Usted ha llamado a no regalar el voto, pero uno de los dos candidatos ya tiene el 40% de la intención a su favor y la otra candidata cuenta con respaldo público de ciertos personajes, como Mario Vargas Llosa. ¿Cuáles son las consecuencias que puede tener este apresuramiento?
Primero, lo que las encuestas miden no es la votación, es la preferencia que hay en ese momento. No se ha traducido en un acto de voto. Podemos llamarlo una protointención de voto, pero naturalmente lo preferible es poner en suspenso la decisión hasta no haber tenido de los dos contendientes declaraciones claras, rotundas, específicas, comprobables y verificables de respeto, y la decisión de respetar y defender la democracia. Y la democracia no como un concepto general, sino definida en forma muy pormenorizada en torno a algunos de los asuntos y elementos que la definen como tal.
Hay una frase que repiten algunos: “de Keiko Fujimori tenemos pruebas, pero de Castillo dudas”. Usted, sin embargo, ha escrito en una editorial que de Perú Libre conocemos lo suficiente. ¿Lo suficiente para avizorar qué tipo de gobierno?
Lo suficiente como para temer por un tipo de gobierno autoritario, vertical, que con el ropaje de izquierda y estatismo no rinda cuentas, tome como modelo a la tiranía de Maduro en Venezuela o la tiranía de Ortega en Nicaragua y que tenga como punto esencial la permanencia en el poder. Con un fortalecimiento del aparato del Estado que, antes de servir para el bien común, va a servir para el fortalecimiento del gobierno. Todo esto bajo la etiqueta del socialismo. Esto no viene de que yo tenga algunas propiedades parapsicológicas ni clarividentes, sino de, sencillamente, ver y constatar cuáles han sido y son las relaciones del ideólogo de Perú Libre, Vladimir Cerrón. Sobre todo con el gobierno de Maduro en Venezuela.
Habrá leído usted el ideario de puño y letra del señor Cerrón. La impresión es esa, que apuntan a un gobierno autoritario.
Lo que he leído y numerosas declaraciones de Cerrón, reportes de sus contactos, su decidido apoyo a Maduro, naturalmente me hacen pensar eso y creo que haría pensar lo mismo a cualquier persona con una capacidad esencial de razonamiento.
¿No ve a Castillo emancipándose de este personaje?
No puedo descartarlo, naturalmente. Si Castillo sale elegido presidente, el que va a tener el mandato para dirigir es él y no Cerrón. Cerrón va a ser el que tiene el partido, el grupo, el aparato que entraría al gobierno. Pero no es una posibilidad dominante en absoluto [que pueda emanciparse]. Ahora, ¿en qué sentido se emanciparía Castillo? ¿Cómo? ¿Con qué equipo? ¿Para hacer qué? Tampoco uno puede configurar un plan basado en ello. Lo más importante de todo es lo siguiente: había muchas posibilidades pésimas en la segunda vuelta y esta es una de las peores. Reitero lo que dije en el editorial: se trata de dos candidatos que en conjunto no llegan a la quinta parte del universo electoral del país.
Algunos analistas están calculando que ninguno de los dos candidatos tendrá vía libre para lograr sus intenciones a plenitud, porque no tendrían mayoría en el Congreso. ¿Eso debería tranquilizarnos o más bien preocuparnos por la estabilidad del país?
Bueno, tranquilizarnos ciertamente no. Cuando una persona que no tiene vocación democrática enfrenta una situación incierta con el Congreso, en la que no tiene mayoría y está lejos de imponer aquellas cosas que requiere, entonces lo más probable es que haya una actitud de confrontación. Un conflicto, si el Congreso no se somete. Y por una u otra vía, por ejemplo, en una Asamblea Constituyente, se le quite a este la capacidad. Lo más probable es que todo este elenco de políticos que va a entrar al gobierno y al Legislativo en el 2021 probablemente no sea el mismo que los deje en el 2026.
Cree que vamos a tener otros cinco años de vacancias o tentaciones por ese tipo de prácticas.
Si cualquiera que gane no lo hace con un compromiso firme en defensa de la democracia y con un programa de gobierno que, siendo racional y tratando de ser lo más eficaz posible, se dé dentro de los parámetros de la democracia, vamos a tener cinco años de inestabilidad. Y si tenemos estabilidad, va a ser una estabilidad lograda por un gobierno a la fuerza, una estabilidad falsa debajo de la cual va a estar fermentando la resistencia y la rebeldía.
¿Usted ve al señor Castillo con un respaldo popular y de las fuerzas del orden como para convertirse en un dictador, como temen algunos de sus críticos, o por ahí no va el temor?
Si gana Perú Libre con Castillo a la cabeza y hay un proyecto de permanencia en el poder, como entiendo que manifestó Cerrón hace pocos días al definir lo que era un acto revolucionario, entonces las acciones para lograr esa permanencia se van a dar. ¿De qué forma, con qué correlación de fuerzas, utilizando qué medios? Va a depender muchísimo de los resultados que haya en la segunda vuelta, de lo que suceda durante la campaña y de quiénes sean los que estén en las funciones fundamentales del gobierno. Y naturalmente, va a haber resistencia de otras fuerzas políticas y de la sociedad civil. Por el momento, esas son cosas que están dentro de lo posible, pero no dentro del cálculo de lo inmediato. A la vez, quiero decir que podemos pensar en un escenario en que, sobre todo Castillo, adecuadamente aconsejado, tome la decisión de tener un compromiso firme, cabal, verdadero con la democracia y decida actuar como tal.
De otro lado está el fujimorismo más reciente, el de la ‘mototaxi’, que ya ha demostrado su propensión a petardear la democracia y que ahora ha cambiado a una estrategia de conciliación. Piden perdón por la actuación de sus representantes en el Congreso, por ejemplo. ¿Hay que creerle a esa cara o, más bien, es una careta?
Recuerda que la Keiko de Harvard, la de la mochila pesada, fue previa a la del 2016. Luego hubo otra Keiko que no hubiera sido reconocible con la que habló en Harvard. Entonces, puras declaraciones de esas que se dan al pasar no valen mucho. Dentro de las posibilidades limitadas de una sociedad civil, una de las cosas que se puede hacer es una suerte de acta, de estatuto, de juramento, donde cada uno de estos candidatos, solemnemente y ante una serie de peruanos, luego con observadores extranjeros, firmen y juren mantener, respetar, defender la democracia en forma pormenorizada. No en términos generales. No usar ese lugar común de ‘el respeto irrestricto a los derechos humanos’. Uno escucha esa palabra y ya sabe de que algo malo va a pasar. Sino el derecho a la libertad de expresión, libertad de prensa, libertad de reunión, de asociación. En cada aspecto tiene que estar claramente determinado el equilibrio de poderes, respeto a autoridades autónomas, independencia de poderes. Si en el camino traicionan aquello, va a estar claro y patente que lo hicieron y la resistencia en la sociedad civil. Hay ejemplos muy recientes de lo que [eso] puede llegar a ser. Noviembre está cercano todavía.
Hace ya más de una semana el fiscal José Domingo Pérez declaró que temía por él, por su familia y por las investigaciones. ¿Qué es lo peor que puede pasar con el caso Lava Jato y con el caso de los Cuellos Blancos con Keiko Fujimori en el poder?
Lo peor… dejemos a la imaginación volar. Puede haber escenarios desastrosos: destituir, arrestar, hacer investigaciones truchas contra los fiscales, atentados. Puede pasar, en ese sentido, casi cualquier cosa. Pero la pregunta es si la gente va a permitir que pase. Recuerda cuando Chávarry quiso destituir a Rafael Vela y José Domingo Pérez, y la gente se movilizó en año nuevo. Entiendo que han pasado muchas cosas, entre ellas, la tremenda guerra sucia que se ha desatado contra los fiscales y luego el efecto aturdidor de la pandemia. Pero va a estar cada vez más claro que, dentro del desgraciado retroceso que ha tenido la lucha anticorrupción en América Latina [se refiere al desmantelamiento de equipos anticorrupción en Brasil, Guatemala y Honduras], el equipo especial en el Perú es el único que queda como baluarte. Considerando sus logros históricos, yo creo y espero que haya una firme movilización de la sociedad en defensa de ellos y también una fortísima solidaridad del extranjero. Si [Keiko Fujimori] aprovecha su posición de poder para atacarlos, va a estar muy claro que todas las promesas que dio son tan valiosas como un billete de S/13. Al margen de ello, van a ser años muy difíciles y las fuerzas democráticas deben prepararse para enfrentarlos. No estar con esa actitud pasiva, reactiva, básicamente frívola, de decir ‘yo prefiero a este o aquel por ser de izquierda o de derecha’. Yo no quiero ni tirano de derecha ni tirano de izquierda.
Castillo nunca se ha referido a estos temas [investigaciones anticorrupción] como cruciales. ¿Es una incógnita para usted?
Hasta el momento hay muchas más preguntas que respuestas. Por eso también he hablado de la necesidad de no regalar el voto, porque hay que conocer muchísimo más sobre el candidato. Tenemos delante a un desconocido y es indispensable conocerlo bien. Hasta el momento que eso se dé, uno no debe tomar una decisión de voto. Hay muchísima gente que está corriendo para ver dónde se ponen y obviamente [existe] el interés de poder estar en el próximo gobierno haciendo algo. Desde el punto de vista del compromiso democrático, eso es algo totalmente irresponsable. La única pregunta que me gustaría que Castillo responda es cuán amistosa, cuán profunda es la relación que tiene con Tomás Aladino Gálvez y, si la relación es estrecha, qué va a hacer con los conflictos que tiene en la Fiscalía de la Nación y las investigaciones que enfrenta en la Junta Nacional de Justicia. Eso para mí sería bastante importante de saber en el corto plazo (*)
Dentro de nuestro imperfecto sistema democrático, como usted lo califica, también está la prensa, ¿usted cree que peligra con ambos como presidentes?
Depende de qué prensa hablemos. Hay una prensa corrupta, una prensa lumpen. Hasta este momento, yo veo grupo lumpen de un lado y grupo lumpen del otro. Me imagino que eso van a seguir haciendo…
Hablemos de la prensa independiente.
La prensa independiente, la prensa que vale, la prensa que es respetable en algunos casos y respetabilísima en otros, no creo que la va a tener fácil. Depende cuán intensa sea, si se presenta, la degradación autoritaria. Puede ser una degradación en la cual se ataque directamente a los medios, se busque destruirlos económicamente. Estamos viendo lo que pasó en Nicaragua, con todos los medios importantes de investigación, que han sido desbaratados; o en Venezuela, donde o los han obligado a exiliarse o les han hecho juicios estúpidos en los que tribunales vasallos han fallado a su favor. Un ejemplo es el reciente caso de Diosdado Cabello contra El Nacional, que básicamente equivale a una confiscación, por supuestamente haber insultado el honor de Cabello al haber reproducido una noticia que estaba en toda la prensa internacional. Es ese el tipo de cosas que pueden pasar en un lado. Y en el otro lado, no tengo siquiera que hacer demasiadas suposiciones: vean la prensa basura que estos promovieron y vean lo que pasó en la última etapa de Montesinos y Fujimori como para tener una idea de lo que puede suceder. Se hizo durante el gobierno de Fujimori y se volvería a hacer ahora. Todos los periodistas que vivimos con pasión y entrega nuestra vocación, sabemos los riesgos y estamos plenamente dispuestos a enfrentarlos. Aceptamos cualquier consecuencia por llevar a cabo, con entereza, nuestra labor, ¿pero es o era necesario? Por supuesto que no. Nosotros ya habíamos logrado esta democracia y habíamos logrado avances únicos a través del periodismo de investigación en la lucha contra la corrupción. Ahora, volver a empezar, tener que afrontar todo eso.
Para terminar: ¿se ve usted apoyando, como lo ha hecho Vargas Llosa, al fujimorismo? Al fujimorismo que usted enfrentó y padeció.
Mi voto va a ser mi voto. De repente hay ciertas cosas que resultan difíciles de hacer. Para mí lo importante ahora es poder ayudar a determinar el compromiso, el juramento de defensa de la democracia. Si un candidato la firma y el otro no, entonces obviamente quien la ha firmado y se compromete a hacerlo, debe ser apoyado y ganar la elección. Para mí, ese es el criterio. Si eso significa que uno va a tener como mandatario o mandataria a personas que considera que no están mínimamente calificadas para eso y, si en algunos casos, significa una ironía amarga del destino, pues las realidades son las realidades y tenemos que enfrentarlas adecuadamente. He tenido varios dilemas duros que enfrentar en estos años y la verdad que haber defendido la democracia aceptando el mal menor, cuando uno esperaba cosas tanto mejores para la patria, ha significado una tragadera de sapos que te deja un mal sabor perdurable. Pero hubo que hacerlo y hasta este momento no tengo razón alguna para arrepentirme de ninguna de las decisiones anteriores.
(*) El fiscal Tomás Gálvez y Pedro Castillo son naturales de Cajamarca. Castillo dice haber sido rondero. Desde el Ministerio Público, Gálvez ha llevado a cabo capacitaciones y diversas actividades con las rondas. Recientemente también ha viajado a Chota. Gálvez tiene pendiente una investigación en la Junta Nacional de Justicia y ha sido vinculado a “Los Cuellos Blancos”.
(**) Foto: Knight Center.
(***) Fecha de publicación: 22 de abril del 2021
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