Juan Carlos Tafur

Lo mejor que ha hecho el malhadado Congreso que tenemos es haber inhabilitado por diez años, en sus derechos políticos, al expresidente Martín Vizcarra, quien había logrado ingresar al Parlamento entrante mediante su candidatura en Somos Perú.

Ya no hablamos solo -que sería suficiente- de una gestión mediocre en grado sumo (la tragedia de la falta de vacunas se debe exclusivamente a él y a su negligente si no acaso corrupto intento de teledirigir todo a favor de la empresa china), o de un personaje taimado a niveles patológicos.

Se trata de un exgobernante que aprovechó inmoralmente su cargo para gestionarse para sí mismo y sus allegados el beneficio de la vacuna, saltándose a la garrocha todos los protocolos y tirando al tacho de basura la angustia de decenas de miles de compatriotas que han visto a familiares y cercanos fallecer justamente porque no hay vacunas en el país, en gran parte por su culpa.

Por supuesto, Vizcarra tratará de recurrir a estratagemas legales que lo presenten como una víctima de persecución política, pero confiamos en que ningún tribunal nacional o internacional dará crédito a semejante disparate. Sancionado justamente está. Es más, la sanción debería ser perpetua, si cupiese.

No podemos dejar de mencionar, además, que también hablamos de un sujeto que ha intentado ingresar al Congreso no para contribuir a la patria con sus proyectos de ley, sino simplemente para escabullirse de las serísimas denuncias por corrupción que se han conocido en los últimos meses y que lo vinculan a pago de sobornos de empresas constructoras a cambio de obras en su región natal, Moquegua, cuando ejerció el cargo de gobernador.

Que nos sirva, además, de ejemplo, de cómo mantener el ojo avizor respecto de líderes populistas, que suelen crear el proscenio bien/mal, para lucrar políticamente y detrás de ello esconden trasiegos y trastadas que luego, ya tarde, descubrimos.

La política peruana necesita hacer una mejora radical. Ojalá el Congreso entrante no sea la reedición de los últimos que hemos tenido y su fragmentación lo obligue a hacer pactos políticos que construyan algo de sensatez y estabilidad. Lo mejor de todo es que en ese escenario no existirá la mancha de un Vizcarra arrellanado en una curul.

Tags:

Candidatos, Congreso, Elecciones 2021, Juan Carlos Tafur

Veinte años de gobiernos mediocres y corruptos no pueden dar si no como resultado que una postura de izquierda radical logre representar casi al 20% de los peruanos.

Si luego de las parciales reformas de los 90 se hubiesen completado las mismas, en primer lugar, y luego se hubiese emprendido la construcción de un Estado digno para las mayorías, no estaría pasando lo que pasa ahora.

Pero no, Toledo, García, Humala, PPK y Vizcarra se zurraron en la necesidad de reformar el Estado, vivieron en piloto automático del crecimiento vegetativo de la economía y hoy pagamos las consecuencias.

Con los dineros fiscales que ha habido, se habría podido construir una salud pública mínimamente decente, una educación pública competitiva con maestros bien pagados, un sistema de seguridad que le evite el sobresalto diario que las personas más humildes sufren a diario, y un sistema de justicia que no proteja a los corruptos y a los poderosos. Todos ellos factores que sirven de caldo de cultivo de los antisistema.

Ese centrismo mediocre, solo salpicado por el régimen proinversión de García (pero que tampoco hizo nada en cuanto a las reformas señaladas), es el que explica la desazón de millones de pobres que, acrecentados por la circunstancia diabólica de la pandemia, ha generado bolsones de disidencia que han encontrado en el profesor Pedro Castillo un vehículo legítimo y democrático de expresión, cuya racionalidad hay que entender y no menospreciar.

Si a lo señalado le sumamos la punible inacción respecto de un proceso de regionalización fallido, que es capaz de producir que en las zonas mineras -donde ha arrasado Castillo- los gobiernos regionales dejen de invertir, en promedio, 1,800 millones de soles al año (como ha publicado en reciente informe El Comercio), el resultado cae por sí solo. Eso ocurre en Ancash, Apurímac, Arequipa, Cajamarca, Cusco, Junín, Moquegua y Tacna, los bastiones radicales del país.

El acumulado de canon y regalías mineras que los gobiernos regionales (de izquierda, por supuesto), suma en los últimos seis años, la exorbitante suma de 5,046 millones de soles. ¿Cuánto se podría haber hecho con eso para reducir las brechas o emprender las reformas indicadas?

Por desidia política los gobernantes de la transición prefirieron mantener el statu quo. Si hoy el país está bajo la amenaza del triunfo de una izquierda radical que se tire abajo todo el modelo es, en gran medida, resultado de una transición democrática mediocre y corrupta.

Tags:

Elecciones, Elecciones 2021, Juan Carlos Tafur

¿Puede tanto la piconería de haber sido derrotados, en la semifinal de la derecha que se jugó en la primera vuelta, por Keiko Fujimori, para que dos candidatos claramente derechistas y defensores del modelo se dediquen a contemporizar con el candidato de la extrema izquierda, Pedro Castillo?

Revela una tremenda irresponsabilidad y además ignorancia de sus propias limitaciones. Porque evidente ni el candidato de Renovación Popular ni el de Avanza País tienen capacidad de endose alguno respecto de sus votantes y ni siquiera capacidad de mando de sus respectivas bancadas congresales (como ya ha quedado demostrado con las aclaraciones de los vicealmirantes Montoya y Cueto, al desatino de López Aliaga).

El plan económico de Castillo, del que él mismo ha dicho no se va a retractar, ni va a firmar Hoja de Ruta alguna, ni se va a poner polo blanco, está en las antípodas de cualquiera que crea en una economía de mercado y que mal que bien entienda que ese modelo (remendado y todo), ha producido enormes beneficios al país y a los más pobres entre los pobres.

¿Qué cree López Aliaga, que puede ponerse de acuerdo en destruir el enfoque de género y a cambio de eso está dispuesto a desbaratar el modelo? ¿Qué cree Hernando de Soto, que se siente atraído por lo que para él debe ser un candidato exótico, que será contratado de asesor?

Lo que corresponde a la derecha y al centro que no ha votado por Keiko Fujimori es conminarla y presionarla, a cambio del voto futuro, a trazar compromisos claros en dos aspectos esenciales: corrupción y autoritarismo. Ya verá Keiko si lo hace firmando documentos públicos, comprometiendo y anunciando la presencia de personas libres de toda sospecha en su futuro gabinete ministerial, asegurando que respetará el equipo especial Lava Jato en todo lo que a ella la implica, etc. Hay muchas formas de hacerlo y corresponde exigirlo.

Pero lo que están haciendo López Aliaga y De Soto es punible, políticamente hablando. La propuesta económica de Castillo sería para el Perú peor que la pandemia, y su programa político contiene visos autoritarios que ya conocemos en la región. Por lo que se ve, uno se pregunta, con cierto fundamento, si no fue bueno que ninguno de los candidatos mencionados haya pasado a la segunda vuelta. Hubieran hecho un papelón monumental.

Tags:

Juan Carlos Tafur, Pedro Castillo

La divergencia radical entre la propuesta económica de Castillo con la de Keiko va a ser la que va a definir el desenlace electoral de esta segunda vuelta.

No va a ser el eje corrupción-anticorrupción, porque a los recuerdos de los 90 del fujimorismo se le antepondrán los de Vladimir Cerrón, mentor ideológico de Castillo, sentenciado por corrupción.

No va a ser el eje democracia-autoritarismo, porque ambos adolecen exactamente de lo mismo: una propuesta basada en el ninguneo a las formas democráticas. Si a Keiko se le achacará el autogolpe, a Castillo se le va a enrostrar sus cercanías subversivas.

No va a ser el eje liberal-progresista, porque ambos son conservadores. Inclusive, me atrevería a pensar que la propuesta de Castillo es mucho más conservadora en materia de derechos civiles, y si es verdad que Keiko ha migrado hacia el albertismo podría recuperar algunas líneas progresistas de ese entonces (en esta campaña se ha desprendido de su entorno ultraconservador).

Va a ser el modelo económico y el consecuente debate sobre el cambio de Constitución el que inclinará la balanza. Y allí hay varias acotaciones que hacer. No será tan sencilla la colisión. A Keiko la favorece que, con los filtros descartados, disminuirá el antifujimorismo, pero no le será suficiente.

Indudablemente, el modelo económico estrenado con las reformas de los 90 ha sido inmensamente positivo para el país. Tanto que a pesar de que se paralizó al final de los propios 90, que fue desplegado luego por gobiernos cargados de corrupción y muy mediocres, logró hacer que la economía crezca, disminuya la pobreza y se reduzcan las desigualdades.

En beneficio de Castillo juega el hecho que de que justamente las incompletudes del modelo, producto de los gobernantes ineptos señalados, ha generado un bolsón marginado de ese boom económico. Y a ello se suma el enorme bolsón de la población cuya economía ha sido destruida por la pandemia y obviamente ha votado de mal humor e irritada con lo que puede considerar el modelo.

No va a ser una elección fácil. Va a ser muy ajustada. Va a depender de la fina estrategia electoral de ambos. Por lo pronto, cometerían un grave error en la derecha si hacen sumatorias simples de eventuales adherencias (ya hemos visto al fantoche celeste coqueteando con Castillo, demostrando así su falta de empaque moral; felizmente nos libramos de tenerlo en la segunda vuelta). Va a ser una final de fotografía. Quien logre convencer a la gente de persistir o de tirarse abajo el modelo económico ganará.

Tags:

Juan Carlos Tafur, Modelo económico, Pedro Castillo

No hay sumatorias a priori que valgan. Uno, ingenuamente, podría pensar que Castillo, sumado a Mendoza, Arana y una parte de Lescano no pasaría del 30% y, por ende, perdería fácilmente la segunda vuelta. Seguramente se alinearan los demás actores políticos, derrotados em esta primera vuelta, pero muy pocos tienen la capacidad de endosar su propia votación en favor de alguno de los dos candidatos.

Al tener a Keiko Fujimori al frente Castillo tiene frentes que explotar. A Castillo lo perseguirá su radicalidad, su cercanía al Movadef, la vinculación de algunos de sus candidatos al Congreso con Sendero Luminoso; a Keiko Fujimori, el pasado de corrupción y autoritarismo de los 90 y la tenebrosa actuación política de los últimos cinco años que de algún modo ha sido la causante de la crisis política que hoy vivimos.

A Keiko le pasó lo mismo que al candidato de Perú Libre: mientras la derecha se concentraba en Mendoza, la izquierda lo hacía en López Aliaga. Pasaron a la segunda vuelta los dos candidatos menos vapuleados de la contienda, siendo, en la práctica, los que mayor antivoto tienen y mayores flancos débiles exhiben.

Más fácil, le hubiera ido a Castillo contra De Soto o López Aliaga. La figura del cholo provinciano, rural, maestro, pobre, versus el blanco pituco, señorial, limeño, es casi imbatible en términos de una campaña electoral en el Perú.

Con Keiko no va a poder hacer lo mismo, porque el fujimorismo tiene pueblo (más bien, los sectores AB han abandonado a Keiko, lo que de algún modo la favorece y la emparenta más con los orígenes sociales del fujimorismo auroral), tiene presencias subregionales fuertes y tiene organizaciones de base.

Faltan casi dos meses para la elección. Va a ser una contienda polarizada. Normalmente, las segundas vueltas constituyen un torneo por ver quién captura el centro, pero esta primera vuelta ha demostrado que el centro virtualmente ha desaparecido. Si uno suma a Forsyth, Guzmán y Humala no llegan ni al 8%. La gran batalla va a ser confrontacional y el teatro de operaciones va a ser la defensa o la crítica al modelo económico. Allí va a estar cifrado el resultado de esta elección.

Tags:

Juan Carlos Tafur, Keiko Fujimori, Pedro Castillo, Segunda vuelta

Usted es el voto perdido de la derecha. No tiene posibilidad de pasar a la segunda vuelta y aún si ocurriera el improbable caso de que el milagro se produjese, usted no le ganaría a nadie, ni a Pedro Castillo.

Es imperativo, en salvaguarda del modelo económico que usted dice defender, que renuncie a su candidatura y permita que sus votantes se vayan donde Keiko Fujimori o Hernando de Soto, y de ese modo evitar la catástrofe que sería una segunda vuelta entre Yonhy Lescano y el ultraradical Pedro Castillo.

El país se juega mucho en esta elección. Con mediocridades mercantilistas que siempre hemos denunciado, y con tremenda corrupción de por medio, a pesar de ello, la estabilidad macroeconómica y las reformas incompletas que se hicieron básicamente en los 90, han permitido que en las últimas dos décadas el Perú crezca, se reduzca la pobreza y disminuyan las desigualdades.

Lo que cabe es cortar de un solo tajo los nudos de privilegios mercantilistas que inundan nuestra legislación, transitar del Estado proempresa al Estado promercado, reformar el Estado y lograr tener una salud, educación, seguridad y justicia mínimamente decentes. Eso solo se logra profundizando el modelo, no destruyéndolo o cambiándolo por populismos o estatismos reaccionarios.

Usted, López Aliaga, perdió la ocasión por su virulencia, intolerancia y ánimo autoritario. Creció en las encuestas por disruptivo, pero su personalidad lo traicionó y desengañó al electorado que le quitó la confianza y así frenó su ascenso. Se convirtió en el líder de la derecha bruta y achorada al pretender convertir al Estado peruano en una filial política del conservadurismo religioso. Felizmente fracasó en su intento, pero ahora tiene la oportunidad de reivindicarse.

Tiene que haber por lo menos un candidato de derecha en la segunda vuelta, que genere alguna expectativa razonable. Idealmente, podrían ser dos. Pero no está usted invitado a esa fiesta. Más bien, puede depender de su generoso gesto de renuncia que ello se logre. Sus votantes y el país se lo agradecerán.

Tags:

Elecciones 2021, Juan Carlos Tafur, Rafael Lopez Aliaga

En múltiples ocasiones señalamos cómo los astros se alineaban para favorecer la aparición de candidatos disruptivos en esta contienda electoral. Ya había aparecido uno, de extrema derecha, ahora aparece otro, de extrema izquierda, rompiendo todos los pronósticos precedentes. Justamente por su naturaleza disruptiva, son impredecibles.

Vivimos una atmósfera lo más cercana posible a la de finales de 1990, con una crisis económica pavorosa, que ha llevado a millones de la clase media a la pobreza; un Estado colapsado, sobre todo en materia de salud pública; una crisis de corrupción generada por los escándalos sucesivos Odebrecht, Club de la Construcción, Cuellos Blancos, etc.; una tormenta política desatada desde el fatal desencuentro entre el Ejecutivo de Kuczynski y el Legislativo de Keiko Fujimori; una catástrofe producto de la pandemia que ha producido casi 200 mil muertes y ha generado la rabia natural de los deudos por la desatención recibida. La tormenta perfecta.

Si a ello le sumamos los problemas estructurales propios del Perú, con un Estado desastroso en asuntos de convivencia social mínima, como educación, salud, seguridad y justicia, se puede entender perfectamente el malestar ciudadano. El 11 de abril la gente va a ir a votar de malhumor y eso, obviamente, genera apego a fórmulas estridentes, disruptivas, disonantes del statu quo.

El centro, que era por donde tradicionalmente se llegaba al poder en el Perú ha sido devorado por las fuerzas centrífugas, tanto de derecha como de izquierda. Lo que no se percibía al inicio de la contienda es que estas fuerzas llegaran a los niveles extremos a los que han llegado.

Nada está dicho aún, por cierto. Los días que faltan para la elección van a ser decisivos, pero sea cual sea el resultado, hay un fenómeno de disidencia política que es menester entender y acotar, porque si no se va a repetir en todos los procesos electorales venideros, sembrando zozobra e incertidumbre.

Ojalá el país más equilibrado reaccione y evite que cualquiera de los dos extremismos pase a la segunda vuelta. Superada la pandemia, a partir del 2022 seguramente, se necesitará mano firme y, sobre todo, sensata para conducir el país, no arrebatos beligerantes ni ánimos confrontacionales de alta peligrosidad para la democracia peruana.

Tags:

Candidatos, Elecciones 2021, Juan Carlos Tafur

Sin lugar a dudas, la gran sorpresa de esta elección la constituye Pedro Castillo, el maestro radical, candidato de Perú Libre, cuyo crecimiento amenaza inclusive con alcanzar la segunda vuelta o restarle tantos votos a Lescano y Mendoza que los podría sacar de la misma y ocasionar una final de derechas.

Según las últimas encuestas publicables, en Ipsos, Castillo pasaba de 3 a 6%, en IEP de 4.3 a 6.6% y en CPI de 4.3 a 6.2%. Si mantiene esa tasa de crecimiento puede dar el batacazo el 11 de abril.

De hecho, su candidatura expresa una radicalidad de izquierda que ha podido cosechar por el centramiento de Mendoza y por las falencias ideológicas de Lescano, sus dos contendores en la semifinal de izquierda que se disputa. Y su base magisterial ya demostró en la huelga de hace algunos años que tiene cierta representatividad. No debería sorprender. Hay un porcentaje pequeño de radicales en el país, pero cuyo peso crece relativamente en una elección tan atomizada como la que estamos viviendo. En una elección normal, como las últimas que hemos tenido, Castillo no pasaría de ser una expresión disruptiva ubicada en el sexto o séptimo lugar.

Pero también hay que analizar otro fenómeno, subyacente a la existencia de Castillo, y es el de la vigencia plena de vidas políticas subregionales, totalmente excéntricas al estatus limeño o costeño. La alta votación de Castillo en el centro se debe a la influencia probada de Vladimir Cerrón en la zona. Y en el sur confluyen los Aduviri, Cáceres Lliclla y demás. Eso le da sustento a Castillo.

Es buena la ocasión para reflexionar sobre la urgencia de recrear la bicameralidad en el país y que se permita en la Cámara de Diputados, la postulación de movimientos regionales, no solo nacionales. Hay un país en las regiones que necesita representación política desde hace décadas y no la encuentra en el sistema electoral y político vigente.

El fenómeno Castillo es también expresión de ello. No es solo la radicalidad de izquierda, presente indudablemente en un país plurideológico como el nuestro sino también una voz de protesta anticentralista que merece ser atendida.

Tags:

Confiep, CPI, Juan Carlos Tafur, Pedro Castillo

Verónika Mendoza, candidata de Juntos por el Perú, está atrapada en una disyuntiva sin salida clara. Entre vaivenes ha terminado finalmente por moderar sus propuestas. En general, me parece una necedad acusarla de chavista o cosa parecida, aunque sí queda claro que el suyo no es un programa económico que se sostenga en el impulso a la inversión privada, cosa que este columnista considera crucial más aún en estos momentos de recesión pandémica.

Con ello, quizás ha pretendido conquistar a parte del electorado morado, desencantado de la mala performance electoral de su líder, Julio Guzmán, o también a algunos lescanistas. Pero Mendoza a la vez tiene quien le respira en la nuca desde su propia izquierda, como es el candidato de Perú Libre, Pedro Castillo, quien, según algunas encuestadoras, está, inclusive, en el pelotón de los que podrían pasar a la segunda vuelta.

Castillo tiene un discurso mucho más radical que Mendoza. Abiertamente propone la estatización de las actividades estratégicas (gas, petróleo, minería, energía, etc.) y el otorgamiento al Estado de un rol preponderante en el manejo no solo de la economía sino de la vida social en su conjunto.

Castillo empezó creciendo en el sur andino, pero hoy su influencia se extiende a todo el territorio nacional y podía seguir creciendo porque en Lima aún no hace campaña (la ha guardado para el final de su estrategia). El candidato de Perú Libre representa el voto duro de izquierda radical, sin concesiones al statu quo, y sus voceros acusan más bien a Mendoza de haber cedido a las presiones de los grupos de poder.

Este electorado, crucial para sumar los votos necesarios para asegurar el pase a la segunda vuelta, los ha perdido Mendoza con su moderación. Bienvenida una izquierda más centrada al país, pero al mismo tiempo ello se asoma como un error electoral, ya que hay un sector ciudadano de izquierda que reclamaba mayor radicalidad (o por lo menos un sector importante que Mendoza ha soslayado).

En términos estratégicos lo que pase entre Mendoza y Castillo va a mostrarnos un juego estratégico electoral muy interesante de seguir. El 11 de abril confirmaremos si Mendoza se equivocó o acertó con su estrategia vigente.

Tags:

Candidatos, Juan Carlos Tafur, Pedro Castillo
Página 2 de 3 1 2 3
x