El Perú pasa por uno de sus periodos más largos de vida democrática desde su independencia. Son aproximadamente 20 años que contamos con un régimen que ha asegurado -con aciertos y errores- crecimiento económico, libertades políticas y civiles y una gobernabilidad que nos ha permitido entrar en consensos razonables.

¿Pero qué pasa cuando el régimen democrático se asienta sobre una precaria oferta política y un magro sentido de ciudadanía? Pues ese es el quid de asunto desde hace 20 años. No hemos logrado consolidar una madurez política (léase entendimiento político) que nos permita hablar de las grandes reformas que necesita el Perú en el corto, mediano y largo plazo. Hemos podido apreciar que nuestra política doméstica está permanentemente enfrascada en rivalidades canibalescas -casi tribales- en la que los puentes de diálogo funcionan cuando ya estamos al borde de una destrucción de uno y otro lado del espectro político.

En la academia se tiene como premisa que las instituciones, entendidas como reglas juego, modelan comportamientos de los actores políticos y sociales. Esas reglas de juego generan confianza -según la teoría- dado que otorgan certezas en la clase política y en la ciudadanía. Así lo pudimos apreciar -por ejemplo- en España cuando pasaron de un sistema bipartidista a uno multipartidista. Aprendieron los políticos españoles a entrar en consenso con más actores en el nuevo escenario político y los ciudadanos identificaron nuevas opciones organizativas en la que militar y simpatizar.

Algo similar podemos apreciar también en el Perú, pasamos -por estos últimos años- por ciertos retos sobre el que tenemos que hablar: como los alcances y límites de nuestro régimen semipresidencialista. En un libro que escribí hace algunos años considero la posibilidad de hablar de algunos candados que nos permitan asegurar reglas de juego claras sin estar preocupados por su quiebre.

En el país, es necesario poner en el debate público reformas que reimpulsen la gobernabilidad democrática en la que el ejecutivo no manipule las leyes o la cuestión de confianza para disolver el Congreso y en la que el legislativo no manipule las leyes para vacar presidentes.

Por otro lado, es importante entrar también en un consenso razonable -vía los espacios de diálogos pertinentes- sobre las reformas que se necesita hacer a la Constitución Política más no su recambio total. Hemos sido testigos que los líderes populistas, usando discursos de cambios constitucionales, no han hecho otra cosa que intentar la permanencia en el Estado por largos periodos de tiempo, manipulando elecciones, sino miremos lo que pasó en Venezuela y Bolivia. Y hemos sido testigos también que países avanzados y del primer mundo con estabilidad constitucional en el tiempo les ha permitido crecer económica e institucionalmente.

El Perú necesita hablar de estas reformas -entre otras- que nos permita reencauzar las reglas de juego para que se reestablezca la confianza tan dinamita por estos tiempos. Dentro de la oferta política, hay actores políticos que pueden acotar el debate y llevarlas a la opinión pública. Es lo que exige la razonabilidad que todavía podemos apreciar que hay en nuestro país.

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Democracia, Gobierno

Desde la elección como presidente a Pedro Castillo, hemos sido testigos de los claros oscuros que encierra su entorno cercano. Comenzando por la designación del presidente del Consejo de Ministros -Guido Bellido- de clara simpatía por el grupo terrorista Sendero Luminoso, hasta designaciones de ministros y asesores que desdibujan la confianza ciudadana por un gobierno que recién empieza.

Siendo así el panorama inicial, ¿qué proyecta este nuevo gobierno? Pues claramente nos presenta una línea gubernamental que va en búsqueda de llevar adelante una asamblea constituyente, sea como sea, para que cambie las reglas de juego mediante una nueva Constitución. Eso es lo más evidente que se puede apreciar de las declaraciones de los miembros del Ejecutivo. Pero detrás de este objetivo advertimos que -producto de las puyas internas (léase maniobras de Perú Libre por tener agenda vía Guido Bellido) y por los vaivenes del contexto- la línea de acción política de Pedro Castillo girará en torno a medidas ideológicas e improvisaciones que el contexto de urgencia le exigirá.

Ante esa situación, que no es más que jugar políticamente a la moderación y radicalización en torno a ese objetivo planteado por el presidente, la ciudadanía advierte que podría afectar severamente sus bolsillos y la mesa de sus hogares. Y no es producto únicamente de las denuncias que viene haciendo la oposición política y social; este es producto, también, de los silencios prolongados que Pedro Castillo está generando y que se llena a través de apariciones de Vladimir Cerrón en medios de comunicación. Eso podemos apreciar en los resultados de la encuesta de esta semana que pasó de Ipsos Perú, en la que dan 38% de respaldo al actual presidente y un 45% de desaprobación. En 20 años de democracia en el país, es el primer presidente que inicia con un rechazo tan alto.

Los peruanos sienten preocupación (50% según la encuesta) debido a que el gobierno no ha impulsado un gabinete de unidad nacional, que es lo que se esperaba. Si es realista Pedro Castillo, un avance hacia una asamblea constituyente no sería viable, teniendo un contexto de popularidad desfavorable. Es necesario, para ello, que se busque impulsos de reformas que vayan a lo medular de nuestra urgencia: economía y salud mediante la reactivación del Acuerdo Nacional, porque así lo exige la ciudadanía.

La oposición política y social, movilizados desde la asunción de mando del presidente electo, debe ir en búsqueda de este espacio para abrir un diálogo nacional sobre la reconstrucción económica y sanitaria de nuestro país. Necesitamos, en un contexto de super ciclo del precio de cobre (que nos favorece económicamente), enrumbar la política doméstica hacia lo que demanda el mundo y aprovechar de ella para reimpulsar la pequeña, mediana y gran empresa para la generación de empleo y desarrollo de infraestructura social y productiva.

Y necesitamos, también, emprender un diálogo sobre las medidas constitucionales para proteger el Estado de Derecho y las libertades de cualquier intento extremista que vulnere nuestra joven democracia.

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Asamblea Constituyente, Pedro Castillo

El gabinete ministerial, encabezado por Guido Bellido de clara simpatía por el grupo terrorista Sendero Luminoso, genera ante la opinión pública una sensación de pesimismo frente a lo que se viene por estos tiempos complejos de crisis sanitaria y económica para el país.

Al respecto, si uno analiza la composición de cada ministerio, podemos apreciar que pocos cuentan con experiencia gubernamental y con una apertura clara hacia inversores para la atracción de capitales. Simbólicamente, representan a sectores que apoyaron al actual presidente, y que no tuvieron cargos de Estado importante. Hay docentes sindicalizados que están asumiendo cargos ministeriales que no les corresponde, porque no cuentan con ninguna experiencia sobre el tema, como por ejemplo el reciente nombramiento del ministro de Transportes o el nombramiento del experto en política social Héctor Béjar en Relaciones Exteriores.

Ni qué decir de la designación del presidente del Consejo de Ministros que, para el contexto de división en la que se encuentra el Perú, tendría que haber sido alguien convocante, pero no. El presidente electo designó a Guido Bellido, mostrando así una clara afrenta a la oposición política y social. Producto de dicha decisión, según la encuesta de CPI, Castillo tiene una desaprobación de 47% y una aprobación del 40%. Nada positivo para un gobierno que recién empieza.

Como escribí para mi columna en El Montonero el 21 de abril de este año, Pedro Castillo seguirá en el escenario de radicalización progresiva de su performance política y de confrontación contra la oposición hasta lograr generar las condiciones de una asamblea constituyente que cambie las reglas de juego a su favor, como lo hicieron en su momento Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa.

La designación táctica de Pedro Francke en el Ministerio de Economía no es más una pieza de ajedrez en este escenario. Táctica que pasa por generar ante los inversionistas un poco de tranquilidad.

Como señala Maquiavelo en “El Príncipe” para una estrategia de cambio en las reglas de juego es necesario mantener algunas costumbres para no desbaratar el objetivo a alcanzar. Pedro Castillo sabe que mientras genera las condiciones para un nuevo orden político (léase nueva Constitución) con gasto social que prometió el 28 de julio necesita por el momento que los grupos de poder tengan “calma”.

Los sectores que no han votado por él están avisados de una estrategia nada novedosa, pero que se olvida a veces. Los populismos y grupos de filiación marxista leninista tienen establecido estas estrategias en manuales políticos desde hace décadas. Tengamos en cuenta esta situación para así advertir posibles consecuencias de dar frutos estas estrategias del extremismo.

El país requiere sensatez y para ello la oposición política y social debe generar el resquebrajamiento de esas estrategias y plantear un acuerdo nacional de propuestas de reactivación económica (los comodities como el cobre subirá por largo tiempo) y reactivación sanitaria.

Pensar y hacer políticas públicas en el corto y mediano plazo.

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Asamblea Constituyente, Guido bellido, sendero luminoso

Este fin de semana que pasó tuve el gusto de presentar el libro que lleva el título de mi columna de hoy, del joven historiador piurano Aleixis Paiba en la Feria del libro de Miraflores. Importante texto en la que se compilan 7 ensayos que van desde la conquista, pasando por el virreinato peruano y sus vicisitudes, un análisis de la ciudad de Lima en el siglo XIX, Pumacahua, la guerra con Chile, el fujimorismo y sus consecuencias en los años noventa hasta la crisis de los partidos políticos que actualmente vivimos.

Como sostuve en la presentación, el texto engloba tres temas importantes. Sobre el título, como sostiene Karl Popper en “La lógica de las Ciencias Sociales”, todo investigador -por su naturaleza- alberga diversas motivaciones y valoraciones, pero es a través de los hechos o evidencias que nos aproximamos a la verdad u objetividad. Así podemos entender lo que nos plantea Aleixis Paiba en sus ensayos. Aproximaciones que pasan por análisis detallados de investigaciones previas alrededor del tema que trata. Los analiza, plantea dudas o complementaciones y concluye bajo la interpretación que les otorga.

Lo segundo es tratar de entender -desde el pasado- el concepto de peruanidad. El historiador Jorge Basadre -dada su experiencia de la ocupación chilena en Tacna-, cuando vivo, trató de construir una doctrina sobre el Perú, allí tenemos sus mayores legados: “Perú, problema y posibilidad” y “La promesa de la vida peruana” en la que nos describe notablemente el gran reto que tenemos -hasta el día de hoy- como es la consolidación de la idea una república de ciudadanos.

Consolidación que pasa por tratar de construir instituciones políticas, idea de nación, espacio público y diálogo constante. El país -de acuerdo a los 5 primeros ensayos del joven historiador piurano- plantea estas ideas. Adscribe en ella una ética que todo investigador social debe proponerse. Para poner un ejemplo: sobre el tema de la conquista, a contracorriente del sentido común difundido en las escuelas, los españoles al llegar al Perú no ganan por el tema del uso de caballos y armas de fuego, sino porque estos advirtieron que el imperio incaico se encontraba en un severo conflicto entre los liderazgos de Huáscar y Atahualpa y las etnias que otorgan lealtades a uno y otro. Pizarro y sus huestes aprovecharon esa situación y -a través de alianzas con los chachapoyas y huancas y otras etnias- pudieron derrotar a Atahualpa que se encontraba sitiado moral, política y militarmente. Paiba al explicar ello nos propone la composición del país y sus regiones y cómo hay que entenderlas hasta el día de hoy.

Finalmente, otro tema a resaltar del libro es el de testigo de época. A través de los dos últimos ensayos sobre el fujimorismo y la crisis de los partidos nos advierte las consecuencias sociales y políticas que se generó -desde los noventa- la cultura antipartidos y la proliferación de los llamados movimientos independientes. Los analiza, agrega su voz disonante y plantea algunas ideas sugerentes para poder plantear reformas necesarias a nuestra cultura política y sistema de partidos.

Un libro que nos invita a pensar en el Perú a sus doscientos años de independencia.

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Aleixis Paiba, Jorge Basadre, Karl Popper

¿Qué puede esperarse de la oposición en el Congreso de la República? Hay un escenario posible que se puede construir a partir de la reciente alianza entre Acción Popular, Avanza País, Alianza Para el Progreso y Fuerza Popular en torno a la mesa directiva, su presidencia y conducción. Y es que, de acuerdo a las declaraciones del electo presidente después de la segunda vuelta electoral, Pedro Castillo tiene como primera medida el 28 de julio llevar adelante una Asamblea Constituyente.

Tengamos en cuenta que la política –según Maquiavelo- es la disputa del poder. Y que esa disputa del poder precisa en determinados momentos de negociación y confrontación. De acuerdo a esta premisa, podemos entender que el mensaje que enviaron desde las bancadas congresales en mención sea de firme oposición y de defensa de la Constitución Política vigente y del modelo económico.

En estos momentos, Pedro Castillo (que ganó aproximadamente por 44 mil votos) busca construir poder y legitimidad que no tiene, dado que el país se encuentra dividido. Y qué mejor para él que impulsar un referéndum en la que se convoque a una Asamblea Constituyente. Al estilo de su hoy aliado Martín Vizcarra, Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa, de ganar mediante este tipo de convocatoria ¿estaría abriendo un nuevo camino? Es incierto, pero hacia ello apuestan.

Para impedir ese escenario, las bancadas políticas buscarán -ganada ya la mesa directiva del Congreso- negociar cierta agenda que tendrá como objetivo legitimar ante el país la reactivación económica y recuperación sanitaria bajo al actual Constitución. Recordemos que esta reciente alianza en el Congreso cuenta con representantes pertenecientes a las regiones del país. Eso les dará mayor margen de acción para la negociación y la confrontación.

Habrá algún opinólogo que sostendrá que la alianza recién formada se fragmentará a medida que pase el tiempo, dado que hace poco renunció a Renovación Popular uno de los congresistas electos por esta agrupación política. Puede ser, pero eso se tiene que verificar comparando a través del comportamiento de las bancada en el parlamento que se nos fue. De los congresistas electos ha habido muy poca salida de una bancada política para ir hacia otra. Ese fue el caso de Arlet Contreras. Ojo con ese dato.

La alianza parlamentaria recién formada tiene un gran activo: las movilizaciones masivas y constante de apoyo que tuvo Keiko Fujimori de varias organizaciones políticas. Algo que no se había visto desde 1987. Ello también les da posibilidad de mantener disciplinado a esta reciente alianza. Eso al 2026 sigue siendo un incentivo real para poder frenar cualquier tipo de arremetida improvisada o ideológica que pueda realizar el presidente electo Pedro Castillo.

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Asamblea Constituyente, Congreso de la República, Pedro Castillo
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