Descentralización

La regionalización, tal como está diseñada, está destruyendo el sentido republicano del país. Fue una de las más grandes reformas emprendidas por el gobierno de Toledo, pero a la vez, uno de sus peores legados por la forma en que fue concebido, a la loca, sin pensar seriamente un diseño moderno y eficaz de la redistribución de responsabilidades y gasto público.

Lo que ha ocurrido con el congresista Hernando Guerra García y su muerte por desatención en una posta médica a cargo de la Dirección Regional de Salud de Arequipa, no es si no una demostración ostensible de lo que a diario padecen cientos de miles de peruanos en todo el territorio nacional.

Políticamente parece inviable que un gobierno y un Congreso con tan baja legitimidad puedan desplegar una reforma que va a pisar callos y encender ánimos belicosos regionalistas en todo el Perú. Lo más probable es que si quieren llevar a cabo un reordenamiento del statu quo descentralizado (que llena de plata las ubres fiscales de las que maman cientos de funcionarios públicos en cada región), las protestas terminen por generar tal caos e inestabilidad que la reforma se trunque y muera antes siquiera de haberse hecho realidad.

Pero lo que sí podrían hacer en los casi tres años que les restan de mandato es diseñar, convocando a expertos en la materia e inclusive consultoras internacionales, un rediseño del proceso de regionalización y dejar el plan hecho para que lo aplique el próximo gobierno.

Y si nuestra clase política no toma el guante, bien podría la sociedad civil hacerlo, a través del Acuerdo Nacional, que fácilmente podría conseguir financiamiento internacional para trabajar un plan de consenso entre partidos, organizaciones regionales, líderes de opinión, expertos en la materia, etc., y arrojar un plan de reconstrucción de un proceso fallido que le hace mucho daño al país y que lejos de aquietar las furias anticentralistas las ha acentuado, porque todo lo que los gobiernos regionales hacen lo hacen mal y de ello, increíblemente, se culpa también al gobierno central, el cual, desde hace décadas, no maneja la mayor parte del presupuesto público nacional.

 

Tags:

Acuerdo Nacional, Descentralización, gobierno regional, Reforma

-Potenciar las alianzas público-privadas para generar una inversión multimillonaria en infraestructura de todo tipo, de la que el país carece y sin la cual es insostenible el desarrollo productivo del país.

-Abrir todos los mercados cerrados o parcialmente cerrados, a la libre competencia nacional e internacional.

-Flexibilizar las torpes normas laborales, que, por rígidas, solo contribuyen al empleo informal y a la falta de resguardos mínimos que todo trabajador debería tener (seguro de desempleo, cobertura de salud, garantías laborales, etc.).

-Profesionalizar la administración pública. Extender los alcances de Servir a cuanta entidad estatal se pueda y lograr así un manejo relativamente eficaz de las políticas públicas. ¡Adiós primos, sobrinos, amigos, partidarios!

-Finalmente, establecer, entre los firmantes del pacto, mecanismos internos de rotación de poderes y de resolución de conflictos. Si no, por más acuerdo programático que haya, a la primera crisis estalla la alianza centroderechista que se propone.

Tags:

centroderecha, Descentralización, Educación, Salud pública

De la informalidad también se puede apreciar su estrecha vinculación con la capacidad de aprender a sobrevivir económica y socialmente, el cual les afecta cuando el Estado -a nivel regional- no les brinda las condiciones y servicios que requieren la ciudadanía para el ejercicio de su individualidad, expresada en el negocio y la casa propia.

Ya es hora de pasar de administrar un problema permanente en el tiempo a una reforma sobre el tema.

 

Tags:

Descentralización, Gobierno

 

El presidente Castillo ha vuelto a insistir en la necesidad de reforzar el proceso de descentralización. Si acaso no ha sido la suya una frase hueca, como muchas a las que nos tiene acostumbrados, debería repensar el proceso y darle auténtico impulso. Es, en ese sentido, un activo político que debiera ser empleado, su llegada a los sectores provincianos del país.

No va a ser posible reconstruir el Estado peruano, modernizarlo y adecuarlo a las exigencias de los tiempos que corren si no se emprende una transformación radical del modelo de descentralización aplicado desde el año 2000, el mismo que explica, en gran medida, por qué la prosperidad macroeconómica no se siente, en su justa medida, en buena parte del territorio nacional.

Los gobiernos regionales y locales han fracasado y se han constituido en antros burocráticos, donde autoridades corruptas o ineficientes dilapidan los ingentes recursos que reciben, propiciando que la ciudadanía no tenga salud, educación, agua potable, infraestructura de calidad, acorde a los años de crecimiento económico que el Perú ha tenido en las últimas tres décadas.

La más reciente encuesta de Datum lo confirma con meridiana claridad. El 71% de la población considera que los gobiernos regionales “no han sido solución” y es en el sur, significativamente, donde la insatisfacción es más grande: el 77% estima negativamente a las autoridades regionales, y es allí, precisamente, donde anida la mayor parte del voto antiestablishment, antilimeño, que sostiene aventuras electorales disruptivas.

Particularmente preguntada la población sobre la no ejecución de obras, un 38% culpa a los gobiernos regionales, un 28% a las municipalidades, y un 22% al gobierno central. Es evidente la ponderación inclinada en contra de sus propias autoridades locales.

De nada servirá que se reforme el gobierno central, que se modernice la gestión pública, que el sector estatal reciba crecientes ingresos fiscales mediante el aumento de la recaudación tributaria, si los gobiernos regionales y locales siguen siendo un hueco en el balde, donde se drenan millonarios recursos.

La agenda del futuro debe incluir no solo la reforma del Estado, un shock de inversiones privadas o un fortalecimiento democrático (mediante reformas por completar) sino, particularmente, una revisión a fondo del fallido proceso de descentralización iniciado hace 22 años y que ha demostrado su carácter equívoco.

Habrá que abrir un amplio escenario de debate. Resalta la notable ausencia del tema en la clase política peruana, que miopemente no percibe que mucho de lo que se pueda hacer en lo que concierne a un buen gobierno, se irá por la borda si no se cambia una estructura regional mal construida.

Ha habido un importante flujo de inversiones privadas hacia las regiones en las últimas décadas. Ese fenómeno es maravilloso, y no ocurría desde los tiempos aurorales de la República, pero no está siendo acompañado por la edificación de un sector público moderno, eficiente y, sobre todo, carente de corrupción.

 

 

Tags:

Descentralización, Pedro Castillo
x