Alessia Rovegno

Nuevamente aquí, la generalización y estandarización de los miembros de un grupo étnico o sociocultural nos enfrenta a un caso flagrante de racismo y por cierto que no pienso entrar en polémicas con los predicadores de la inexistencia del racismo inverso. No todo descendiente de Europeo en el Perú, no toda persona blanca tiene dinero, veranea en las playas de Asia o es dueña de un banco y con esto no quiero negar que, en el nivel de las mentalidades colectivas, de las actitudes de algunas personas y hasta de las oportunidades laborales, la ideología dominante -que aún prioriza lo occidental sobre lo andino en el país- coloque a las personas caucásicas en una cierta ventaja respecto del resto de los peruanos, fenómeno que, por cierto, debe ser objeto de las políticas conducentes a erradicar el racismo en el Perú.

Lo que he querido hacer notar, en estas líneas, es como, tanto en el caso de los éxitos de Milena Warthon y Alessia Rovegno, las reacciones racistas son básicamente similares: tú no eres una mujer andina por esto, tú no eres peruana por aquello, lo cual refleja arraigados y explícitos discursos racistas de los que ningún peruano, independientemente de su extracción social o su procedencia étnica, está a salvo. En el Perú no se puede ser peruano o peruana y punto, y a nadie se le puede aceptar de esa manera, es decir, como parte de una comunidad multicultural y multiétnica de la que todos formamos parte.

Las redes sociales agravan el problema

Las grandes transformaciones sociodemográficas que vivió el Perú en el último tercio del siglo XX deberían ser suficientes para que podamos dar pasos agigantados hacia adelante en la superación o atenuación del racismo y la discriminación racial. Sin embargo, lo que notamos, desde el posicionamiento de las redes sociales, es una radicalización de estereotipos al nivel de las representaciones sociales y el imaginario colectivo. No estamos más unidos, por el contrario, somos mucho más conscientes de nuestras supuestas diferencias, las que no se entienden como variables culturales que deberían sumarle al proyecto nacional sino como fronteras que marcan líneas divisorias cada vez más infranqueables.

En un país, cuya crónica crisis política impide ocuparse de lo importante, siempre desplazado por lo urgente, deberíamos comenzar a pensar en trazar aquellos puentes que nos conviertan, en un futuro cercano, en una sociedad multiétnica y multicultural, una en la que compartir nuestras diferentes raigambres sea el factor catalizador de la unidad nacional.

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Alessia Rovegno, Milena Warthon, Racismo
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