vocación

Y aunque los temas que desfilan por esta especie de cuaderno de escritor son variados: la amistad, el cine, el jazz, el recuerdo de personajes de diversas épocas, la remembranza de lecturas y autores, son sin duda los momentos dedicados al oficio de escribir los que cobran mayor relevancia, en la medida en que esos apuntes podrían representar una proyección del autor en relación con su propia escritura, es decir, hablando de otros o preguntando a los otros, posiblemente encuentra respuestas para sí mismo.

En ese sentido, uno de los pasajes más reveladores es una pregunta hecha por Niño de Guzmán a Ray Bardbury. Cito: “La única vez que tuve la oportunidad de hablar con Ray Bradbury (…) le pregunté si sentía placer cuando escribía. Su primera reacción fue estallar carcajadas, lo que hizo que me diera cuenta de mi desatino. ¿Cómo diablos le preguntaba eso a un narrador al que parecían adorar las musas, quienes le susurraban en el oído una historia tras otra apenas despertaba cada mañana? Luego, al percatarse de mi incomodidad, el autor de Remedio para melancólicos se puso serio y me dijo, muy rotundo: ´Si no fuera así, pues simplemente no lo haría´” (p.197).

La pregunta pro el placer de escribir, siempre presente. En un mundo que se cae a pedazos, víctima de la estupidez, el odio y la incongruencia, preguntarse por el placer de escribir podría parecer ofensivo e incluso contradictorio. Por más que el ejercicio literario sea hecho en condiciones adversas debe haber, intuyo, momentos de iluminación y liberación que permiten al escritor seguir escuchando sus latidos. Me resisto a creer que no hubo nunca placer en estos apuntes de Niño de Guzmán, apuntes que son, sin duda, la mejor invitación a su universo personal y narrativo.

Guillermo Niño de Guzmán. Hasta perder el aliento. Cuaderno de letraherido 1. Lima: Tusquets, 2022.Guillermo Núñez de Guzman

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