Recién el Dr. Alfonso López Chau, Rector de la Universidad Nacional de Ingeniería, escribió sobre lo que a nadie le importa: la moderación y la ética en la política. Al mismo tiempo, leí en el titular de Salud, Dinero y Amor -un nuevo diario chicha- la noticia del supuesto ultraje sexual a Andrés Hurtado “Chibolín” en el penal de Ancón a manos de un prontuariado delincuente apodado “negro tres leches”.
Ignoro la veracidad de esta última noticia. A no ser por la circulación en redes de este inefable titular, jamás hubiese sabido de una crónica que se merece más como una denuncia de violencia sexual antes que como una argucia de marketing para vender un pasquín, cuya motivación política, sin embargo, es inocultable: hoy las redes sociales comentan con sorna las supuestas penurias carcelarias del popular exanimador televisivo.
Y a López Chau nadie lo leyó pero lo que nos dijo es fundamental. Recién me trataron de imperialista, proyanqui, reaccionario, fascista y una larga lista de epítetos análogos por expresar mi preocupación respecto de la reforma de la justicia que acaba de proponer Claudia Sheinbaum en México. Sucintamente, los jueces serán elegidos por aclamación popular, sin mediación alguna. Al parecer, alguien está confundiendo a la multitud plebiscitaria con la democracia y el constitucionalismo, el que, para todos los casos, establece procedimientos y mecanismos adecuados, aunque muchas veces resulten disfuncionales.
Al mismo tiempo, me llamaron rojo, proterruco y defensor de bandas criminales por cuestionar a Nayib Bukele, y denunciar la casi desaparición del Estado de derecho y de la división de poderes en El Salvador. Se trata de lo mismo: otra vez el plebiscitarismo. Total, tanto a Sheinbaum como a Bukele (me queda claro que la primera no rompe el cerco democrático hasta hoy, mientras que el segundo lo rompió hace rato) los votaron más del 60% de sus connacionales ¿les dieron entonces un cheque en blanco? ¿les otorgaron la facultad de cambiar el régimen político? ¿Cuándo es válido cargarse una república? ¿depende del color de la camiseta del caudillo de turno?
Y el Rector de la UNI, sin que nadie lo advirtiera, nos escribió sobre la moderación en el ejercicio del poder, sobre la ética y la responsabilidad del gobernante. Se puede aprender lentamente, el pecado consiste en repetir las lecciones y no aprender nunca. El debate que les estoy planteando no es distinto al de los inicios de nuestra era republicana hace doscientos años, o al recordaris de Hugo Neira en la segunda edición de su Hacia La Tercera Mitad: “hay que saber limitar republicanamente el poder”.
Recién hemos criminalizado la protesta en el Perú, hay leyes que favorecen el crimen organizado en lugar de defender de este a la sociedad. ¿No hay salida más allá del extremismo? ¿una vez más nos creeremos el cuento de que los cuarteles y los fusiles son la solución cuando nuestra historia republicana demuestra exactamente lo contrario? Tal vez habría que pensar serenos, con moderación, en cómo fortalecer nuestras instituciones democráticas, con todo el peso de la ley, democracia fuerte sí, pero democracia al fin y al cabo, siempre democracia, en toda su amplitud y con un cabal conocimiento de sus inexpugnables fronteras.
En Occidente triunfaron quienes lo tuvieron claro y lo llevaron a la praxis. Habría que comenzar por aclararnos nosotros mismos, y el primer paso es dejar atrás la polarización de extremos ideológicos que nos está forzando a elegir entre opciones políticas radicales que no solucionan nada y que nos mantendrán en la eterna caída libre por el despeñadero de la corrupción.
Al respecto, parafraseando a Max Weber, Alfonso López Chau dijo que “se necesita mesura, capacidad para dejar que la realidad actúe sobre uno sin perder el recogimiento y la tranquilidad; es decir, para guardar la distancia con los hombres y las cosas. No saber guardar distancias es uno de los pecados mortales de todo político y guardarlas es una de las cualidades cuyo olvido condenará a la impotencia”.
Bien común, ciudadanía, derechos, instituciones. Recuperemos el vocabulario democrático básico. Garantizo que resultará más útil y edificante que regodearse con el patetismo degradante de un supuesto ataque sexual a Andrés Hurtado en Piedras Gordas.