto físicamente. No hay jugadores emblema en Paraguay, en la cancha todos tienen menos treinta años y hambre de quedarse. 

Para ganarle a Berizzo, Perú necesita un equipo efectivo y contundente. Que pueda aprovechar de tener al mismo técnico por seis años y a un equipo que se conoce y articula entre sí más de lo que es capaz de reconocer. Aunque sea una eventualidad en la historia reciente, la selección debe buscar uno de sus trece triunfos por más de un gol y replicarlo. 

La clave de esa contundencia se encuentra en los pies de tres jugadores: un defensa centro que corte rápido el ataque rival, un volante creativo que marque el espacio con pases decisivos y un delantero que encuentre el espacio para marcar la diferencia. Que esto ocurra de forma permanente, controlando el balón en el medio, y no dejando progresar a un Paraguay que tratará de encontrar el gol paso a paso en su sistema de artesano. 

Ante Paraguay, esos serán Abram, Yotún y Lapadula. Si estos tres tienen una buena tarde en Goiânia, Perú tiene una opción de ser -como muy pocas veces ha sido en los últimos seis años- un equipo contundente capaz de meterse de nuevo entre los cuatro mejores de América. El resto del equipo, ordenados por Tapia en defensa y desplegando el chocolate por las bandas, deben cumplir su rol de violinistas, en el orden táctico matemático de Gareca. 

El enamoramiento de Perú con la Copa América continua y parece que este torneo, una vez más, puede resucitar al equipo de Gareca de cara a las Eliminatorias. Quizás suene injusto, porque es demasiada presión para una selección tan frágil como la peruana, pero seamos brutalmente honestos de nuevo, como Pervis. Ante Paraguay, Perú se juega una final moral que puede o no confirmar la vigencia del manual de juego de Gareca.

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Copa América, Pervis Estupiñan, Ricardo Gareca

Ante Colombia, funcionó todo. Ante Ecuador, días atrás en Quito, también. Y ha vuelto a suceder ayer, al menos en el segundo tiempo. Perú ha librado tres partidos con lo justo, sufriendo, como en los viejos tiempos. Esto es solo posible cuando todo funciona, si todos juegan bien, si cada uno de los peruanos tienen rendimiento alto. 

Perú es un equipo corto y frágil. Corto porque cuenta con doce o trece jugadores al mismo nivel, no más. De hecho el único suplente que parece titular es Aquino. El resto son muy nuevos, están ya de salida, o necesitan más minutos para demostrar.

Es frágil porque en la cancha, si una pieza falla, se desmorona el colectivo. Si se falla un penal. Si un foul termina en roja. Si el árbitro inclina la cancha. Si el lateral no cierra la banda. Si al arquero se le escapa la pelota. Si la que tenemos no entra.

Perú solo gana si se alinean los planetas. Si ese palo salva el gol en contra. Si Gallese saca una mano milagrosa. Si Bolivia pierde puntos de local. Si Guerrero la aguanta y saca la pierna. Si la toca (la tocó!) Ospina. Si la pelota entra por dos centímetros y hay VAR. O si el VAR le quita cuatro, cinco goles a Suárez y Cavani.

Perú gana si es que no hay eclipse ese día. Gana si los once en cancha están metidos y cumplen sus roles. Más aún, si no faltan Advíncula y Trauco, Abram, Tapia y Yotún, el mejor Guerrero, Carrillo y Cueva. Es decir, gana si podemos alinear el mismo once un partido tras otro, como cuando fuimos a Rusia. Y esa es, sí, una utopía. 

Que López y Callens funcionen no es un descubrimiento, es una casualidad. Hasta que se confirme lo contrario. Lo van a demostrar partido a partido, cuando en uno la hagan bien y en otro ya no tanto. Y para lograr consistencia se necesita rodaje. Lo mismo con Peña siendo un volante confiable o con un Ormeño siendo opción de cambio.

Lo único que parece confirmarse es Lapadula. Y qué buena noticia es esa. Que ese nueve italiano, que corre como trotando, que parece va cojeando por el campo, que ese sea el nuevo guerrero (con minúscula) es hoy una hipótesis que se va validando. Ante Ecuador en Quito hizo la diferencia. Ante Colombia fue pieza clave. Y de nuevo ante Ecuador encontró dos y las convirtió en gol.

Gianluca Lapadula parece destinado a hacer algo grande con esta selección. Y todo se debe a su actitud. Juega bien y el equipo lo entiende. Pero su mayor virtud es la mentalidad. Su cerebro está programado para encontrar espacios, ir al choque, buscar el balón largo, marcar el pase, gambetear, y celebrar los goles como si de una final del mundo se tratara.

Para Perú, un equipo sin recambios, hacer un gol es una epopeya. Y eso Lapadula, tirado de rodillas en el piso en cada celebración, lo siente. A Gareca hoy le toca plantear el ataque peruano alrededor del italiano, como hace cuatro años se hizo con Guerrero. Hay que cuidarlo, seguir acogiéndolo, y darle ese lugar protagonista que él busca. No se me ocurre mejor alimento para un delantero con su estilo que la titularidad, la camiseta 9 y el sistema de juego orientado para él. 

Así y todo, Gareca no tiene recambios, los tiene que crear. Y esa es una de sus virtudes más notables. El argentino ha entendido desde siempre que el fútbol peruano es una cuna de talento inestable y espontánea. Su triunfo es ganar con todo ello, aunque parezcan eventualidades o casualidades. Pero no lo son. Gareca pone a disposición del equipo la mentalidad adecuada. Es una pausa. Es el pensá convertido en un estándar permanente. Y el equipo lo recibe. Con esa docilidad de jugador de liga menor, que para ganar sólo puede cumplir. 

Porque es una utopía pensar que Perú puede ganarle siempre a sus rivales. No se le puede exigir tanto. A un Brasil donde todo los once titulares pelean la Champions League cada año. O una Colombia con jugadores protagonistas en Europa. O la Argentina aún de Messi y Chile con una generación de oro que resiste irse. 

Pero Perú, pierda o gane, su gran motivación es dar pelea y hacerle la vida imposible al rival. Tiene jugadores para eso. Y, sólo si todos juegan bien (y Lapadula) tenemos opción de ganar. 

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Gianluca Lapadula, Perú, Ricardo Gareca

Christian Cueva es un jugador indisciplinado. No solo le gusta la fiesta, el trago y rodearse de amigos. Cueva es un jugador que no distingue con claridad dónde acaba su profesión y empieza el ocio, por decirlo menos. Es un jugador que, después de una hazaña en Quito y a puertas de una Copa América, vistiendo la diez de Perú, parece creer que es buen momento para un escándalo.

Se filtra un video de Cueva en una reunión, rodeado de gente, en medio de una pandemia y sin distanciamiento social, sin mascarilla, tomando. El que lo filtra no es amigo, sin dudas. Es un felón improvisado, un oportunista. Pero eso no importa. El video es público. Se ha roto cualquier burbuja sanitaria posible. Y Cueva ha vuelto a demostrar la fragilidad de su conducta o el poco desarrollo de su sentido de la responsabilidad.

¿Por qué? Porque al formar parte de esa reunión y no mostrar respeto a la posibilidad del contagio, pone en peligro al grupo y al desarrollo del proyecto de la selección en su conjunto, no solo a sí mismo. Es simple: un jugador contagiado, contagia al resto, y así no tengas síntomas, quedas fuera de la competencia.

Le pasó a Venezuela. Once jugadores titulares del equipo fueron retirados de la lista por tener COVID-19. Ninguno grave, pero positivos en el virus. Probablemente aptos para jugar, pero positivos en el virus. Imaginemos entonces una Copa América sin Tapia, sin Trauco o sin Yotún, todos al mismo tiempo. O sin el nuevo mejor amigo de todos, Gianluca Lapadula. Sin Abram, sin Carrillo.

Y no, no importa si Perú pierde la Copa o si no tiene un equipo competitivo. De todas maneras, lo más probable es que no la ganará. El problema es que el plan de preparación del equipo -que necesita consolidar sistemas de juego para la verdadera competencia en las eliminatorias- queda trunco. Se pondría en riesgo cuatro partidos de preparación, a buen nivel de competencia, contra los mismos rivales que hay que vencer para llegar a Qatar.

Así, Cueva volvió él solo a los días del Golf Los Incas de Chemo o las fiestas secretas del buen Ñol Solano. Felizmente ningún otro jugador volvió con él. Nos habíamos olvidado de todo ello, pero la indisciplina siempre regresa. Porque el fútbol, aunque a veces no nos acordemos y entre otras razones, lo juegan en su mayoría veinteañeros con mucho dinero y mucha fama.

Entonces, la duda inunda el cerebro del técnico Ricardo Gareca. En Videna evalúan separar a Cueva del equipo, a manera de ejemplo y castigo. Como haría cualquier profesor o incluso padre al ver a sus dirigidos en mala conducta. Lo más probable es que no necesiten ver más videos ni fotos, conocen bien a Christian. De hecho, lo conocen más tiempo y mejor que cualquier liga en la que ha jugado.

En los trece años de carrera de Cueva, el máximo tiempo que ha jugado en un equipo ha sido en el primero, la San Martín, por cuatro años. Jugó 121 partidos y marcó casi veinte goles. Después pasó por la Vallejo, Unión Española de Chile, Rayo Vallecano, Alianza, Toluca, Sao Paulo, Krasnodar de Rusia, Santos, Pachuca, el Malatyaspor y ahora el Al-Fateh de Arabia. Once equipos en nueve años. Eso es, sí, menos de un año por equipo.

De Alianza se fue entre indisciplinas. En Sao Paulo hasta ahora no saben por qué se quiso ir. De Rusia salió sin dar razones dejando una inversión varada. Del Santos, enfrentado contra el técnico. En el Pachuca después de solo cinco partidos. De Turquía lo echaron. A decir verdad, en el último tiempo, la selección peruana ha sido su lugar más estable. Pero Perú no puede ser la excepción de su estilo, es simplemente un impacto diferente. 

Christian Cueva es hoy un colibrí. Va y pica, engalana, algo no le gusta y se va. Algo similar pasa en la selección. Viene, juega, engalana, y a veces falla y se va. A veces está a la deriva. Y aún así, aunque no tenga club fijo o ritmo de competencia, es una pieza inamovible en el once titular. 

No hay jugador en Perú que cumpla la función como Cueva. No le hacen sombra. El manual de Gareca obliga a ponerlo. Y Cueva lo sabe. Desde el Mundial, parece que el jugador reconoce una cúspide alcanzada y una condición de intocable. Hay ganas de jugar bien, lo demostró ante Ecuador, y mucho talento; pero la indisciplina de siempre y la inestabilidad no se han acabado con el éxito, sino que quizás se han hecho más evidentes con el tiempo.  

Y Gareca, pensando desde la Videna mientras mira el video de la fiesta, sabe que no puede prescindir de Cueva. La alternativa hoy sería Luis Iberico, una incógnita. Toca volver a hablar con él, desde la voz de autoridad que ha construido sobre Cueva. Eso le permite tener estabilidad alrededor suyo. Toca volver a arriesgar el ejemplo hacia el grupo y hacia otros jugadores peruanos menores, que con toda razón podrían pensar: escándalo y juega igual. 

Pero ahí está el punto. Salvando las distancias, Cueva es para Perú como Maradona fue para Argentina. O Romario para Brasil. Cueva es diferente. Cuando está, Perú muestra un fútbol determinante, ordenado y, a pesar de la contradicción inevitable, muy disciplinado en la cancha. Christian, con su panza prominente y su físico pormenorizado, hace la banda sin cansarse. La pisa, la toca, va a buscarla. Lanza el pase, llega a todas. Como a Maradona, la fiesta no lo descoloca. Como a Romario, el entrenamiento no lo modifica. Y eso Gareca parece entenderlo. 

Al técnico no le importa un rábano lo que Cueva haga con su vida privada. Lo único que le importa es lo que haga en la cancha. Y que sea un ejemplo ahí, en el verde. A decir verdad, así es como deberíamos sentirnos todos. Corregir lo incorregible o insistir en la moralidad es una forma de desaprovechar un talento, satanizarlo, frustrarlo y evitarlo. La alternativa es influenciar alrededor suyo al grupo en identificar lo malo y evitar que sea contagioso. No solo el COVID-19, sino también la indisciplina.

Hace seis años, Gareca confió en un Cueva cuestionado por la mala conducta de siempre en Alianza y lo volvió el diez de Perú. Nunca salió del equipo, a pesar de todo. Y fue precisamente en un partido contra Brasil donde demostró sus cualidades: anotó el primer gol. A pesar de eso, perdimos con Neymar en cancha. Pero esa historia fue una de las principales que nos llevó a Rusia. Esperemos que hoy, nuevamente cuestionado, Cueva con la diez ponga en problemas a Brasil.

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Christian Cueva, Copa América, Ricardo Gareca

Lapadula llega tarde. Siempre. Tiene 31 años. Cuando acabe la eliminatoria, tendrá 32. Debutó con Perú a los 30. Jugó su primer partido en la Serie A a los 26. Incluso, su debút en primera fue a los 23 años, en Eslovenia. Llega tarde siempre. Ayer en Quito, sin embargo, entró al estadio como si fuera el primer partido de su vida, como si ser el último en la tabla fuera un pretexto para ser el mejor. 

Lapadula corrió como si de eso dependiera su éxito o fracaso. Corrió a 2.800 metros de altura, una condición en la que estaba por primera vez en su vida. Corrió igual, aunque las piernas no respondieran, el aire fuera casi nulo y la boca no pudiera reconocer humedad alguna. Y no se quejó ante la situación. 

Lapadula entró a jugar una final, con un equipo colero, con un punto de quince posibles, tres derrotas seguidas con cero goles a favor y siete goles en contra, y contra un rival duro de vencer en su cancha. Eso dificilmente signifique motivación suficiente para jugarse la vida. Pero Lapadula ha añadido un nombre más a la garra, a la pasión y al sí se puede: “un nuevo comienzo”. 

En el banco de suplentes, Ruidiaz observa a Lapadula mientras celebra los goles de Perú. La ‘Pulga’ no es más que la segunda opción. Ya es hora de decirlo. Lo fue desde mediados del 2016, cuando reemplazó a Pizarro en aquel partido con Venezuela donde perdíamos 0-2 en Lima. Ruidíaz entró, hizo una asistencia para el 1-2 y sobre la hora puso la cabeza en el área chica y decretó el empate. Le salvó el cargo a Gareca, a su equipo de una desgracia histórica y a los peruanos de la desilusión de otra eliminación temprana. 

Han pasado cinco años y 38 partidos en los que Ruidíaz ha empezado de titular o ha entrado desde el banco, siendo la segunda alternativa peruana. Pero solo logró meter tres asistencia más y tres goles, dos en amistosos.

Su sequía goleadora tiene varias explicaciones. El destino final de todo ataque del Perú de Gareca es buscar la oportunidad con un único punta que pelea arriba, recibe de espaldas, gira, jala la marca, descarga, retrocede, presiona. Raúl no es ese delantero. Su mejor versión es recibir con opción de mirar el arco, algunos segundos para llevar la pelota pegada al pie y espacio para colocar. Es rápido y movedizo, pero pierde en el uno contra uno al choque. Tiene definición, tiro de media distancia y encuentra espacios cuando hay confusión. Es oportunista. Pero no un luchador, está lejos de ser el todoterreno que se necesita. 

El temor de quedarnos sin Guerrero pronto es ya una realidad. Contra Colombia, el capitán jugó 30 minutos, aunque estuvo en la cancha todo el partido. Llegó apenas recuperado de una lesión, falto de fútbol y propenso a sentirse de nuevo. A punto de cumplir 38 años, en Brasil dicen que buscará un nuevo club para el 2022. El Inter de Porto Alegre funciona bien sin su estrella, que aún seguro vende algunas camisetas. Pero Guerrero ya no “shegó”, sino que está por irse. 

Y ha quedado claro que Ruidíaz no es su reemplazo. Es una pena, porque es de esos delanteros notables que salen del Perú muy de vez en cuando y encuentran cómo romperla en alguna parte del mundo. Como Maestri en Chile o Mendoza en Bélgica. Raúl lleva 4 años entre México y Estados Unidos, donde ha jugado 150 partidos y ha metido más de 70 goles. Ha sido campeón, goleador de la liga, jugador del año y muchas veces figura del partido. Pero no se adapta a la propuesta de juego del Tigre con la bicolor. 

Hoy, en cambio, miramos al banco y tenemos un nueve más. Lapadula se hizo esperar, lo respetaron y ahora ya tiene cuatro partidos con la selección y dos asistencias. Pelea codo a codo con el defensa rival que en Eliminatorias te marca al cuerpo con patadas y codazos, sabe voltear, girar, pelear cuerpo a cuerpo, retroceder la pelota, encontrar espacios para pegarle. 

Lapadula ha demostrado cualidades incluso mejores. Tiene carisma, se adapta rápidamente, se hace amigo de todos y pone huevos. También va a todas. Tiene ganas de jugar. No regala el partido, presiona alto, busca la dividida, pide perdón cuando no llega, guapea a los compañeros en un esforzado español y va fuerte al choque para intimidar al rival. 

Lapadula tiene los mismos 31 años que Ruidiaz. Ha jugado cinco temporadas recientes en la Serie A y ha metido 37 goles. A decir verdad, no es una figura boyante del fútbol italiano. Lo que lo lleva a ser la mejor opción en el ataque nacional no son precisamente sus laureles en tierras europeas o sus habilidades en el juego. Lapadula tiene hambre. Hambre de gol, de ganar y de triunfar. Parece que entra a la cancha sabiendo que sus años en el fútbol no son infinitos y que ser titular de una selección que pelea la clasificación al Mundial es un bonus para seguir vigente en su carrera en Europa. Ha llegado a pelear el puesto en cada entrenamiento y partido, y a ganárselo. 

Esa misma actitud no la tiene Ruidiaz. A él parece que le sienta bien ser un personaje secundario y está resignado a que el equipo no se adapte a lo que él necesita. Sobre todo cuando hay que salir a buscar el partido ante defensores sudamericanos duros, que no van a dar una pelota por perdida y donde hay que ganarles la posición. Parece entrar a la cancha sabiendo que su carrera en Norteamérica va a seguir vigente triunfando o no en la selección.

Si Lapadula está, tiene que jugar. Que Gareca y el comando técnico busquen otra formación para incluirlo junto a Guerrero, hasta que este le deje el puesto. Aunque se le ha ganado a Ecuador, Perú sigue en el fondo y es momento de reinventarse para no regalar la eliminatoria. Cada partido merece una táctica nueva. La tabla ya no importa, es partido a partido. Como en los viejos tiempos. Esos de la adversidad, que Lapadula parece entender bien.  Tiene 31 años, le quedan pocos en el fútbol. Pero sí, cada vez que juega, parece que fuera su primer y último partido. 

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Deporte, Fútbol, Perú

Por Fabrizio Ricalde y Paolo Benza

Dos grupos de empresas del sector energético peruano libran una batalla encarnizada, pero compleja, desde hace cuatro años. Se trata de una disputa que se origina en distorsiones artificiales del mercado y que tiene un correlato real con el alto precio que los hogares de este país pagan por su recibo de luz. Porque sí, la luz residencial en el Perú es cara: la segunda más cara de Sudamérica después de Uruguay, según la Sociedad Nacional de Industrias (SNI).

Y algo más: la tarifa viene en franco ascenso desde el 2010. Utilizando cifras del Osinergmin, para ponerlo en una metáfora, si hace diez años jugábamos el repechaje para clasificar al grupo de los caros, hoy le peleamos el liderazgo solo a los charrúas. Según la SNI, en dicho periodo, el precio de la luz ha aumentado en 68% para los hogares y en 96% para las industrias (con la consecuente alza en el costo de los productos que estas venden). Ambos aumentos equivalen a dos y tres veces la inflación respectivamente.

¿Qué está pasando en el mercado eléctrico? Sudaca conversó con especialistas de ambos bandos para entenderlo. Y aquí explica un tema de claro interés público en su versión más sencilla.

Fuente: BCRP, INEI. Elaboración: SNI.

Las ‘termos’ contra el mundo

La ‘guerra de las eléctricas’ tiene a dos bandos claramente reconocibles: las generadoras (que producen la energía) y las distribuidoras (que la reparten al consumidor final). No son todas, por supuesto. Entre las distribuidoras está Luz del Sur, la más grande del país por facturación. Y por el lado de las generadoras, un grupo de enormes compañías que poseen plantas de producción termoeléctrica, principalmente a gas natural de Camisea: Engie, Kallpa y Enel. Las ‘termos’.

Hace poco el conflicto llegó a la Corte Suprema. Y esta emitió un fallo.

Pero para llegar a ese fallo, que es el final de esta historia (o casi), es necesario entender cómo funciona el mercado. Aunque el asunto es complejo y técnico, se explica así: las ‘termos’ tienen un beneficio normativo originalmente planeado para incentivar el uso del gas natural de Camisea. ¿Cuál es? Pueden declarar a voluntad su costo variable de producción. Repetimos: las ‘termos’ deciden, ellas mismas, cuánto declaran. Puede ser, si lo desean, un valor ficticio cercano a cero. En breve entenderemos por qué esto es importante.

Hace 20 años, cuando se creó este incentivo, la industria termoeléctrica no era tan importante. Para aprovechar la oferta de gas natural de Camisea, había que promocionarla. En los últimos años, sin embargo, la matriz energética del Perú ha pasado a ser alrededor de 45% térmica, principalmente a gas. Esto, además, significa que no es renovable naturalmente. El resto sí está compuesto por renovables: 50% por caídas de agua (hidroeléctricas, algunas de ellas gigantes) y un pequeño 5% por renovables como la solar o la eólica.

Lo otro que hay que entender es que en el Perú se observa, en los últimos años, una sobreoferta eléctrica. La capacidad de producción supera por mucho al consumo total. ¿Por qué? Hasta el 2016 se licitaron más proyectos de generación que lo que el crecimiento de la economía, desacelerada en el último lustro, pudo cubrir. A ello se sumó el retraso de grandes proyectos mineros de alto consumo energético, como Quellaveco o Tía María. Según la Sociedad Peruana de Energías Renovables (SPR), la sobreoferta debía terminar en el 2022, pero el golpe económico de la pandemia la mantendrá por un buen tiempo más.

¿Qué significa la sobreoferta? Que se puede producir mucha más energía de la que el mercado efectivamente demanda. En el 2018, el Comité de Operaciones del Sistema Interconectado Nacional (COES) calculó que había 84% de capacidad instalada sobrante. En otras palabras: muchas compañías con dificultad para ‘colocar’ por la falta de compradores. Ahí empieza la distorsión.

Mercados, mercados

¿Si hay más oferta que demanda, por qué los hogares pagan cada vez más por la luz? Porque el precio de la electricidad residencial está fijado por el regulador del sector, Osinergmin. Por eso, se le llama ‘mercado regulado’. En el mercado regulado están los consumidores pequeños: familias o empresas que no demandan volúmenes tan grandes de energía. Son abastecidas a través de la conexión de distribuidoras como Luz del Sur, que compran la electricidad a las generadoras (sean ‘termos’, ‘hidros’ o demás renovables).

Pero hay un segundo mercado: el libre. Los ‘clientes libres’ pueden firmar contratos de abastecimiento directamente con las generadoras debido a que consumen mayores volúmenes de electricidad, saltándose al intermediario. En otras palabras: en el mercado ‘libre’ los precios de la energía sí son fruto de una negociación. Si las generadoras quieren ganar más clientes ‘libres’, deben bajar su precio. ¿El resultado? Esperable: el precio del megavatio-hora en el mercado libre es mucho menor que el del mercado regulado desde el 2016. Una gran empresa paga 30% menos por la misma unidad de electricidad que un hogar.

Cuadro elaborado por Semana Económica, con datos de Osinergmin.

¿Dónde está el problema? Ya vamos llegando. Tiene que ver con un tercer mercado: el mayorista. En la jerga energética se le conoce como el ‘mercado spot’. Solo compete a las generadoras y es para transacciones de corto plazo. ¿Cómo funciona? Las compañías que producen van allí a transar la energía: sea a vender la que les ha sobrado o a comprar la que les falta para cumplir sus compromisos de entrega de energía, especialmente con clientes libres. El ‘precio spot’ define, así, parte importante del margen de las generadoras, sobre todo las que son más ‘compradoras’. 

Si el precio spot es bajo, las generadoras que compran allí para completar sus contratos tendrán un buen margen. ¿Cómo se fija el precio spot? Esa es la clave: se define en función de los costos variables que declaran las generadoras. Específicamente: el que declara la última generadora en entrar a despachar, que normalmente es una termoeléctrica a gas. Volvamos, entonces, al inicio de esta explicación: las ‘termos’ están permitidas de declarar el costo que consideren conveniente, así este no sea real. 

Cuadro elaborado por Semana Económica con información del COES.

Distorsiones irrefutables

En el 2017, el Ministerio de Energía y Minas reconoció en un decreto supremo que existía esta distorsión, pero no fue corregida. En el documento se detalla que las ‘termos’ que utilizan gas natural han declarado costos bajos, cercanos a cero, ocasionando que el precio del mercado mayorista esté por debajo del costo real de generación de electricidad. Es decir, vienen deprimiendo artificialmente el precio spot

¿Y para qué lo han hecho? Hay empresas consumidoras que pueden pasar del mercado regulado al libre, si los precios de este le convienen. Y lo han hecho sin dudarlo desde el 2016. No hablamos aquí de compañías con gran consumo energético, como mineras o cementeras, que ya eran de por sí clientes libres, sino de empresas de ‘consumo medio’. Digamos, una cadena de centros comerciales, de malls o de bancos, que hoy pagan mucho menos que la tarifa que se le carga a un hogar promedio. 

En el 2012, el mercado libre consumía sólo el 44% de la energía del país, con apenas 261 clientes. Seis años después, en el 2018, había pasado a consumir el 59% y a tener 1.836 clientes. A inicios del 2020 superó los 2.300 clientes. En una entrevista para la revista Semana Económica el 2019, el gerente de desarrollo de Luz del Sur, Mario Gonzales, reveló que habían perdido a todos sus clientes que consumían más de 500 Kwh. Todos habían prescindido del intermediario: pasaron a contratar directamente con las generadoras al precio reducido del mercado libre.

Cuadro: Luz del Sur

¿Cómo es sostenible un precio ‘libre’ tan bajo? Porque el precio mayorista, el del mercado spot, está deprimido.Las generadoras con una cartera gorda de clientes libres pueden ir allí, comprar la energía muy barata, y luego ofrecerla a precios atractivos en negociaciones directas. Las tres principales empresas del sector energético peruano son Engie, Kallpa y Enel. Son, a su vez, las que tienen una buena cantidad de producción termoeléctrica a gas. Son las ‘termos’ que han venido declarando costos bajos, por momentos cercanos a cero, para mantener deprimido el precio spot.

Coincidentemente, también son las empresas que más energía han comprado a otros generadores en el mercado mayorista, al precio spot, para luego revenderla. Según cifras del COES, por ejemplo, las tres compraron 6,7 millones de Mwh más de los que vendieron en el spot. ¿Le cierra ya el círculo? Las generadoras a gas declaran costos variables irreales –porque así se los permite la norma–, lo que deprime el precio mayorista. Luego, compran a ese precio artificialmente reducido parte de la energía que revenden en el mercado libre. Entonces, los ‘clientes libres’ tienen acceso a un precio mucho menor al de los hogares.

Pero hay un último paso para entender todo este asunto

El negocio de las renovables

¿Qué tiene que ver todo esto con usted, lector? Pedro Gamio, ex viceministro de energía y experto en el sector, asegura que el meollo de todo este asunto está en las energías renovables. ¿Cómo así? No pierda la concentración, que aquí acaba esto. El costo real de producir energía con gas es uno de los más altos del mercado. De hecho, la generación cuesta US$24 dólares el megavatio, hasta US$32 en algunos casos.

Del otro lado están las renovables, que –excluyendo a las hidroeléctricas de grandes embalses– son teóricamente más amigables con el medio ambiente. Y además, están subsidiadas. El costo de producir energía eólica o solar, en ocasiones mayor incluso al de las ‘termos’, es pagado por todos los consumidores regulados. Es decir, por el recibo de su casa, de la nuestra y del pequeño negocio de la esquina. ¿La justificación? Diversificar la matriz hacia energías más limpias. Algunas de las ‘termos’ tienen subsidiarias para renovables.

El subsidio lo pagan todos los consumidores regulados a través de un cargo en sus recibos que se llama Prima RER (sumada al precio como cargo de transmisión). ¿Y de qué depende cuánto es ese subsidio, esa prima RER? Del precio spot. Mientras que el mercado mayorista tenga valores bajos, el subsidio será mayor. La legislación asume que cuanto menor sea el precio mayorista debe haber más subsidio para que las renovables puedan competir.

Así, la distorsión que ocasionan las ‘termos’ en el mercado spot no es solo un tema de grandes corporaciones, sino que también suscita el incremento de un subsidio cargado directamente a los peruanos. En un periodo de cinco años, los consumidores regulados habrían pagado US$350 millones en exceso en sus recibos, según estimaciones de Luz del Sur. La misma empresa previó en el 2019 que, sin la distorsión del mercado, la prima RER se reduciría en casi US$100 millones.

¿Qué dicen las ‘termos’?

La versión de las ‘termos’ es, por supuesto, distinta. Por un lado, critican que Luz del Sur, la principal interesada en resolver la distorsión del mercado, haya sido comprada en el 2019 por la china China Yangtze Power (CYP), cuya matriz es la también china Three Gorges Corporation. Pocos meses antes, la Three Gorges había adquirido una generadora hidroeléctrica gigante: Chaglla. Además, Luz del Sur tiene otra ‘hidro’: Santa Teresa. Fuentes cercanas a ambas transacciones defendieron para Sudaca que dichas compañías extranjeras no coordinan entre sí.

Luego, las ‘termos’ aseguran que sincerar el costo variable que declaran –agregarle, por ejemplo, el costo fijo– terminaría subiendo el monto de los recibos residenciales de luz. Subir el costo de algo aumenta su precio, argumentan, en sencillo. Sin embargo, el mercado regulado contrata con las generadoras a precios de largo plazo, lo que hace muy difícil que las tarifas puedan subir en los próximos cinco años como consecuencia del sinceramiento. Luz del Sur asegura que tiene contratos ya firmados hasta el 2027.

El tema llegó a la Corte Suprema. Esta última instancia falló en septiembre del 2018 en contra de la distorsión abriendo dos posibles caminos: que el costo de la energía esté basado en precios reales (y no declarados) o que todo el mercado pueda declarar sus precios en el mercado. La decisión cayó en manos del Ministerio de Energía y Minas, que ya derivó la elaboración de un nuevo marco normativo al COES y su aprobación al Osinergmin.

Los que defienden la postura de las ‘termos’ también niegan que esto les constituye un beneficio normativo. Alegan, al contrario, que debido a la sobreoferta de energía eléctrica se verían obligadas a cumplir con las empresas que les suministran el gas, aún sin haberlo ‘colocado’. Esto porque firman sus contratos de suministro bajo la modalidad take or pay: pagas, consumas o no. Bajo esa lógica, la distorsión sería una forma de balancear el problema de no poder vender energía por la sobreoferta. 

Con la publicación del último decreto supremo, el que deriva el tema al COES y al Osinergmin, ambos bandos de esta historia han intensificado una campaña de gestión de intereses, especialmente en prensa. Pero también en la arena legislativa. Sudaca ha tomado la versión de ambas partes para elaborar este informe. Los autores, tras recopilar y contrastar la información, han llegado a la orientación editorial que el artículo revela. Usted lector decidirá finalmente la posición que desee sobre el tema. El objetivo es que, hasta aquí, quede entendido un problema que le afecta directamente, y del que se evita hablar por su complejidad. También por los intereses que, sin particularidad de bando, pululan por detrás.

Hoy domingo se sigue debatiendo en el Congreso la aprobación de una nueva Ley de Promoción Agraria. Mientras espera la decisión del Congreso, Fernando Cilloniz dice que la nueva ley es “similar” a la anterior. Según él, esto es porque la ley derogada le hizo mucho bien al país y no puede cambiarse mucho más.

Cilloniz es parte de una familia estrechamente ligada al trabajo de la tierra. Se crió en Chincha y fue siempre empresario de la agricultura, como sus padres y ahora sus hijos. De hecho, ellos también son empresarios relacionados al rubro agroexportador en Ica. –

Fue gobernador regional de Ica entre el 2015 y 2018, cargo al que llegó “gracias a” Fuerza Popular. Pero está distanciado de Keiko Fujimori, quien lo tildó de traidor –intuye– porque no quiso contratar gente del partido en su gestión. Fue amigo de Vizcarra, pero ahora le parece una “porquería y un corrupto”. También califica a PPK como corrupto. Toledo, García y Humala son otros impresentables y Sagasti, un débil.

Ingeniero, ¿quiénes votarán por usted?

Se sabrá el día de la elección. Por lo que hice en Ica, creo que los agricultores de la tierra y los pacientes de la salud. Combatí la corrupción de los médicos y mejoré la atención en los hospitales. Hicimos el hermanamiento del agua con Huancavelica. Entonces, podrán votar por mí los interesados en tener agua, sobre todo en la costa.

¿Los iqueños votarán por usted?

No todos. Algunos sí. Otros me dicen corrupto, ladrón. De todo. Otros me detestan. Así es la democracia.

¿Por qué le dicen eso?

Han creado un mito. Ellos dicen que soy ladrón y corrupto, yo digo que no soy ladrón y corrupto. No me siento corrupto. Pero en democracia es así.

También le dicen que no hizo nada por Ica.

Hay mucho de eso. Pero ahí están los hospitales, ahí están los reservorios, el agua, los caminos. Pero que digan que no hice nada, no hay problema.

¿Eso dice la mayoría o la minoría?

No he hecho esa evaluación. Pero no importa. A mi me enternecen mucho los testimonios de pobladores de Huancavelica. Hicimos reservorios de agua desde las partes altas de la cuenca hasta las comunidades campesinas, y después por la gravedad los excedentes bajaron a Ica. En Huancavelica hay más agua y eso lo ha visto muy poca gente, porque a muchos peruanos no les gusta ir a la sierra.

Y el destino de esa agua que baja de Huancavelica es la agroindustria, ¿no?

Al final es la agroindustria. Pero los principales usuarios son las comunidades altoandinas que no tenían agua. La agroindustria obviamente se beneficia porque está abajo y a la larga el agua baja, pero también dimos agua arriba. A la larga, todos ganamos.

¿Fueron justificadas las protestas de los trabajadores de la agroindustria en Ica y la costa norte?

Totalmente justificadas en tanto estaban derivadas a la informalidad. Yo estoy en contra de los services. Sin embargo, ocurrieron muchos actos vandálicos. La protesta legal es contra la informalidad y el maltrato. Pero hubo vandalismo. Yo he visto imágenes de vándalos tirando piedras a niños, carros secuestrados sin comida, sin agua, sin nada.

Esos “vándalos”, ¿pueden ser calificados como terroristas?

El vandalismo es un acto terrorista. Tirarle piedras a unos niños es parecido a tirarles bombas. No entremos en semántica. Esos niños han sentido terror de ver a unos vándalos tirándoles piedras.

Entonces, comparte las declaraciones de su hijo Benjamin [gerente general de SAFCO Perú, una empresa agroexportadora de Ica] cuando dijo en RPP que las protestas le hicieron recordar al terrorismo. 

Ustedes los periodistas deforman esa versión. Yo acabo de escuchar lo que dijo Benjamin. “Me hizo acordar a la época del terrorismo”. Benjamín nació en 1981, en esa época había mucho terrorismo. Lo de Ica “le hizo acordar”, no dijo “son terroristas”.

Hay un temor permanente entre la derecha conservadora sobre un resurgimiento del terrorismo. ¿Está de acuerdo con esa idea de estar en estado de alerta?

El terrorismo está muy golpeado en comparación a los setenta y ochenta. Pero hay que ser conscientes. Yo tendría mucha preocupación de que volviese. El terrorismo fue brutal y no queremos eso.

Vive usted con el temor, por ejemplo, de que salga un candidato como Verónica Mendoza…

No, yo vivo muy tranquilo. Hay inseguridad en el Perú, pero yo vivo mucho más tranquilo en el Perú que seguro Colombia o México. Yo no creo que Verónika Mendoza se preste a propiciar la vuelta del terrorismo, sería una desquiciada y no lo es. Es muy inteligente y culta, aunque está equivocada porque es más pro Estado, quisiera tener un Estado más grande y aumentar los impuestos. Por ejemplo, quiere una segunda reforma agraria. Habría que preguntarle cómo. Si es como la primera, es expropiar las empresas y darles a los trabajadores. Eso suena bonito, pero no funcionó y no funciona porque hay que saber de gestión de tecnología. Eso podría empobrecer al campesino, como se empobreció luego de la reforma de Velasco.

Por treinta años, las políticas del Estado han favorecido a la agroindustria con leyes y orientación para fomentar su crecimiento, subsidios.

Me hace gracia tu pregunta porque lo pones en un tono negativo. Como si el Estado ha subsidiado a unos pocos empresarios y esos pocos han abusado de los trabajadores y ningún trabajador dignificó su vida. La Ley Agraria promovía las inversiones en el Perú y funcionó. Para el bien del Perú, de los trabajadores, de los empresarios, de los consumidores… Llevamos frutas y hortalizas a todo el mundo. Yo no tengo ningún reparo en reconocer que eso fue bueno para el Perú.

¿Usted cree que una persona que gana S/1.500 mensuales en el campo puede tener una vida digna?

Sí, todo depende de cuánto ganabas antes de ganar S/1.500. Si ganabas S/3.000 y ahora te bajan, es indigno. Pero si no tienes que comer, como es el caso de la mayoría de migrantes que vienen a Ica y de frente entran a ganar ese dinero, se siente bien. Y cómo trabajan con sus hermanos y en familia, hacen 6.000 o hasta S/7.000 al mes y se compran su carrito, dignifican su vida. Hay muchos peruanos que ganan menos de 1.500 y nadie habla de ellos. La mayoría ganan más de S/1.500 [en el agro].

¿Cuál debería ser el salario mínimo de un trabajador agrícola?

El salario mínimo no existe. El salario mínimo es cero. El desempleado no tiene salario. El salario mínimo legal es un papel con tinta en el Perú, no tiene relevancia. En el caso de Ica, hay jóvenes que trabajan en la agricultura informal y seguramente ganan S/500 al mes, y hay jóvenes que trabajan en empresas formales y competitivas que pueden ganar S/3.000 al mes. El mercado determina el salario. Todos quisieran que ganaran S/5.000 al mes, yo también lo quiero, pero a eso se llega gradualmente como ya llegaron los países más desarrollados.

El trabajador agrícola tiene un contrato temporal, va de una empresa a la otra, y no puede agruparse para formar gremios o sindicatos para representarlos. ¿Eso no le parece un problema?

Los contratos tienen que ser temporales, porque las cosechas son temporales. Tú no puedes mantener en una planilla todo el año la cantidad de gente que necesitas para la cosecha. ¿Por ser temporales no se pueden organizar? No es verdad. Sí se pueden organizar y estaría bien que se organicen. Es legal el sindicalismo, yo estoy a favor de eso. Pero no deberían ir a la estabilidad laboral absoluta, que ha generado 70% de informalidad en el país con la ley regular. En cambio, la ley agraria ha fomentado la formalidad, el contrato temporal ha propiciado el trabajo formal y el pleno empleo es real en Ica. Pero no en el sentido que trabajan en una sola empresa, sino en varias y así tienen trabajo todo el año.

Y si pasan de una empresa a la otra, ¿cómo forman sindicatos?

No, no, todo queda ahí cerca no más. Las empresas son chicas y todo queda cerca. Se pueden formar sindicatos y existen sindicatos. Yo estoy a favor.

¿Qué opina de la gestión del gobierno respecto a las protestas?

Lo veo muy débil a Sagasti, muy permisivo del vandalismo. Eso de ordenar no desbloquear la carretera fue una muestra de debilidad. Eso de haber derogado la ley agraria feliz a la primera es pura debilidad. Yo creo que la vamos a pasar mal porque es un presidente muy débil. Todos los días hay bloqueos en cualquier lugar del país…

¿Estarán de acuerdo los empresarios con el texto sustitutorio de la nueva ley agraria, que se sigue debatiendo ahora mismo en el pleno del Congreso?

La propuesta es similar a la ley derogada. Incluso es más parecida en cuanto a los beneficios que percibían los trabajadores de la empresas formales [que el proyecto de ley de la Comisión Multisectorial]. En ese sentido, las pequeñas empresas van a permanecer informales. Incluso, algunas empresas poco competitivas van a pasar de la formalidad a la informalidad. A la larga, esta nueva ley perjudicará a muchos trabajadores.

Entonces, ¿usted está de acuerdo con los términos del texto sustitutorio?

No estoy de acuerdo porque sube la valla de la formalidad para las pequeñas y medianas empresas.

¿Podría decirse que el empresario invierte en la región Ica para fomentar el desarrollo? Por ejemplo, mejorando los servicios, las calles.

No todos, pero yo he visto inversiones. Por ejemplo, el Santuario de Luren lo reconstruyó una minera, Shougang. Yo he visto postas médicas, colegios, campos deportivos, veredas, redes de agua y desagüe, construidas por empresas. Lo que ha habido en Ica es mucha corrupción de las autoridades. Por supuesto que el crecimiento agroexportador no se refleja en Ica, que es una inmundicia por la función municipal que negocia con la basura y está por todos lados.

Entonces, usted responsabiliza al Estado de que en Ica no se vea un desarrollo urbano acorde con el boom agroexportador.

Hay mucha precariedad, pero hay muchas nuevas organizaciones muy bonitas donde muchos trabajadores del agro han comprado sus casas. Hay muchos centros comerciales muy bonitos, muy bien puestos que se han establecido a raíz del dinamismo de la agroindustria. No obstante, la basura es un problema y eso es el alcalde. En Chincha y Pisco no hay agua potable, pero no es por el acuífero, es por la corrupción de las autoridades.

¿Qué hizo como gobernador para corregir el tema del agua potable en Chincha o Pisco?

Yo tengo una propuesta que es crear una autoridad autónoma del agua donde no se metan los políticos. Lo mismo para todos los servicios vitales del Estado. Hay que repetir el éxito del Banco Central de Reserva.

Si la gente le dice que usted es el candidato de la Confiep, o del empresariado, ¿qué diría?

De la Confiep es mentira porque no soy miembro. Pero sí del empresariado. Encantado. Yo sí quiero promover el empresariado en el Perú, empezando por la microempresa.

Los empresarios también cometen errores. Por ejemplo, en Ica los agroexportadores han sobreexplotado las reservas de agua del acuífero.

Sí, eso hay que regular. Tiene solución: o se van algunas empresas de Ica o guardamos más agua en reservorios. La primera trae pérdida de empleo, entonces prefiero la segunda opción.

Para hacerlos hay que hacer obra pública y según me dice es difícil por la corrupción del Estado. 

Puede ser privada, también. Desde el Gobierno de Ica estábamos gestionando una inversión privada de unas empresas para hacer reservorios en Huancavelica y después iban a recuperar la inversión a través de la tarifa de agua. Mi sucesor no lo siguió. Yo prefiero que lo hagan empresas privadas y no el Estado, para que no hayan todos estos escándalos de corrupción.

¿Le tocaron congresistas que buscaron favores?

Betty Ananculí me traía listas de cientos de militantes de Fuerza Popular que había que darles trabajo. (Miguel) Elías me ordenaba destituir al jefe de un hospital porque no le gustaba. (César) Segura me exigía el brevete falso para su hija. Todo eso viví y los desenmascaré ante la prensa. Ante la justicia no porque el Poder Judicial no funciona.

Pero ya se alejó de Fuerza Popular. ¿Qué lo diferencia de Keiko Fujimori?

Lo moral. En tanto a economía de mercados somos muy parecidos. Igual es Acción Popular, el APRA, el Partido Morado, Perú Patria Segura, el PPC y Fuerza Popular. Todos pensamos igual. Lo que me diferencia de ella es lo moral. Fuerza Popular vende puestos en el Congreso, el que paga tiene los primeros puestos y eso no es correcto. Ella dijo que yo era un traidor porque parece que quería que yo contratara a militantes del partido, tipo Richard Swing. Pero yo no entro en eso. Entonces, efectivamente, yo no contraté militantes o eran la minoría.

¿Esto también lo diferencia de PPK? Muchos dirían que son muy parecidos.

Sí, lo moral. A mi no me parece bien hacer consultorías para Odebrecht sabiendo que uno tiene información privilegiada.

Entre Keiko y PPK, ¿quién es el responsable de estos últimos cinco años?

La corrupción en general, el Congreso fujimorista y este último también, igual o peor. El Ejecutivo de los últimos veinte años, también. Toledo y Alan García, impresentables, coimeros. No es un problema de ideologías de derecha o izquierda, sino de la corrupción.

Usted en el 2019 dijo que Vizcarra era su amigo. ¿Qué piensa ahora?

Es un coimero como los anteriores, como Humala y Toledo. Es una porquería. A mi me lo presentaron como el gran gobernador de Moquegua, honesto, que apostó por la educación. Me engañaron, como a muchos peruanos. Es mentiroso. Está yendo al Congreso por el poder del congresista, que es muy amplio. Algunos congresista se creen reyes, se transforman y abusan de su poder. Vizcarra está yendo al Congreso para usar malamente el poder del congresista para salir de todas las inmundicias.

¿En algún momento lo buscó Vizcarra? 

Nos hemos reunido muchas veces, cuando fui gobernador y él ministro. Desató la traba de la autopista Pisco-Chincha. Parecía una buena persona, pero resulta que era un gran coimero.

¿Eso lo hace más peligroso?

El corrupto funge de honesto. Vizcarra dice que su bandera es la lucha contra la corrupción. Es difícil para la población creerle a los políticos después de eso.

Usted tiene la misma bandera, podrían pensar lo mismo. 

Tienen toda la razón en dudar de mí, no los culpo. Es inevitable. Pero hay que seguir en la brega.

La última: ¿qué piensa de la Generación del Bicentenario?

Me parece un bonito nombre y estoy seguro que la juventud va a salvar a este país. Admiro la firmeza y valentía de muchos jóvenes, pero cuestiono severamente a esos vándalos que se infiltraron en las marchas, a esos salvajes que destruyeron propiedad de otros. Yo he visto esas imágenes de un contenedor en llamas lanzado a la policía y demás.

¿Hubo excesos de la policía?

De hecho, pero hubo exceso de parte de los vándalos. Unos policías salvajes dispararon abusivamente y tienen que ser sancionados, así como los vándalos que lanzaron contenedores en llamas. Cuidado con los infiltrados.

Hace dos décadas, las frutas y hortalizas de la costa peruana no viajaban en enormes barcos a todo el mundo como lo hacen ahora. De hecho, en 1998 la oferta exportable del negocio tenía un valor ocho veces menor en comparación al 2014. En algunos productos, incluso, no existía. Ica, por ejemplo, hacía honor a su calidad de desierto. No era en absoluto la industria boyante en la que se terminaría convirtiendo.

Pero el desierto hizo boom. Un tipo de explosión ya conocido en la historia del Perú: el guano de las islas, el caucho de las selvas o, más recientemente, la minería de las sierras. Cada uno de esos despertares productivos, con sus características y fracasos, cargó con notorias desigualdades bajo la promesa de convertirse en una industria. Hoy, en cambio, la agroexportación del Perú -principalmente costeña- es una realidad de más de S/25 mil millones anuales.

En los primeros quince años del boom, el crecimiento promedio anual de la industria de productos no tradicionales -la base de la agroexportación- fue de 22.5%. Se diversifica del mango y la cebolla, abriendo camino a la uva, la páprika, la alcachofa, el arándano y la palta, entre otros. Las no tradicionales pasaron a representar el 48% al 83% del total de envíos agrícolas al mundo en ese periodo inicial.

Cinco factores explican ese llamado ‘boom agroexportador’ de las últimas dos décadas. Apenas uno de ellos ha sido cuestionado recientemente. ¿Cuál es la historia completa de la agroexportación en el país? En resumen, es así: las decisiones políticas crearon una coyuntura propicia para garantizar los envíos al exterior. ¿De qué? De lo producido por la tierra con agua, certificado de calidad, y menos impuestos. ¿A dónde? A mercados nuevos, abiertos por tratados comerciales, y -finalmente- en uso de la mano de obra local. ¿Una maravilla, no? Revisemos.

Uno: Más tierras aptas

La primera maravilla del boom es la tierra. En Perú hay 84 de las 104 zonas de vida que existen en el mundo y 28 de los 32 tipos de clima. Entre el 60 y 70% de la diversidad biológica del planeta habita el país. Sin embargo, la industria agroexportadora se ha concentrado en una sola franja de ese suelo megadiverso. Pese a que la costa tiene el 23% de las tierras agrícolas, aporta el 60% del PBI agropecuario. Las exportaciones del sector, por si no quedó claro, se sustentan principalmente en tierras costeñas.

El investigador del Grade Ricardo Fort dice que las empresas agroexportadoras se beneficiaron de diversas decisiones normativas del gobierno. Para explicarlo es necesario retroceder algunos años. Tras la Reforma Agraria, muchas tierras de la costa no eran rentables. “El reto planteado en el gobierno de Fujimori fue poner en producción las que estaban adjuntas a los valles, con ambiciosos proyectos de irrigación”, señala.

A esas tierras en desuso por falta de irrigación se les dice “eriazas”. Fueron incluidas en el mapa agrario recién desde los noventa. Más de 30 modificaciones legislativas en veinte años (1990-2010) hicieron posible que fueran subastadas, vendidas, concesionadas o hasta alquiladas a privados. Entre esa normativa están la Constitución de 1993 y la Ley de Tierras. Así lo recopila la investigadora Zulema Burneo para la Coalición Internacional para el Acceso a la Tierra.

Burneo sustenta un cambio trascendental para lograr el boom: el Estado dejó de ser el encargado de incrementar la cantidad de tierras para agricultura. En los noventa, en cambio, las obras de irrigación con las que se amplió la frontera agrícola se concibieron para la venta a grandes agentes privados que sí disponen de los recursos y el know-how de grandes volúmenes. La agroexportación, según la FAO, impulsó la ampliación de la superficie de producción agrícola de todo el país de 1,6 millones a 2,7 millones de hectáreas entre 1991 y 2002.

Un claro ejemplo de esta realidad es el proyecto de irrigación más grande de la costa norte: Chavimochic. De la venta de lotes agrícolas en la zona, entre 1994-2006 -después de las modificaciones legislativas que la fomentaban-, el 86% quedó en propiedad de once empresas agroindustriales. Solo Camposol adquirió en esos años más de 10 mil hectáreas (23%) del total de las tierras eriazas ganadas al desierto.

El cuarto y último Censo Nacional Agrario (Cenagro) ocurrió en el 2012. La realidad del sector era la siguiente: 80% de los productores agropecuarios poseían menos de 5 hectáreas y, entre todos, alcanzaban apenas el 6% de las tierras. Entre 1994 y el 2012, la cantidad de pequeños productores había crecido 45%, pero sólo incrementó en 9% su cantidad de suelo. ¿Qué significa? Un aumento en la concentración de suelo favorable a las grandes empresas exportadoras.

Desde el 2008, la adjudicación de tierras se da a través de subastas públicas. Ese año, los precios en la costa norte se elevaron -en promedio- 2,5 veces el precio base de la subasta.  En las pujas suelen ganar las grandes empresas con mayor poder adquisitivo. Resulta irónica -pero muy gráfica- una anécdota parlamentaria: el congresista aprista Walter Cenzano presentó un proyecto de ley en el 2010 que establecía un tope de 40,000 hectáreas máximas por cada comprador para “evitar la concentración”. Sin embargo, Burneo señala que la hacienda más grande de la costa en la época de la Reforma Agraria apenas alcanzaba las 30,000 hectáreas. Es más, el total de los lotes de Chavimochic subastados entre 1996 y el 2006 es, precisamente, 43,870 hectáreas.

La decisión consciente del Estado de promover el gran agro la describió Alan García en su texto “El síndrome del perro del hortelano”, publicado en El Comercio en octubre del 2007.“Hemos caído en el engaño de entregar pequeños lotes de terreno a familias pobres que no tienen un centavo para invertir, entonces aparte de la tierra, deberán pedirle al Estado para fertilizantes, semillas, tecnología de riego y además precios protegidos”, aseguró. La administración de las tierras en su gobierno privilegió la distribución del terreno entre quienes puedan hacer mejor uso del mismo: las grandes agroexportadoras.

Dos: Agua garantizada

El acceso a la tierra no basta sin sistemas de irrigación. Más aún en la costa, donde la lluvia es escasa y los lotes de producción suelen estar lejos uno del otro. La mayor cantidad de proyectos privados asociados al riego se concibieron en la década de los noventa, detalla Ricardo Fort.

Según información del Minagri, hasta el 2000 el Estado había invertido US$3,400 millones en proyectos de riego. Hacia el 2012, doce años después, la inversión ejecutada se duplicó a US$6,716 millones. Los proyectos más importantes son Majes Siguas (Arequipa), Chavimochic (Trujillo), Chira-Piura, Olmos (Lambayeque) y Pasto Grande (Moquegua).

Entre el 2006 y 2010, durante el gobierno de García, se incrementó en 28% la asignación de recursos a proyectos de irrigación. Pero pese a la privatización, hasta el 2012 la mayor parte de los proyectos de riego fueron ‘subsidiados’ por el Estado. De la venta de nuevas tierras en subastas y servicios como agua y energía solo se pudo recaudar el 7% de la inversión ejecutada.

Además, Lorenzo Eguren publicó un estudio en el 2014 donde analiza el impacto de los subsidios del Estado en irrigación e impuestos. En el documento se compara el ingreso por impuestos agropecuarios con el gasto en obras de irrigación. Si se considera el periodo entre 1998 y el 2012, en quince años se habría recuperado solo la sexta parte del gasto invertido. Ojo: esta medición considera todo el sector agrario y no solo la gran agroexportación.

En el 2000 se promulgó la -hace poco derogada- Ley de Promoción Agraria. Entre otros beneficios, redujo el Impuesto a la Renta de las actividades de agroexportación a la mitad: 15% en lugar del 30% regular. Según el estudio de Eguren, si bien esta medida puede haber tenido un matiz de promoción a las inversiones privadas en el sector naciente, no hubiera tenido un impacto negativo en la actividad agrícola de haberse mantenido el impuesto regular.

Y vale la pena agregar un dato: según información tributaria recopilada por Luis Alberto Arias, exjefe de la Sunat, en el 2019, el monto del Impuesto a la Renta pagado por el sector agropecuario no ha crecido en una década. En el 2019, se pagaron US$111.4 millones, mientras que en el 2011 la cifra había sido ligeramente superior: US$116.4 millones.

Volviendo a la irrigación: buena parte de la actividad agrícola de Ica para exportación se sirve del agua subterránea. Esta es de gran calidad y permite el riego por goteo, una práctica sofisticada que incrementa el valor de productos como el espárrago y la uva. Es posible extraerla a partir de pozos debido a la capa acuífera extensa debajo de la región.

Lo preocupante del asunto es que el marco normativo de las propiedad de las tierras ha permitido a las empresas propietarias un rol de decisión sobre la cantidad de pozos a perforar y el volumen del agua a extraer, según los requerimientos técnicos de sus cultivos. Así lo concluye el economista de la PUCP Ismael Muñoz en una investigación sobre la extracción de agua en Ica publicada el 2016. Muñoz explica cómo el Estado no ejerce un rol fiscalizador en esta actividad. Al 2014, el 77% de pozos operativos en la región no contaban con licencia para operar. La Autoridad Nacional del Agua (ANA) reporta cifras similares al 2018.

Por si fuera poco, la ANA definió en el 2016 que la cantidad de agua subterránea explotable del acuífero de Ica es de 252 millones de metros cúbicos para que se recargue de forma natural en un año. Se ha estimado que la extracción asciende a 563 millones al año, ¡más del doble y una tasa de sobreexplotación del 123%!

Tres: Mercados abiertos

Una vez solucionada la capacidad para producir, mediante el acceso a tierras y agua, se necesitan mercados de compradores. La exitosa estrategia del Estado para ello fue la negociación de tratados de libre comercio (TLC) con beneficios arancelarios para la exportación de productos. Según Ricardo Fort, el rol de los TLC es fundamental para explicar el boom agroexportador. Es el segundo factor más importante en la decisión del Estado de promover este tipo de industria, asegura, después del acceso a las tierras.

En términos concretos, entre el 2009 y 2014, tras la firma del TLC con Estados Unidos, los envíos del sector agropecuario a ese país se duplicaron. Hacia China, en un periodo inicial de cuatro años, crecieron de 25,6 millones de dólares a 82,7. A la fecha, en un proceso que empezó en los primeros años del siglo XXI, Perú ya tiene 21 acuerdos comerciales firmados y algunos otros en proceso.

Además de la firma de los acuerdos, el Estado fortaleció el rol de la agencia de promoción comercial hacia el exterior, PromPerú. Había sido creada en los noventa como una mesa de articulación entre sectores industriales en los primeros pasos de la exportación. A partir del 2002, se adscribe al Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur), creado ese año. Ambas instituciones se especializan -hasta hoy- en promover los acuerdos comerciales y activar canales de comunicación para la apertura y mantenimiento de mercado.

Algunos hitos del Mincetur suponen la creación de la Marca Perú en el 2010 y la posterior marca sectorial Superfoods, que promueve productos del agro no tradicional. Con estos esfuerzos de publicidad y promoción se dio participación y visibilidad a la industria emergente en eventos y rondas de negocios locales e internacionales. Adicionalmente, desde el sector Comercio Exterior se han instalado en los últimos diez años hasta treinta Oficinas Comerciales del Perú en países del exterior.

Al inicio del boom, en 1992, el Ministerio de Agricultura y Riego (Minagri) había creado el Servicio Nacional de Sanidad Agraria (Senasa). Tanto como el Mincetur, Senasa fue clave para abrir los mercados. Los investigadores agrarios Héctor Paredes y Ricardo Fort mencionan que todavía es un actor vital para darle a las agroexportadoras certificaciones sanitarias y fitosanitarias, con estándares internacionales, sin las cuales sería imposible que logren colocar sus envíos en los mercados más exigentes (los que más pagan).

Una tesis elaborada por la economista Maryuri Reyes, en la Universidad Nacional de Trujillo, explica también el rol crucial de Senasa en reducir plagas y otros problemas sanitarios en los cultivos industriales. De hecho, se le adjudica al servicio de sanidad una participación trascendental en la erradicación de la mosca de la fruta, un enemigo mundial para los cultivos no tradicionales. Implementó un programa de producción de más de 400 millones de moscas estériles cada semana -en sus mejores años- para repartir al agro costeño y revertir las plagas.

Cuatro: La otra agricultura disminuida

La ‘cuarta pata’ del agro es, en realidad, un factor negativo: se ha privilegiado a la costa en desmedro del resto del país, coinciden los analistas consultados para esta nota. La región natural tiene el 53% de la población y aporta el 76% al PBI del país. ¿En qué deriva ello? En que la sierra y la selva no han recibido el mismo impulso. Para el investigador Eduardo Zegarra, la conectividad -carreteras- y las características del terreno de ambas regiones serían las principales razones.

Una explicación adicional la brinda la FAO. Desde 1992, con la desactivación del Banco Agrario, el crédito agrícola ha quedado principalmente a cargo de los bancos comerciales y cajas rurales. Ellos trabajan, en su mayoría, con medianos y grandes productores, y no cubren los requerimientos de todo el sector agrícola. En la sierra, la propiedad del agro suele estar fragmentada en pequeños terrenos que no logran tener acceso pleno a crédito barato.

El PNUD reconoce en un informe del 2009 a un Estado peruano inclinado a invertir en la costa bajo la idea de la modernización. “El tratamiento privilegiado se expresa en que allí se concentran dos tercios de la inversión en riego”, señalan. Así, el 70% de la superficie destinada a la agroexportación se localiza en cuatro departamentos de la costa: Ica, La Libertad, Piura y Lima, según el cuarto Cenagro. El 98% del área costeña tiene acceso a irrigación y, en contraste a las otras regiones, un mayor número de grandes empresas la operan.

El Banco Mundial, en un recuento del boom agroexportador publicado en el 2017, dice que, entre el 2007 y 2015, la productividad al agrupar todos los factores involucrados en el proceso agrícola peruano creció a una tasa promedio del 2.1%. De ello, sin embargo, el desagregado es lo más importante: un 7% para la costa, 0.2% para la selva y -0.2% en la sierra.

Cinco: La mano de obra

Con los cuatro factores ya descritos, al boom agroexportador le faltaba la mano de obra. En el 2000 se estableció la llamada Ley de Promoción Agraria, que creó un régimen laboral especial para los trabajadores de empresas dedicadas a la agricultura industrial. Entre otros, se redujo el pago de EsSalud y se incluyó en el salario jornal las gratificaciones, vacaciones y compensaciones por tiempo de servicios. “Como si todos esos beneficios no tuvieran una razón de ser en el bienestar del trabajador”, indica Eduardo Zegarra.

Como resultado, tras veinte años de ejecución de la ley, las grandes empresas agroexportadoras tienen la mayor cantidad de empleos formales del sector (ver gráfico), según datos recopilados por el economista Hugo Ñopo. Esto ocurre porque pagan mejor y ofrecen mejores condiciones laborales que el resto. Incluso, según datos del Ministerio de Trabajo al 2017, si se compara empresas de agricultura, comercio y construcción de más de 500 trabajadores, el agro tiene el doble de formalidad laboral.

La cuestión, sin embargo, no es esa. Uno de los problemas graves, como afirma el economista Carlos Ganoza, es que las mismas cifras arrojan que los trabajadores de las grandes empresas sólo representan el 10% de la mano de obra empleada en la agricultura. Coinciden Zegarra, Fort y Ganoza en que la forma de revertir esta situación es focalizar la inversión y los beneficios tributarios al fortalecimiento de pequeñas y medianas empresas, para hacerlas más competitivas.

Lo otro es bastante más sencillo. En las últimas semanas ha habido una ‘polémica estadística’ entre cifras presentadas por Hugo Ñopo y por el SAE de Apoyo sobre si los índices de crecimiento de las exportaciones agrícolas y de la masa salarial del sector formal se han acompañado en el tiempo. El primero dice que no y el segundo, que sí. Pero, nuevamente, el tema es mucho más sencillo: el salario de un obrero agrícola (y no la masa salarial del sector) sigue estando pegado al sueldo mínimo. En una industria que hizo ‘boom’ durante dos décadas, es natural que con ese nivel de sueldos ahora el estallido sea social.

Eso, en medio de la disparidad en la gestión de intereses que existe entre las empresas y los trabajadores. La industria no solo cuenta con gremios por producto (como el de los cítricos) y siete gremios representativos por industria que agrupan más de 200 empresas cada uno; sino que existen tres estructuras de mayor amplitud como la Asociación de Exportadores (Adex), la Sociedad Nacional de Industrias (SNI) y la Confiep. Los trabajadores no tienen sindicatos -debido a la temporalidad de las contrataciones- ni instituciones gremiales fuertes.

“Esto demuestra, además, una desconexión muy grande entre los propietarios de las empresas y los trabajadores del campo”, señala Fort. Y ese es el punto final de este análisis. La boyante agroindustria del país ha crecido sostenida en cuatro sólidas patas: la tierra, el agua, los mercados y el privilegio de estar en la costa. ¿Puede hoy prescindir de la quinta? El Estado y las grandes agroexportadoras detrás del boom tendrán que decidir si deben acercarse un poco más a las demandas de sus trabajadores y, tras haber generado dos décadas de beneficios a través de políticas públicas, apostar por pagos más altos y beneficios laborales excluidos del jornal. Como toda industria que crece en beneficio de la gente.

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Martha Baldeón siempre prefirió callar. Podía soportar el desprestigio y el acoso por ser una mujer alcaldesa porque, total, parecen detalles. Miradas, gestos, algunas palabras. Actitudes de hombres para hacerla sentir inferior. Pero este sábado 21 de noviembre, por primera vez, la agresión ha ingresado a su casa. Han destruido el jardín que había cultivado con su hijo de dos años y han matado a una de sus mascotas mientras ella dormía. Parecen detalles, pero así lo declara su testimonio en el pedido de garantías que interpuso ante la Policía al día siguiente del incidente. Sudaca pudo revisar el documento.

Baldeón es la alcaldesa de Atavillos Alto, un pequeño distrito en la zona alta de Huaral. Desde el inicio de su gestión, prefirió callar sobre el acoso político del que era víctima. Nunca es directo, se camufla en los reclamos hacia su gestión, y podría parecer algo que le pasa a cualquiera. “Pero esto no se lo hacen a un hombre, el trato y la presión serían diferentes”, dice a Sudaca, en una conversación donde cuenta entre lágrimas su intención de dejar la alcaldía por el acoso.

Baldeón denunció ante la Policía el atentado contra su casa el 22 de noviembre.

Para entenderlo mejor, hay que retroceder al inicio de su gestión. El primer agravio –mucho más grave que un detalle– fue la asignación de apodos para las regidoras: ‘la insaciable’, ‘la quita-marido’ y ‘la macho’ fueron repartidos entre ellas. Todo ello publicado y repartido dentro del distrito de Atavillos Alto en una publicación llamada ‘Gallina que come huevos, aunque le cortes el pico’, relata Baldeón. “Solo pensé en ese momento y en estos años, ser fuerte”, dice. 

Pero la fuerza, a veces, puede ser una forma de denominar al silencio y la tolerancia. El hijo de una de las regidorasvio el panfleto pegado a un poste en un paradero rumbo a Huaral.

Ella, cuya identidad protegeremos, sintió vergüenza de continuar. Pero Baldeón le pidió ser fuerte y seguir en la gestión pública. “En Atavillos Alto hay más mujeres y jóvenes que hombres, y elegirme a mí fue mandarle una señal al machismo”, dice la alcaldesa.

Su gestión tiene logros: empedrado de calles, avance de obras de reconstrucción, conectividad de Internet. También, por supuesto, múltiples críticas: se le perciben malas decisiones relacionadas al Covid-19 y algunas obras incompletas que debían servir a la población. Nada fuera de lo común en la mayoría de gestiones distritales del país. Sin embargo, ella no ha tenido tregua. De hecho, ya existe un movimiento para revocarla. Están recolectando las firmas. 

La revocatoria de Baldeón fue puesta en marcha rápidamente.

La regidora Álvarez dice no recordar otros alcaldes hombres cuestionados y atosigados como Baldeón. Dice que solo le ocurrió a otra mujer, la única que ocupó el cargo antes que Baldeón: Rosario Huamán. En exclusiva para Sudaca, la maestra Huamán reconoce la dificultad de ejercer el cargo siendo mujer. “Es una sociedad muy machista […] debemos enseñarle a las comunidades que una mujer también puede ser una buena autoridad”, asegura, pensando cada palabra con cuidado.

De hecho, hay un contraste entre las palabras de Baldeón y Huamán. La primera está marcada por su desahogo, y se quiebra al denunciar por primera vez lo vivido en dos años. Pero Huamán, aunque reconoce el problema, duda en llamarlo con todas sus letras. “Hay que entender y conocer a las comunidades, saber darles lo que quieren […] hay que ser fuertes […] ella tiene que ser fuerte y terminar su mandato”, vacila.

Martha Baldeón cuenta que la profesora Rosario Huamán fue una de las primeras personas en advertirle de la dificultad a la que se iba a enfrentar por ser mujer. Huamán lo confirma, aunque no desee explayarse demasiado en las características del acoso. “Yo quiero mucho a mi pueblo […] conmigo fueron muy fuertes […] ni siquiera me dejaron cobrar el sueldo de alcalde porque me dijeron ‘vas a tener dos sueldos, de profesor y de alcalde’ y yo no podía dejar de enseñar, entonces doné el sueldo a las comunidades”, dice.

En las propias palabras de la alcaldesa Baldeón: la población de Atavillos Alto es liderada por hombres. Y ellos tienen su propia forma de negociar con un alcalde. “Lo llevan a tomar, a las casas de citas […] Hay un lenguaje propio entre hombres y como una mujer no entra en todo eso, soy un fastidio”, reconoce. Hace pocas semanas, llegó a oídos de la alcaldesa una amenaza de que la van a ‘enchufar’ y agredir a su familia. El verbo entre comillas hace referencia a una violación.

¿Cada vez más mujeres?

El problema central es el machismo. Lo señalan las cuatro mujeres –dos alcaldesas y dos regidoras– entrevistadas por Sudaca tras sus años de gestión. Atavillos Alto es un distrito integrado por seis comunidades rurales. Los líderes de esa sociedad son casi todos hombres. Han llegado a la categoría de comuneros y toman decisiones. “Alguna vez un comunero me dijo ‘Martha, cómo me vas a poner en la misma reunión con mi esposa’ cuando yo he defendido y buscado la mayor participación de la mujer en la política comunal”, cuenta.

Lo que sucede en el pequeño distrito de la sierra de Huaral es el reflejo de la realidad en el Perú. Es fácil verlo en las cifras. Por ejemplo, en Lima Metropolitana, una sola mujer es alcaldesa distrital (San Juan de Miraflores), de 43 sillones municipales. A nivel país, en los últimos veinte años, la cantidad de mujeres en puestos de alcaldesa provincial o distrital ha bordeado siempre el 3%. En la actualidad, son 3,6% de mujeres en alcaldías provinciales y 4,9% en las distritales.

Según el PNUD, existe una incoherencia en el Perú entre la cantidad de mujeres participando en partidos políticos y la de aquellas elegidas en cargos. Por ejemplo, en los últimos años, la militancia en la mayoría de los partidos es de 50% de mujeres, pero el Parlamento ha tenido siempre menos de 30% de congresistas elegidas. El Parlamento de este año tiene 33 mujeres de un total de 130 curules (25%).

Queja pública de Baldeón por los atentados contra su casa y sus animales.

Esta evidente subrepresentación de las mujeres, un grupo que es más del 50% de la población efectiva del país, es parte del desenfoque entre sistema de representación y la visión política del electorado. Por ejemplo,  según la última encuesta del IEP, la opinión de las mujeres en el Perú demuestra un 10% más de aprobación favorable y representación perciba hacia el ex presidente Vizcarra, vacado por el Congreso. “Al descartar la presencia de las mujeres en la política, estamos dirigiendo la toma de decisiones hacia intereses que descartaran la visión de la mujer, sus intereses y necesidades”, afirma Tello.

En contraste, se registró una nutrida participación femenina en la movilización de la calle: 41% de mujeres en el Perú afirman haber participado de las protestas contra el gobierno de Manuel Merino, versus 33% de hombres, según la encuesta especial del IEP. Para Pilar Tello, la responsable del área de Género para América Latina de IDEA Internacional, el mayor número de mujeres en las marchas ha influido en el tono y ritmo de las protestas, además de su acelerado efecto. “Al margen de la violencia desatada, en el conjunto de la marcha se percibe un ambiente distinto, más festivo, más alegre”, indica.

Miradas, no estereotipos

El acoso político es la forma de discriminación más notable contra la mujer. Según las especialistas en género y política Mona Lena y Juliana Restrepo, la violencia contra la mujer en política tiene la motivación específica de restringir su participación. Identifica a la mujer como no apta para el ejercicio de la política, por lo que afecta al género además de a la víctima como individuo.

“Toda la sociedad de Atavillos Alto, hombres y mujeres, todavía creen que una mujer no puede ejercer el cargo de poder, de liderazgo, de administración”, señala Martha Baldeón, y coinciden todas sus regidoras. Esta es una realidad extendida en el Perú, donde “casi todas -por no decir todas- las mujeres que participan en política han dicho alguna vez que sufrieron cualquier tipo de acoso”, sentencia Pilar Tello.

Las formas más comunes de acoso político son la ridiculización, la burla, el bloqueo informativo y el descrédito. Según el Jurado Nacional de Elecciones, que recibe denuncias de acoso político a través de su portal web, un elemento trascendental de esta violencia es la mentira. Ya sea para ventilar asuntos de la vida privada o crear historias falsas alrededor de las mujeres.

El JNE recibe denuncias de acoso político.

En los últimos años, IDEA observa una mayor naturalización de la mujer en espacios de poder y políticos, pero aún no en liderazgos. El cambio, lento y desde abajo, es principalmente generacional. Se destierran cada vez más los estereotipos y se reemplazan por nuevas miradas sobre las políticas, miradas de mayor igualdad.

“¿Por qué no hay mujeres en tu gabinete?”, escribe el guionista Peter Morgan en el primer capítulo de la cuarta temporada de The Crown. Es 1979 en la historia, y Margaret Thatcher va a nombrar su primer consejo de ministros. La Reina Isabel II le cuestionó la falta de mujeres en cargos ministeriales. La respuesta es muy simple: son emocionalmente inestables, débiles, y no saben tomar decisiones. Ese grito resuena, en la actualidad, en Atavillos Alto.

**Una versión previa de esta nota decía que el 3% de los alcaldes distritales y provinciales elegidos en el 2018 y que el 27% de los congresistas elegidas en el 2020 eran mujeres. Ambas cifras eran erradas, pues refieren a los alcaldes y congresistas de las gestiones previas (2014-2018 y el Parlamento disuelto) a las mencionadas. Las cifras correctas, cuya variación no es significativa, han sido actualizadas en la nota. 

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Gobierno, Martha Baldeón
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