Germán Díaz

El director de orquesta

Hace algunas semanas, mientras estábamos en una reunión de trabajo, el dueño de la empresa nos llama a su oficina y cuando estábamos allí, nos comentó a varios de los ejecutivos, que había recibido la invitación del Cónsul para asistir a un concierto de la sinfónica, en uno de los más prestigiosos y reconocidos teatros de la ciudad. Llegado el día, me vestí con el mejor traje que tenía para estar acorde a la ocasión y me enrumbé al lugar. Al llegar, ubiqué mi lugar, nos sentamos y esperamos a que diera comienzo el concierto. Mientras tanto, en el escenario había mucho movimiento, todos los músicos estaban afinando sus instrumentos. Veías algunos de cuerda, veías algunos de viento, otros de percusión. Todos y cada uno de ellos con sus partituras, elegantemente vestidos y dispuestos a brindar una función extraordinaria. De pronto las luces bajan y comienzan a ser mucho más intensas solamente en el escenario. En ese momento, por uno de los lados laterales del escenario, aparece esta figura. un hombre muy elegante y bien vestido, caminando ceremoniosamente hacia el centro del escenario, en la parte frontal. Antes de comenzar, miró al público, hizo una venia, se dio media vuelta, empuñó su batuta y comenzó la función.

Mientras todo esto sucedía, yo veía cómo esta persona dirigía magistralmente a todos estos músicos. Calculo que podría haber entre 50 a 60 músicos en ese concierto. Me puse a ver detenidamente lo que estaba sucediendo. Este director de orquesta, en el único momento dónde miró al público, el único momento donde prestó atención a los asistentes, fue en el comienzo de la función. Una vez que comenzó el concierto, dio la espalda al público y magistralmente dirigió a esta sinfónica. Todos al unísono, todo sincronizado, todo exactamente como tenía que ser. Cada uno siguiendo sus partituras, dirigidos por este, redundantemente, director de orquesta. El único momento en donde volvió a dirigirse al público fue cuando todo había acabado, cuando la pieza había concluido, pero durante todo el desarrollo, durante toda la ejecución, su enfoque, su energía, su ser, estaba 100% hacía los músicos, hacia la orquesta.

Mientras todo esto sucedía, me puse a pensar que, para que este director de orquesta haga este extraordinario y espectacular trabajo, su foco tenía que estar única y exclusivamente en los músicos y debía darle la espalda al público que lo observaba, que en algunos casos comentaba y quizás hasta lo criticaba.

Entonces, la pregunta que me hice fue: cuándo vamos por la vida, como estamos dirigiendo nuestra orquesta, como estamos generando nuestros resultados… estamos yendo por la vida dándole la espalda al público, sin escuchar sus comentarios, sin recibir sus críticas y enfocándonos y concentrándonos en los músicos de nuestra vida, en las cosas que hacemos, en las acciones y decisiones que tomamos o por el contrario, estamos pendientes de lo que el público quiere, de lo que el público pide, de lo que el público necesita. Porque hay algo que queda claro, si estamos yendo por la vida de esa manera, quizás buscando la aprobación, basado en las expectativas o esperando y buscando lo que el público quiere, la vida que estamos generando no es necesariamente la que nosotros queramos, no es la partitura que queremos tocar, sino la que el público nos está dictando.

La pregunta para ti sería: ¿Cómo estás dirigiendo tu vida, te estás enfocado en tu vida y la música que quieres en ella, en los músicos de tu vida, tus acciones y decisiones, lo que es importante para ti, las cosas que tú quieres, las cosas que son importantes para ti, para alcanzar esa vida que sueñas o estás pendiente de lo que el público quiere que generes, de lo que el público quiere que hagas? ¿Cómo estás dirigiendo tu vida? ¿De cara al público o dándole la espalda y enfocándote en lo importante?

La invitación para ti es: si quieres generar, si quieres tener, si quieres dar el mejor concierto de tu vida, si quieres realmente poder dirigir la orquesta y a todos los músicos de tu vida, todas las cosas que haces y las decisiones que tomas… debes comenzar a darle la espalda al público, dejar de escuchar lo que la gente cree que debes hacer, dejar de hacer las cosas que la gente te dice que son mejor para ti, dejar de buscar la aprobación y comenzar tú a ser el director de la orquesta de tú vida, comenzando a tomar las acciones y decisiones consistentes para ser el mejor director, porque finalmente, la música que se va a escuchar, la partitura que se va a tocar, la vida que estás dirigiendo es la tuya… así que toma la batuta de tú vida y crea la mejor sinfonía para ti.

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Creciendo entre amigos, Director, Germán Díaz, orquesta

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