César Hildebrandt

La primera entrevista del presidente con Hildebrandt. ¿Es bueno que acepte que le está costando gobernar? ¡Y seguimos comentando el derrame de La Pampilla!

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Lima – Perú

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César Hildebrandt, derrame de petróleo, Pampilla, Pedro Castillo, Repsol

A pesar de los evidentes esfuerzos de César Hildebrandt por lograr precisiones, la primera entrevista que ha dado Pedro Castillo a un periodista desde que asumió el mandato, y que ha salido publicada en Hildebrandt en sus trece, ha sido una profunda decepción.

Si Castillo lo que quería -imaginamos que para ello ha decidido acercarse a la prensa- es aclarar las dudas respecto de su paso por el gobierno y su mirada de largo plazo, pues no aclara ninguna y, más bien, deja pendientes las inquietudes que muchos tienen respecto de su gestión.

El Primer Mandatario parece creer que con los éxitos del plan de vacunación es más que suficiente respecto de sus responsabilidades gubernativas y, además, parece estimar que ello lo exime de no haber hecho casi nada en otras materias.

No aclara lo de Sarratea, defiende el nombramiento de Salaverry, no admite mayores errores, no aclara si va a haber cambio de gabinete o no, no logra definir su estrategia respecto de una Asamblea Constituyente, etc.

Si nos guiáramos por esta entrevista para trazar un derrotero de cómo será su gobierno, habría que resignarnos a la mediocridad vigente y a que Castillo no se moverá de ese margen, con eventuales bandazos hacia la izquierda o hacia la derecha, pero manteniendo como eje de acción central, la medianía más pueril en sus actos gubernativos.

Es realmente una lástima, porque el mundo global atraviesa por un periodo de bonanza en los precios de las materias primas, que nos podría permitir un despegue económico sustantivo, capaz de reducir las tasas de pobreza en la misma proporción que se logró en la segunda gestión de Alan García (quien también gozó de esa bonanza internacional), pero para ello se requieren señales claras y contundentes, no mensajes esquivos, cifrados, cargados de incógnitas.

Al final, algo de capitales vendrá, porque ya para los inversionistas es una buena noticia que Castillo no sea, efectivamente, un Presidente estatizador ni conculcador de la propiedad privada, pero el boom económico que podríamos haber espectado este lustro, se va a perder groseramente.

A la luz de lo que potencialmente pudo ser, estos serán cinco años perdidos. No habrá ni siquiera grandes cambios estructurales ni reformas importantes, ni en salud ni en educación, con un gobernante tan limitado y de poca monta como el que nos ha tocado en suerte.

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César Hildebrandt, Pedro Castillo

No está en discusión el hecho de que César Hildebrandt es una de las grandes personalidades del periodismo peruano de las últimas décadas. Tampoco se discute que sus opiniones, a veces, resulten incómodas o estén teñidas de arbitrariedad (y desde ya espero, lectores, que empiecen a arrojar sus primeras piedras). Yo mantengo nítido el recuerdo de haber leído por primera vez Cambio de palabras, un clásico de la entrevista como género en el Perú. ¿Quién no recuerda, por ejemplo, esta tierna y dolorosa conversación con el poeta Juan Gonzalo Rose o aquella otra con Haya de la Torre, o acaso la magnífica sesión verbal que supuso el encuentro con Borges?

Aprovecho esta columna para confesar que sí, que esperaba que alguien como César Hildebrandt publicara un libro de memorias. Ver Confesiones de un inquisidor en el escaparate de una librería me dio la sensación, algo narcisista, la verdad, de pensar que Hildebrandt me había leído el pensamiento. La memoria es en realidad un largo diálogo entre Hildebrandt y Rebeca Diz Rey, que tuvo lugar en distintas fechas entre los años 2017 y 2020.

Descontando las erratas y las traiciones de la memoria, asunto del que se han ocupado ya bastantes caracteres en redes (y que supongo una próxima edición subsanará), el libro ofrece un variado mosaico de recuerdos personales y profesionales, que van desde la iniciación en la lectura hasta la construcción de la vocación periodística, la remembranza de grandes personajes, entre ellos periodistas como Raúl Villarán o Alfonso Tealdo, un pormenorizado relato de riesgos asumidos durante su carrera televisiva, vivida siempre en el precipicio del despido, la década fujimorista, el surgimiento de Sendero Luminoso, el retorno a la democracia en 1980, entre otros temas. 

Mi único enfado con este libro responde al hecho de que Hildebrandt no escribiera el texto, sino que este fuera el resultado de responder preguntas, lo que por cierto no quita interés al volumen y, más bien, realza las cualidades de Diz Rey como interrogadora. En todo caso, la fuerza testimonial de estas páginas no tiene pierde. Tampoco lo tiene la habilidad de Hildebrandt para producir frases memorables. Dejo por aquí algunas: 

La vocación

(…) la comunicación era mi mundo, el periodismo era mi destino. No tuve en ningún momento duda alguna. Y también supe que no iba a entrar a la universidad, que no me interesaba porque sentía que podía empobrecerme y encasillarme” (p.20).

Sobre Luis Alberto Sánchez

“Me unía con Sánchez el asunto de nuestra actividad de lectores. Nuestras lecturas comunes, nuestras fobias y filias a veces compartidas y a veces no. Pero hablábamos en muchos ratos libres y off the record sobre literatura latinoamericana. De Gallegos, de Azuela, de Chocano, de Darío…” (p.47).

Políticas

“Siempre me identifiqué con la izquierda, pero creyendo en el socialismo como un esquema libertario. Por eso, desde mis orígenes, fui antiestalinista. Leí muy temprano a autores como Solzhenitsyn y Pasternak. Y desde muy joven tuve lecturas heterodoxas que me curaron, me vacunaron, me inmunizaron respecto al socialismo realmente existente, es decir, la Unión Soviética y sus países presuntamente democráticos” (p.51). 

“La derecha bruta y achorada creo que es una definición perfecta, contemporánea y exhaustiva sobre lo que es la derecha hoy en el Perú” (p.57). 

“…lo más trágico es que de la lección de Sendero no ha surgido lo que debió brotar: una izquierda renovada, moderna, mundial, ecológica, brillante. Ese es el peor drama. Hemos tenido la guerrilla más primitiva, el marxismo más ininteligible y luego este apagón intelectual y esta debilidad de izquierda” (p.89). 

“El diagnóstico de Basadre, hecho por los años 40, está incólume, se mantiene. No hemos logrado cuajar un Estado funcional e incluyente y el abismo social nos parece natural, nos parece parte de un mandato divino. Es casi bíblico que haya peruanos en los cerros, sin agua y con poca comida. Y es parte casi de las leyes de la física que el Estado sea corrupto e ineficiente” (p.99).

Literarias

“…Neruda fue y es fundamental en mi vida. Descubrí un mundo, descubrí la ira con él. Descubrí las posibilidades de cambiar el mundo (…) Neruda se merece una memoria elefantiásica” (p.109).

“…casi me alegré de no haberle hecho alguna (entrevista) porque un tipo tan genial como García Márquez, hablando, parece otra persona. Parece un sustituto apócrifo, un impostor” (p.112). 

“…cuando entrevisté a Borges, en todo caso, ahí sí me encontré con un tipo que era deslumbrante por escrito y deslumbrante hablando” (p.113).

Una confesión

“Siento que no he sido un gran padre. Y eso es uno de los rojos más pronunciados, es un rojo carmesí. Pero lo acepto. Otro es que no tuve el coraje de abandonar el periodismo y dedicarme a la literatura, como debí hacerlo alguna vez (…) Yo creo que uno de los mayores rojos ha sido una cierta tendencia a arruinar mis placeres, a verlos desde un lado sombrío, a cuestionarme el derecho de ser feliz” (p.115).  

Últimas palabras

“¿Crees que hay alguien que vaya a salir airoso de esta crisis?

3M, los que fabrican mascarillas”. (p.245).

Confesiones de un inquisidor. Memorias de César Hildebrandt, en diálogo con Rebeca Diz Rey. Lima: Debate, 2021.

 

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Alonso Rabí Do Carmo es profesor ordinario de la Universidad de Lima, donde imparte cursos de Lengua, Literatura y Periodismo. Estudió Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y obtuvo el Doctorado en Literatura Latinoamericana por la Universidad de Colorado. Ejerce el periodismo desde 1989.

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César Hildebrandt, Confesiones de un inquisidor, Literatura
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