Edward Málaga

José Santos Chocano fue un poeta muy funcional a la dictadura de Augusto B. Leguía. De acuerdo con lo escrito por quien fuera talentoso intelectual Pedro Planas, Chocano justificó la quiebra del orden institucional por parte del megalómano autócrata señalando que el Perú no estaba preparado para la democracia. Por tal motivo, razonaba, el Perú requería una “dictadura organizadora” que establezca, desde la palestra de una autoridad irrefutable, las bases institucionales para transitar hacia la anhelada libertad*.

No ha dicho más el congresista Edward Málaga. Según él, a diferencia de Alemania, el Perú no está preparado para la democracia por lo que sus normas se quiebran cotidianamente. La solución propuesta por el padre de la patria difiere poco de la de Chocano: “hay que ajustar la democracia”, “seguirá siendo democracia pero …” 

Vamos por partes, el argumento de Chocano y de Málaga es falaz. Ningún autoritarismo conduce a la democracia, la socava. Las democracias maduran a través del tiempo. Tales son los casos de Alemania y Estados Unidos. En esos países, la legitimidad que otorgan la Constitución y las leyes se ha convertido en costumbre, se ha vuelto consuetudinaria y esto ha sucedido porque ha prevalecido por décadas o siglos. 

La democracia necesita tiempo para que las instituciones maduren, arraiguen, funcionen y finalmente le brinden a la ciudadanía servicios de calidad, fortaleciéndola como tal y también en su conciencia de sí. La democracia requiere continuidad, no su interrupción, tampoco su acotación. 

¿Cuánto tiempo ha regido la democracia en el Perú?  En el siglo XIX, salvo Manuel Pardo y Nicolás de Piérola, los presidentes fueron caudillos militares. ¿se fortalecieron así las instituciones democráticas como afirmaba Chocano? Desde luego que no. 

La República Aristocrática (1895-1919) fue el primer ensayo mediadamente serio de implementación del orden constitucional en el Perú, aunque solo votaban los varones, contribuyentes y alfabetos: era la época. La verdad no nos fue tan mal.  Planas explicaba que de aquella aristocracia debimos transitar a la democracia y se lamentó mucho de que, en dichas circunstancias, se haya interpuesto el gran modernizador Leguía para legarnos la dictadura, macabro invento del siglo XX. La dictadura no es un modelo distinto, es la reversión de todos los valores y garantías democráticos, sin más.  

El Oncenio inició con el golpe de Estado del 4 de julio de 1919. Desde entonces hasta el fin del milenio, 57 años fuimos gobernados bajo dictaduras y apenas 24 en democracia ¿ya entiende el congresista Málaga por qué nuestra frágil institucionalidad no es una cuestión de idiosincrasia? Es más sencillo,  el militarismo nos impidió construir nuestra república democrática desde que nos fundamos como Estado independiente. 

¿Y ahora qué sucede? quienes nos gobiernan están corroyendo las precarias instituciones que instauramos al recuperar la democracia el 2000. No es un problema de la sociedad, es la distopía favorita de la clase política: sembrar el caos más absoluto y apuntalar al crimen organizado para que ejecute públicamente a jaladores de colectivos, cobradores de microbuses, humildes emolienteros, o a cualquier ciudadano de a pie que se niegue a pagar cupo. El objetivo es claro: “que todos clamen aterrorizados por la llegada de un Bukele peruano, autoritario como ninguno, que reestablezca el orden y “ajuste nuestra democracia a la realidad”. Déjà vu

*Planas, Pedro. La República Autocrática. Lima, Friedrich Ebert, 1994. 

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¿Por qué el Partido Morado no pudo aprovechar la buena imagen que dejó el expresidente Francisco Sagasti para tener mejor suerte en las elecciones?

Decisiones políticas erradas que se tomaron durante la campaña. Por ejemplo, romper el vínculo entre el presidente y el partido. Una vez que Sagasti asumió, se dijo que él no quiso tener una relación con el partido y el partido también tomó la decisión de no involucrarse. Esa decisión, que podría parecer principista, jugó en contra. Porque, si tienes una persona con alta aprobación, eso debería impactar en la imagen de ese partido de cara a las elecciones y no fue el caso porque hubo un desmarque y un deslinde muy difícil de entender.

¿Por qué el expresidente Sagasti no se acercó al Partido Morado tras culminar su mandato?

No tengo una respuesta a eso. No soy vocero, miembro ni fundador del  Partido Morado. No puedo hablar por ellos. Pero sí te diré que, efectivamente, no hay una identificación del expresidente Sagasti hacia afuera con el partido. A mí también me llama la atención. Cuando habla en público no lo hace a nombre del partido y el líder del partido tampoco hace referencias a Sagasti. Ahí también vas a ver una manifestación de la mala comunicación a nivel político y eso nos afecta a todos.

Como congresista del Partido Morado, ¿pidió una explicación para estos hechos?

En los primeros seis meses de nuestra gestión hice preguntas, pero teníamos el problema de la comunicación. No había con quién comunicarse. Hacía preguntas, pero no había respuestas.

¿Cómo era la comunicación en época de campaña?

La primera parte de la campaña hubo una comunicación muy eficaz. Teníamos un aparato partidario que convocaba reuniones diarias, se hablaba de estrategias y había acciones conjuntas. Pero, ya en la recta final de la campaña, cuando el candidato estaba muy desacreditado por el incidente del incendio y se veía que sus números bajaban en las encuestas, entonces se vio un declive y el partido entró el modo emergencia y toda esa organización tan meticulosa fue dejada de lado. 

Uno de los puntos característicos de su campaña para ingresar al Congreso fue la importancia que le daba a la ciencia y tecnología, ¿qué lugar ocupan actualmente en el Legislativo?

Un lugar muy pobre. La crisis política ha tomado tal dimensión que ha eclipsado la posibilidad de trabajar agendas temáticas. Ha sido muy difícil trabajar por la ciencia en un clima de ingobernabilidad. Fue muy frustrante ver que en la comisión nos hemos concentrado en la creación de un ministerio de ciencia por pedido de Pedro Castillo y no porque él crea en su importancia sino por cumplir una promesa hecha en campaña a Modesto Montoya  a cambio de votos de científicos.

**Fotoportada por Darlen Leonardo

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