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Kevin Carbonell, autor en Sudaca - Periodismo libre y en profundidad | Página 2 de 3

Mientras pasan las horas vamos conociendo las verdaderas posiciones de George Forsyth, Yonhy Lescano, Verónika Mendoza y Julio Guzmán. Los resultados de la primera vuelta los ponen en su sitio. Allí donde siempre estuvieron, pero las encuestadoras jamás nos lo dijeron.

 

El caso de Forsyth es para nunca olvidar. Era el puntero durante meses según Ipsos, Datum y según él mismo que hasta actuó como tal al punto de llegar a no querer debatir con nadie ni dar entrevistas. Recuerdo claramente febrero, como si fuera ayer, algunos colegas me decían que «el favorito está inubicable e insoportable». Hoy entendemos que favorito no era más que de la prensa. Me pregunto cómo estará en estos momentos George Forsyth, si seguirá con esos aires de divo ahora que el pueblo lo ha bajado a su realidad: sin banda presidencial ni curules, ya que falta poco para que se confirme que ni siquiera pasará la valla. En fin, así es la mismocracia. Solo él lo entiende.

 

Y sin curules también pueden quedarse los morados, los otros grandes perdedores. Y con sinceridad me alegraría que así fuera porque eso es lo que merecen: nada. Creyeron que capitalizarían las muertes de dos jovencitos desconocidos en noviembre del año pasado, creyeron que con inventarse desaparecidos se encumbrarían en estas elecciones, creyeron que cuidándole el puesto a su referente Martín Vizcarra podrían sacar mucho voto. Julio Guzmán es la anécdota graciosa de estas elecciones y su partido (si se le puede llamar así a eso) es pura ceniza.

 

De Verónika Mendoza qué se puede decir. La izquierda de Vero con las justas ha conseguido escaños en el Parlamento. Es que ella ha desvirtuado el concepto de la izquierda y Pedro Castillo se ha aprovechado de eso. Verónika Mendoza Frisch más se ha preocupado por llevar los reclamos caricaturizados del feminismo y de la agenda elegetebé a la política y se ha olvidado de las culturas de la serranía. No aprendió. Creo que debería fundar no un partido sino una ONG, para esto no necesita recolectar firmas ni alquilar vientres. Pienso que le iría bien porque como procuradora de fondos algo debió haber aprendido con Nadine. Además, haber tenido acceso a sus agendas —escribiendo en ellas— es haber tenido acceso a sus contactos.

Y como los últimos son los primeros, reservé este espacio para el que según las encuestas iba primero y pasaba a la segunda vuelta fijo. Ja, ja, ja… (es una risa macabra). Yonhy Lescano, ¡ay, Yonhy!, cuántos años en política y te dejaste engatusar por unos numeritos con grandes márgenes de error. Le hiciste la campaña a la derecha que siempre estuvo adelante. Nada más que decir sobre ti.

 

Ahora, en la segunda vuelta va a suceder algo ya sabemos. A estos cuatro, la prensa los va a buscar para que digan a quién dirigen sus votos, si a Keiko o a Pedro. Habrá que preguntarse, entonces, ¿cuáles votos?, ¿a quiénes representan Forsyth, Guzmán, Mendoza y Lescano?

 

14 DE ABRIL DEL 2021

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Candidatos, Elecciones 2021, Kevin Carbonell

Ganará la derecha pero las encuestadoras se resistirán a decírtelo. Este once de abril a las 7 de la noche, los dueños del sondeo a boca de urna te mostrarán cifras ajustadas, muy pegaditas, juntitititas, y comentarán que nada está dicho, que todo puede pasar, que el margen de error aquí, que el margen allá o que lo otro. Son tan predecibles. En consecuencia, este domingo de elecciones no habrá flash. Así que ni te molestes ni te aburras ni te hagas viejo. No esperes sentado. Es que hay una predisposición de la prensa a no reconocer el triunfo de la derecha.

 

Al final del día de la elección tampoco esperes resultados de la Onpe, eso, para empezar, jamás se ha visto. O no te acuerdas de que siempre nos han paseado por semanas con resultados del conteo al 5 %, al 15 % ó al treintaitantos por ciento y con el cuento de que faltan los votos rurales o que el camión con las cédulas no llega o cualquier otra excusa que le ponga suspenso al evento, como si fuera esto una película de terror o de acción con efectos especiales. ¿No te acuerdas? La Onpe es la institución burocrática más lenta del mundo y, con pandemia o sin pandemia, en el día más importante de su razón de ser siempre hace gala de su lentitud. En cada elección general es lo mismo. La rapidez no es virtud de la Onpe. Mucho menos lo tiene que ser ahora que no es políticamente correcto hacer celebrar a la derecha.

 

Y mientras todos se toman su tiempo, y pasan los días, la incertidumbre crecerá aun más rápido que el dólar. No tendremos candidatos claros de segunda vuelta y las inversiones ni tocarán la puerta. Y por si fuera poco tendremos, además, que esperar cerca de dos largos meses para definir al presidente. ¡Dos largos meses! Mucho tiempo, lo necesario para dar cabida al calentamiento fuera de la cancha de personajes autocalificados como inmaculados que siempre te dicen por quién debes votar y —por supuesto— siempre equivocadamente, guiados por el resentimiento personal histórico. Uno de ellos, el abanderado: el señor Mario Vargas, el escribidor. ¡Ah! Llosa es su segundo apellido.

 

Siempre, el señor Vargas, aparece en el escenario de la segunda vuelta electoral. Es como el as bajo la manga del caviar, de aquel que no quiere salir de la planilla del Estado. Mario Vargas siempre sale para dar el espaldarazo a quien compita con Fujimori, quien sea pero que sea el competidor. Esta vez me pregunto, entonces, si apoyará a Rafael López Aliaga. Qué dilema para el señor Mario Vargas.

 

Un once de abril con movidas raras nos espera. Pero no nos inquietemos. Hagámonos la idea de que todo está bajo control. Ya sabemos que no, pero hagámonos esa idea para no aburrirnos.

 

¡Ah!, una cosa más. Esta columna, por supuesto, asume que el once de abril habrá elecciones.

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Elecciones 2021, Flash, ONPE

Estos moderadores, en lugar de moderar, interpelan, comentan e interpretan los gestos y palabras de los candidatos, y se toman todo el tiempo para hacerlo. Están equivocados.

 

En el debate electoral, José Vega, el candidato de Unión Por el Perú, decide usar los 30 segundos de tiempo que se le ha asignado para decir las razones por las que no será parte de la polémica: «Las encuestas y los medios vienen manipulando a nuestro pueblo y promoviendo la elección de sus candidatos. En estas elecciones mi candidatura y la de otros han sido ninguneadas. Hoy elevo mi voz de protesta en defensa de la verdad. Unión Por el Perú presentó y promovió la vacancia de Vizcarra. Nuestro mayor compromiso es la lucha contra la corrupción y la defensa de la vida. En Unión Por el Perú los patriotas Antauro, Vega y Belmont nos retiramos de este debate que no nos garantiza la democracia».

 

El anuncio del candidato Vega cae como baldazo de agua fría, sobre todo porque se tomó la molestia de ir al debate y tomar su lugar para desde allí lanzar su editorial en la primera oportunidad que tuvo de expresarse. Claro, no hubiera causado el mismo impacto si, en vez de hacerlo así, José Vega hubiera difundido un comunicado explicando su inasistencia, los medios no le habrían dado importancia posiblemente si consideramos los argumentos de Vega: «Los medios vienen manipulando a nuestro pueblo y promoviendo la elección de sus candidatos».

 

Fue muy astuto entonces decirle no al debate desde el debate. Al menos así su protesta fue observada y escuchada por todos los que veíamos la televisión en ese momento. Me pareció válida su posición, y hasta había quedado clara, y el show tenía que continuar; sin embargo sorprendió la interrupción de los moderadores.

 

—Queremos hacer una explicación —dijo la moderadora Mónica Delta, pausando el curso del debate—. Empezó esta parte de la intervención el señor José Vega de Unión por el Perú. Él ha decidido, después de leer un pronunciamiento que se retiraba del debate. Él considera que no existen las condiciones en medios de comunicación para hacer su explicación. Ha hecho un ¡hurra! —¿hurra?— a sus líderes que son el señor Antauro Humala y compañía de Unión por el Perú y nosotros lo que queremos compartir con ustedes es que vamos a continuar.

 

Cerca de 40 segundos se tomó Mónica Delta para dar una explicación que nadie le pidió, incluso entorpeciendo el ritmo del debate de los demás oradores. En su explicación irregular remarca, además, que el candidato Vega leyó. Y cualquier comunicador sabe que leer en un debate no es bien percibido por el público porque denota falta de preparación, por lo que puedo sospechar que el que lo haya remarcado viene con una intención de perjudicar. Aparte, Delta también afirma que el candidato hizo una especie de adoración a Antauro Humala, sin embargo en los 30 segundos que duró la participación de José Vega sencillamente no existe algo similar a lo que solo ella imaginó.

 

Y por si con la interrupción de Delta no bastó, enseguida su compañero Pedro Tenorio también se animó a dar su opinión, o intentarlo: «Me parece importante que este compromiso que han asumido ante el país, ante el proceso electoral propiamente dicho, y la oportunidad de compartir sus puntos de vista sobre ese tema es fundamental», dijo el moderador Tenorio enredado en sus propias palabras. Ni se le entendió pero hizo perder más el tiempo. Total a estos moderadores nadie les dice «tiempo cumplido» y pueden interrumpir cuando quieran, son como dueños.

 

Tenorio y Delta deben reconsiderar la forma en que están llevando el debate. Sabemos que ambos conducen programas de televisión pero hoy no están en uno. Así que sus pareceres, sus inquietudes, sus consejos o explicaciones se los pueden guardar, más aún cuando el formato diseñado para que 18 candidatos brillen con ideas y propuestas originales no permite ni siquiera eso.

 

31 DE MARZO DEL 2021

 

En el gobierno morado, ministros, exministros y hasta el presidente están en el callejón

sin salida de la mentira. El Vacunagate los persigue porque prefirieron

callar desde el principio antes que hablar con la verdad.

 

Han pasado 39 días desde que nos enteramos de la existencia del lote de vacunas de «cortesía» de Sinopharm y de la primera lista de vacunados vips pero hasta hoy nada acerca de la segunda relación que se prometió revelar. Parece que proteger a ciertos funcionarios vinculados a este régimen —y al de Vizcarra— vacunados irregularmente es lo único que sí toma en serio Francisco Sagasti. Y también, por supuesto, negar —como Pedro negó a Jesús— todo lo que salga de la boca de su exministra Elizabeth Astete.

 

Francisco Sagasti no quiere aclarar ante el Congreso las versiones de su excanciller Astete que lo involucran contundentemente en el Vacunagate: «Me vacuné en un acto público y con anuencia del presidente Sagasti», ha confesado ella. Y, además, que tras presentar su carta de renuncia [el 14 de febrero] el presidente Sagasti le propuso continuar como ministra pero que ella le dijo que no. Serias revelaciones que Sagasti, en lugar de aclararlas ante el Parlamento, prefiere negarlas de lejos con comunicados a través de la prensa sin someterse a las preguntas de sus colegas legisladores que todavía ejercen rol fiscalizador. Dice que no tiene información adicional que aportar a la investigación más allá de lo que ya ha declarado públicamente.

 

Bueno, recordemos que Martín Vizcarra declaró públicamente que sería el último en vacunarse y que Pilar Mazzetti dijo públicamente que iba a ser la última en abandonar el barco, haciendo alusión a que sería la última en ser vacunada entre el personal de salud. Mientras eso decían Vizcarra y Mazzetti públicamente, ambos ya se habían vacunado secretamente.

 

Tal parece que el señor de las corbatas rojas con puntitos que a distancia se ven moradas pero que no son moradas —así trató de confundirnos cuando hacía propaganda a su partido— no se ha dado cuenta de que la credibilidad no es una virtud de su gobierno. También es probable que le fastidie el control político que ejerce su institución: el Congreso, de donde no debió salir.

 

24 DE MARZO DEL 2021

 

 

Solo basta un costurero y alguien que promocione el traje.

O una encuestadora y una portada. Trabajar en pared. Nada más.

 

Hace 5 años, entrevisté a Alfredo Torres, presidente de Ipsos, la encuestadora que innovó en cuarentena con encuestas por WhatsApp entre sus vecinos, yendo, incluso, contra sus propios principios de investigación. Alguna vez el director de Estudios de Opinión de Ipsos, Guillermo Loli, me explicó que para que una muestra sea válida, tiene que ser probabilística, tiene que ser aleatoria: «Yo no puedo seleccionar solamente a una zona porque ahí me interesa ir porque ahí están mis amigos», con ese argumento, Loli intentó convencerme de que Ipsos realizaba sus estudios sin sesgos y que, por eso, sus resultados eran fiel reflejo a la realidad. Lógico, así debería ser, pero los whatsappazos de Alfredo finalmente desdibujaron toda esa teoría idealista que me pintó Loli porque ¿a quién tienes agendado en el WhatsApp?: a tus amigos, a tus vecinos, a un grupo que no representa al Perú sino a tu mundo personal.

 

En la entrevista con Torres, justo después de que conociéramos los resultados oficiales de la primera vuelta presidencial del 2016, en la que resultaron contrincantes Keiko y PPK, le pregunté cómo influyeron las encuestas en el elector hasta ese momento. Alan, Acuña, Toledo, Popy, Ántero, Urresti, Reggiardo, Nano, Hilario, Gregorio, casi todos los derrotados en las urnas se habían quedado con el sinsabor de que las encuestas les jugaron en contra porque —claro— figurar en la cola del catálogo o en el club de los «otros» indujo al elector a usar el famoso «voto útil»; o sea a elegir a última hora entre los que sí tienen posibilidades de ganar según los resultados de las encuestadoras, por supuesto. Este comportamiento de sumisión del público ante «la opinión dominante» no es particular de los peruanos, está sustentado en un estudio de la politóloga alemana Elisabeth Noelle-Neumann publicado en 1977 al que ella denominó «La espiral del silencio». Esta teoría estudiada hasta hoy en las escuelas de periodismo reconoce que la tendencia de la gente, efectivamente, es enmudecer si detecta que sus opiniones forman parte de las minorías. En resumen, el comportamiento del público está influido por la opinión dominante. ¿Y cuál es la opinión dominante? Artificialmente la que aparece en las portadas de los periódicos. Un control social.

 

Con Torres, no hablé de la espiral del silencio, pero su respuesta a mi pregunta me convenció de que conoce bien la teoría y el comportamiento sumiso del público.

 

—¿Cómo influyeron las encuestas en el elector?

— Si quedan tres candidatos con opción [de ganar] y alguien tiene preferencia por el candidato que está sétimo, lo más razonable es votar por alguno que pueda pasar a la segunda vuelta, esa es una decisión que las encuestas ayudan a tomar —afirmó Alfredo Torres aquél día de abril del 2016.

 

Hoy, según la gran prensa: encuestas + portadas, la opinión dominante es que George Forsyth, el alcalde distrital inconcluso, es el segundo favorito de los peruanos, sí, el arquero que tiene el fetiche de eructar en la cara a las mujeres, como lo ha denunciado públicamente su propia esposa y víctima. Ella se apartó de él apenas 8 meses después de su boda, pero no sin antes contar a los medios que los maltratos comenzaron en el día cinco de su matrimonio, cinco días después de que todo el Perú observara por televisión el casamiento infeliz. ¡Ah!, no puedo dejar de mencionar el detalle de todo esto, el especial detalle que me hace pensar que probablemente Forsyth usó a una mujer para ganar popularidad electoral llevándola falsamente al altar: el matrimonio, televisado, se realizó en medio de la campaña municipal, 20 días antes de la elección de Forsyth como alcalde de La Victoria, distrito que por supuesto tampoco amó porque dejó botado tan fácilmente como dejó su matrimonio, para aspirar a algo… mejor, claro: ser presidente. ¿Tú votaría por él? Haz esa pregunta a diez personas y el resultado te dirá lo contrario a lo que dicen las grandes encuestadoras. Te lo aseguro. Ya lo hice.

 

¿Y con quién pasaría a la segunda vuelta George Forsyth, según las encuestas + portadas? Nada menos que con el castigado en el parlamento por acosar sexualmente a una periodista: Yonhy Lescano. ¡Mira ve! El obsceno personaje que pertenece al partido político «golpista» para la prensa vizcarrista hoy resulta ser presidenciable. Este «político tradicional», «dinosaurio», «viejo lesbiano» que desde el 2001 no ha sabido hacer otra cosa más que reelegirse como parlamentario hasta el 2019, hoy resulta ser presidenciable. Que este candidato puntee en las encuestas solo me lleva a concluir una cosa: que las marchas de noviembre antivacancia fueron fabricadas, nadie odiaba al expresidente Merino (acciopopulista como Lescano) por haber asumido el cargo que dejaba Vizcarra tras ser vacado por incapacidad moral permanente. No encuentro otra explicación.

 

Lescano, con todo su historial obsceno y cercano al terrorista Abimael Guzmán, no es presidenciable ni en el barrio donde vive. Lo ponen primero en las encuestas porque la argolla que dejó Vizcarra desea meterlo a la segunda vuelta para, cuando esta ilusión se haga realidad, en ese momento empujarlo al vacío sacándole todos sus trapos sucios y así destruir de una vez por todas al monstruo que hoy fabrican.

 

Y Forsyth, ¿dónde quedaría? Sentado en Palacio, siguiendo al cuidado del legado de Vizcarra que hoy está bien custodiado por el gobierno morado. La impunidad.

 

17 DE MARZO DEL 2021


Rafael López Aliaga, él lo ha dicho, no es político sino empresario de probado éxito, y de eso se jacta. Ha sostenido e impulsado su campaña a base de ese discurso y le ha dado resultados. Hoy, a un mes de las elecciones, es el candidato presidencial con claras posibilidades de llegar a la meta este once de abril. Sin embargo, en la recta final de la campaña, conducir su candidatura sin destreza política puede ser el error más grande que pueda cometer.

 

El domingo 7 de marzo, en un programa periodístico, se le consultó sobre su eventual gabinete ministerial. López Aliaga —como no es político— no amagó la pregunta y se lanzó con nombres, e incluso —como no es político— invitó a la prensa a conocerlos en una presentación que él hará de ellos. Craso error. El candidato López Aliaga está en las preferencias, pero adelantar los nombres de las personas que integrarían su eventual Consejo de Ministros en el estreno de su posible gobierno puede traerle problemas, como el que voy a contar más adelante.

 

Al menos en esta primera vuelta, presentar «ministros» es como cantar victoria antes de tiempo, ¿no es cierto? Otra cosa es presentar al equipo de plan de gobierno, que no es lo mismo que al gabinete de ministros. Keiko Fujimori, por ejemplo, en las redes sociales ha venido presentando a su equipo de asesores encargados de elaborar las estrategias de cada eje del plan de gobierno de Fuerza Popular: a Ernesto Bustamante como encargado del eje Salud y a Fernando Rospigliosi como responsable del eje Seguridad. Ambos preparados en esos asuntos. ¿Ambos tienen perfiles de ministros?, por supuesto que sí, pero no se les presenta como eso, aún. Falta todavía un larguísimo mes para las elecciones, y el arsenal de ministros se debe dejar para la segunda vuelta.

 

«No soy  parte de su equipo»

 

Este es el problema del que les hablé: «Nuevamente el candidato Lopez Aliaga usó mi nombre para su campaña. No soy parte de su equipo, no trabajo con él», escribió Luis Solari, un día después de aquel domingo 7 en que López Aliaga lo mencionara como su eventual ministro de Salud. ¿En qué pensó el candidato Rafael López Aliaga cuando deslizó el nombre de Solari, tal parece sin tener relación de campaña con él? Claro, el doctor Solari ha marcado posición en contra de las vacunas chinas de poca eficacia que ha comprado el gobierno morado, pero eso no lo convierte en adepto de Renovación Popular, ni siquiera por haber sido hace pocos nomás, en el 2020, candidato al Congreso por Solidaridad Nacional, partido al que también perteneció en el pasado el hoy candidato presidencial Rafael López Aliaga. ¿Se emocionó RLA? Pienso que se confió de un tuit de Solari escrito varios días atrás, el 17 de febrero, cerca del Día de la Amistad: «Gracias a Rafael López Aliaga por mencionarme como su eventual ministro de Salud, aunque no integro su equipo de plan de gobierno», aquí Solari agradece que lo mencionen, se emociona porque lo tienen en cuenta, se sentía halagado, pero sorpresivamente ahora se muestra arisco. ¿Qué le hizo cambiar de ánimo al doctor Solari? Tal vez que en febrero no tenía invitación de nadie para formar gobierno como sí en marzo: «Luis Solari se une al equipo de Hernando de Soto», titulan los periódicos el 9 de marzo, un día después de su tuit arisco con López Aliaga.

 

En política suceden estas cosas. Y como en la recta final los errores del que está adelante son aprovechados por otros que pelean su lugar, aparece el astuto, el hábil competidor, el que hace leña del árbol caído sin remordimiento, el que lee la coyuntura de inmediato. Sin duda una reacción política oportuna la del equipo de campaña de Hernando de Soto. Y una lección para el equipo de Rafael López Aliaga, como para que haga despertar la astucia del político que se necesita en la recta final de una campaña electoral.

 

10 DE MARZO DEL 2021

 

No conozco hombre más necio que Francisco Sagasti. Pero el problema no es que lo sea. El problema es que, siéndolo, ejerce la Presidencia de la República. Su necedad está costando vidas a montones día a día. Que el presidente insista en el error y que se aferre a él es peligroso, y sospechoso.

 

Cuando destituyó —yendo en contra de la ley— a 18 generales de la Policía para abrirle camino a su amigo y ponerlo en el puesto de comandante general, demostró su rostro necio. Muchos constitucionalistas advirtieron la ilegalidad, pero el hombre necio se tapó los oídos, cerró los ojos e insistió en su falta. Su amigo sí o sí tenía que ser el jefe de la Policía. Comenzó, entonces, una etapa oscura en la Policía que hasta hoy no ha terminado. Tuvimos tres ministros del Interior en menos de una semana por esa necedad, agentes agraviados con insultos en redes sociales por artistas que hoy son premiados con 20 millones de soles como «bono de rescate y urgencia» y con piedras lanzadas por turbas violentas en las carreteras sin que el gobierno defienda. Por esa necedad, a la Policía se le arranchó la autoridad que la ley le reconoce. Hoy tenemos agentes desmoralizados.

 

Cuando conservó en el puesto de ministra de Salud a Pilar Mazzetti, pese a que su desempeño era cada vez más incompetente, también se reveló el rostro del hombre necio que solo piensa en dar la contra a los consejos de los que saben. Y es que es así; lo que no soporta un necio es que otro le haga ver la realidad o que existan hombres más preparados que él. Y como este necio alcanzó ser presidente, pues lo que él diga se hace o se deja de hacer y punto.

 

Así conservó el poder de Mazzetti, a punte de necedades, pero con un trasfondo que hoy estamos descubriendo: no solo vacunaciones a escondidas; sino un contrato turbio con la china Sinopharm. ¿Será, acaso, esto último, la razón por la que le horroriza tanto al presidente Sagasti que las empresas privadas puedan comprar vacunas?, ¿qué tiene de malo que el sector privado contribuya en la inmunización anhelada? Ojo, que las empresas privadas accedan a la vacuna, no de China; sino de otros países, puede desnudar completamente los contratos secretos que se firman con las farmacéuticas.

 

¿Qué se oculta realmente detrás de la frase sagastiana «Lo que no queremos es que el que tiene plata se vacune y el que no la tiene no se vacune»? ¿Equidad? No lo creo. No convence el discurso de equidad. Ya le han recordado al presidente su papel durante el secuestro de la casa del embajador del Japón en los años 90. Fue uno de los rehenes favorecidos del MRTA. Quedó en libertad primero que todos, así como cuando se vacunó primero que todos, algo así. ¿Ya vemos que la equidad no es una práctica del congresista Sagasti?

 

Probablemente esa necedad, entonces, se traduzca en intereses ocultos que poco a poco van a ser revelados, no durante este gobierno morado, por supuesto, sino durante el siguiente —si no se consuma un fraude— por supuesto.

 

Uno puede morir en su ley, como se dice criollamente, ser necio, incluso hasta la muerte si quiere. Pero lo que no se puede permitir es que esa necedad sea hasta la muerte del otro.

 

 

Violencia.

Agricultores muertos.

Bloqueos de carreteras.

Anarquismo.

Relevos ilegales de Policías.

Tres ministros del Interior: uno de ellos, hermano del condenado terrorista senderista Zenón Vargas Cárdenas.

Vacunagate.

Dos ministras vacunadas a escondidas (que sabemos).

Un dealer de vacunas sin detención.

Dos ministros de Salud: la mentirosa contumaz, cínica vacunada, y el voluble.

Dos cancilleres: la primera también vacunada en secreto y el segundo un fan de la vacunada Mazzetti.

Una ministra Cornejo, sobrina del presidente vacado y vacunado.

Una Dirección Nacional de Inteligencia dirigida, también, por otro Cornejo, primo del vacado y vacunado.

Cuarentenas bamba. Sin control y que propician la informalidad.

Negocios estrictamente cerrados.

Ambulantes libremente haciendo negocio.

Shows de avioncitos.

Cupcakes.

“Vacunas” chinas.

Repunte de la pandemia.

Campos de retención ilegales.

Fronteras descuidadas.

Nueva crisis migratoria.

Resurgimiento del crimen: robos y asesinatos.

 

Todo eso y más, solo en cien días. Parece un recuento de 5 años de gobierno, pero no. Con razón los morados se enfurecen cuando les enrostran que este es su gobierno. Los morados quieren hacernos creer a la fuerza que Sagasti no es morado y hasta amenazan a periodistas con molestarse si insisten en hablar con claridad.

 

Causa gracia que el candidato del partido que hoy gobierna prometa cosas que hoy mismo no sabe cómo cumplir teniendo en manos el poder que hace cien días arranchó.

 

Punto y aparte.

 

Sobre la cochinada que ha sido, en todo este tiempo, el desempeño de las fiscales Sandra Castro y Rocío Sánchez y de otros más en el caso mediático «Los Cuellos Blancos del Puerto», lo correcto sería su destitución. Y, por supuesto, Zoraida Ávalos, también debe irse, y ser investigada. Su permanencia en la Fiscalía de la Nación es insostenible. No hay espacio para ella en la institución cuyo papel es perseguir el delito.

 

El día en que Martín Vizcarra (el expresidente del Perú para vergüenza del país) confesó que «se vacunó mientras moríamos» (brillante titular de Beto Ortiz), fue jueves 11 de febrero. Ese mismo día, solo horas después de la confesión, a Francisco Sagasti —el sucedáneo de Martín— se le ocurrió pronunciar un mensaje a la Nación. Creí que había llegado el momento del desprecio, reprobación, condenación y repudio presidencial a los actos del personaje nefasto, pero no, en lugar de eso, el presidente prefirió mostrarnos su «vacunómetro», una ilusión digital inventada en las oficinas de comunicaciones de Palacio de Gobierno que finge contabilizar en tiempo real la cantidad de médicos vacunados. Y, de fondo, nos hacía ver (otra vez) un avioncito de dibujito con estela morada que simulaba el trayecto aéreo de más vacunas de Sinopharm hacia nuestro país. Tres minutos en televisión nacional que los hubiese aprovechado mejor si nos decía lo que queríamos escuchar: Cuáles iban a ser las medidas que tomaría su gobierno contra quienes traficaron con medicinas a escondidas del pueblo. Esa era la noticia, señor encargado del Despacho Presidencial. No lo otro.

 

Pero es ingenuo pensar que un gobierno del Partido Morado persiga los actos, a todas luces corruptos, del expresidente vacado en noviembre por incapacidad moral permanente cuando fueron ellos quienes azuzaron a la turba para forzar la renuncia del presidente constitucional Manuel Merino De Lama y devolver el poder al incapaz moral. Todos nos acordamos de aquella vergonzosa carta del 15 de noviembre donde este grupo minoritario planteaba, qué digo planteaba, ¡exigía!, al Congreso «anular», «retractar» la vacancia para «de esa forma, tanto el señor Vizcarra como su gabinete, retomen sus cargos de inmediato para continuar con los esfuerzos contra la pandemia», así decía ese papel. Pues, hoy ya sabemos a favor de qué intereses hubiera continuado trabajando «el señor Vizcarra», ¿no es cierto?

 

También son inolvidables los pronunciamientos en Twitter de los morados Daniel Olivares, Alberto de Belaunde, Gino Costa y Julio Guzmán, expertos en manipulación de jóvenes para satisfacer sus apetitos de poder. Hace poco escribieron homenajes a Pilar Mazzetti al dejar, ella, la cartera de Salud guardando hasta el último su más malvado secreto. «Por su invalorable y sacrificado servicio al país», tecleó uno de los morados. Otro puso: «Verla trabajar sin descanso por su país ha sido inspirador». «La historia le dará su lugar, y juzgará a los mezquinos y saboteadores», vaticinó como pitoniso De Belaunde en su Twitter el 12 de febrero. Efectivamente, la historia le dio su lugar, y no tardó nada en dárselo. El Perú se enteraba el 15 de febrero que la heroína de los morados, la Dra. Mazzetti, había traicionado los principios de un servidor público decente.

 

Ahora, necesitamos conocer la lista completa de los vips vacunados, señor Sagasti. Es muy sencillo: Con un chasquido de dedos el presidente puede hacer que sepamos la verdad. Faltan nombres, no son solo 487 vips. Hacer la gestión no detendrá la instalación de plantas de oxígeno que necesitan los enfermos (si es que el gobierno ha pensado en ello), hacer la gestión no interrumpirá la ampliación de camas UCI (verdaderas camas UCI, no las que sirven como camas de muerte). Hacer que conozcamos la verdad es cuestión de voluntad. Pero con el Partido Morado gobernando, la verdad no está garantizada. Que no nos sorprenda mañana algún megaoperativo televisado contra «fiestas covid», un gran incendio, la captura de algún «ranqueado delincuente», un nuevo «monstruo de los cerros», algo para tapar la suciedad que enloda al vizcarrismo y al moradato, que son lo mismo.

 

¿Jamás sabremos la lista vip completa de los vacunados? Este gobierno sucedáneo del vizcarrismo no garantiza transparencia ni justicia. Más bien quiere estropearlo todo, otra vez.

 

Kevin Carbonell

 

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@kevincarbonell

 

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