Juan Carlos Tafur

Castillo en el centro de la tormenta

“Basta que un Primer Mandatario esté bajo sospecha cierta de corrupción para que se activen los mecanismos constitucionales previstos en la Carta Magna para su remoción del cargo”

¿A partir de las delaciones ya efectuadas por Karelim López puede alguien creer que el presidente Castillo está al margen de la red de corrupción de su gobierno? ¿A propósito de lo denunciado por el periodista Ricardo Uceda respecto de los trasiegos en Petroperú, puede alguien pensar que el Primer Mandatario no estaba al tanto de lo que allí sucedía?

 

Ha sido Castillo, y no otro, quien ha nombrado a los ministros en cuestión, Juan Silva en Transportes, y a Carlos Palacios, en el de Energía y Minas. Y ha sido Castillo, según diversas versiones periodísticas, el autor de todas las presiones por nombrar al gerente general de Petroperú, una de las cajas de corrupción en este régimen.

No hace falta esperar que el proceso fiscal o judicial concluyan sus pesquisas respecto de la inocencia o culpabilidad del presidente. Ese proceso va a tomar años, como corresponde que ocurra. El golpe y las implicancias son políticas. Basta que un Primer Mandatario esté bajo sospecha cierta de corrupción para que se activen los mecanismos constitucionales establecidos en la Carta Magna para su remoción del cargo.

La vacancia por incapacidad moral, inicialmente prevista para casos en los que el gobernante perdía el quicio, ha derivado en circunstancias en las cuales es pasible de suspicacia cierta la moralidad del presidente. Así procedió la vacancia de Fujimori, casi sucede con Kuczynski (renunció antes de que se procediera a ella) y de esa forma aconteció con Vizcarra.

Ya cuando se conocieron las reuniones clandestinas del Primer Mandatario en la casa del pasaje Sarratea, se tendieron las primeras sombras respecto del manejo ético del poder. Hoy, luego de las fundadas denuncias de una persona allegada al cogollo presidencial, como es la lobista Karelim López, no queda duda alguna de que es desde la cúpula del poder palaciego que se ha tejido la red de corrupción que ha sido develada a lo largo de las últimas semanas por diversos medios de prensa, y que hoy simplemente hacen sentido poniendo al centro de la trama al mismísimo Pedro Castillo.

 

 

Sería una vergüenza que el Congreso no pueda hacerse cargo del problema, como corresponde. Se espera, en particular, que Acción Popular y Juntos por el Perú actúen con integridad y permitan, con sus votos, que el proceso de vacancia comience. Si, por razones distintas, se pliegan a la voluntad de impunidad oficialista habrán cavado su tumba política y tendrán que responder al pueblo por su inconducta.

 

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Pedro Castillo, Vacancia

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