Magnet Márquez

[EN LA ARENA] La educación es un dispositivo fundamental para el gobierno de un país porque hace real el vínculo que ha establecido, acordado o impuesto para su población. Nos pueden educar como ciudadanos pero también como súbditos. Ese es un gran reto que la República peruana en muy pocas ocasiones se lo ha tomado realmente en serio. Los niveles de analfabetismo y carencia de escritura en lenguas orales (valga la redundancia) fueron tan altos en los siglos XIX y XX que la Constitución de 1979 tuvo que explicitar que las personas analfabetas también podían votar, pues de lo contrario se estaba negando la condición de ciudadanía a grandes porcentajes de población.

También podríamos reconocer que en los últimos cincuenta años ya casi no existe población que no pueda leer y escribir, pero debemos admitir, como siempre nos lo indican las pruebas internacionales, que de poco ha servido, pues no se comprende lo que se lee y, lo que se escribe, no trasciende aquello que podemos compartir en un chat. Conocido como el analfabetismo funcional, lo que ha ocurrido en el país es que lo único que hemos conseguido es que este se expanda, al punto de llegar al mismísimo gobierno y conseguir el control del Estado.

Como evidencia tenemos a la actual Comisión de Educación liderada por tres congresistas sumamente cuestionados por sus ataques a la educación nacional: el Presidente de la Comisión, José María Balcázar, temido por su defensa al matrimonio infantil, es egresado y docente en Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo, una de las universidades cerradas por la Sunedu por no cumplir con los mínimos de calidad para obtener su licenciamiento. Ahora en el poder, socavando lo poco que resta del serio profesionalismo de la Superintencia, es uno de los autores del proyecto de Ley que busca que las universidades consigan un licenciamiento indefinido y permanente, con los nuevos criterios que ellos proponen. Y el Secretario Esdras Medina, pastor evangélico, activo integrante de Con mis hijos no te metas, acusado (pues la denuncia fue retirada) de maltrato a su esposa e hija, nos entrega el sustento: es que la Sunedu es una Gestapo, una suerte de policía nazi que persigue a las pobres universidades marginadas por su sencillez. Para completar el triunvirato, tenemos a Paul Gutiérrez Ticona, el Vicepresidente de la Comisión quien basado en la decisión personal que ha tomado de no dar pensión alimenticia su hija porque ha desaprobado cursos en la universidad, ha presentado un proyecto de ley para modificar las causales de exoneración de pensión de alimentos para los estudiantes de bajo rendimiento.

De esta manera se confirma que con docentes que no pasan las pruebas de nivel básico en las escuelas y universidades estafa que reciben a sus estudiantes, sí se puede llegar muy alto: se puede ser congresista, dueño de una universidad, dominar a las mujeres desde que son pequeñitas. De poco valieron el proyecto de modernización educativa de Manuel Odría o el proyecto de educación liberadora de Juan Velasco. Proyectos de esa magnitud, urgentes para transformar el país resultan hoy inverosímiles para un gobierno que ha conseguido, con el beneplácito de la oligarquía, dejar en manos de personas que sólo buscan el interés personal el futuro de nuestras niñas y niños. Ojalá algún día nos lo perdonen.

 

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SE REPITE LA HISTORIA

Pero esta no es la primera vez que existe un conflicto entre los trabajadores del Ministerio de Educación y las personas a cargo de dicho sector. En febrero del presente año, los empleados que se encuentran bajo el régimen CAS habían denunciado que Óscar Becerra, quien entonces era ministro de Educación,  había generado un clima de confrontación con ellos al repetir en sus apariciones en medios de comunicación que el Minedu contaba con más de ocho mil empleados CAS pese a que, tal como lo expuso Sudaca en el informe titulado MENTIRAS Y POLÉMICAS EN EL MINEDU, el número real apenas superaba la mitad de la cifra señalada por el ministro.

Además, el clima en las oficinas del Minedu venía de otro escenario de tensión, esta vez originado por el predecesor de Becerra, el exministro Rosendo Serna, quien había acusado a los coordinadores territoriales de no viajar para cumplir con sus obligaciones y señaló que estos recibían un salario “exorbitante” mayor al de gerentes y directores regiones de educación pese a que esto era mentira.

Pese a los cambios en Palacio de Gobierno, en la Presidencia del Consejo de Ministros y en el mismo Minedu, el ministerio parece sumido en una interminable crisis que no sólo afecta a los estudiantes sino a los propios trabajadores del sector educación. Sudaca intentó comunicarse con dicho ministerio, pero hasta el cierre de este informe no obtuvimos respuesta.

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