Esas denominadas normas sociales son las que marcan el camino para el desarrollo y crecimiento, en lo social y en lo económico, pasando por una mejor lectura en lo político, y está en la sociedad misma hermetizar los constructos que como grupos humanos se han desarrollado, teniendo la valla social en un nivel aceptable, donde el respeto y el sentido de pertenencia a un territorio, permita la viabilidad del éxito social y conlleve a un Estado fuerte y respetado. La realidad puede decir lo contrario, no soy iluso, pero como análisis y punto de debate creo que es necesario exponerlo.
Dicho todo esto, en un artículo anterior consideré importante que las mentalidades de los emprendedores debían ajustarse a una mirada más empresarial, y ese punto, por demás importante, cambiaría el desarrollo y fortalecería los emprendimientos. Pero considerando lo que expone este artículo, no solo es una tarea de los empresarios, es una tarea global, donde la sociedad tiene que mirar distinto el desarrollo país. Repito que la capacidad de interacción social, la soberanía de una nación, dependen de la existencia de instituciones legítimas, que garanticen continuismos en la construcción constante de liderazgos para el mando, leyes que permitan generar tranquilidades y una justicia operante y ejecutiva que respete lo trazado en el constructo y por ende formalice su pensamiento, sus acciones, quizás su mirada al mercado, y conlleve a tener claro la importancia de poder fortalecer los mercados internos, las salvaguardas lo tangibiliza la sociedad misma, al tener claro, un sentido de pertenencia, como nación, como sociedad, como estado. Si nos comenzamos a definir como una sociedad informal el problema continuará y seguirán siendo reducidas la productividad de las economías, seguiremos distorsionando la asignación de recursos, seguiremos limitando la efectividad de los esquemas de protección social, seguiremos viendo nuestro entorno desordenado, tendremos siempre la informalidad en nuestra mente y el orden social del cual siempre se habla, sería solo un discurso que a la larga compromete la calidad de vida. Ilusión, deseo o una realidad que los lideres pueden comenzar a cambiar.