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Creciendo entre amigos archivos | Página 3 de 3 | Sudaca - Periodismo libre y en profundidad

Creciendo entre amigos

Era un día soleado, tranquilo y muy alegre para Fátima, que se encontraba con el mejor de los ánimos. Sin embargo, mientras manejaba su carro por la avenida, otro vehículo que circulaba a gran velocidad, la sobrepasa, le cierra el paso y gira por delante de ella hacia la derecha, para luego perderse en el tráfico. Fátima, tuvo que frenar violentamente, para evitar chocar, y, lo que inicialmente fue una experiencia de alivio, por haber podido evitar el choque, se convirtió rápidamente en una ira inmensa, que la invadió posteriormente.

Ella siguió su camino hacia el trabajo, sin embargo, seguía pensando en lo que le había sucedido, y el día ya no se le presentaba ni tranquilo, ni alegre, más bien todo lo contrario. Estaba cargada con esta mezcla de cólera, rabia, frustración. Así que, cuando llega a la oficina, la primera persona con la que se encuentra es Rocío, y le cuenta, con lujo de detalle, viviéndolo nuevamente, todo lo sucedido. Cómo se sintió, el miedo, la ira, la rabia, la frustración. Luego siguió su camino hacia su escritorio y se encontró con Pepe, a quien también, de la misma manera, le cuenta todo lo que le sucedió, y trae nuevamente al presente, el episodio completo y como este individuo tan desconsiderado, le arruinó el día. Y esto se repite por un buen tiempo a lo largo de la mañana. Y mientras todo esto pasaba, mientras Fátima compartía con quien podía lo que le había sucedido, la persona que “le ocasiono” todo esto, probablemente siguió con su vida sin la menor idea, totalmente ajeno a que existe una Fátima en este mundo a quien él, le arruinó el día.

Quizás, cuando escuchaste esta historia, puedes haberte sentido identificado o quizás, te suene conocida. Sin embargo, te invito a que vayas más allá de lo anecdótico. Te invito a que veas a profundidad, y que te des cuenta, cómo la vida, la experiencia, los resultados y en general las acciones de Fátima, luego de este hecho, estaban inconscientemente, en manos de esta persona que cometió la imprudencia. La cual, como ya te mencioné, lo más probable, es que no tenga la menor idea de que lo que hizo o cómo afectó a Fátima.

Y todo esto se debe, a que ella sigue “atrapada” en el momento en que ese evento sucedió. Es como si ella se hubiera quedado atrapada en el pasado y a pesar de que el tiempo a su alrededor, sigue avanzando, ella no. Probablemente, tenga pensamientos como: “no es justo que me haya pasado”, “esa persona debe recibir un castigo”, “las personas son muy imprudentes, no deberían darles brevete” y muchos otros pensamientos.

Quiero que te des cuenta, que es como si esa otra persona, le hubiera puesto “pausa” a la vida de Fátima (y sin la intención de hacerlo). Cuando permitimos que las personas pongan pausa en nuestra vida, estamos al borde del fracaso. Porque hoy es un evento, mañana pueden ser dos, quizás después sean tres y en algún momento estamos dejando que el mundo determine mis acciones, mi experiencia, mis resultados, perdiendo de esta manera el control de mi vida, porque ya no soy la causa, sino sólo un mero efecto. Quiere decir que ya no estoy controlando mi vida y que los hechos de mi pasado determinan mi presente y por consecuencia mi futuro.

En esta historia, Fátima, está permitiendo que esa persona, “le arruine” el día que estaba tan bien encaminado. Pero no es que la persona se lo arruina, es que Fátima permite que se lo arruinen: Fátima está dándole el control y el poder de hacerlo, sin que exista conciencia de la otra persona de lo que está sucediendo.

Ok, me imagino que te estarás preguntando: “ya, ¿qué se supone que debo hacer? ¿dejarlo pasar así no más? Yo estoy seguro, a esta altura de este artículo, que tú ya sabes la respuesta. Es más, si has leído algún otro de mis artículos, estoy clarísimo que lo sabes. ¡Exacto! Simplemente lo sueltas ¿Cómo? ¿Cómo lo voy a soltar? eso no se puede quedar así. Esa persona debe pagar por lo sucedido.

Analicemos los hechos:

¿La persona hizo algo que no debió hacer? cierto.

¿Tú experimentaste un momento de angustia, miedo y otras emociones negativas? Cierto.

¿Es injusto que eso se quede así? quizás sea cierto o quizás no.

Pero lo que no es justo para ti y no tiene ningún sentido, es que tú te sigas cargando con la rabia, la cólera, la ira, la frustración de lo que ya pasó, porque cada vez que lo cuentas, revives la experiencia. Y si realmente lo miras, es justo eso: ya pasó. Y sea lo que sea que hagas o digas no van a cambiar los hechos. Sin embargo, seguir con todas esas emociones negativas en ti, es como tomar veneno y esperar que se muera el otro ¿Tú crees en realidad que te sirve?

Quizás al principio te pueda costar porque estamos apegados a tener la razón, pero con el tiempo y con la práctica, verás que cada vez será más fácil soltar el pasado, dejar las emociones negativas, para que así puedas realmente gozar de tu vida, alcanzar tus resultados y por, sobre todo, no permitir a nada ni nadie que controle tu vida. Por el contrario, ser el autor y protagonista de tu vida.

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“María, ¿dónde están mis medias negras?”, grita Lucho, quien ya tenía buen rato buscando las famosas medias en el cajón, donde él las guardaba habitualmente. María responde: “Lucho, están en el cajón de siempre”. Lucho más molesto le contesta: “que no están, que ya he buscado por todo el cajón y no hay nada”. “Lucho, aprende a buscar. Las medias están ahí, yo misma las dejé en ese cajón ayer”, le responde María. “Me quieres decir que yo no sé buscar, que soy un inútil”, le contestó Lucho, ya bastante molesto. Finalmente, María se acerca donde Lucho, coloca su mano sobre el cajón, y con un aire de superioridad, sin dejar de mirarlo a los ojos, dejándole claro con esa actitud y en esa mirada que no sabe buscar, que es medio inútil y muchas otras cosas más, estira la mano, toma las medias negras y se las entrega. A lo que Lucho medio balbuceando le dice: “es que ese no es su sitio, es que ahí no se colocan, es que, es que… etc, etc”. ¿Alguna vez te ha pasado o te parece conocida la escena?

Si te parece conocida esta escena, si te ha pasado a ti, personalmente, que no “encuentras” algo que está frente a ti, te invito a que sigas leyendo. Más aún si crees que de lo que te quiero hablar es de que los hombres no sabemos buscar. Con mayor razón quieres leer este artículo, porque no tiene nada que ver con eso. Realmente lo que tiene que ver es con algo que nos sucede muchas veces en diversas áreas de nuestra vida: sólo vemos lo que conocemos.

Solo vemos las cosas como nosotros sabemos que son. Solo vemos las cosas, de la manera que creemos que son o, solo vemos las cosas que creemos que existen. Y no solo se trata de las cosas materiales que no vemos, se trata de cualquier cosa que no creemos que puede ser, que no creemos que es real, o que no creemos que existe. Incluso puede tratarse de la experiencia que estamos percibiendo de nuestra vida o las cosas que están sucediendo en ella.  A esto se le llama sesgo de confirmación, que básicamente es una propensión para dar más importancia y credibilidad a los datos que encajan con nuestras creencias que a aquellos que las contradicen. En pocas palabras queremos confirmar lo que ya sabemos.

Por ejemplo, con Lucho y María. No necesariamente es que Lucho no sepa buscar, puede que sí, puede que no. Realmente, lo que sucede en este caso en particular, es que él estaba “buscando donde se supone” deben estar. Es decir, él en realidad no estaba buscando las medias en todo el cajón, lo que estaba haciendo era buscarlas solamente en el lugar donde se supone deben estar.

Su cabeza le decía: las medias están en el lado izquierdo del cajón, porque allí es donde él las deja. Entonces, lo que estaba sucediendo es que él solo miraba allí, en el lado izquierdo, no en otro lado. Y aquí viene lo importante e interesante: no es que sus ojos físicamente no veían las medias, es que su cabeza le decía que la medias “tenían” que estar en el lado izquierdo, y no en otro lado. Y esto podría pasar con otras situaciones. Como, por ejemplo, cuando tienes un problema. Si tú dices que el problema no tiene solución, lo que le estás diciendo a tu cabeza, a tu mente, es que no se puede resolver y por lo tanto tu cabeza no va a encontrar una solución, porque tú no crees que la haya. Y lo contrario también sucede. Si tú crees que existe una solución, tu mente buscará y encontrará una, porque tú estás diciendo que existe.

Vamos a ver otra forma que nuestra mente “no nos deja ver”.  Digamos que tenemos un amigo que nosotros creemos que actúa de manera “A”, “B” y “C”. Lo que nosotros creemos de esta persona es eso, ni siquiera somos conscientes de que en realidad sólo actúa de esas maneras, que es sólo un comportamiento, lo que sucede es que nosotros creemos que él es así, como una verdad absoluta. (Te recomiendo que leas el artículo Tener éxito o tener la razón de esta columna, donde hablamos de la diferencia entre ser y actuar).  Entonces, puede ser que, en algún momento, por alguna razón, esta persona decida cambiar y comience a actuar de manera “X”, “Y” y “Z”. Lo más probable es que no lo notemos, o que no nos demos cuenta, porque nuestra mente está esperando que actúe de la manera que yo ya sé (A – B – C) y no es capaz de darse cuenta de los cambios, que en algunos casos podrían ser muy grandes. Nuestra mente no quiere lo desconocido, nuestra mente quiere encajar las conductas en las conductas conocidas. Lo desconocido lo desecha.

En los siguientes artículos profundizaremos más sobre porque nuestra mente quiere apegarse a lo conocido, y desechar lo desconocido. Por ahora te dejo con esta frase:

«Tanto si piensas que puedes, como si piensas que no puedes, estás en lo cierto»,

Henry Ford.

Para desarrollar todo tu potencial, debes comenzar a creer que lo tienes. Todo se crea dos veces: primero en la mente, y luego en la realidad. Así que te invito a que definas como quieres que sea tu vida y comiences a verte en tu mente de esa manera, te aseguro que cada vez estarás más cerca de “ver’” y “vivir” esa realidad.

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Creciendo entre amigos, Solo vemos lo que conocemos

Un día, mientras Lucho manejaba tranquilo, al dar una curva muy cerrada, casi se choca con otro auto que iba en sentido contrario. En ese momento, este conductor le grita a Lucho: “¡Burro!”. A lo cual, Lucho le contesta, como “es debido”, con todos los aderezos habidos y por haber, recordándole a todos sus antecesores hasta la quinta generación. Esto, por supuesto, lo dejo súper tranquilo y feliz. Él no iba a permitir que nadie lo trate de esa manera y lo haga sentir como se sintió. Todo iba bien, hasta que, en la siguiente curva -también bastante cerrada, por cierto- se chocó con un “burro”, que estaba tirado en la pista.

Lo que Lucho escuchó e interpretó, lo que lo hizo reaccionar como lo hizo, fue pensar/interpretar que lo estaban insultando, que lo estaban tratando mal. Por eso, como reacción automática, es que se sintió insultado, y por eso él dijo todo lo que dijo. Él escuchó “¡burro!”, interpretó que le estaban diciendo “burro”, le estaban insultando. Debo contestar y atacar/defenderme/devolverlo. Sin embargo, nada más lejos de lo que en realidad estaba sucediendo. El conductor lo que estaba haciendo, era avisarle de un peligro, que estaba por enfrentar.

Muchas veces en nuestra vida, sucede que las personas nos dicen cosas, nosotros escuchamos de acuerdo con nuestras interpretaciones, las cuales a su vez están basadas en nuestras creencias, nuestros paradigmas, lo que nos han enseñado, lo que hemos aprendido, básicamente, nuestro pasado. Entonces sucede que, filtramos nuestro presente por el filtro del pasado, y obtenemos obviamente en muchos casos los mismos resultados: una reacción automática.

Es decir, lo que nos molesta, lo que nos afecta, no es lo que las personas nos dicen. Lo que nos afecta en realidad, es lo que pensamos que las personas nos dicen. Y eso, ya está seteado, ya está parametrizado, ya está escrito en nuestra cabeza. Por lo que, si no estamos presentes a lo que nos dicen, vamos a reaccionar de acuerdo con nuestra interpretación ya establecida.

Quizás podrías decir “’Ok’ pero si alguien me insulta debo reaccionar, no puedo dejar las cosas así” ¿o no? La pregunta que te hago para responder a eso es: ¿Si alguien te insulta, y te molesta, será que estás dando crédito a sus palabras? Porque si no le dieras absolutamente ningún crédito, no te debería afectar. Es decir, si estás claro que lo que te están diciendo no es cierto ¿Por qué te afecta?, ¿Por qué deberías responder? Por otro lado, otra cosa que debes tomar en cuenta, algo super importante a considerar, es que, si es que te molesta, es porque le estás dando poder a la persona y a sus palabras. Lo cual obviamente es algo que no te sirve, que no te funciona.

En pocas palabras, alguien dice algo y te molestas, que es como probablemente has estado operando, versus, alguien dice algo, tú piensas algo de eso, lo interpretas y te afecta ¿o no? como podrás ver, no es lo mismo de ninguna manera. En el primer caso tú eres “efecto”, no estás en control y el otro domina tu accionar. En el segundo caso, dado que en el medio de lo que te dicen y tu respuesta está lo que interpretas, que finalmente son pensamientos, si tú decides, puedes estar en control, y ser la causa, el causante, el generador de tu respuesta, la cual puede ser la que tú decidas, y no la que ya está instalada, seteada o programada.

Si no puedes cambiar las circunstancias, lo que está pasando; entonces cambia tu punto de vista.

 Te cuento una historia. Un monje y su discípulo caminan por un pueblo. Y de la nada y sin causa aparente, la gente del pueblo los comienza a tratar mal, a insultar a decirle barbaridades. El discípulo estaba a punto de responder y gritarles todas sus verdades, pero se dio cuenta que su maestro estaba, como si no pasara nada, como si con él no fuese. Así que se aguantó la rabia, y simplemente siguió a su maestro. En el siguiente pueblo, sucedió todo lo contrario. La gente los comenzó a elogiar, a agradecer, a decirle los mejores cumplidos. Y en este caso, el monje compartió, agradeció, y les dirigió algunas enseñanzas compartiendo, con los integrantes del pueblo. Cuando ya estaban a las afueras de este segundo pueblo, el discípulo, no pudo contenerse y le preguntó a su maestro: “maestro, por qué en el primer pueblo donde la gente nos insultó y trató tan mal, no hiciste nada, no te defendiste, no les devolviste lo que nos gritaron. Pero en este segundo pueblo, donde nos trataron tan bien, si agradeciste y tomaste para ti los cumplidos”. El maestro le respondió: “En la vida, todas las personas te van a dar regalos, depende de ti cuáles quieres recibir. Si tú no recibes el regalo, es porque no es para ti”.

Así que mi invitación para ti es que decidas de quién y los regalos que vas a recibir. Te deseo una vida abundante con los regalos que te sean favorables.

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Creciendo entre amigos

Un día Juan fue al cine y se compró el balde de canchita más grande de todos. Era tan grande que tenía que sostenerlo con ambas manos. Desde que se sentó, y aún sin comenzar la película, comenzó a comérsela a manos llenas, sin remordimientos, sin saborearlas, sólo se las comía. Sin embargo, a medida que avanzaba el tiempo y la película, cada vez tenía menos canchita, como es obvio. Cuando él se dio cuenta, cuando vio que ya estaba a mitad del balde, recién comenzó realmente a disfrutar de la canchita, porque en ese momento tomó conciencia que cada vez tenía menos. Y mientras menos tenía más las saboreaba, porque empezaba a valorar más las que aún le quedaban.

La pregunta sería: ¿Qué les da valor o importancia a las cosas? ¿Qué hace que algo sea más valioso o importante? ¿Por qué algunas cosas cuestan más, debes pagar más por ellas? Usualmente es su cantidad, si hay muchas o pocas. Puede ser su disponibilidad, si es fácil o no conseguirlas. En algunos casos, está determinado por cuánto cuesta hacerlas u obtenerlas. También depende de cuánto, las personas, estén dispuestas a pagar por ellas. Pero básicamente, si es fácil, hay muchas y cualquiera las puede tener, es barato. Si son difíciles de conseguir, no hay muchas y hacerlas es caro, lo más probable es que sean más caras. Entonces ¿Cuánto cuesta o cuánto vale tu tiempo?

Para responder a esta pregunta, usemos el ejemplo de la canchita, porque en nuestra vida sucede algo similar: cuando nacemos, tenemos el balde de canchita -nuestra vida- lleno. Pero a diferencia de un balde de canchita, en donde podemos, si queremos, ver cuanto hemos comido/disfrutado y cuanto aún nos queda; en la vida no tenemos claro cuándo se acabará o cuando se nos terminará. Solo sabemos que ese momento llegará. Esto hace que muchas veces, cuando somos más jóvenes, no valoremos el tiempo que tenemos, porque creemos que tenemos -mucha canchita- mucha vida por disfrutar… mucha vida por vivir. Esto es un peligroso y grave error. Ni tu ni yo podemos estar seguros de cuánto queda­, sólo podemos estar seguros de cuánto hemos vivido.

También es importante tener en claro que, a diferencia de los juegos en donde puedes ganar, perder o empatar, en este juego que se llama vida, sólo existe, sólo hay un resultado posible, nos guste o no, estemos de acuerdo o no, que en algún momento se va a acabar, como la canchita. Por lo tanto, lo único que nos queda, lo único que podemos hacer es disfrutar de cada canchita, como que es LA canchita. O sea, disfrutarla plenamente, sacarle el máximo provecho, exprimir cada instante, vivir intensa y apasionadamente cada momento que tenemos, independiente de cuanto ya hemos vivido. Porque si de todas maneras va a pasar, si de todas maneras se va a acabar, no me debo enfocar en eso. No tiene sentido. Lo que debo hacer es valorar realmente el tiempo que tengo, valorar este momento. Porque este es el único momento que realmente tenemos.

En un artículo anterior que escribí en esta columna, Vivir aquí,  ahora… el presente comentaba sobre la importancia de disfrutar este momento, que realmente es el único que tenemos. Te invito a que lo leas porque estoy seguro también que te servirá.

Alguna vez escuché que lo mejor que podemos hacer, durante toda nuestra vida, es que debemos vivir cada día, como si fuera el último del que disponemos, porque uno de estos días, tarde o temprano, tendremos la razón. Lo único que podemos dar por sentado es que, sí o sí sucederá. Entonces que te parece disfrutar y abrazar el ahora, gozar cada instante, sin pensar en cuánto tiempo queda o cuánto ya vivimos.

Te invito a vivir intensa y apasionadamente cada momento, los que te gusten e incluso los que no te gusten, porque de esos también puedes sacar provecho y porque cada momento vivido, es la prueba y evidencia que estás vivo, que aún existen y tienes oportunidades y posibilidades de lograr, lo que quieras en tú vida.

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Alicia camina por el bosque y se encuentra con una encrucijada de caminos.  Entonces dice: “Veamos, aquí hay muchos caminos ¿Cuál debo tomar? ¿Por dónde debo ir?”. Entonces aparece de sorpresa un gato de colores muy risueño, cantando, y le pregunta: “¿Buscas algo?”. Y ella responde: “Quiero saber qué camino debo tomar?”. Luego el gato le repregunta: “¿A dónde te diriges?… Depende a dónde quieras ir tú”. Alicia le contesta: “Eso no importa si tú…”. Es cuando el gato la interrumpe y le dice: “Entonces realmente no importa el camino que tomes. Si no sabes a donde te diriges, ten por seguro que nunca llegarás”.

Quizás, muchas veces en nuestra vida, nos vemos haciendo de todo: Nos esforzamos al máximo, lo damos todo, sin embargo, sentimos, que no avanzamos. Es bastante probable que eso se deba a que si no sabes o no tienes realmente definido a dónde quieres ir, ten por seguro que podrás ser el más fuerte, el más rápido, el más ágil, el más inteligente, el más…, el más… Pero si no tienes claro a dónde vas, qué quieres lograr, qué quieres construir, la meta o el sueño que quieres lograr, no vas a llegar, no vas a poder, no lo vas a alcanzar. Porque todas tus habilidades, destrezas y capacidades sólo sirven si están encaminadas y dirigidas hacia algo en específico.

Por otro lado, hay personas que creen que la motivación, o que el empoderamiento, incluso que el valor o sacar la fuerza interna es lo que te hace alcanzar tus logros. Todo eso es quizás uno de los componentes más importantes del éxito. Sin embargo, si no sabes cuales son esos logros/metas, lamentablemente, sucederá todo lo que antes te comenté: sólo si sabes a dónde vas… todo eso te podrá servir y entonces llegarás.

Imagínate super empoderado, super entusiasmado, con toda tu fuerza interna disponible, pero no hay un puerto al que llegar. No hay una meta qué alcanzar. La motivación, el empoderamiento, la fuerza interna, finalmente es energía, y para que sirva, debes alinearla o encaminarla hacia algún sitio.

También debemos considerar que en ambos casos ocurre lo siguiente: si el tiempo pasa, pero no experimentamos alguna mejora, sentimos que me estoy acercando a algún sitio o que realmente estoy progresando, mi experiencia va a ser que nada de lo que hago sirva, que yo no sirvo o que hay algo que está mal en mí y por eso no mejoro. La verdad o la clave en todo esto es que quizás, nadie te dijo que debes tener esas metas y que no puedes acercarte a ningún sitio si no sabes dónde está o dónde se ubica ese sitio.

Si estudias a las personas que tienen éxito en la vida descubres que un común denominador es que todos y cada uno se plantearon metas, desarrollaron un plan, tomaron acción y alcanzaron las metas propuestas.

Si bien es cierto, las metas son muy importantes, no puedes dejar de lado o no darle la importancia que tiene el camino. Porque para alcanzar las metas que te propusiste habrás requerido tomar acciones, que aprendas cosas nuevas, incluso que cambies, quizás, algunos hábitos. Es decir, no sólo es importante la meta, sino la persona en la que requeriste convertirte para alcanzarlas.

Las metas son importantes porque te proporcionan un sentido de dirección, te permiten enfocar tus esfuerzos, guían tus planes y decisiones y te permiten evaluar tu progreso. Para que una meta realmente pueda servirte debe tener ciertas características. Las metas deben ser:

Medibles: Debes determinar cuándo la alcanzas. Deben ser cuantificables.

Específica: Debe ser concreta y no etérea. No es un carro, no es subir o bajar de peso. Es determinar con exactitud qué carro, cuántos kilos, qué o cuál será la meta.

Tiempo para cumplirlas: Cuánto para cuando, no es lo mismo lo que se requiere para cumplir una meta en un mes que en un año. Por lo tanto, debes determinar también con claridad y exactitud el tiempo para cumplirla.

Alcanzable o realizable: Muchas veces esta característica es pasada por alto y terminamos planteándonos metas inalcanzables o que requieren un tiempo mayor del que establecimos y esto termina por sabotearnos.

Significativa: Porque es importante para ti, cual es la trascendencia. Para qué la quieres lograr; qué significa; cuál es la experiencia o cómo te vas a sentir cuando la logres.

En otro artículo más adelante profundizaremos más sobre como establecer tus metas apropiadamente para que realmente te sirvan.

Define claramente tus metas y recuerda: “No importa de dónde vienes o tus circunstancias pasadas, no importa lo que fuiste. Lo realmente importante es la persona en la que momento a momento estés dispuesto a convertirte y el lugar al que te comprometas a llegar”.

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