En el ambiente laboral y en las organizaciones cada vez se habla más del ‘coaching’, un anglicismo vinculado al verbo ‘to coach’, que significar entrenar en castellano. Sin embargo, un ‘coach’ no necesariamente equivale a un entrenador deportivo. Estos profesionales también son motivadores y se valen de una metodología para resolver problemas en el desempeño de la empresa y obtener resultados satisfactorios.
Generalmente, un ‘coach’ se dedica a identificar conflictos en el clima laboral, busca formas de resolverlos y le brinda a la empresa herramientas para que pueda desarrollarse sin depender de un asesor. Mientras realiza sus sesiones, genera empatía con sus clientes y, a veces, puede abordar problemas personales que afecten el desempeño laboral, por lo que, su valor más alto debe ser la confidencialidad con los clientes.
Para el coach Franklin Ríos, director de Perfil, la formación profesional y la experiencia que se ha tenido sobre todo en sesiones individuales es lo que más debe valorarse antes de contratar a un ‘coach’. Un punto adicional sería estar acreditado por la International Coach Federation (ICF), lo que asegura que se cumpla con una serie de requisitos.
“Un coach tiene que cumplir dos condiciones: mínimo 60 horas de formación de coaching y cumplir el código de ética que incluye la confidencialidad y protocolos importantes para el ejercicio con calidad de esta profesión”, precisa en un artículo para el centro Perfil.
Las características del ‘coach’
Por su nivel de involucramiento, un buen coach debe guiarse por estándares profesionales y debe tener la habilidad para comprender el nivel de interacción que el cliente requiere y llegar a un acuerdo en base a ello. Además de estos principios, Cesar Cáceres, docente del Diplomado Dirección de Personas de la Universidad de Piura, considera importantes once competencias, de las cuales podemos resaltar cinco principales:
El vínculo. El ‘coach’ debe ser capaz de crear un ambiente seguro y que contribuya a producir respeto mutuo, confianza, integridad personal, honestidad y sinceridad.
Saber escuchar. Es fundamental enfocarse completamente en lo que el cliente dice y lo que no dice, entender el significado de lo que se dice en el contexto de los deseos del ‘coachee’(cliente).
Comunicación directa. El ‘coach’ debe comunicarse de manera efectiva, clara y directa durante las sesiones y utilizar un lenguaje adecuado de modo que tenga el mayor impacto positivo posible sobre el cliente.
Preguntas poderosas. Hacer preguntas abiertas que evoquen el descubrimiento, la intuición, el compromiso o una acción y que aporten mayor claridad, posibilidades o nuevos aprendizajes.
Establecimiento de la meta. Crear un plan con los resultados que son alcanzables, mesurables, específicos y con fechas determinadas, identificando y accediendo a diferentes recursos como, por ejemplo, libros.