A pesar de la gravedad de los hechos, la Fiscalía no ha tomado acciones concretas para esclarecer las amenazas contra Ruth Cuno ni el asesinato de John Valverde. Este vacío institucional deja en evidencia la ineficacia del sistema judicial para responder a la creciente violencia política y la infiltración de organizaciones criminales en la gestión municipal.

Un elemento clave en este entramado es la empresa Industrias Argüelles, encargada del servicio de recolección de residuos en Santa Anita. Su contrato vence este año y varios regidores, incluida Cuno, han solicitado su rescisión debido a presuntas irregularidades. No obstante, el alcalde Olimpio Alegría se ha negado a revisar dichos contratos, lo que ha generado una fuerte fractura dentro del concejo municipal.

Asimismo, Limber Bustamante, impulsor de la vacancia de Alegría, ha denunciado amenazas similares, lo que refuerza la hipótesis de un esquema de coerción sistemática contra quienes intentan alterar el status quo en la municipalidad. En este contexto, el alcalde ha defendido su gestión, argumentando que no existe ilegalidad en la contratación de su exasesor de campaña dentro de la administración pública.

Este caso se inscribe en un escenario de creciente tensión dentro de la alcaldía de Santa Anita, donde las amenazas y atentados parecen estar directamente ligados a los intereses que giran en torno a la gestión de residuos sólidos. A un año y medio del asesinato de Valverde, las mafias locales han puesto en la mira a Cuno, quien asumiría el cargo si se concreta la vacancia de Alegría.

El hostigamiento en su contra se intensificó en las últimas semanas. Primero, un desconocido le advirtió desde un vehículo que detuviera sus acciones en favor de la vacancia. Luego, seis días después, en la medianoche, sujetos no identificados prendieron fuego en la puerta de su vivienda y dejaron un sobre con tres balas, acompañado de un mensaje amenazante: «Sigue con la vacancia y te pasará lo mismo que a John».

Cuno sostiene que las amenazas están directamente vinculadas a la disputa por el control del servicio de recolección de basura en el distrito. En paralelo, la investigación sobre el asesinato de Valverde sigue sin avances significativos, lo que refuerza la hipótesis de la existencia de una red mafiosa con conexiones en múltiples distritos de Lima.

Un patrón de violencia e impunidad

El caso de Santa Anita no es un hecho aislado. La violencia vinculada al control de recursos municipales y ambientales se replica en otras jurisdicciones. Un ejemplo es el asesinato de Santiago Guardamino, defensor de derechos territoriales en la comunidad de Quipán, quien fue ultimado horas antes de testificar ante el Ministerio Público. Guardamino denunciaba la apropiación ilegal de tierras comunales por parte de Industrias Argüelles, a través de la falsificación de documentos y el soborno a funcionarios públicos.

Aunque el Ministerio Público inició una investigación preliminar sobre presuntos delitos ambientales y corrupción en el manejo de residuos sólidos, las acciones tomadas hasta el momento no han dado resultados tangibles. La impunidad con la que operan estas redes refleja un problema estructural dentro del sistema judicial y la falta de voluntad política para erradicar la corrupción en el manejo de los servicios públicos.

Mientras tanto, Ruth Cuno continúa con su labor, a pesar del riesgo que implica desafiar intereses enquistados en la gestión municipal. «Lo que quiero es llegar hasta las últimas consecuencias, porque de por medio está mi vida. Temo por mi familia», sentencia.

El caso de Santa Anita ilustra con crudeza cómo el negocio de la basura en Lima no solo es una fuente de corrupción, sino también de violencia y muerte. Sin una respuesta efectiva de las autoridades, la impunidad seguirá siendo el mayor aliado de estas mafias.

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Arguelles, Santa Anita

[El dedo en la llaga] «CitizenGO es un lobby, encuadrado en posiciones ultraconservadoras, constituido en España como fundación en el año 2013 por la asociación HazteOir, que posteriormente se diluyó dentro de la propia CitizenGO. Con sede en España, la plataforma promueve peticiones en oposición al matrimonio entre personas del mismo sexo, al aborto y la eutanasia en un ámbito internacional».

Así describe actualmente la Wikipedia en español lo que es CitzenGO, organización polémica en su ideología y sus métodos, fundada por el ultraconservador Ignacio Arsuaga.

Más interesante es lo que reseña la Wikipedia en inglés sobre quiénes dirigen y financian esta plataforma:

«The CitizenGO Foundation Board of Trustees is composed of Ignacio Arsuaga, Walter Hintz, Blanca Escobar, Luca Volontè (Unione dei Democratici Cristiani politician), Brian S. Brown (president of the anti-LGBT rights National Organization for Marriage), Gualberto García, Alexey Komov (Russian Representative of the pro-Christian right World Congress of Families, considered a close ally of pro-Vladimir Putin oligarch Konstantin Malofeev), Alejandro Bermudez, and John-Henry Westen».

«El Patronato de la Fundación CitizenGO está compuesto por Ignacio Arsuaga, Walter Hintz, Blanca Escobar, Luca Volontè (político de la Unione dei Democratici Cristiani), Brian S. Brown (presidente de la organización anti derechos LGBT National Organization for Marriage), Gualberto García, Alexei Komov (representante ruso del World Congress of Families, de derecha pro-cristiana, considerado un aliado cercano de Konstantin Malofeev, oligarca pro-Vladimir Putin), Alejandro Bermúdez y John-Henry Westen».

A destacar el nombre de Alejandro Bermúdez, miembro expulsado del Sodalicio de Vida Cristiana y autoproclamado periodista. Wikipedia ha tomado esta información de una fuente del año 2017. Si bien a día de hoy la lista de nombres, según la página web de CitizenGO, es un poco más reducida —Ignacio Arsuaga, Blanca Escobar, Luca Volontè, Brian Brown, Gualberto García y Carlos Polo—, en un artículo publicado en inglés el 24 de enero de 2022 en el portal informativo polaco Reset Obywatelski, “Ordo Iuris and the Kremlin: Evidence presented by Klementyna Suchanow”, se muestra que el nombre de Bermúdez seguía apareciendo en la versión en polaco de la web de CitizenGO, junto al nombre de Alexei Komov.

La presencia de Alexei Komov no es casualidad. Se le considera el embajador del Kremlin entre los fundamentalistas. Es hijo de un exoficial de la KGB, el servicio secreto soviético. Komov padre trabajó encubierto como periodista en Los Angeles (es decir, en Hollywood). Más tarde, la URSS le asignó misiones en Londres y La Habana.

Su hijo, Alexei Komov, es cercano a figuras clave de los movimientos nacionalistas y fundamentalistas en Europa, especialmente en Italia. En diciembre de 2013 participó en un congreso de la Lega Nord (Liga Norte), cuando este grupo separatista radical renunció a su separatismo para transformarse en un partido político nacional italiano. Luego se reveló que Putin financió a la Lega. Un escándalo similar ocurrió en Francia, donde se descubrió que el jefe de Komov, Konstantin Malofeev, “prestó” grandes sumas de dinero al partido ultraderechista Front National de Marine Le Pen. Además, Alexei Komov participó en las actividades de Agenda Europe, una organización coordinadora europea de más de 100 organizaciones que presenta el matrimonio homosexual, los derechos trans, la libertad reproductiva y los esfuerzos contra la discriminación LGBTQI como ataques al cristianismo y busca promover posiciones extremistas conservadoras.

Komov no sólo ha estado en las juntas directivas del World Congress of Families (WCF) —organización estadounidense que promueve internacionalmente valores e ideas del cristianismo conservador— y CitizenGO, sino que también contribuyó a crear esta última plataforma desde sus inicios. Esta relación data de 2012, cuando el congreso del WCF fue organizado por Ignacio Arsuaga, director de HazteOir, en Madrid. La representación rusa fue fuerte en ese evento, encabezada por Natalia Yakunina y Alexei Komov. Inmediatamente después, Arsuaga tuvo la idea de fundar una plataforma de peticiones que promoviera acciones en defensa de los valores cristianos y en contra de “innovaciones” como el matrimonio entre personas del mismo sexo, el aborto y la eutanasia. Sin embargo, no tenía dinero y estaba buscando patrocinadores. Fue entonces cuando los rusos entraron en escena. 

Menos de un mes después, una descripción del proyecto llamado CitizenGO fue enviada por Arsuaga no a Komov, sino a su jefe, el oligarca ruso Malofeev. Arsuaga proponía que el ruso ayudara a financiar el proyecto CitizenGO. Solicitaba 100,000 euros, tal como consta en un memorando del 23 de marzo de 2013. Gracias a los hackers del grupo ACAB Gang, quienes irrumpieron en la computadora del presidente de las organizaciones españolas HazteOir y CitizenGO a finales de 2016 o principios de 2017, accediendo a unos 17,000 documentos, tenemos confirmación de una transferencia de esa suma de Malofeev a Arsuaga. Estos documentos, publicados en el verano de 2021 por Wikileaks, incluyen acuerdos, transferencias, invitaciones, cartas, planes estratégicos y memorandos que arrojan nueva luz sobre toda la relación de la internacional conservadora con la Rusia de Putin. El mismo Ignacio Arsuaga confirmó la autenticidad de los documentos publicados por Wikileaks. Entre ellos se encuentra un acuerdo entre CitizenGO y la Fundación San Basilio el Grande, dirigida por Malofeev, por 100,000 euros.

La suma de 100,000 euros se destinaría a las actividades de CitizenGO «que promueven los derechos humanos y protegen los valores de libertad, democracia y tolerancia frente a los abusos y ataques a los que están sometidos a nivel internacional, mediante el lanzamiento de una plataforma web para campañas pro-vida y pro-familia de naturaleza global». El acuerdo también establecía que CitizenGO “asistirá” a la fundación de Malofeev en el aumento de «su base de apoyo social para lograr los objetivos que comparten ambas entidades». Además, se aseguró la capacidad de influir en CitizenGO con la cláusula de que la fundación de Malofeev «se unirá al órgano de gobierno (Patronato) de la Fundación CitizenGO». Esto ocurrió precisamente con la persona de Komov, quien se convirtió en miembro de la junta directiva de la organización tras la firma del acuerdo.

Es muy difícil que Alejandro Bermúdez no haya tenido conocimiento de todo esto. Perteneció al Patronato de Citizen GO durante años, al igual que Carlos Polo Samaniego, director de la oficina para América Latina del Population Research Institute (PRI), otra organización ultracatólica que se opone al aborto y a toda política y estrategia que promueva la anticoncepción. Polo es además amigo muy cercano de Bermúdez y participó también del Movimiento de Vida Cristiana, otra de las instituciones fundadas por Luis Fernando Figari que, al igual que el Sodalicio, fue suprimida por orden del Papa Francisco.

En esencia, CitizenGO ha operado como un “clon” del World Congress of Families, sirviendo como un instrumento para difundir valores conservadores y anti-progresistas que coincidían con los objetivos más amplios de Rusia para desestabilizar las estructuras democráticas occidentales y debilitar la unidad europea. Esto subraya el papel de estas organizaciones en una lucha geopolítica más grande, con implicaciones que van mucho más allá de sus supuestas metas de protección de la familia y de las libertades religiosas.

El World Congress of Families, Agenda Europe, CitizenGO, Ordo Iuris y muchos otros: todos son elementos de una máquina fundamentalista, alimentada por el Kremlin, que se solapan entre sí. Todas las organizaciones mencionadas anteriormente comenzaron a estar intensamente activas alrededor del mismo tiempo. Es decir, entre 2012 y 2013, cuando la posición de Putin comenzó a decaer. El dictador ruso decidió entonces contraatacar a sus oponentes occidentales. La presencia de oligarcas y activistas rusos como patrocinadores y animadores de la máquina indica que el Kremlin decidió aprovechar esta oportunidad para infiltrar a los radicales religiosos occidentales.

¿Para qué lo necesitaría el Kremlin? Para apoderarse de gobiernos en Europa, o al menos para llevar a Occidente al borde de una guerra religiosa e ideológica. Notemos que en esa misma época Putin se proclamó líder de los conservadores y defensor de los “valores cristianos”. Por supuesto, a Putin no le importa el amor evangélico hacia el prójimo. Al igual que en los tiempos del comunismo soviético, este tipo de ideología sería sólo una tapadera para realizar objetivos geopolíticos imperialistas. El Kremlin planea cumplir estos objetivos con la ayuda de una Internacional, modelada según la de la era comunista, pero representando esta vez el fascismo y el fundamentalismo.

¿De qué objetivos geopolíticos estamos hablando?

 • Levantar las sanciones impuestas a los dignatarios de la Federación Rusa por atacar Ucrania.

 • Debilitar y desintegrar la Unión Europea.

 • Debilitar y desintegrar la OTAN.

La primacía de la ley nacional sobre la ley internacional que predican los fundamentalistas es una norma añadida a la constitución rusa por Putin, defensor de una democracia de fachada. Una idea similar está tomando fuerza en Estados Unidos y en varios países europeos y latinoamericanos. Confiamos en que todo esto salga a la luz y algún día el conservadurismo sea asociado con la traición a los derechos humanos fundamentales y la sumisión al Kremlin.

Mientras tanto, hay que añadir que no sería la primera vez que Alejandro Bermúdez se sitúa en un entorno ultraconservador apoyando agendas políticas cuestionables de características clandestinas. Me constan las vinculaciones que tuvo el Sodalido desde la década de los 70 con la Organización Nacional del Yunque, organización secreta paramilitar, ultracatólica y de extrema derecha de origen mexicano y de alcance internacional. ¿Qué tipo de colaboración hubo con Manuel Díaz Cid y Federico Müggenburg —a quienes conocí personalmente—, yunquistas de las primeras generaciones y amigos cercanos de los sodálites Virgilio Levaggi y Alfredo Garland (primer y segundo director de ACI – Agencia Católica de Informaciones respectivamente), de Luis Fernando Figari (fundador del Sodalicio de Vida Cristiana), de Germán Doig (vicario general del Sodalicio hasta su muerte prematura) y también de Bermúdez, quien tomaría la posta de ACI en el año 1987? El mismo Díaz Cid, ya fallecido, reconoció públicamente que perteneció al Yunque hasta 1998, cuando decidió salir de la organización por discrepancias ideológicas y por desacuerdo con sus formas de actuar. No nos consta que Bermúdez haya sabido con anterioridad de la pertenencia al Yunque de estos dos personajes, que siempre se presentaban como miembros de organizaciones de fachada, así como tampoco considero probable ni verosímil que Bermúdez pertenezca al Yunque. Más aún, ni siquiera el historiador español Santiago Mata, en un artículo en Aleteia del 18 de febrero de 2015, ha afirmado que Alejandro Bermúdez pertenezca al Yunque, sino que lo incluyó en una lista de personas y entidades favorables de una u otra manera al Yunque. Como dijo el mismo Mata, «que estén aquí no significa que sean del Yunque, pero sí que conocen su existencia y lo apoyan y justifican».

El mismo Bermúdez respondió al respecto en su podcast Punto de Vista del 20 de febrero de 2015:

«Yo pertenezco al Sodalicio de Vida Cristiana. ¿De dónde voy a pertenecer al Yunque? ¿Para qué voy a pertenecer a una organización secreta que se dedica supuestamente a hacer lo que yo hago públicamente? ¿Qué razón tendría para estar en una organización secreta cuándo en esa organización secreta no haría más ni mejor que lo que ya estoy haciendo a vista y paciencia de todo el mundo?»

Lo interesante de estas declaraciones es que Bermúdez admitió que hay coincidencia entre lo que él hacía públicamente y lo que hace el Yunque. No extraña, pues, que suelte la siguiente afirmación: «¿Cómo una persona supuestamente inteligente piensa que el Yunque es un problema?»

Así como el Yunque se ha dedicado a manipular desde dentro ciertas organizaciones de ideario católico tradicional, a fin de generar impacto en la sociedad copando parcelas de poder político e influencia mediática, de manera similar Alejandro Bermúdez, partiendo de los mismos principios ideológicos y coincidiendo en los objetivos, se ha dedicado a manipular la información sobre la Iglesia y el mundo a fin de impulsar su agenda ideológica y su peculiar manera de entender el catolicismo, que en varios aspectos difiere de la nueva perspectiva más acorde con los Evangelios que ha buscado aplicar el Papa Francisco. Por eso no debería sorprendernos que Bermúdez haya apoyado todas las iniciativas que presenten indicios de estar infiltradas por miembros del Yunque —como las plataformas de Ignacio Arsuaga— o que aprueben los medios y fines de esta sociedad secreta. Al igual que en los últimos tiempos, consciente o no de ello, habría estado apoyando la ofensiva ideológica y la agenda política del Kremlin.

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[Música Maestro] Carlos Santana (77), el genial guitarrista mexicano, está instalado en la memoria de los oyentes de radios populares y convencionales a través de dos imágenes muy claras. La primera es la del desgarbado muchacho de 21 años que, aferrado a una Gibson SG y al frente de su intoxicante banda original -The Santana Blues Band-, alborotó a la muchedumbre hippie en el segundo día de Woodstock, el 16 de agosto de 1969, con incontenibles solos de guitarra, psicodélicas líneas de Hammond B-3 y percusionistas poseídos por el mismísimo demonio. 

Y la segunda apareció treinta años después, en 1999, cuando el ya respetado músico, recién atravesada la barrera de los 50, se convirtió en ídolo de los nuevos públicos con canciones de atildada producción y sonido aséptico, grabadas con varias estrellas del pop para su CD Supernatural, que se publicitó como una especie de renacimiento, como si todo ese tiempo en medio hubiera estado cruzado de brazos. Nada más falso.

Luego de su frustrada visita al Perú, en diciembre de 1971, siguieron dos décadas de intensa actividad, que podemos subdividir en dos periodos: de 1972 a 1980, nueve años marcados por la experimentación con el jazz-rock y la fusión, por entonces extremadamente en boga gracias al trabajo de músicos como Miles Davis, Sun Ra o John Coltrane. Y, posteriormente, entre 1981 y 1992, oncenio en el que se incorporó a los nuevos lenguajes sónicos del pop-rock sin perder su filiación latina y construyó, poco a poco, las bases que desembocarían en ese renacer comercial a puertas del siglo XXI.

Mientras que Santana, la banda, sigue vigente en programas radiales de música retro, con canciones propias como Samba pa’ ti, Guajira o No one to depend on o aquellos covers que terminaron haciendo suyos como Oye cómo va, del “Rey del Timbal” Tito Puente; Jingo, salvaje jam compuesto por el baterista nigeriano Babatunde Olatunji; Evil ways, composición de 1967 del nuyoricano percusionista de latin-jazz, Willie Bobo; o Black magic woman/Gypsy queen, en que unió en un solo tema las composiciones de dos admirados guitarristas de los años sesenta, el inglés Peter Green, líder de Fleetwood Mac, y el húngaro-americano Gábor Szabó; casi nada de su alucinante discografía posterior a 1971 logró colarse entre las preferencias masivas, salvo dos o tres excepciones. 

En esas dos décadas al margen de las tendencias y gustos populares –“nuestras canciones están en el Top 40 del Universo” dijo alguna vez-, Santana alcanzó logros relevantes que cimentaron su amplio prestigio como personaje fundamental de la realeza rockera, aunque las masas noventeras que aplaudieron éxitos radiales como Smooth o Corazón espinado no supieran exactamente de dónde venía ese extravagante señor con bigote, lentes oscuros y gorritos étnicos que salía tocando, con la boca abierta, al costado de sus adorados Rob Thomas, Wyclef Jean o Maná.

El guitarrista había llegado, a los 15 años, con sus padres y seis hermanos a San Francisco, proveniente de Tijuana, México y, aunque al principio rechazó el cambio -su padre José, mariachi y violinista, contó en 1972 que tuvieron que convencerlo entre lágrimas para salir de México pues el adolescente Carlitos se había encerrado en su casa para no viajar-, se conectó rápidamente con la subcultura musical afroamericana. Instalado en el epicentro artístico de la Costa Oeste, en 1967, se sumergió en la comunidad hippie, con todo lo que ello implica, y cortó durante dos años toda comunicación con su familia, con la cual retomó contacto poco antes del lanzamiento de su álbum debut, para comprarles con el dinero que le había adelantado CBS Records una enorme casa en el barrio chicano de Diamond Heights, San Francisco.

El sonido esotérico de Carlos Santana se inició, oficialmente, con su cuarta producción, Caravanserai (1972), palabra que nos remite a los alojamientos usados por las caravanas de comerciantes del Medio Oriente, esparcidas por toda la ruta de la seda durante las épocas de las grandes civilizaciones del mundo antiguo. La carátula -el anaranjado sol del atardecer sobre cielo celeste y las siluetas difuminadas de camellos avanzando por el desierto- expresa con claridad el espíritu del disco. Previamente, ese mismo año, Santana había lanzado un álbum en vivo junto al baterista y cantante Buddy Miles -ex integrante de la Band Of Gypsys de Jimi Hendrix- que recoge extensos y fumadazos jams en Hawaii.

Canciones del Caravanserai como Stone flower (cover de A. C. Jobim), All the love of the universe, Waves within y Eternal caravan of reincarnation conservan el sonido clásico del grupo y, a un tiempo, ofrecen atmósferas más volátiles y misteriosas. De la mancha de Woodstock -la que fue deportada por el general Velasco en 1971- quedaban Gregg Rolie (teclados, voz), el nicaragüense José “Chepito” Areas (percusión) y Michael Shrieve (batería). También Neal Schon, el guitarrista prodigio que había ingresado para el tercer disco. Doug Rauch, instrumentista virtuoso, reemplazó en el bajo al encarcelado David Brown mientras que el percusionista James Mingo Lewis cubrió a Michael Carabello en las congas. 

En ese tiempo, el mexicano había ingresado a una etapa personal de introspección espiritual, lo que trajo tensiones dentro del grupo pues hubo quienes lo acusaron de hipócrita y contradictorio. Carabello, uno de los fundadores de Santana fue el primero en irse, molesto porque el guitarrista decidió llamar a Joseph “Coke” Escovedo para cubrir a “Chepito” Areas quien había sido hospitalizado. Luego lo siguieron Brown, Rolie y Schon. Los dos últimos armaron, en 1973, la primera versión de Journey.

Ese esoterismo se tradujo en su adopción de las enseñanzas filosóficas del gurú indio Sri Chinmoy (1931-2007), a cuyo círculo llegó a través de dos colegas, el norteamericano Larry Coryell y el británico John McLaughlin, extraordinario músico de jazz-rock que, tras dos años con el combo de Miles Davis -en los álbumes In a silent way (1969), Bitches brew (1970) y Jack Johnson (1971)- formó su propia banda The Mahavishnu Orchestra. Santana, fascinado con el álbum debut de ese grupo, The inner mounting flame (1971), se hizo amigo cercano de McLaughlin y aceptó su invitación para grabar juntos.

El resultado de esa reunión fue el disco Love devotion and surrender, lanzado en junio de 1973. Allí Santana añadió a su nombre el apelativo “Devandip” palabra en sánscrito que significa “Luz y Ojo de Dios”. En el álbum, Santana y McLaughlin intercambian afiladas guitarras en un ambiente influenciado por la música medio oriental y el rock progresivo, para interpretar un par de composiciones de John Coltrane y otros vuelos cósmicos. El título pertenece a una de las canciones de Welcome, quinto disco de Santana, publicado tres meses antes, donde destacan Samba de Sausalito, When I look into your eyes y Flame-sky, escrita a dúo con McLaughlin.

1974 fue un año especialmente activo. Como parte de la gira promocional del LP Caravanserai, Santana y su nuevo grupo -Leon Thomas (voz, percusión), Tom Coster, Richard Kermode (teclados), Doug Rauch (bajo) y una potente sección de percusiones integrada por los sobrevivientes Shrieve, Areas y una leyenda del latin-jazz, el conguero cubano Armando Peraza, que venía de tocar con todos, desde Pérez Prado hasta Dave Brubeck- lanzaron un impresionante disco triple titulado Lotus, resumen de dos fechas en Osaka, Japón. Para la segunda porción de ese año, aparecieron dos álbumes más.

El primero de ellos se llamó Illuminations, plácida y semi sinfónica selección de composiciones en clave de free-jazz, a dúo con la fenomenal arpista/pianista Alice Coltrane, viuda de John. Con su aura fantasmal, este hermoso álbum representó un paso más hacia la profundización del mensaje musical de Santana. Illuminations fue la primera entrega de una trilogía de dedicada a la filosofía de Sri Chinmoy quien, por cierto, también era músico y componía volátiles melodías para estimular al subconsciente. 

Las otras dos fueron Oneness: Silver dreams-Golden reality (1979) y The swing of delight (1980), en los que Santana retoma la combinación de efervescentes ritmos latinos con ambientaciones reflexivas, alternando con estrellas de jazz de alto calibre como Herbie Hancock (piano), Wayne Shorter (saxo), Ron Carter (bajo) o Jack DeJohnette (batería). El guitarrista recuerda esas sesiones como las más desafiantes y satisfactorias de su carrera, al estar rodeado de “los mejores músicos del planeta”. Los resultados fueron de alta calidad, por supuesto. 

Borboletta, lanzado en octubre de 1974, es un disco mayoritariamente instrumental con un notable trabajo del saxofonista Jules Broussard, que no tuvo mayor repercusión a nivel comercial a pesar de contar con la colaboración de luminarias como el bajista Stanley Clarke o la pareja Flora Purim/Airto Moreira, integrantes en ese entonces de Return To Forever, banda de jazz-rock liderada por el tecladista Chick Corea. En este álbum de hipnotizante carátula -un mandala celeste con una mariposa al centro-, destaca una versión de Promise of a fisherman, clásico brasileño escrito por el trovador Dorival Caymmi, aunque desprovisto del hálito misterioso y tribal que le habían dado Sérgio Mendes y su orquesta Brasil ’77, en el LP Primal roots (1972).

Santana comenzó a retornar a las radios entre 1976 y 1979, con canciones como Carnaval (Festival, 1977), Dance sister dance (Amigos, 1976), All I ever wanted, Aqua marine (Marathon, 1979) o los covers de Classic IV y The Zombies, Stormy (Inner secrets, 1978) y She’s not there respectivamente, del doble Moonflower (1977), uno de los mejores de su catálogo que combinó temas antiguos en vivo con nuevas grabaciones en estudio como I’ll be waiting o la romántica Flor de luna. En medio de la locura por la música disco, el guitarrista insistió en promover ritmos latinoamericanos. 

Mención especial en este periodo merece la canción Europa (Earth’s cry heaven’s smile), del LP Amigos (1976), coescrita con Tom Coster, su tecladista en ese entonces, en medio de una gira por ese continente. El tema, un cadencioso bolero en que Carlos Santana da rienda suelta a todo su lirismo instrumental, se convirtió en uno de los favoritos del público y fue, desde entonces, grabada por distintos artistas como por ejemplo el saxofonista argentino Leandro “El Gato” Barbieri (LP Caliente! de 1976) o el baladista español Dyango, quien lanzó en 1991 su propia versión, con letra adaptada y la participación especial de Paco de Lucía. 

La espiritualidad de Carlos Santana definió también su imagen pública desde sus inicios, con las palabras de Jesucristo, Mahatma Gandhi, Paramahansa Yogananda y Martin Luther King Jr., entre otros, siempre presentes en cada entrevista que concedió entre 1971 y 1973. Pero una vez que se involucró en las enseñanzas de su nuevo gurú, se transformó en un personaje aun más etéreo. Sin embargo, ciertas exigencias de Chinmoy terminaron alejándolo de aquel círculo de meditaciones trascendentales. Aunque no renegó de lo aprendido, sí llegó a comentar que el maestro hindú reaccionó tan mal a su decisión que comenzó a llamar a todos sus amigos para prohibirles que hablaran con él por abandonarlo.

Los álbumes Zebop! (1981) y Shangó (1982) fueron dos intentos de Santana por reengancharse con públicos masivos, a través de canciones cercanas a la estética de esa década. Con una banda más definida, integrada por Alex Ligertwood (voz), David Margen (bajo), Graham Lear (batería), Richard Baker (teclados), Armando Peraza, Raul Rekow (congas) y el legendario timbalero de la Fania All Stars, el cubano Orestes Vilató, Santana presentó un sonido más fresco y moderno, con baladas inscritas en su tradicional sonido como I love you much too much, la rockera Winning y Hold on -otro cover, esta vez del canadiense Ian Thomas-, tema que tuvo mucha difusión gracias a un simpático videoclip en que aparecen él, su esposa Deborah y sus músicos en un baile de máscaras con juegos de feria popular.

Aunque su reconocido prestigio como guitarrista le permitía interactuar sobre los escenarios con pesos pesados como el John Lee Hooker, los gigantes del jazz Weather Report, la leyenda africana Salif Keita, las jam-bands Phish y Grateful Dead, entre muchos otros, sus discos durante los ochenta no tuvieron mucho impacto, con excepción de los singles Havana moon (1983), Say it again (Beyond appearances, 1985) y el álbum Blues for Salvador (1987), dedicado a su hijo Salvador, entonces de cuatro años, que le hizo ganar su primer Grammy (Mejor Presentación de Rock Instrumental). 

En 1988, CBS Records publicó el disco doble recopilatorio Viva Santana! para celebrar sus primeros veinte años de trayectoria, que incluyó algunas canciones inéditas como la descarga Bámbara y la salsa Ángel negro. Ese mismo año, salió de gira por EE.UU. y Europa con un supergrupo que armó con sus amigos Wayne Shorter (saxos), Patrice Rushen (teclados), Alphonso Johnson (bajo), Leon “Ndugu” Chancler (batería) y sus viejos colaboradores Armando Peraza y José “Chepito” Areas en percusión. Aquí, un botón de muestra en el Festival de Jazz de Montreaux de ese año.

A inicios de los noventa, Santana se volcó nuevamente al esoterismo conceptual, con sus álbumes Spirits dancing in the flesh (1990), Milagro (1992) y Santana Brothers (1993, junto a su hermano Jorge y su sobrino Carlos Hernández), los dos últimos con su nuevo sello discográfico, Polygram Records y un elenco musical que incluía a algunos de sus más recientes lugartenientes musicales, como el bajista Benny Rietveld, el timbalero Karl Perazzo o el tecladista Chester D. Thompson quien, después del conguero Raul Rekow, es el músico que más años ha trabajado con Santana, desde 1983 hasta 2009.

Durante dos décadas, de 1972 a 1992, Carlos Santana construyó una trayectoria discográfica impecable, con la sólida base formada por aquellos tres históricos álbumes lanzados entre 1969 y 1971. A finales de 1998, Clive Davis, productor y hombre fuerte de Polygram, le propuso relanzar su figura pública uniendo su inconfundible guitarra a un catálogo de artistas modernos, los más conocidos del momento. Este movimiento fue percibido por sus fans como una traición al espíritu libre y esotérico que lo caracterizó desde siempre. Pero eso, como dicen, es otra historia. 

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Las crisis, especialmente una tan destructiva como la provocada por la pandemia de 2020, dejan cicatrices profundas en los cimientos de la economía. Y el segmento más doloroso no es la contracción en sí, sino las huellas que dejó atrás, en decenas de miles de empresas que pueden estar abiertas, pero siguen luchando desesperadamente por recuperarse. Hoy, el proyecto de ley 9433 puede verse más que nunca como una medida vital para prevenir una catástrofe económica aún mayor, especialmente para las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes).

Las Mipymes, que representan el 99,5% de las empresas formales en el país, fueron las más afectadas durante la pandemia. Muchas de estas empresas, que aún están lidiando con sus deudas, han sido incapaces de mantenerse a flote con pérdidas que ascienden a millones. Sin la aprobación de esta ley, el futuro de más de 600,000 negocios formales es sombrío. No poder trasladar sus costos ni contar con un mecanismo para compensar sus pérdidas amenazaría la existencia de más de 300,000 de ellas. Y con ello, la economía nacional perdería más de un millón de empleos formales.

La política tributaria mencionada en el proyecto de ley 9433 es extraordinaria, y es una amnistía no para los impuestos en sí, sino para que las empresas puedan recuperarse y operar en la economía formal. Se propone que las pérdidas de las Pymes puedan compensarse hasta el año 2032, sin exceder los S/ 500 millones. En el caso de que la ley no pase, el cierre masivo de empresas puede promover la informalidad, lo que reducirá aún más la base tributaria y comprometerá los ingresos del Estado.

Lo que está en juego aquí no es solo la supervivencia de las empresas, sino también la estabilidad del país. Sin un tejido empresarial, no habrá florecimiento económico. Esta ley no representa un favor para las empresas, sino más bien para el futuro económico de todos los peruanos.

La ley debe debatirse y aprobarse cuanto antes en el pleno del Congreso y ser promulgada por el gobierno de inmediato. Solo la visión cortoplacista de algunos funcionarios del MEF que andan medio despistados podría creer que una norma como esta les haría perder ingresos tributarios. Todo lo contrario. Ponga un poco de orden en su sector señor Salardi y deje un legado a largo plazo, como es su objetivo.

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[Migrante al paso] De nuevo, hasta las 4 de la mañana con insomnio. Pero nada mejor que una buena serie o anime para que te acompañe en esas noches sin pegar el ojo. No siempre es una compañía agradable, pero no deja de ser interesante. Ayer fue la serie Adolescencia, que se ha vuelto viral tanto por la temática como por la impactante actuación de un niño. Le crees absolutamente todo, es de esos talentos que ves muy pocas veces durante tu vida. La serie es espectacular, siempre hay quejas porque como ya es sabido, ahora nadie está contento, siempre algo tiene que fallar. Yo me quedé pegado durante los cuatro episodios que vi seguidos. En fin, mi intención no es hablar de la serie, pero sí respecto al enorme desafío que enfrentamos como sociedad.

Yo también fui niño y adolescente, era de los llamados populares o líderes de mi promoción. Felizmente yo defendía de quienes abusaban, fui criado en un hogar donde incluso pelearse por ese motivo era permitido. Igual en mi colegio, no había casos tan severos como lo son actualmente. Tengo que resaltar que la realidad de los colegios privados a la de los públicos es abismal, dos experiencias totalmente distintas, yo fui a uno privado. Sin embargo, creo que en general la mayoría mantenía un grado de respeto. Teníamos un límite mucho más marcado. Hacíamos travesuras, obvio, dentro de todo son sanas. Siempre y cuando mantengan el tono infantil y aventurero. Pero teníamos conciencia de lo que hacíamos, si nos descubrían aceptábamos el castigo que fuera. Era sano, después de todo el principal alimento de estas acciones era la diversión y la curiosidad. Ahora todo parece haber cambiado para mal. Ahora es odio e ira que naturalmente termina en violencia. El peso que cargan los adolescentes ahora es mucho más abrumador. Todo por culpa de las redes sociales. La virtualidad ya dejó de ser tan virtual, mucho más para ellos que los ha invadido en casi todos los aspectos de la realidad. El bullying ha trascendido a niveles radicales y pasa desapercibido por la mayoría de los adultos, que no llegan a entender del todo el fenómeno. Por eso recomiendo esta serie, te da a entender un mundo del que yo, con solo 31 años, no conocía. 

En el colegio solía sentarme en las carpetas del fondo de la clase, era más divertido y había menos control del profesor que daba la clase. Aprovechábamos para hacer guerra de bolas de papel, a veces se ponía un poco más salvaje. Nos botaban de la clase y aceptábamos, de hecho en ese momento pensaba, que era mejor estar afuera que adentro. Una que otra pelea en la cancha de fútbol por algún foul o cosas por el estilo. No llegaban a mucho. No había intención de hacer daño en el fondo. Por más rebeldes que fuéramos si un profesor intervenía íbamos a respetar su decisión, jamás se nos hubiera ocurrido ser faltosos con ellos o con cualquier adulto en general. Podíamos bromear y molestar pero dentro de un límite aceptable. Ahora en las escuelas, quienes te enseñan se han vuelto el punto de insultos, les hacen bullying hasta a ellos. No solo es un cambio en los alumnos, los maestros han perdido autoridad ya sea por leyes excesivamente protectoras, porque son demasiado políticamente correctos o, peor aún, por miedo a lo que vayan a decir de ellos en las redes sociales.

Mi generación fue de las últimas en crecer sin smartphones, está comprobado que desde que existen la sensación de soledad y tristeza ha aumentado en los jóvenes. De chicos jugábamos en las calles, salíamos a montar bicicleta o skate, nos juntábamos seguido en alguna casa a ver películas. Para contactar a tus amigos tenías que llamar al teléfono fijo y preguntar por él. Los fines de semana te desconectabas por completo. Salvo de tus amigos cercanos que probablemente seguías viendo. La virtualidad comenzó con los videojuegos y eso que no existían juegos online, teníamos que estar en el mismo sitio. Se mantenía el contacto físico.

Ahora los niños están más solos, la hiperconectividad ha traído como consecuencia lo contrario, el aislamiento. Es como si vivieran en dos mundos igual de importantes, uno de ellos no tiene filtro y está enfocado en hacer que no te despegues del celular y darle mayor importancia a tu avatar virtual que a quien eres en realidad. Es un peligro, y a lo que se puede acceder desde un celular ahora es incontrolable. Pongas las restricciones que pongas, al final todo se filtra. Es de temer, y requiere supervisión urgente. Si yo, que soy mucho mayor, a veces tengo que borrar Instagram, que es la única red social que uso, porque me da ansiedad y al eliminarlo siento alivio; imagínense todo lo que puede generar en una mente adolescente donde la confusión y la búsqueda de identidad están en plena formación. No debe ser fácil. El mundo está avanzando más rápido que la educación y ahora está desbordada, se tiene que dar un cambio brusco en el sistema educativo, no necesariamente más estricto, pero adaptado a lo que está sucediendo. Lo que vemos ahorita está desfasado.

Hacer que la nave del Estado navegue hacia un puerto seguro con un gobierno y un parlamento con cerca de un 2% de aprobación -según la encuesta del IEP publicada hoy en La República- es una lucha interminable. Es una perspectiva sombría, donde la legitimidad del poder se evapora y la autoridad se siente como un espejismo más que una realidad tangible.

La política peruana, especialmente, se encuentra en un torbellino de desconfianza, divisiones y corrupción sistémica que impide cualquier posibilidad de reforma seria.

Parece una tarea irredimible al principio, pero nada es definitivo en política, como en la vida. Lo que el Perú requiere es una redefinición del pacto social, un esfuerzo titánico para recuperar la confianza, una tarea que no se puede lograr con discursos llenos de buenas intenciones y promesas vacías. Lo que necesita, en su lugar, es un esfuerzo determinado para recuperar el terreno que la democracia ha perdido.

El poder debe ser consciente de que su propósito no es preservarse a toda costa, sino devolver al pueblo la sensación de que tiene el control de su destino. La legitimidad no proviene de la arrogancia de quienes creen poseer la verdad, sino de escuchar, ceder y reconstruir consensos rotos.

Se requiere una transformación radical en el comportamiento de la clase política, que es incapaz de entender que no se gobierna mediante la manipulación, el clientelismo o el interés personal. Se necesita un pacto de gobernabilidad para elevarse por encima de la lucha de egos y asegurar reformas estructurales que aborden las raíces de la corrupción, la desigualdad y el clientelismo.

La del estribo: Mario Vargas Llosa acaba de cumplir 89 años. Peruano universal, personaje admirable, nuestro Nobel ha vivido varias vidas en una y será tarea de los historiadores irla descifrando. Por lo pronto, a empezar a hacerlo con dos libros que prometen: Vargas Llosa, su otra gran pasión, de Pedro Cateriano y Mario Vargas Llosa: palabras en el mundo, de Alonso Cueto.

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Encuestas, IEP, Sudaca, Sudaka

La cercanía de un ciclo electoral renovado en el Perú se cierne como una nube negra que no solo garantiza fricción en las aguas políticas, sino que también hará explotar las fracturas internas de la sociedad.

Como en un laberinto sin salida, el país seráarrastrado por la violencia política, una especie de maldición que, lejos de disiparse, se alimenta de la creciente presencia del crimen organizado. En lugar de ser un ejercicio de democracia, este enfrentamiento electoral se puede convertir en el caldo de cultivo de los peores vicios de la política: populismo, corrupción y, sobre todo, violencia.

El baile de los narcotraficantes contra los políticos, como muestran ejemplos de países como Colombia o México, ha sido lo que ha marcado allí los caminos del poder: sombría advertencia. Por supuesto, debemos recordar que armaron en Colombia durante el siglo XX la violencia periódica en campañas de forma institucionalizada, donde mataban candidatos o los obligaban a someterse a los intereses del crimen organizado. En México, las mafias han penetrado tan eficazmente las estructuras de poder que las elecciones se convierten en campos de batalla entre intereses criminales y legítimos.

En el Perú, la historia puede ser similar. El narcotráfico, la minería ilegal y demás perlasdesafían tanto el estado de derecho como penetran las estructuras de poder, creando un legado de impunidad.

Esta campaña electoral será una manifestación más de un Perú dividido, y la democracia se encuentra rodeada de un enemigo invisible: el crimen organizado. La violencia política no es meramente consecuencia de la crisis económica o social, sino un síntoma de una enfermedad de larga data que amenaza con aniquilar la confianza en el sistema político y las instituciones que deben garantizar la paz y el bienestar.

Por: Anita Bustamante de Aliaga

Este fin de semana, en especial, último de la temporada de verano, estos inútiles serán recordados por los miles de peruanos que tratarán de bajar a la playa de Miraflores, Barranco y Chorrillos, sufriendo la desidia de estos personajes. Lima, más que reconocida como potencia mundial, por la oferta graciosa y desmedida del alcalde Rafael López Aliaga para ganar la alcaldía. Sin embargo, la realidad es que la ciudad enfrenta un desafío crítico: la incapacidad de sus autoridades. La improvisación en la gestión es evidente, y las obras a medio hacer en Miraflores, Barranco y San Isidro son solo la punta del iceberg de una crisis aún mayor. La administración actual ha mostrado un alarmante desinterés por las necesidades de sus ciudadanos, y su intento de ganar popularidad a través de paseos mediáticos, como el del alcalde con el conocido «negrito Speed», que ante tanta estupidez tangible, resulta poco creíble.

Los vecinos de Lima sufren a diario las consecuencias de una gestión ineficaz. La falta de obras y la desidia administrativa son palpables, especialmente en distritos emblemáticos como Miraflores, donde el alcalde Canales ha dejado una huella negativa. Su legado está marcado por decisiones cuestionables y un manejo más que deficiente y una arrogancia si límites que lo ha hecho memorable, pero por las razones equivocadas.

Asimismo, las autoridades de San Isidro y Barranco parecen estar completamente desorientadas, reflejando esta incapacidad en el caos vehicular que atraviesan a diario los habitantes y visitantes. La ausencia de policías, la falta de señalización adecuada y la falta de estrategias para aliviar la congestión son evidentes. Los trayectos de 40 minutos de Miraflores a San Isidro, y de hasta una hora de Barranco a San Isidro, son solo un síntoma de una administración que ha perdido el rumbo.

Falta poco para que en el 2026 los ciudadanos hagan escuchar su voz. Las urnas serán la herramienta para poner fin a esta desastrosa gestión de improvisados y dar paso a un liderazgo que realmente se preocupe por el bienestar de la ciudad.

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