Fabrizio Ricalde

Lo que le falta a Perú para ganarle a Paraguay

“Es una pena que un equipo como el de ahora nos empate con muy poco”, dijo Pervis Estupiñan, lateral izquierdo ecuatoriano. Perú le acababa de sacar un empate imposible a Ecuador en Goiânia. A sus 23 años, Pervis roza la gloria con el Villarreal de España, donde acaba de ganar la Europa League. Su juventud y éxito lo hacen insolente. Menosprecia así a un equipo que ha sabido ganarle cuatro puntos de seis posibles en veinte días.

A pesar de su altanería, hay algo en las escuetas palabras del buen Pervis donde encuentro cierta verdad. Lo que él puede ver, seguramente, es un equipo al que le hacen falta individualidades que destaquen, potencia en ataque, orden defensivo, jerarquía en el mediocampo y solidez colectiva. Seguramente Pervis distingue un equipo frágil, que se encuentran en proceso de armado una vez más, lejos todavía de la consolidación colectiva. 

Si así fuera, Pervis tendría razón. 

Perú demuestra poco. Seamos brutalmente honestos. Ecuador en Quito fue una selección que se creyó superior antes de jugar el partido y salió confundida. Colombia no tuvo puntería y regaló el partido. Ecuador de nuevo tuvo una laguna mental de diez minutos que le costó el triunfo en Brasil. Y se le ganó a una Venezuela plagada de suplentes con lo mínimo indispensable. 

Perú hoy es un equipo muy diferente a su versión más exitosa pocos años atrás. No está Advíncula y no es lo mismo para Carrillo no tenerlo. Lopez y Trauco alternan el puesto. Callens es una novedad, aunque ya se lesionó de nuevo. La dupla Abram y Zambrano ha desaparecido. Ni que decir de Ramos y Rodríguez, que es una leyenda urbana. Guerrero y Farfán también lo son. ¿Flores, Polo, Gonzales? 

Sigo. La defensa peruana todavía no se conoce y marcan en desorden. Los laterales son lentos. Trauco apenas puede conectar un par de centros por partido. Corzo en realidad es un jugador muy menor, que disimula todas sus falencias con empuje. Carrillo y Cueva viven de la chispa (que entre ellos la llaman chocolate). Lo bueno es que, obligados por Gareca, casi siempre van a la marca ordenados. Yotún está lejos de ser el volante decisivo del pre-Mundial. 

Mientras que Peña sigue en un proceso de encontrar su lugar, casi que lo único sólido está en un Lapadula motivado y el estandarte Tapia. Pero nadie, ninguno de los doce o treces jugadores que alternan, es una individualidad decisiva. Ni siquiera el italiano, que es un gladiador y ha logrado efectividad. Pero en el transcurso de los noventa minutos, Perú no es un equipo sólido hacia la victoria.

De hecho, si Perú gana será siempre sufriendo.

En 77 partidos como técnico, Gareca ha tenido 32 victorias. De esos triunfos, el 40% han sido por más de un gol de diferencia, de las cuales solo siete fueron en partidos oficiales. 3-1 a Bolivia y 2-0 a Paraguay en la Copa América del 2015; el 4-1 a Paraguay para ir al Mundial; el repechaje 2-0 en Lima con Nueva Zelanda y el 2-0 con Australia en Rusia; y los 3-1 y 3-0 a Bolivia y Chile en la Copa América del 2019, que Perú llegó a la final. 

No es una sorpresa que la selección sea un equipo que carece de contundencia. La mayoría de sus triunfos son 2-1 o 1-0, por márgenes estrechos, donde realmente el partido lo pudo haber ganado cualquiera. En el fútbol, un resultado contundente requiere de un golpe evidente, que no deje dudas por su claridad e incluso definición temprana en el transcurso del partido. Sin sufrir. 

Ese factor es lo que necesita Perú ante Paraguay el viernes para lograr la victoria, por las características del rival. Paraguay no es un equipo contundente ni se basa en sus individualidades, porque no las tiene. Es otro Perú. Va al ataque, porque si espera atrás se volvería muy sensible de sufrir una derrota. Mejor es pelear arriba. Se ordena bien en el fondo, pero busca salir jugando rápido por las bandas para buscar el pase al vacío y encontrar al punto milagroso.

Berizzo, el técnico de Paraguay, es muy Gareca. Ha potenciado las opciones que tiene, con jugadores jóvenes y de poca experiencia internacional, pero que cumplen religiosamente la parte táctica de su esquema de juego. Su sistema es versátil, modifica el mediocampo entre ataque y defensa con facilidad, dependiendo del vaivén del partido. Se basa en un defensa ordenado que corte el balón (un Rodríguez), un distribuidor de juego (un Yotún) y un punta que las vaya a buscar todas arriba (un Guerrero). 

Paraguay se extiende y se acorta como un acordión. Presiona fuerte arriba y llega al área con muchos jugadores. Para marcar se estira lo suficiente y va hombre a hombre. Los extremos se vuelven laterales y los volantes defensivos se meten entre los defensores. Aún defienden bien la pelota parada, aunque no los centros a velocidad y contragolpe. Los jugadores que escoge Berizzo están todos a punto físicamente. No hay jugadores emblema en Paraguay, en la cancha todos tienen menos treinta años y hambre de quedarse. 

Para ganarle a Berizzo, Perú necesita un equipo efectivo y contundente. Que pueda aprovechar de tener al mismo técnico por seis años y a un equipo que se conoce y articula entre sí más de lo que es capaz de reconocer. Aunque sea una eventualidad en la historia reciente, la selección debe buscar uno de sus trece triunfos por más de un gol y replicarlo. 

La clave de esa contundencia se encuentra en los pies de tres jugadores: un defensa centro que corte rápido el ataque rival, un volante creativo que marque el espacio con pases decisivos y un delantero que encuentre el espacio para marcar la diferencia. Que esto ocurra de forma permanente, controlando el balón en el medio, y no dejando progresar a un Paraguay que tratará de encontrar el gol paso a paso en su sistema de artesano. 

Ante Paraguay, esos serán Abram, Yotún y Lapadula. Si estos tres tienen una buena tarde en Goiânia, Perú tiene una opción de ser -como muy pocas veces ha sido en los últimos seis años- un equipo contundente capaz de meterse de nuevo entre los cuatro mejores de América. El resto del equipo, ordenados por Tapia en defensa y desplegando el chocolate por las bandas, deben cumplir su rol de violinistas, en el orden táctico matemático de Gareca. 

El enamoramiento de Perú con la Copa América continua y parece que este torneo, una vez más, puede resucitar al equipo de Gareca de cara a las Eliminatorias. Quizás suene injusto, porque es demasiada presión para una selección tan frágil como la peruana, pero seamos brutalmente honestos de nuevo, como Pervis. Ante Paraguay, Perú se juega una final moral que puede o no confirmar la vigencia del manual de juego de Gareca.

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Copa América, Pervis Estupiñan, Ricardo Gareca

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