[El Corazón de las Tinieblas] 

Un estudiante me preguntó alguna vez por qué algo tan natural como el intercambio cultural resulta hoy cuestionado y tildado de apropiación cultural por el wokismo. Le mencioné el ejemplo de la mujer blanca que eventualmente decide usar trenzas africanas o box braids y que podría ser interceptada en las calles de USA por un activista para enrostrarle su frivolidad, o por tomar como moda una costumbre ancestral.  

¿Se justifica la actuación de la activista? ¿debieron los hippies arreciar contra las multitudes que vistieron pantalones acampanados y que sin embargo no vivían en casas rodantes ni de acuerdo con sus pautas contraculturales? Felizmente, los animadores de Woodstock preferían la paz y el amor. Mencionarlo no es baladí: sobre el odio no podemos construir nada. <<La violencia solo engendra violencia, muerte y destrucción>> nos dijo el Papa Juan Pablo II cuando visitó el convulsionado Perú en Febrero de 1985, entre apagones generales, torres derrumbadas, pobreza extrema y migración masiva. 

La cara opuesta al ejemplo del estudiante lo acaba de vivir la congresista Susel Paredes. A la reportera de un medio televisivo conservador no se le ocurrió nada peor que emplazarla en la puerta del baño de damas del Congreso, impidiéndole el paso, increpándole que si se creía hombre debía acudir al baño de varones. Desde nuestra mirada, el solo hecho amerita la suspensión indefinida de la periodista. Más allá de eso, y más allá de que Susel le aclaró -con el aplomo que solo otorga décadas de lucha- que ella era homosexual y no trans, la abierta discriminación en contra de la orientación sexual de la representante es el agrio sabor que nos deja un incidente que jamás debería repetirse. 

Recién Stalisnao Maldonado escribió sobre un tema que hemos atendido en esta columna en varias ocasiones: los excesos de un wokismo que, paradójicamente, nació del liberalismo y los derechos fundamentales pero que devino en su versión más distorsionada e insidiosa. Maldonado llama a recuperar dichos derechos, llama a luchar por las minorías sexuales, por los pueblos originarios pero, al mismo tiempo, a no olvidar que de esos derechos también gozamos todos los demás seres humanos del planeta.

El gran error del wokismo fue pensar que luchar por los derechos de las minorías implica oponerse y negarles esos mismos derechos a las personas situadas fuera de sus reivindicaciones, así como optar por unos derechos fundamentales en desmedro de otros, de acuerdo con su propia agenda política. 

De allí la lista interminable de abusos y atropellos perpetrados a través de la cultura de la cancelación, así como la descomunal criatura engendrada, que apenas sí se abre paso torpemente sobre el mundo, sin importarle lo que destruye con cada pisotón: Donald Trump.

Fuente de la imagen: www.France24.com

Pese a los deficientes resultados del gobierno, la Presidencia del Consejo de Ministros ha destinado varios cientos de miles de soles para sus fotografías, videos y redes sociales. Sudaca accedió a los gastos de la PCM de los últimos meses que evidencian gastos desmedidos en esta área.

Desde que Dina Boluarte asumió la presidencia, aquel recordado 7 de diciembre del 2022, la aprobación nacional se convirtió en una colina imposible de escalar. La falta de convicción para pedir el adelanto de elecciones, una postura sumisa ante el Congreso y esa tendencia a llenar ministerios con personajes de dudosa capacidad que agravaron los problemas del país llevaron a que para la mayoría de peruanos sea imposible sentirse representado, o por lo menos escuchado, por el Ejecutivo.

Esta situación, pese a su gravedad, nunca llevó a que el gobierno ponga en duda su propia continuidad. Por el contrario, como se ha podido ver en los últimos días con la cuestionada franja informativa que el Ejecutivo pretende imponer para presumir sus logros, el objetivo parece ser agotar todos los recursos para lavarle su imagen.

Pero, por supuesto, esta búsqueda de fabricarle al gobierno una imagen que refleje eficiencia cuando la realidad luce radicalmente opuesta no es gratis. Sudaca ha podido revisar las contrataciones de la Presidencia del Consejo de Ministros y ha encontrado elevados gastos en áreas que, lejos de buscar eficiencia en el Ejecutivo, parecen querer satisfacer la vanidad del gobierno.

LOS GASTOS DE LA PCM

Durante las últimas semanas y meses, la vanidad de la presidenta Boluarte se ha convertido en un tema de interés nacional debido a las mentiras que existieron detrás de un procedimiento estético al que se sometió. Sin embargo, este interés por realizarse arreglos que mejoren su imagen no es exclusivo de la mandataria.

Con Gustavo Adrianzén Olaya como primer ministro, la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) ha realizado pagos muy elevados por órdenes de servicio relacionadas con las fotografías que se toman en las actividades públicas. Pero, además, la PCM también ha hecho un importante desembolso para que a estas imágenes les mejoren las imperfecciones y mejoren la iluminación.

Un ejemplo de este tipo de gastos es la siguiente orden de servicio que corresponde al mes de abril del año pasado cuando, bajo la gestión de Gustavo Adrianzén, la Presidencia del Consejo de Ministros utilizó nueve mil soles del presupuesto disponible para pagar el servicio de retoque de imágenes fotográficas.

Cristian Rebosio 

Aunque la aprobación del gobierno no sufrió ninguna mejora y los problemas de los distintos ministerios se continuaron agravando, la prioridad en la PCM parecía radicar en salir bien en las fotos. En agosto del 2024, la cifra a pagar por fotografías en eventos en los cuales el Ejecutivo pretendía reflejar una imagen de eficiencia muy distinta a la realidad alcanzó los veintisiete mil soles.

Cristian Rebosio 

Si se calcula el total desde el día que Dina Boluarte se puso la banda presidencial, la Presidencia del Consejo de Ministros, con Alberto Otárola y Gustavo Adrianzén al mando, ha desembolsado un total de 228 mil soles en fotografías y la edición de estas entre enero del 2023 y enero de este año.

Cristian Rebosio

Esta inversión en fotografías se vuelve más impactante cuando se contrasta con el gasto que se realizaba anteriormente. Durante el gobierno de Pedro Castillo, las órdenes de servicio por fotografías de los eventos de la Presidencia del Consejo de Ministros y sus conferencias de prensa apenas alcanzaban los 114 mil soles, una cifra que es la mitad de lo que han pagado hasta la fecha con el aval del expremier Otárola y Gustavo Adrianzén, quien actualmente se encuentra al frente de la PCM.

GESTIÓN DEFICIENTE, PRODUCCIÓN ENVIDIABLE

Pero este no ha sido el único gasto que la Presidencia del Consejo de Ministros autorizó para presumir el trabajo que realizan. Pese a que los resultados del gobierno actual han sido, indiscutiblemente, deficientes, la producción detrás de sus eventos ha contado con un presupuesto envidiable.

Sudaca ha encontrado que, durante los últimos dos años, la PCM ha pagado 208 mil soles para que sus eventos y conferencias de prensa no sólo cuenten con fotografías sino con los respectivos videos.

Cristian Rebosio 

¿GABINETE INFLUENCER?

Además, el Ejecutivo no ha querido quedarse relegado en lo que respecta a presencia en las redes sociales y, mucho menos, desaprovechar esa tribuna para instalar la imagen de gobierno competente, aunque eso represente un costo sorpresivamente alto. En la siguiente imagen podemos observar una orden de servicio, que corresponde al mes de enero de este año, con la cual han pagado treinta mil soles por un servicio especializado en comunicación y redes sociales para la Presidencia del Consejo de Ministros.

Cristian Rebosio

Los pagos por este servicio especializado en redes sociales empezaron en el año 2023, al poco tiempo de la toma de mando de Dina Boluarte. Desde esa fecha hasta la actualidad, se ha invertido en dicho servicio una suma total de S/. 243,335. Aunque este no ha sido el único gasto en redes sociales.

 

Cristian Rebosio

No conforme con destinar una suma considerable para redes, entre los meses de noviembre del 2024 y febrero del presente año, la PCM ha utilizado 32 mil soles en un servicio de medición y análisis de las publicaciones que se realizan en las redes sociales.

Cristian Rebosio

LAS COSTUMBRES DE SIEMPRE

Sin duda, una de las características del gobierno de Dina Boluarte ha sido el vincularse con funcionarios con antecedes cuestionables y en la Presidencia del Consejo de Ministros esa costumbre se estaría manteniendo. A esta larga lista de gastos en redes, fotografías y filmaciones se le ha sumado el contrato de un excamarógrafo de TV Perú involucrado en una situación muy extraña.

Sudaca pudo acceder a una resolución del Instituto de Radio y Televisión del Perú (IRTP) que data del año 2017 y en la cual se detalla un polémico hecho que involucra a uno de los actuales trabajadores de la Presidencia del Consejo de Ministros. La persona en cuestión es Manuel Kanilín Quintasi Laura.

En el año 2016, Quintasi Laura trabajaba para TV Perú como camarógrafo. Pero en noviembre de ese mismo año, un mes antes del final de su contrato, fue acusado de sustraer una tarjeta de memoria propiedad del IRTP de uno de los módulos de recepción de video ubicado en el área de gerencia de prensa, situación que habría sido comprobada por las cámaras de seguridad.

Cristian Rebosio

Sin embargo, Quintasi Laura no estuvo dispuesto a devolver dicha herramienta de trabajo cuando se le solicitó. Acorde a lo relatado en la resolución revisada por Sudaca, el entonces camarógrafo de TV Perú se negó y fue debido a la insistencia que devolvió la tarjeta de memoria.

Cristian Rebosio

Pero eso no ha sido impedimento para que obtenga buenos contratos con la Presidencia del Consejo de Ministros y, desde el 2023 hasta la fecha, Quintasi ha logrado acumular un total de 208 mil soles por su servicio de cobertura y edición del material audiovisual de los eventos que realiza la PCM.

Cristian Rebosio

La adecuada difusión de las actividades del gobierno puede ser fundamental para que la población esté al tanto del cumplimiento de los compromisos asumidos. Pero, cuando el Ejecutivo no sólo incumple sino que pretende distorsionar la realidad, gastar más de setecientos mil soles en rubros como fotografías y redes sociales sólo parece ser otra ofensa a una ciudadanía cada vez más enemistada con sus gobernantes.

[La columna deca(n)dente] El artículo “Sobrevivir en Perú”, de Clara Elvira Ospina, es un retrato lúcido y descarnado de la profunda crisis que sacude al país. A través de una serie de escenas reales y estremecedoras —desde asesinatos y accidentes insólitos hasta intoxicaciones letales y negligencias farmacológicas—, la autora revela una nación marcada por el abandono gubernamental, la corrupción arraigada, la impunidad persistente y una informalidad que permea todos los ámbitos de la vida diaria. Su mensaje es contundente: el Estado ha fallado en sus responsabilidades más básicas, y en ese vacío de autoridad, la supervivencia ha sustituido a la ciudadanía.

Como se sabe, un Estado se define por su capacidad para imponer el orden jurídico y ejercer el monopolio de la violencia legítima. En el Perú, sin embargo, la violencia está fragmentada y cooptada por organizaciones criminales, mientras que el orden jurídico se diluye entre la impunidad y el soborno.

Los hechos que narra Ospina no son excepciones ni accidentes del destino: son parte de un patrón sistémico. La negligencia, la inseguridad y la injusticia ya no escandalizan; se han vuelto rutina. Desde una perspectiva de política comparada, el país presenta rasgos propios de Estados colapsados o en vías de colapso, donde las instituciones son incapaces de contener al crimen organizado ni de garantizar derechos fundamentales.

El sociólogo argentino Guillermo O’Donnell habló de zonas marrones, donde el Estado carece de presencia efectiva y la legalidad es una ficción. En América Latina, advertía, coexisten territorios con presencia estatal funcional y otros donde la ley es apenas una sugerencia. En el Perú, esa realidad adopta la forma de un “Estado dual”: uno que existe formalmente, pero que resulta irrelevante en la vida diaria de millones de peruanos y peruanas atrapados entre la informalidad, el abandono y el desgobierno.

En este contexto, la captura del Estado se manifiesta de manera clara y alarmante en el Congreso, que ha dejado de ser una institución encargada de legislar para el bienestar común y se ha transformado en una maquinaria de autoprotección y beneficio privado. A través de Fuerza Popular, Alianza para el Progreso, Perú Libre, Renovación Popular y otras bancadas, los legisladores diseñan leyes que los blindan a sí mismos y a las organizaciones criminales que operan impunemente. Mientras tanto, el Ejecutivo se limita a repetir discursos sobre el orden y la autoridad desde un “cuarto de guerra” sin capacidad ni voluntad para hacerlos realidad.

En palabras del escritor Nicolás Yerovi, en el país “no hay ciudadanos, sino sobrevivientes”. Y no le falta razón. En un sistema donde la corrupción se ha institucionalizado, el ciudadano ha dejado de ser sujeto de derechos para convertirse en un náufrago cotidiano.

La pregunta clave es: ¿cómo salir de este laberinto? No hay respuestas simples, pero está claro que el punto de partida debe ser una reforma profunda del Estado, un proceso que desmonte las redes de corrupción, recupere la legitimidad de las instituciones y restablezca el vínculo entre ciudadanía y Estado. La indignación es necesaria, pero no suficiente; debe traducirse en acción política. Y esa acción no vendrá del actual Congreso. El cambio deberá ser impulsado por partidos políticos que hoy están fuera del poder. 

Sobrevivir en el Perú se ha vuelto una hazaña diaria. Pero no debería serlo. Volver a ser ciudadanos, con derechos plenos y garantizados, es el desafío político más urgente de nuestro tiempo.

-Si Martín Vizcarra pudiera presentarse a las elecciones, por lo menos pasaría a la segunda vuelta. ¿Por qué ocurre ese fenómeno en alguien con serias denuncias de corrupción, con un manejo pésimo de la pandemia y con una disolución del Congreso finalmente declarada inconstitucional? La razón me parece muy sencilla y puede servirle de referencia a los candidatos del 2026: Vizcarra se enfrentó a la partidocracia frontalmente y la gente odia al elenco estable de la política peruana. Si alguien quiere destacar en la jornada electoral venidera sería bueno que vaya enfilando sus baterías contra el establishment que hoy conforma la alianza Ejecutivo-Congreso, que simbolizan Dina Boluarte, Keiko Fujimori y César Acuña.

-¿Qué admiro de Mario Vargas Llosa, a propósito de sus 89 años recién cumplidos? Varios atributos: su incondicional vocación por decir lo que piensa, sin tapujos y sin que importe el lugar común arraigado, su compromiso irreductible con las libertades, su pródiga dedicación a muchas causas simultáneas, pero, sobre todo, su inmensa voluntad de trabajo (ya quisiera tener el 10% de su capacidad de enfrascarse en lecturas, aún hasta hoy).

-Si he podido con la U, puedo hacerlo con el Perú, ha dicho Jean Ferrari, administrador del equipo más popular del país, haciendo referencia al salvataje administrativo que ha efectuado de un club que estaba prácticamente quebrado, con una millonaria deuda, y poniendo en evidencia que alberga ya el bichito de la política en su seno. Su gran popularidad lo haría, sin duda, un candidato que podría dar la sorpresa. Está inscrito en Avanza País así que mucho ojo con él.

– A inicios de año, la Comisión de Dumping, Subsidios y eliminación de barreras comerciales no arancelarias del INDECOPI dispuso iniciar un procedimiento de investigación por presuntas prácticas de dumping en las exportaciones al Perú de alambrón de acero sin alear, de bajo y alto carbono, de sección y superficie lisa, y con determinadas dimensiones, originario de China. Mucho ojo con ceder a presiones de la competencia afectada y a trasiegos indebidos en el organismo regulador. Lo único que nos faltaría es que, sin pruebas suficientes y acreditadas, entremos en una guerra comercial con China, dado el impulso proteccionista de Donald Trump. Léase el informe que ha preparado Sudaca al respecto https://f.mtr.cool/oyirhpodjr.

Se impacta a pequeña y mediana industria, construcciones y autoconstrucción

A inicios de año, la Comisión de Dumping, Subsidios y eliminación de barreras comerciales no arancelarias del INDECOPI dispuso iniciar un procedimiento de investigación por presuntas prácticas de dumping en las exportaciones al Perú de alambrón de acero sin alear, de bajo y alto carbono, de sección y superficie lisa, y con determinadas dimensiones, originario de China.

Cabe recordar que ya en 2017 la Sala de Defensa de la Competencia del Tribunal del INDECOPI (Resolución 302-2017/SDC-INDECOPI) señaló que una situación similar en el sector nacional del acero no evidenciaba indicios de daño a la industria nacional. El INDECOPI habría sido sorprendido e inducido al error por algunos fabricantes locales que tienen posición oligopolica y prácticas de posición dominante de mercado y que han solicitado una medida cautelar, que perjudicaría a la pequeña y mediana industria peruana y al ciudadano de a pie porque incrementaría el costo para las diversas construcciones y autoconstrucción en nuestro país.

Las empresas peruanas tienen que sobrevivir y crecer por su intrínseca competitividad, no por protecciones arancelarias, para arancelarias, subsidios ni prácticas mercantilistas. Con la agresividad de EEUU en materia de aranceles, no podemos friccionar  innecesariamente nuestras relaciones comerciales con China, que es  nuestro principal socio comercial y menos poner en riesgo nuestro TLC con ellos.

Los miembros de la Comisión de Dumping de INDECOPI son: Gonzalo Martín Paredes Angulo (Presidente de la Comisión), Humberto Ángel Zúñiga Schroder, Manuel Augusto Carrillo Barnuevo y Carlos Gustavo Carrillo Mora. De esta manera, el INDECOPI se pone a prueba. El profesionalismo, la objetividad y la defensa del libre mercado, no pueden ceder, a las presiones políticas, gremiales ni al lobby mercantilista. 

La gran industria local no es capaz de abastecer mercado interno

La industria local no tiene capacidad instalada para abastecer mercado interno, por ello la  investigación debe estar basada en evidencias concluyente y no especulativas con informes de la parte interesada en perjuicio de la industria nacional que utiliza el alambrón chino como insumo para ser transformado en productos finales.

Los gremios empresariales deben defender el libre mercado y no intereses particulares de empresas que buscan proteger indebidamente a empresas que abusan de su  posición dominante de mercado a expensas de la libre competencia.

El INDECOPI debe revisar con objetividad y detenimiento su decisión de iniciar la investigación antidumping al alambrón de acero chino y descartar por infundado cualquier pedido de aplicación de derechos provisionales.

INDECOPI debe corroborar cifras e identificar correctamente la materia prima del alambrón extranjero y nacional

Según la Resolución aparecida en El Peruano, para abrir la investigación el INDECOPI tomó por cierta la información presentada por empresas con intereses particulares en el sentido que su costo de materia prima se incrementó 2.9% entre julio 2021 y junio 2024. ¿Se corroboró debidamente esa información? El informe del INDECOPI no comenta un hecho de conocimiento público que contradice tal afirmación: según datos de la SUNAT, en ese mismo periodo, el precio FOB de la chatarra de acero importada (desde Estados Unidos, Bolivia y Chile) por la empresa denunciante – su principal materia prima para fabricar alambrón de acero – cayó más de 23%. No hay explicaciones en el informe del INDECOPI respecto de esta evidente contradicción.

 

Del mismo modo, el INDECOPI ha tomado por ciertas las afirmaciones en el sentido que el alambrón importado de China se fabrica con chatarra de acero, cuando ni siquiera la información publicada en la página web de la World Steel Association permite hacer tal aseveración. Al identificar equivocadamente la materia prima del alambrón extranjero, el INDECOPI desconoció la competitividad en costos de producción del alambrón de acero chino y atribuyó ciegamente la diferencia de precios entre el producto importado y el nacional a una supuesta práctica de dumping.

La importancia de que el INDECOPI corrobore sus cifras e identifique correctamente la materia prima del alambrón extranjero y nacional se hace evidente al revisar los argumentos esgrimidos para justificar el inicio de la investigación y el pedido de medidas provisionales. 

Adicionalmente, según el INDECOPI entre junio de 2021 y junio de 2024 las importaciones chinas hicieron bajar el precio del alambrón de acero nacional 18.3%. Sin embargo, los datos de la SUNAT son claros: en ese mismo periodo, el precio FOB de la chatarra de acero importada de la industria nacional cayó más de 23%. Para un producto cuya materia prima representa más del 80% del costo unitario total de producción, esto significa que las importaciones chinas no tuvieron incidencia en la reducción del precio nacional. Por el contrario, la industria nacional podía haber reducido su precio de venta interna al menos un 5% más, pero no quiso hacerlo. 

Más aún, lo señalado por el INDECOPI respecto del “daño” de la industria nacional pone en duda la razonabilidad del inicio de investigación. El INDECOPI cita a la Organización Mundial del Comercio cuando señala que debe darse especial consideración a los últimos años del periodo de análisis porque ello refleja mejor la situación actual de la industria. 

¿Qué dicen los datos analizados por el INDECOPI en este caso? Que entre julio de 2022 y junio de 2024 (precisamente los dos últimos años analizados), los indicadores de producción, uso de la capacidad productiva, ventas internas, participación de mercado, inventarios, productividad y salarios tuvieron resultados favorables: el empleo se mantuvo prácticamente igual, aunque creció entre julio de 2021 y junio de 2024. Incluso la industria nacional realizó grandes inversiones en 2023 para implementar una nueva laminadora y una planta de clavos y alambres. 

Finalmente, los importadores no compiten con la industria nacional de alambrón de acero y por tanto sus importaciones no pueden causar ningún “daño” a la industria nacional de alambrón. Más aun, las acerías nacionales no solo son ineficientes en el manejo de sus costos de alambrón, sino que tampoco tienen capacidad suficiente para abastecer el mercado. Por ello, aplicar derechos antidumping provisionales o definitivos no cambiaría la situación económica de la industria solicitante y castigaría injustamente a toda la cadena de valor de productos derivados del alambrón.

[Migrante al paso] Volví a interesarme por Dungeons & Dragons ya en la universidad. No llegó por un amigo nerd del colegio ni por una tienda de cómics escondida en algún barrio, que por cierto es algo que extraño de Buenos Aires ya que acá no se encuentran con facilidad. Llegó por Netflix. Específicamente, por Stranger Things. Ahí, entre la nostalgia de andar en bicicletas, luces navideñas y monstruos de otro plano, vi por primera vez a un grupo de chicos sentados alrededor de una mesa, tirando dados y hablando de demogorgones. No entendía muy bien cómo funcionaba el juego, pero algo en esa escena me atrapó. Era una mezcla de aventura, imaginación y amistad que despertaba nostalgia, por más que no lo haya jugado antes.

Eso era lo que yo había intentado hacer de niño. Sabía que existía algo llamado Dungeons & Dragons, mi hermano y yo ya jugábamos a crear mundos, a contar historias, a improvisar batallas entre héroes y monstruos con los pocos muñecos que teníamos. Teníamos uno que parecía un caballero, otro con pinta de mago, un par de orcos, pero no sabíamos cómo funcionaba. Recuerdo que yo tenía un libro, mis padres nos consentían y nos regalaban casi cualquier cosa que queríamos, era uno ilustrado, de esos que explican qué es un elfo, qué hace un dragón negro, qué significa un dado de veinte caras. No entendía nada. Pero lo miraba como quien ve un mapa de un país que sueña con visitar algún día. El libro no tenía instrucciones claras. Era como tener las piezas de un rompecabezas sin la imagen de referencia. Y aun así, algo me decía que ahí dentro había un mundo esperando. También, mi fanatismo por El Señor de los Anillos, me había tentado y convencido en adentrarme a cualquier mundo fantástico. De hecho, el juego esta inspirado en el complejo universo creado por Tolkien.

Mi hermano mayor era el creativo, está en su naturaleza de pintor. El que inventaba los conflictos, el que hacía voces para los villanos, el que decía “de repente, escuchas un rugido” con un tono que me erizaba la piel. No sabíamos que existía algo llamado Dungeon Master. Pero él ya lo era. Sin pantalla, sin dados, sin hojas de personaje. Solo su voz, su imaginación, y su hermano menor que lo seguía a todos lados como una cola. Jugábamos en el suelo. Usábamos sillas como castillos, mantas como bosques, almohadas como montañas. No sabíamos que había reglas, ni clases, ni puntos de vida. Y, sinceramente, no nos hacían falta. Así crecimos. Mejor dicho, así crecí yo, siempre con ese recuerdo en el fondo. Luego vinieron otras cosas: videojuegos, libros, responsabilidades. Como una leyenda infantil.

Fui con un amigo a una feria medieval más por acompañarlo que por otra cosa. Sabía lo que era un juego de rol, cómo cada jugador crea un personaje con su historia, su forma de ser, y elige una clase como mago, guerrero, pícaro, clérigo, druida o bárbaro. Sabía que el roleplayconsiste en actuar como ese personaje: hablar como él, decidir como él, y reaccionar según su personalidad, no la tuya. Lo que no esperaba era encontrarme con todo eso en carne y hueso. Había gente disfrazada. Túnicas, armaduras hechas a mano, hechiceros, bardos tocando instrumentos. Nos acercamos a un puesto donde un tipo con sombrero y capa nos saludó como si fuéramos parte de su historia. Se presentó como Dungeon Master y empezó a hablar con esa mezcla de entusiasmo y autoridad que tienen los buenos narradores. Aunque yo ya sabía lo que hacía un DM —crear el mundo, inventar los desafíos, manejar a los enemigos y guiar la aventura—, escucharlo contarlo en medio de esa escenografía fue distinto. Nos dijo que ofrecía el servicio a domicilio para poder jugar. Luego de unos meses por que cumpleaños de este amigo, lo contrato y jugamos lo que fue mi primera partida.

Elegí ser un mago. Pensé en el viejo Gandalf de bata gris que me aconseja cada vez que debo tomar decisiones. Mil veces, desde pequeño, si encontraba una rama de madera simulaba que era el báculo sagrado del sabio anciano. Mi personaje tenía un pasado trágico y una misión secreta. Cuando la historia empezó, el DM habló con voz pausada, grave, como si estuviera abriendo una puerta invisible. Y yo entré. Es en definitiva el juego más inmersivo si permites que tu imaginación vuele. La partida fue increíble. Me perdí en ella. Me reí, me asusté, me emocioné. Pero lo más importante: mientras tiraba los dados y describía mis hechizos, recordaba cada momento de infancia. Recordaba a mi hermano distribuyendo los muñecos por la biblioteca de mi padre simulando que era una batalla en un calabozo. Era nuestra versión casera y absolutamente mágica de lo que ahora estaba viviendo con reglas.

Pienso que esa primera partida oficial no fue realmente mi primera vez jugando. Fue la confirmación de que ya había jugado antes. Que todo lo que hicimos de niños, sin saber cómo ni por qué, ya era Dungeons& Dragons. Solo que lo hacíamos a nuestra manera. Más libre, más caótica, pero igual de real. Ahora, me doy cuenta de que no necesito muchas cosas para sentir que estoy en una aventura. A veces, basta con cerrar los ojos.

Dungeons & Dragons no es solo un juego. Es una forma de conectar. Con otros, con uno mismo, y con esa parte de nosotros que todavía cree en héroes, magia, y posibilidades infinitas. Yo creo que incluso puede usarse como herramienta psicoanalítica.  Nunca olvidaré que mis mejores aventuras empezaron mucho antes. Con un libro que no entendía, un hermano que inventaba mundos, y una infancia que, sin saberlo, me entrenaba para imaginar.

Alberto Fujimori, con el apoyo de las Fuerzas Armadas, disolvió el Congreso peruano, cerró el Poder Judicial y tomó poderes absolutos el 5 de abril de 1992, una medida que, vista desde la perspectiva de estos 33 años, resuena como un triste recuerdo de nuestro gusto latinoamericano por caudillos y soluciones autoritarias.

En el Perú de entonces, con el caos del terrorismo de Sendero Luminoso y la debacle económica heredada de Alan García, el autogolpe fue recibido por muchos con alivio, como si la democracia fuera un lujo prescindible, ante la urgencia de la supervivencia. Fujimori prometió orden y prosperidad, y por un tiempo pareció cumplir: la captura de Abimael Guzmán y la estabilización económica bajo un modelo liberalizador le otorgaron un aura de redentor. Pero la historia, como juez incansable, nos recuerda que no hay atajos hacia la nobleza.

La valoración, en el transcurso de estas tres décadas, es ambivalente pero igualmente sombría. Es cierto que Fujimori salvó a Perú de un abismo, pero también lo arrojó a otro, al abismo de la corrupción institucionalizada y la erosión de las libertades. Su régimen, aliado con Vladimiro Montesinos, tejió una red de sobornos, espionaje y violencia que distorsionó el alma misma del Estado. El grupo Colina, la corrupción institucional, y el saqueo de los fondos públicos no son costos incidentales de su gobierno, son el costo inevitable de su lógica autoritaria. La democracia es esa delicada obra del hombre que no puede esperar a un mesías que se crea por encima de ella.

Hoy, las cicatrices de esos años aún persiguen alPerú. La estabilidad económica vino a costa de enclaves corporativistas, y la siembra de desconfianza en las instituciones se refleja en nuestra persistente inestabilidad política. Fujimori es la encarnación de la paradoja de un hombre que fue tanto salvador como verdugo. La historia no lo exonera ni lo condena; pero sí lo revela como un reflejo de nuestras propias contradicciones, nuestra incapacidad para equilibrar libertad y progreso, que nos lleva al abrazo del autoritarismo.

La del estribo: como es habitual, viendo en desorden las series de televisión. Ya terminé de ver 1883, la precuela, estoy viendo la otra precuela, 1923, y acabo de empezar con la serie matriz Yellowstone. Una saga de Taylor Sheridan que nos ayuda a entender la psique de buena parte de los Estados Unidos.

 

Lo que ha sucedido con la fiscalía en el caso Cocteles es un desastre predecible, una prueba más de lo que muchos ya sabían y temían: nuestro sistema judicial se ha convertido en víctima de la sobrepolitización, de una plaga que socava el mismo ADN de la justicia.

La anulación del juicio oral por parte de la Corte Suprema no es un error procesal; es una señal clara de que las instituciones supuestamente encargadas de garantizar el orden y la equidad están al servicio de intereses ajenos al bien común. Como ha sucedido tantas veces en nuestra historia, la justicia se ha transformado en un juego de poder en el que los hilos invisibles de la política tiran de los destinos de los casos más relevantes, como si fueran marionetas.

Lo que está en juego no es solo el destino de un caso en particular, ni de los implicados en éste, sino la misma idea de justicia, que está siendo relegada cada vez más al trasfondo. La politización de la justicia no solo comete una barbaridad contra aquellos que dependen de la protección de la ley, sino que también amenaza el mismo núcleo de la democracia, ya que el principio de imparcialidad, que debería ser el fundamento de cualquier sistema judicial, se desvanece en un caldo impregnado de manipulación e intereses oscuros.

Y lo más triste es: al perder este juicio no solo perdemos un caso: perdemos años de esfuerzo, de una lucha por la verdad. Los fiscales ahora se enfrentan a un sistema que los abandona y el ciudadano común se encuentra una vez más desencantado, aplastado y convencido de que en el Perú, la justicia es solo un espejismo, una quimera que nunca se realiza.

Debemos preguntarnos si estamos listos para seguir permitiendo que la justicia ceda ante la voluntad de aquellos que, desde las sombras del poder, manejan los hilos de los destinos de todos nosotros.

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