Director

La prensa internacional concentrada en el exterior del Palazzo del Cinema de Venecia olvidó por un momento a los que desfilaban por la alfombra roja. Los lentes giraron para captar al que descendió de un automovil blanco, llevando un discreto traje negro de Armani y el mismo corte de cabello de las anteriores galas. 

Bong Joon-ho ya no es una figura anónima y sus películas pasaron a ser populares fuera de su natal Coreo del Sur. Ha presidido el jurado en el reciente Festival de Cine de Venecia, que culminó el 11 de septiembre y posó para los flashes del brazo de la también oscarizada Chloe Zhao directora de Nomadland. Siendo de los más fotografiados después de Jennifer Lopez y Ben Affleck. 

Hace más de un año, el director de Parasite desfiló también en otra alfombra roja, la de los premios Oscar, con el elenco de su película. En ese entonces, declaró que cuando escribió el guión, nunca imaginó lo grande que sería el proyecto y que el punto cumbre de todo ello, era recibir las nominaciones. 

Sin embargo, el punto cumbre llegó esa misma noche, cuando se alzó con el Oscar a mejor película. Marcando un precedente al ser el primer film extrangero en obtener el galardón y además logrando las estatuillas a mejor director, mejor guión original y mejor película extranjera. Bong Joon-ho es uno de los más taquilleros en su país. Se ha convertido en un profeta en su tierra y fuera de ella. 

En Venecia ha declarado: «El cine no está muerto y difícilmente el COVID-19 podría destruirlo. Mirando al pasado, parece que esto fue una prueba que mostró la fuerza del cine. Como director, no creo que la historia del cine y el cine por sí mismo puedan ser destruidos tan fácilmente. Entonces, el COVID se irá y el cine continuará“, dijo el realizador que también ha escrito los guiones de todas sus películas. 

La industria cinematográfica se ha visto paralizada y afectada debido a la pandemia. Los grandes estrenos hollywoodenses han tenido que esperar y pasar en gran parte a las plataformas de streaming. Incluso premiaciones como el Oscar han modificado este año el proceso de selección para las películas nominadas. El mensaje de Bong Joon-ho da un aliento de esperanza, en un contexto de incertidumbres.

Al director asiatico se le conoce por el éxito alcanzado con su película Parasite. Palma de Oro en Cannes, Globo de Oro, Bafta, Cesar, Sindicato de Actores, 4 premios Oscar y muchos otros más. Pero su carrera empezó en 1997 como guionista. El primer largometraje que realizó en modo de director y guionista fue Barking Dogs Never Bite y él evita hablar sobre este film. Del que sí le gusta comentar es de Memorias de un asesino, su segundo largometraje.

La historia de un asesino en serie que escuchó en su adolescencia sirvió de inspiración para este largometraje que le abrió las puertas del mundo, pero también lo consagró en su tierra. Obtuvo la Concha de Plata en el Festival de San Sebastián e inició el camino junto a su actor favorito Song Kang-ho . 

Luego vino The Host también con la actuación de Song Kang-ho en el rol protagónico. Película que se convirtió en la más taquillera de la historia de Corea del Sur. Sobre un monstruo en las profundidades del río Han, generado por las decisiones irresponsables de un científico americano y que propaga un virus, además de comerse a las personas. 

Song Kang-ho se convirtió en detective en Memorias de un asesino, fue un padre descuidado en The Host, un brillante cerrajero en Snowpiercer y el chofer de los Park en Parasite. El primero nunca encontró al asesino de su historia, el segundo no recuperó a su hija y aunque Snowpiercer tiene un final distinto a lo acostumbrado; Parasite tampoco tiene un final feliz. 

El cine de Bong Joon-ho tiene una estética definida y un contenido reiterado en todas sus películas. La exploración de los espacios oscuros, la predilección por la noche. La lluvia como marco en casi todos sus historias. Una lluvia que nunca clarifica algún escenario, sino más bien acompaña su fatalidad. 

Sus personajes descienden literalmente a los infiernos para enfrentar a sus enemigos o para buscar un espacio de protección. Las formas son diversas, un monstruo creado en un laboratorio o el asesino bajo la sombra. Aunque al final sus protagonistas, tan humanos y torpes, siempre terminan fracasando. 

Para Bong Joon-ho no hay finales felices, porque el mundo parece que apesta. El capitalismo apesta, las clases sociales apestan. La contaminación apesta y son esas verdades incómodas las que proyecta en sus películas. Bong se siente fascinado por los monstruos, por los túneles, agujeros y subterráneos y es desde esa perspectiva que satiriza a las clases sociales y a los personajes inútiles construidos por la sociedad. 

El 14 de septiembre, el cineasta cumplió 51 años. Prepara un proyecto de animación, para dar un giro importante a su carrera. En más de medio siglo de vida lo ha logrado todo. Incluso estar con un Oscar en la mano frente a Martin Scorsese y dedicarle su premio. Además ha respaldado su postura, al decir que el cine de superhéroes hecho por Marvel es estúpido.  

Bong Joon-ho. Director de cine.

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Hace algunas semanas, mientras estábamos en una reunión de trabajo, el dueño de la empresa nos llama a su oficina y cuando estábamos allí, nos comentó a varios de los ejecutivos, que había recibido la invitación del Cónsul para asistir a un concierto de la sinfónica, en uno de los más prestigiosos y reconocidos teatros de la ciudad. Llegado el día, me vestí con el mejor traje que tenía para estar acorde a la ocasión y me enrumbé al lugar. Al llegar, ubiqué mi lugar, nos sentamos y esperamos a que diera comienzo el concierto. Mientras tanto, en el escenario había mucho movimiento, todos los músicos estaban afinando sus instrumentos. Veías algunos de cuerda, veías algunos de viento, otros de percusión. Todos y cada uno de ellos con sus partituras, elegantemente vestidos y dispuestos a brindar una función extraordinaria. De pronto las luces bajan y comienzan a ser mucho más intensas solamente en el escenario. En ese momento, por uno de los lados laterales del escenario, aparece esta figura. un hombre muy elegante y bien vestido, caminando ceremoniosamente hacia el centro del escenario, en la parte frontal. Antes de comenzar, miró al público, hizo una venia, se dio media vuelta, empuñó su batuta y comenzó la función.

Mientras todo esto sucedía, yo veía cómo esta persona dirigía magistralmente a todos estos músicos. Calculo que podría haber entre 50 a 60 músicos en ese concierto. Me puse a ver detenidamente lo que estaba sucediendo. Este director de orquesta, en el único momento dónde miró al público, el único momento donde prestó atención a los asistentes, fue en el comienzo de la función. Una vez que comenzó el concierto, dio la espalda al público y magistralmente dirigió a esta sinfónica. Todos al unísono, todo sincronizado, todo exactamente como tenía que ser. Cada uno siguiendo sus partituras, dirigidos por este, redundantemente, director de orquesta. El único momento en donde volvió a dirigirse al público fue cuando todo había acabado, cuando la pieza había concluido, pero durante todo el desarrollo, durante toda la ejecución, su enfoque, su energía, su ser, estaba 100% hacía los músicos, hacia la orquesta.

Mientras todo esto sucedía, me puse a pensar que, para que este director de orquesta haga este extraordinario y espectacular trabajo, su foco tenía que estar única y exclusivamente en los músicos y debía darle la espalda al público que lo observaba, que en algunos casos comentaba y quizás hasta lo criticaba.

Entonces, la pregunta que me hice fue: cuándo vamos por la vida, como estamos dirigiendo nuestra orquesta, como estamos generando nuestros resultados… estamos yendo por la vida dándole la espalda al público, sin escuchar sus comentarios, sin recibir sus críticas y enfocándonos y concentrándonos en los músicos de nuestra vida, en las cosas que hacemos, en las acciones y decisiones que tomamos o por el contrario, estamos pendientes de lo que el público quiere, de lo que el público pide, de lo que el público necesita. Porque hay algo que queda claro, si estamos yendo por la vida de esa manera, quizás buscando la aprobación, basado en las expectativas o esperando y buscando lo que el público quiere, la vida que estamos generando no es necesariamente la que nosotros queramos, no es la partitura que queremos tocar, sino la que el público nos está dictando.

La pregunta para ti sería: ¿Cómo estás dirigiendo tu vida, te estás enfocado en tu vida y la música que quieres en ella, en los músicos de tu vida, tus acciones y decisiones, lo que es importante para ti, las cosas que tú quieres, las cosas que son importantes para ti, para alcanzar esa vida que sueñas o estás pendiente de lo que el público quiere que generes, de lo que el público quiere que hagas? ¿Cómo estás dirigiendo tu vida? ¿De cara al público o dándole la espalda y enfocándote en lo importante?

La invitación para ti es: si quieres generar, si quieres tener, si quieres dar el mejor concierto de tu vida, si quieres realmente poder dirigir la orquesta y a todos los músicos de tu vida, todas las cosas que haces y las decisiones que tomas… debes comenzar a darle la espalda al público, dejar de escuchar lo que la gente cree que debes hacer, dejar de hacer las cosas que la gente te dice que son mejor para ti, dejar de buscar la aprobación y comenzar tú a ser el director de la orquesta de tú vida, comenzando a tomar las acciones y decisiones consistentes para ser el mejor director, porque finalmente, la música que se va a escuchar, la partitura que se va a tocar, la vida que estás dirigiendo es la tuya… así que toma la batuta de tú vida y crea la mejor sinfonía para ti.

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