“Aquellos que rompen las reglas son escoria. Aquellos que abandonan a sus amigos son peor que la escoria”
Hatake Kakashi (NARUTO)
[MIGRANTE DE PASO] Kakashi Sensei, el personaje más querido dentro del mundo shinobi de Naruto. Este último, pequeño rubio cuyas ganas de ser reconocido lo llevaban a cometer travesuras un poco pasadas de la raya. Divertido y valiente. Cuántos niños y niñas son castigados por travesuras inofensivas. Existe una flojera docente por intentar entender y conocer los motivos en los estudiantes. Pataletas por los dos lados. Un castigo sin más es una muestra de decadencia profesoral.
“No hay camino para ser Hokage (líder de la aldea)”. “Lograré mi sueño y bajo mi propio camino ninja”. “Rendirse no es una opción”. “La idea de ser un genio del esfuerzo”. “La hermosa ilusión de cambiar el mundo a través de un libro”. “La disparatada, pero hermosa idea de luchar para salvar al contrincante de sus demonios”. “Recibir una patada de la verdad”. “El verdadero rey son los niños”. “Intentarlo todos los días es un talento de por sí”. “Nadie tiene enemigos”. “Voy a ser el rey de los piratas”.
Este tipo de enseñanzas son transmitidas en animes. Es un punto de vista, un sistema de valores y forma de pensar que le abre la mente a quienes están dispuestos. Lo mismo sucede con toda fantasía y la ficción. Siendo honesto, prefiero creer en esos mal llamados disparates que en una realidad donde el honor y la sabiduría parecen obsoletas. Vale la pena mencionar que One Piece, el manga de Eichiro Oda, probablemente una de las épicas más valiosas en la historia, logró ser el número 1 en ventas de comics en la historia. Dejó a Superman atrás.
Se suele subestimar la importancia de la ficción o cualquier incentivo de imaginación. Privar a alguien de imaginación equivale a limitar todo pensamiento, comportamiento e identidad de la persona. Probablemente sea lo más importante. Los colegios de mi país se refugian en planes lectores anticuados y muchas veces determinados por argollas literarias que arruinan el desarrollo a cambio de un poco de dinero. Sin quitarle mérito a la obra maestra Don Quijote de la Mancha, que jóvenes de 14 o 15 años lo tengan que leer obligados es demencial.
«De todos los instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones del brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y la imaginación.»
Jorge Luis Borges
Durante la etapa escolar exploré empedernidamente las ficciones. Montañas de libros, PlayStation, escritura, óleos de mi hermano, animes, el flamenco y las danzas orientales de mi madre, teatro, música y buenos ejemplares audiovisuales convivían conmigo. Ojalá llegue el día en que todos crezcamos rodeados de conocimiento, arte y cariño.
Muchos dicen erróneamente que el arte no sirve y es lamentable. Probablemente, una mente que se expone a estas actividades tiene un nivel de pensamiento crítico, una autoexploración más compleja y, sobre todo, una mente inclusiva. La sensibilidad, empatía, mente porosa y valores sociales se aprenden más del arte, lecturas y deporte que de las materias académicas, las que parecen volverse nimiedades.
Mi desarrollo físico y emocional fue bastante lento: no me afeité ni una sola vez en el colegio. Cuando mis amigos comenzaron con bares y fiestas, yo los acompañaba con morochas e Inca Kola. Mientras, me tentaban las ganas de regresar para refugiarme en las ficciones que sigo amando. Ante la crueldad infantil mi defensa era que sabía jugar futbol, pelear bien y mis irremplazables amistades incondicionales que cubrían mis espaldas.
Me gusta pensar que soy un buen amigo. Eso no seria posible sin el tiempo inmenso que pasé entre personajes e historias ficticias. Me acompañan a diario, se impregnan en mi persona y de esa manera son más reales que muchas otras banalidades.
Este desagrado y exclusión por quienes no encajan en la oferta académica es definitivamente el mayor enemigo de la enseñanza. Niñas y jóvenes son convencidos de que el cambio no es una opción. Con la agencia reprimida. Maestros para algunos y jueces para otros. Para estas personas el arte es un aliado.
El mundo académico es de gran ayuda, actualmente se encuentra desfasado respecto de los avances tecnológicos y epistemológicos. La ciencia no puede abarcar todo el conocimiento y esa lucha por la hegemonía lo ha vuelto un mundo limitante bajo la apariencia de dar alas. Sin querer, condenan a innumerables personas a creer que no pueden. Si no adaptan su formato anacrónico me atrevo a decir que la academia está destinada a desaparecer. No te hace ni más inteligente y tampoco mejor persona.
Aun en el colegio, me castigaron por un aviso de bajo rendimiento que le llegó a mis padres. Hasta hoy, con 29 años, sigo pensando que esa calaña de “aviso” es ridícula y absurda. Televisión sacada de mi cuarto, sin videojuegos, sólo libros. Me adentré en las aventuras de Marco Polo con sus diarios. Oscar Wilde me recogió entre fantasías y locuras. Por ultimo, conocí a la comunidad del anillo que Tolkien creó con su brillantez. Me leí sus libros en castellano, inglés y francés, que no hablo.
Hacer un ensayo para física era una acción diminuta y tonta ante semejante castigo productivo Cuando iba al colegio me sentía acompañado por Gandalf, Dorian Gray y Gengis Khan. Con ese grupo me sentía invencible. Así fue gran parte de mi secundaria.
Un profesor de matemáticas, Fernando Martinez, calvo de pelo y alma me enseñó por un año. Aunque un año es mucho decir, ante su falta de inteligencia y actitud matona, por la que no podía lidiar con un niño rebelde. Durante todo un grado no me dejó entrar a clase, tal vez por eso los números no son mi fuerte. Igual fue de mi agrado no ver su cara pervertida ni escuchar sus estupideces. Usaba ese tiempo para alimentar mi plano mágico con libros y buenas conversaciones.
En Buenos Aires, donde vivo, debido al enorme deficit económico la pobreza aumenta cada vez mas. Es usual que pequeños y grandes pidan comida y abrigo en tiempos de invierno. Siempre intento darles de comer: “No les des, haces mal”. “Eso es ser paternalista”. “Estas incentivando la vagancia”. Blah, Blah, Blah, ideologías baratas que no vale la pena mencionar. Si puedo ayudar a un estómago hambriento, así sea solo por un día, lo voy a hacer. Me lo enseño Sanji, el cocinero de los piratas sombrero de paja (One Piece), en este mundo el hambre tiene que dejar de ser un problema.
La vida no es una creación de moldes para cumplir funciones sociales. Las escuelas deben incentivar el desarrollo personal en la medida del individuo y sus inclinaciones. Corregir no es amputar lo diferente para ser uno más. Hay que vivir haciendo lo nuestro, sin dañar a nadie y que no importe la norma común que cada vez es más desagradable. Con sinceridad, lo que digan no es buena guía para nada. Haz lo tuyo y devórate al mundo sin ninguna ideología que adoctrine. No hay que ser chupamedias.
“Lo único que podemos decidir es qué hacer con el tiempo que se nos ha dado”
-Gandalf (El señor de los anillos)