[EN EL PUNTO DE MIRA] ¿Con qué fin se viene realizando –hasta la fecha y en adelante– este plan geoestratégico? Desde el año 2013, cuando el presidente chino asumió la conducción gubernamental, se ha establecido nuevas formas de conectar China a Occidente. ¿Qué implica eso? Pues expandir el mercado chino a África y Euroasia, el cual representa aproximadamente 3,000 millones de habi­tantes. Históricamente, fue Marco Polo quien dio a co­nocer en Occidente la ruta que milenariamente Zhan Qian estableció con esta parte del mundo.

Con la nueva ruta (terrestre y marítima) de la seda, el go­bierno chino quiere eliminar las barreras comerciales, reducir los costos del comercio y la inversión y elevar la velocidad y la calidad de la circulación de la economía, con el objetivo de realizar el “progreso de beneficio mu­tuo”, como lo ha llamado –siguiendo la filosofía confu­ciana– el presidente Xi Jinping.

De acuerdo al dossier n° 60, del año 2016, del diario La Vanguardia, en la nueva ruta de la seda se encuentra el 75% de energías renovables, el 70% de la población mundial y el 55% del PBI mundial. Cifras nada desdeñables para las pretensiones chinas en el reordenamiento geopolítico.

Existe otro importante de la nueva ruta de la seda con respecto a América latina, el cual consiste en unir comer­cial e industrialmente a estos dos continentes, mediante un tren que pase subterráneamente por el océano Pacífi­co. Perú y Brasil, serían los países directamente beneficia­dos por dicho proyecto ferroviario.

En suma, esta nueva estrategia geopolítica china nos da cuenta del enorme potencial que tienen los acuerdos eco­nómicos para relanzar políticas de Estado, bajo una lógica confuciana de cooperación y autoridad.

Mientras Estados Unidos –bajo la presidencia de Biden– siga sin liderazgo, China puede dar inteli­gentemente el gran salto no solo cuantitativo, sino cualita­tivo de avanzar en zonas de influencias norteamericanas.

¡Ojo con eso!

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China, Estrategia China, Geopolítica Global, Nueva Ruta de la Seda

[EN EL PUNTO DE MIRA] Después de 23 años, ¿qué podemos decir de aquella narrativa y de dichas instituciones? Que si bien se avanzó en dar un entramado institucional al país, no se llegó a darle el reimpulso necesario para su fortalecimiento, como sí vimos en países como España y Chile. Con aciertos y errores, lograron dar reimpulsos significativos a las instituciones que encierran conflicto de intereses.

La descentralización. Si bien llevamos seis elecciones a nivel subnacional, no se ha llegado a fortalecer los mecanismos de fiscalización. Allí tenemos a César Álvarez, encarcelado por formar una mafia desde el gobierno regional en Áncash. También tenemos a Félix Moreno del Callao y Jorge Acurio de Cusco, ambos encarcelados. Debe darse una lucha frontal contra la corrupción e incentivos para una gestión transparente.

La ley de partidos. Si bien por primera vez en nuestra historia política contábamos con una ley que regule la actividad partidaria, esta necesita pensarse a raíz de los límites que ha tenido la participación de los candidatos independientes en las cuatro elecciones que han pasado. Financiamiento es una de ellos, transparencia en los mecanismos de democracia interna es otro, dejar los legalismos es un tercero, para saber si existe una real vida política de los partidos. Hay que dar paso protagónico a los órganos de control y fiscalización, como el Jurado Nacional de Elecciones y la ONPE, con participación del Reniec.

El Acuerdo Nacional y el Plan Bicentenario. Estos dos órganos, que son las principales directrices de la descentralización, no han dado impulsos para repensar la formación de funcionarios y servidores públicos permanentes. Asimismo, no se ha pensado aún en una articulación macrorregional. Las mancomunidades son un buen avance porque se articulan proyectos macrorregionales, pero son apenas una pieza dentro del entramado mayor del rompecabezas de la descentralización. Vale decir, debe dejarse de ver como una secretaría para ser un órgano autónomo.

Por otro lado, desde la transición a la democracia, hay un tema aún no superado, aún no resuelto: el sentimiento del “anti”. Si en el siglo XX teníamos el antiaprismo como una especie de identidad política que unía tanto a la oligarquía como a los comunistas, militares e Iglesia para enfrentar al Apra; post-noventa tenemos (sumado al antiaprismo) al antifujimorismo, el cual aglutina a cierta parte de la derecha, a organizaciones socialdemócratas y a la izquierda.

¿Eso está bien? Claro que no lo está; en democracia debería prevalecer la tolerancia. Pero seamos realistas. Para poner dos ejemplos, ni en España postdictadura franquista, ni en Chile postdictadura pinochetista, el “anti” ha sido superado. De cuando en cuando, y generalmente en el marco de elecciones, este suele aparecer.

Dicho esto, ¿habrá reconciliación? Con los actores políticos que fueron afectados por el gobierno autoritario fujimorista, no lo creo. Muy difícil. Podrá haber acuerdos (o coincidencias) parlamentarias, pero seguirá prevaleciendo el antifujimorismo. Es más rentable políticamente, dado que la democracia también es competencia.

¿De dónde partimos, entonces, para la reconciliación? Mínimamente, del reconocimiento de la participación en elecciones. Desde el encuentro electoral (aunque hostil) con el fujimorismo, podría a largo plazo irse apaciguando el anti y el fujimorismo irse adecuando aún más a los marcos democráticos.

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[EN EL PUNTO DE MIRA] «El Perú históricamente no pudo llegar de manera bilateral a un acuerdo sobre los límites marítimos con Chile. El vecino del sur se amparó por largo tiempo en los límites pesqueros que tenía con el país. Estos límites pesqueros, sostenían los chilenos, estuvieron avaladas décadas consuetudinaria y legalmente por ambos países. Pero no fue así. El Perú presentó a la Corte de la Haya una demanda que solucionase este problema limítrofe. Mediante un tercero imparcial. Así fue. El 27 de enero del 2014 se dictó la sentencia, resolviendo un problema histórico entre ambos países»

¿Cuál fue la estrategia para llevar la demanda a la Haya y lograr pacíficamente una salida favorable sobre los límites marítimos? Todo empieza en 1986, en el primer gobierno de Alan García. En ese entonces, el Presidente envió a dialogar al exembajador Hugo Otero con el dictador Pinochet sobre el tema. Hubo conversaciones entre tensas y cordiales. Salió a la luz el informe Bákula. Pero ahí quedó.

El año 2008 se retoma este pendiente. Gobernaba nuevamente Alan García. En el vecino país del sur gobernaba Michelle Bachelet. Ese año se presentó la demanda a la Haya. Era el camino. Que un tercero de reputación jurídica internacional intachable decida un problema histórico entre ambos países.

Pero faltaba una cuestión histórica por zanjar al Perú para que la decisión de la Corte nos sea favorable. Ecuador. Con el vecino del norte tuvimos también por mucho tiempo límites pesqueros y no marítimos. El 2011, previo acercamiento amistoso entre los presidentes Alan García y Rafael Correa, se firmó el tratado marítimo. Solucionamos pacíficamente dicho problema.

El 2014, la Corte de la Haya dictó sentencia, recuperando el Perú 50.000 kilómetros de mar. Han pasado nueve, hay que recordarlo.

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Estrategia Diplomática, Fallo de la Haya, Límites Perú Chile, Solución Pacífica

Liderazgo

[EN EL PUNTO DE MIRA] Henry Kissinger escribió el año pasado, exactamente por el mes de setiembre, un importante libro que, desde marzo de este año, sale traducida al español titulado “Liderazgo” (Debate 2023). Kissinger, después de reflexionar y escribir sobre “diplomacia”, el “orden mundial” y sobre “China”, nos trae un estudio de seis casos (al que todos ellos los conoció como funcionario público o como profesor en Ciencia Política en la Universidad de Harvard), en el que evalúa la voluntad organizada para describir sus aciertos para construir -como estadistas y profetas (ambas al mismo tiempo)- la noción de sociedad e instituciones.

Los seis casos (Adenauer, De Gaulle, Nixon, Sadat, Yew y Thatcher) representan liderazgos fuertes, decididos y -hasta- casi autoritarios en algunos casos. Estilos de liderazgos (o “voluntad de estrategia”, como señala en el texto el profesor de Harvard) que lo atrae. Y es que como dice Kissinger, para organizar un Estado e inspirar a una sociedad es necesario tomar decisiones -muchas veces- en situaciones de urgencia. Para eso es necesario, leer historia y pensar desde la incertidumbre que te proyecta el futuro para encaminar las estrategias a seguir.

Los seis casos impulsaron y sellaron sus estilos de liderazgos en situaciones de crisis, de urgencias de guerra, económica, ideológica o cambio tecnológico rápido. Fueron esas coyunturas que permitieron que la voluntad organizada aparezca para dar sostén a las estructuras sociales e institucionales. Por estos tiempos de democracias plurales, ¿es posible ello? Maquiavelo sostiene -como premisa- que el exceso de paz y prosperidad trae como consecuencia liderazgos mediocres y sociedades más propensas al pedido de favores. Razón no le falta.

Por el mundo, Kissinger observa -con algo de desesperanza- que los liderazgos presentados en el libro han perdido todo tipo de aparición en el escenario político. Y es que también, como señala él, se ha relativizado en extenso la noción de nación. Kissinger, fiel creyente en el libre mercado y la democracia, nos presenta este texto para pensar en perspectiva el devenir de la historia y cómo se puede hacer que la sociedad vuelva a creer para la gestión de las instituciones y de las mentes y corazones de las personas a creer en ellas.

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[EN EL PUNTO DE MIRA] Sobre el primer punto, para Guillermo Nugent en “El Orden Tutelar. Sobre las formas de autoridad en América Latina” (Desco, 2010), el ingenio nos ayuda a comprender la precaria invención de los peruanos en el último cuarto de siglo. A medida que pasó el tiempo, dicho concepto dejó su carácter inicial de respuesta a situaciones de emergencia económica para convertirse en un estilo cultural, con capacidad genérica de hacer actividades en un orden marcado por la naturalización de las desigualdades.

Sobre el tema de la innovación, en el artículo “Del ingenio a la innovación” de José Luis Chicoma en la revista Poder, que por cierto da título a este texto, se sostiene que debemos pasar de soluciones precarias a un sistema que incentive la innovación. Para tal caso, se debe pasar de administrar un sistema deficiente para pasar a institucionalizar la toma de riesgos para el desarrollo del conocimiento.

¿Cómo frente al ingenio visible como un problema, podemos pasar a la innovación partidaria? Actualmente, las organizaciones políticas pasan por un proceso de sobrevivencia en un contexto altamente informal y anti-política. Desde los años noventa en adelante, los partidos pasaron a administrar la crisis política -mediante el ingenio en trabajos electorales- para no perder la inscripción ante el Jurado Nacional de Elecciones, dejándose ganar por el presente permanente de soluciones generales para situaciones coyunturales y electorales, convirtiéndose en un estilo cultural o forma de hacer política en el país.

Frente a ese escenario, los partidos políticos deben canalizar creativamente a los grupos de intereses sociales/económicos (como asociaciones de mototaxistas, de consumidores, entre otros) y de ciudadanía (como los feministas, LGTBI, etc.) a través de una participación flexible (como los colectivos), en la que se combine causa colectiva con reconocimiento individual; también mediante el uso frecuente del internet en las actividades partidarias. Así, y por medio de reformas electorales realistas, se puede pasar a la innovación partidaria.

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[EN EL PUNTO DE MIRA] Efectivamente, Sol Carreño trató de justificar prácticas políticas poco saludables para nuestra vida democrática. Evi­denció un desconocimiento profundo sobre lo que implica militar en un partido político, el cual engloba disciplina par­tidaria y disidencia.

Obvio que no se le pide mi­litancia política para poder comprenderlo a cabalidad, pero sí un mínimo de rigor sobre lo que representan los partidos políticos para la joven democracia de nuestro país. Porque si no sabemos la real dimensión que representan, seguiremos teniendo –como viene sucediendo desde los años noventa- piratas de la política o políticos ambiciosos, que están más allá de nuestro precario sistema de partidos.

Desde analistas políticos hasta constitucionalistas sostie­nen que debe ser permisiva la norma para la supervivencia política de personas, más que de instituciones. ¿Paradóji­co no? Estos académicos que con tanto esmero en un aula universitaria instruyen a fu­turos sociólogos, politólogos y abogados que todo poder del Estado debe tener un con­trapeso político (o una nor­ma que sancione el transfu­guismo), pues en la práctica no hacen más que desdecirse lo que enseñan.

Los partidos políticos pue­den –actualmente– tener in­numerables errores, pero no se ha encontrado otra fórmula política que pueda reempla­zarlos. No la hay. Por lo tanto, en vez de seguir apostando por el cambio de camiseta política, debería pensarse en las res­tricciones (o sanciones) para fortalecer nuestros precarios partidos, sobre los políticos ambiciosos.

En suma, tratemos de bus­car una agenda mínima en la que se sancione el transfu­guismo y se regule la vida partidaria postelecciones. Una regulación tipo presupuesto por resultados en la que el Jurado Nacional de Elecciones (junto a la ONPE y el Reniec) otorgue incentivos y castigos al des­empeño partidario postelecciones. Actualmente, es muy débil este tipo de regulación.

Como reza el viejo dicho: quien tiene oídos que oiga, quien tiene ojos que vea.

 

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[EN EL PUNTO DE MIRA] Lo acusan de populista de derechas, de extremista, de querer disolver cualquier resquicio estatal, de conservador, pero quien ha investigado sobre Javier Milei, se dará cuenta que el pregona y hace política en función a lo que hicieron anteriores liberales a través de la historia, con el agregado de que ha dividido la arena política argentina entre la casta peronista que se ha enriquecido con el Estado y el trabajador argentino que se ha empobrecido a causa de las malas de decisiones de los primeros.

Dicho esto, ¿es factible que un liberal use esas divisiones populistas? Para la real politik es importante usar las armas que te permita la contienda política. En ese sentido, es importante el uso que hace Milei de la división entre buenos (argentino trabajador) y malos (la casta peronista) para posicionar una agenda liberal en un país tradicionalmente hacia la izquierda.

Ahora bien, a medida que vaya pasando el tiempo político, tendrá que negociar algunas propuestas de campaña dado que, en sociedades complejas como la Argentina, es necesario llegar a acuerdos para poder tener gobernabilidad y poder tener así cierta posibilidad de gobernar. Recordemos que una elección no es la toma del poder; es solo ganar una posición en la Casa Rosada y recordemos también que el peronismo tiene mucha experiencia en movilizar gente. En ese sentido, es válido que modere su postura política, como en su momento lo hizo el radical español Pablo Iglesias al pactar con el Partido Socialista Obrero Español de Pedro Sánchez para ser coalición de gobierno. Solo de esa manera podrá desmovilizar a los argentinos y generar sentidos comunes en la batalla cultural que se ha propuesto Javier Milei contra el avance que ha tenido el peronismo en torno al Estado.

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[EN EL PUNTO DE MIRA]  ¿Qué es un influencer? Es un activista más que un intelectual. Escribe públicamente en medios escritos y virtuales notorios del país. Comenzó escribiendo en el boom de los blocks, allá por el año 2008. No escribe libros. Si los hace, son sus pares (otros influencers), quienes no lo leen con rigurosidad, sino los twittean para recomendarlo ante sus seguidores. Enseña (¿o forma influencers?) en el fundo Pando o San Marcos. Cuenta un compromiso político notorio a todas leguas, pero que negará por su “compromiso académico”: es antifujimorista y antiaprista militante.

El intelectual, por excelencia, pretendía escribir la historia del Perú o la historia de la literatura peruana o latinoamericana. Investigaba, era riguroso. Participaba del espacio público para formar conciencia crítica. El influencer, por estos tiempos de manifiestos de autosuperación personal, escribe textos sobre lo que ocurre tras bambalinas en los gobiernos. No va a examinar las relaciones de poder o los planes país; por el contrario, examina -por ejemplo- qué pasó en la relación marital entre Humala y Heredia. Participa del espacio público de acuerdo con las tendencias en Twitter, de la coyuntura y no de la historia.

El intelectual tenía compromiso político reconocido. Era aprista, socialcristiano, acciopopulista, conservador, de izquierda o de derecha. A partir de esa mirada, otorgaba o producía formas de ver la realidad. Hubo también sus intelectuales comprometidos con los principios más que con las ideologías. Los hubo. Hoy por hoy, el influencer va a negar cualquier militancia en honor a la “rigurosidad”, pero vasta con solo ver sus escritos públicos, uno se dará cuenta que posee subjetividad, activismo o militancia sus análisis. No milita en un partido político; milita en las redes sociales.

Dicho esto, quien escribe no es más que un amigo de la academia, un advenedizo en ese espacio, que lo que trata de hacer es poner sobre el tablero a este nuevo actor que salió con el boom de los blocks y que hoy por hoy pretende ser intelectual.

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[EN EL PUNTO DE MIRA] La semana pasada terminé de leer “Carlos Franco” (Cedep, 2012). Un buen texto en donde se recopilan análisis de varios académicos (que lo conocieron personalmente y de los que lo hicieron a través de su producción intelectual), así como de testimonios de sus amigos de la actividad política por donde transitó Franco

¿Qué se dice de él en la compilación? 1) Incomprendido en su tiempo por la academia, su gran texto “Acerca del modo de pensar la democracia en América Latina” no tuvo la acogida que se esperaba. Fue la lucha contra el régimen autoritario de Fujimori (contexto en la sale a la luz el libro) la que hizo que no se prestara la debida atención a una genial crítica constructiva que hacía a la democracia. Los intelectuales locales en su momento exigían restablecimiento de la democracia; Franco sin entrar en la coyuntura del momento lo criticaba.

En otras palabras, Franco fue un duro crítico sobre el estudio procedimental de este tipo de régimen político. Señalaba que no se debía pensarla universalmente, sino de manera particular. Para ello, entra en el debate con los intelectuales que comienzan a cuestionar la teoría de la dependencia y el marxismo como enfoques complementarios del enfoque pluralista predominante en la academia de ese entonces.

2) Franco fue un intelectual que participó del gobierno de Velasco apoyando las reformas que hizo en ese entonces. También apoyó las reformas que hizo el primer gobierno de Alan García, participando como asesor externo. Fue un intelectual comprometido con proyectos políticos controvertidos y democratizadores. No solo pensaba, también actuaba. Idea y acción relacionada entre sí para influir en el poder y así efectuar los cambios. El libro en homenaje a este gran intelectual y político también se lo puede encontrar en versión online. Es imprescindible leer sus textos.

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