El engendro del wokismo

"El gran error del wokismo fue pensar que luchar por los derechos de las minorías implica oponerse y negarles esos mismos derechos a las personas situadas fuera de sus reivindicaciones, así como optar por unos derechos fundamentales en desmedro de otros, de acuerdo con su propia agenda política. De allí la lista interminable de abusos y atropellos perpetrados a través de la cultura de la cancelación, así como la descomunal criatura engendrada, que apenas sí se abre paso torpemente sobre el mundo, sin importarle lo que destruye con cada pisotón: Donald Trump."

[El Corazón de las Tinieblas] 

Un estudiante me preguntó alguna vez por qué algo tan natural como el intercambio cultural resulta hoy cuestionado y tildado de apropiación cultural por el wokismo. Le mencioné el ejemplo de la mujer blanca que eventualmente decide usar trenzas africanas o box braids y que podría ser interceptada en las calles de USA por un activista para enrostrarle su frivolidad, o por tomar como moda una costumbre ancestral.  

¿Se justifica la actuación de la activista? ¿debieron los hippies arreciar contra las multitudes que vistieron pantalones acampanados y que sin embargo no vivían en casas rodantes ni de acuerdo con sus pautas contraculturales? Felizmente, los animadores de Woodstock preferían la paz y el amor. Mencionarlo no es baladí: sobre el odio no podemos construir nada. <<La violencia solo engendra violencia, muerte y destrucción>> nos dijo el Papa Juan Pablo II cuando visitó el convulsionado Perú en Febrero de 1985, entre apagones generales, torres derrumbadas, pobreza extrema y migración masiva. 

La cara opuesta al ejemplo del estudiante lo acaba de vivir la congresista Susel Paredes. A la reportera de un medio televisivo conservador no se le ocurrió nada peor que emplazarla en la puerta del baño de damas del Congreso, impidiéndole el paso, increpándole que si se creía hombre debía acudir al baño de varones. Desde nuestra mirada, el solo hecho amerita la suspensión indefinida de la periodista. Más allá de eso, y más allá de que Susel le aclaró -con el aplomo que solo otorga décadas de lucha- que ella era homosexual y no trans, la abierta discriminación en contra de la orientación sexual de la representante es el agrio sabor que nos deja un incidente que jamás debería repetirse. 

Recién Stalisnao Maldonado escribió sobre un tema que hemos atendido en esta columna en varias ocasiones: los excesos de un wokismo que, paradójicamente, nació del liberalismo y los derechos fundamentales pero que devino en su versión más distorsionada e insidiosa. Maldonado llama a recuperar dichos derechos, llama a luchar por las minorías sexuales, por los pueblos originarios pero, al mismo tiempo, a no olvidar que de esos derechos también gozamos todos los demás seres humanos del planeta.

El gran error del wokismo fue pensar que luchar por los derechos de las minorías implica oponerse y negarles esos mismos derechos a las personas situadas fuera de sus reivindicaciones, así como optar por unos derechos fundamentales en desmedro de otros, de acuerdo con su propia agenda política. 

De allí la lista interminable de abusos y atropellos perpetrados a través de la cultura de la cancelación, así como la descomunal criatura engendrada, que apenas sí se abre paso torpemente sobre el mundo, sin importarle lo que destruye con cada pisotón: Donald Trump.

Fuente de la imagen: www.France24.com

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