A kilómetros de altura, viendo las nubes, nevados y el mundo reducido a figuras diminutas desde las pequeñas ventanillas del avión, se crea un entorno de reflexión y pensamiento. Lo llamo trance de avión. Voy camino a una de mis deudas turísticas, que es conocer Ayacucho, y sólo pienso es su historia.

Definitivamente, un terreno golpeado y marcado por estampas de sangre. Desde los Wari, civilización preinca, que era una sociedad militarizada, y sus expansiones bélicas, mantuvieron esa época de guerras. Probablemente la civilización más poderosa antes de la llegada de los Incas. Imposible no pensar en la batalla de Ayacucho que fue la última de las luchas por la Independencia, fue ahí que se consolidó la liberación ante los españoles y ganamos soberanía. Esta provincia sufrió al desnudo una de las etapas más siniestras de la república, Sendero Luminoso nació en Huanta, ciudad del departamento y logró tomar todo el territorio convirtiéndolo en su centro de operaciones y en lo que llamaron zona roja. En tiempos más recientes, el 2022 por una represión policial abusiva murieron 15 personas, incluido un chico de 15 años. Por eso, hace menos de un mes Dina Baluarte recibió un jalón de pelo en su visita al departamento. No sabía qué esperar de Ayacucho, pero todo esto es lo que pasaba por mi cabeza antes de poner pie en uno los pilares de nuestra historia. 

Francisco Tafur

Dejé mis cosas en el hospedaje y partí rápidamente al Monumento del Santuario Histórico de la Pampa de la Quinua. A una hora desde la plaza de Huamanga, capital de la provincia, se encuentra, cruzando el pueblo de Quinua, con U (no es de mi agrado la huachafería pituca de llamarla Quinóa). En esta pampa fue donde se dio la batalla final de la Independenciala de Ayacucho. El camino entre valles y asfaltado serpenteaba rodeado de las flores amarillas de retama que florecen en esta época. De ahí nace la canción y le dedico una de sus estrofas al titular de mi crónica. El huayno, compuesto en 1969 por Ricardo Dolorier, habla de un evento ocurrido en Huanta en el que miles de estudiantes protestaron debido a un decreto del gobierno militar de Velasco Alvarado que pretendía que los alumnos pierdan el colegio gratuito si se desaprobaba algún curso. La represión fue brutal y dio razón a esta canción de protesta contra el autoritarismo militar. Lamentablemente, por ignorancia se asocia la canción con Sendero Luminoso o apología al terrorismo. La etimología del lugar cae como anillo al dedo por su historia, Ayacucho significa el rincón de los muertos.

En donde la vida
Se hace más fría que la muerte misma
Taita inti arde indignado
Las grandes nieves se descongelan
Y los grandes lagos comienzan a colmarse
El gran aluvión, está por llegar
Para sepultar, mundos que oprimen
Y sobre la tierra nueva; florecerá la retama
Y así las palmas que suenen arriba.

La flor de retama

El pueblo de Quinua es conocido por sus artesanías en cerámica y me llamó la atención que en todos los techos, bajos e inclinados por la lluvia, había una cerámica que asemejaba una iglesia. Es un rito de protección del hogar similar a los toros de Pucará. Ya a 3400 metros de altura, casi mil más que Huamanga, se llegas al punto de acopio para partir a la pampa. Caminé casi un kilómetro y lo demás lo hice a caballo, estaba asustado porque no me subía a uno desde pequeño, también temía que no pueda soportar mi peso. Son alrededor de 300 hectáreas y se transita por el mismo lugar donde los cañonazos se dispararon y la caballería e infantería se enfrentaban a muerte por la liberación del Perú y me atrevo a decir que de Latinoamérica. El obelisco de 44 metros de altura homenajea a los caídos en esa batalla de suma importancia. Me senté un rato a fumar un cigarro e imaginar cómo habrá sido ese caótico momento, hipnotizado por las nubes majestuosas típicas de nuestra sierra. 

De regreso, con el chofer Wenceslao, se nos pasó el rato tomando Volts y conversando. Le conté que yo no había vivido la época del terrorismo porque nací un año después de la captura de Abimael Guzmán. Él me dijo que tenía 10 años y que en la zona fue espantoso. El miedo reinaba el día a día y la gente dormía rezando para que la mañana siguiente no venga con malas noticias. 

Me contaba cómo él y sus 5 hermanos se escondían todas las noches en cuevas o chalas de maíz tratando de mantener el mayor silencio posible. Escuchaban pasos de tropas, ya sean senderistas o militares, ambas les daban tanto pánico que no dormían. Al amanecer tenían que regresar a sus casas rápidamente para no levantar sospechas porque mucha gente acusaba falsamente y en esas circunstancias eso significaba la muerte. 

Al escuchar sus relatos me hervía la sangre por saber que aún hay gente que sigue a Sendero o lo justifica. Francamente, a esas personas les digo directamente que su sentido de justicia es infantil y que a sus opiniones les falta inteligencia: solo la palabra ignorancia los caracteriza. Lo mismo va para quienes defienden las acciones de las fuerzas armadas sin cuestionamientos. Para terminar mi primer recorrido paramos en el Museo de la Memoria y, ahí sí, mi conducta explosiva quería desquitarse con lo que sea. Este pequeño centro esta manejado por las madres y familiares que perdieron seres queridos durante el conflicto armado interno, te cuentan la historia general y testimonios personales que te dejan sin palabras. Este momento oscuro, caótico y bárbaro no debe ser olvidado jamás. Aunque la DBA se esfuerce en echarle tierrita, es deber de todos no caer en sus jugadas amnésicas. 

Francisco Tafur

Al día siguiente me reuní con Carlos Condori, periodista y antropólogo ayacuchano y exdirector de la dirección de cultura en la región, fuimos al Cementerio General de Ayacucho para visitar la tumba de Edith Lagos. No por devoción sino por cultura general. Entre los mausoleos y otras tumbas de policías y ciudadanos muertos en la época del conflicto armado se encuentra ella, que fue partidaria y líder de Sendero Luminoso. 

Ella estudió derecho en la Universidad San Martin de Porres para luego abandonarlo y regresar a Huamanga. Ahí se integró a los destacamentos urbanos del grupo terrorista y se ganó el alias de Camarada Nelly. A los 19 años murió en un tiroteo en Ocabamba. Sus restos fueron trasladados a Ayacucho. Su tumba estaba rodeada de flores y homenajes; me cuenta Condori que antes era mayor, todos los días cubrían su lapida de ornamentos. No entendía por qué tanta devoción hacia una terrorista, sobre todo, en el lugar más golpeado por estos movimientos subversivos. Carlos me comentó que es por ser una joven líder revolucionaria, su entierro fue multitudinario debido a su imagen de símbolo de protesta. Después de la visita rápida, regresamos al hospedaje para una entrevista nutritiva. 

Francisco Tafur

¿Como se recuperó Ayacucho?

Sendero llegó con un mensaje de cambiar la situación, empezar una nueva historia, se volvieron la ley y enterraron todo lo anterior. Sendero se fue contra su propio mensaje. Una vez retirados dejaron al pueblo inerte y abandonado. La visión prejuiciosa de los militares golpeó fuertemente al pueblo. Con la formación de los comités de autodefensa expulsaron a los terroristas. El papel de los CAD fue fundamental. En el mundo andino existe una apreciación a la vida milenaria y los actos de Sendero iban en contra de todas esas costumbres. Luego de la expulsión, la misma población fue recuperando las organizaciones. 

En cuanto al gobierno regional.

Es la misma política de siempre, asociada a obras de infraestructura. La inversión ha crecido, pero todo es infraestructura sin contenido. Construcciones de hospitales gigantes, pero sin especialistas y equipos antiguos. Se han cerrado instituciones educativas en pueblos por falta de personal, son obras muertas o agonizantes. Existe un manejo de recursos mal empleado. La corrupción se encuentra en las obras ejecutadas sin necesidad. Ya es un caso de corrupción institucionalizada. El gobernador Wilfredo Oscorima lleva tres periodos en el cargo.

¿Cuáles son las principales problemáticas en la actualidad?

El principal problema es la corrupción y la inseguridad que ha crecido bastante, no hay indicadores estadísticos, pero está a la vista. Dentro del casco urbano hay una desprotección completa. Otro problema se da porque las posibilidades laborales son escasas para los graduados. No hay trabajo ni mercado. Los jóvenes terminan en servicios o migrando a Lima. Por otro lado, está la violencia familiar. Nunca hubo una política integral de salud mental. Lo peor, es que somos un pueblo acostumbrado a la violencia, es algo normal. El tratamiento hacia las comunidades campesinas andinas se encuentra abandonado y no reciben un tratamiento inclusivo, ya que el 80% habla quechua. 

¿Qué expectativas tienen con el bicentenario?

La verdad que nos ha dejado el tren. La fragilidad en las instituciones se mantiene y las políticas se quedan estancadas sin ejecutar. Había un proyecto para el bicentenario, pasó del Ministerio de Cultura a la PCM y luego regresó al Ministerio. No hay un esfuerzo potencial por mejora desde el poder. No se siente un ambiente del bicentenario. Creo que no se ha logrado una movilización social necesaria. Seguimos manteniendo la imagen de ser un lugar de mayor pobreza. Hay una fractura muy grande entre la provincia y el Estado. 

Luego de despedirnos me dediqué a pasear y visitar iglesias. Se le conoce a Huamanga como la ciudad de las iglesias, solo en este pequeño terreno hay 33. Las más importantes son la Catedral, la de Santo Domingo y la de San Francisco. En la época de los españoles, vieron Ayacucho como centro estratégico de evangelización y por eso la aglomeración de templos. Lamentablemente, los horarios son difusos y muchas están cerradas la mayor parte de la semana, así que sólo tuve la oportunidad de visitar la Catedral que se encuentra en la plaza. Vale recalcar que la Plaza Mayor de Huamanga es preciosa. Durante mi estadía pasaba horas contemplado el movimiento de las personas y la limpieza del lugar. La catedral de Ayacucho o Catedral Basilical de Santa María, de estilo barroco, fue construida en 1632 y es patrimonio histórico cultural de la nación. Cuenta con 10 retablos, expresión artística típica del lugar, bañados en oro. Tal vez el más importante es el retablo de altar mayor de la Virgen de las Nieves. Mis visitas a las iglesias son de naturaleza museológica, ya que en mi opinión esta institución debe desaparecer. Siempre pienso en que los curas, sacerdotes o cualquiera que tenga el delirio de ser elegido por dios debe ser tratado como a los políticos: siempre desde la duda y la desconfianza.

Francisco Tafur

Pasando la página, al día siguiente me desperté con ánimo de trasladarme al pasado. Me dolía la cabeza, pero con dos pastillas se me pasó. Como diría mi tío: dos son una y una es ninguna. Acompañado por mi ahora amigo, Wenceslao y su hijo Dylan, por Bob Dylan, de 8 años, enrumbamos hacia Vilcashuaman, un centro estratégico administrativo Inca, anteriormente de los Chancas. Halcón Sagrado es su significado en quechua. Si algo he aprendido es que las nominaciones del país son dignas de ficciones.

Mientras ascendíamos a 3500 metros de altura. Los paisajes del valle te dejan encantado y el tiempo pasa volando. Chacras con caballos, vacas, ovejas y cabras se ven en cada curva, que, por cierto, son miles. Los árboles de eucalipto te dan la sensación típica de los ambientes de la sierra. Llegando a cierta altura la neblina no permite visualizar los acantilados, solo el camino. Los cultivos de quinua y papa son abundantes en el recorrido.

Francisco Tafur

Arribamos en una plazuela al frente del complejo arqueológico. Es impresionante el poder cautivador de los restos de civilizaciones antiguas. Bajo el sol calcinante, caminamos directo al recinto inca. No es muy grande, pero de belleza única. La base es una estructura incaica y en la cima construyeron una iglesia católica: San Juan Bautista, construida a fines del siglo XVI. Me recordó al Quoricancha en Cusco. Según historiadores, la ciudadela se llegó a albergar a 40 mil personas. Actualmente se mantiene el Templo del Sol y el Ushnu, una pirámide trunca que se encuentra separada a unos metros. Mi pasión por la arqueología y fanatismo por Indiana Jones me tentaba a entrar donde no se puede. Claramente no lo hice. Por alguna peculiar razón cuando camino entre lugares arcaicos me siento cómodo y en casa. Mi curiosidad se potencia a niveles estratosféricos y mi imaginación toma vuelo ante cualquier indicio de antigüedad.

Como dato curioso, durante el gobierno de Fujimori y su íntimo Montesinos se construyó un aeródromo en la zona de Vilcashuaman. Claramente es un sinsentido, no tiene lógica estratégica, política ni económica. Ya les dejo a ustedes cultivar sus propias sospechas.

Retornamos y así termina mi aventura ayacuchana. Sin dudas, es un lugar imprescindible para todo peruano, la importancia de la región rebasa las expectativas. Los paisajes, pequeños pueblos y Huamanga son hermosos. Te cautivan al punto de querer volver definitivamente. Tengo como deuda pendiente probar la Puka Picante, plato típico. Mi amor a la trucha pudo más. Así me despido de este pilar histórico, donde la melancolía reina y, aun así, no se pierde la esperanza. Deseo que en los próximos años se cumplan las propuestas que merece esta provincia.

¡Ya estamos en el túnel de árboles!, decía cuando de niño me emocionaba al saber que ya estábamos cerca de casa. Me refería a la corta calle de Pedro de Osma que se encuentra acompañada por árboles centenarios que se yerguen en los laterales, cuyas copas unidas le dan sombra a la vieja avenida. El ferrocarril que empapa el entorno de antigüedad y los rezagos de carriles metálicos cubiertos por cemento mal puesto fueron piso para mis aventuras y travesuras infantiles. Entre el OJO, PARE, CRUCE, TREN y el acantilado, aún sin mallas, fueron mi terreno imaginario. Ahí se encontraba mi pista de carrera para patines y skate, la mejor canchita de futbol con las veredas como límite y un par de palos de arco, ni había carros en esa época salvo uno que fue víctima de numerosos pelotazos. 

El distrito es conocido por su vida bohemia y artística, grandes esplendores como Chabuca Granda, el poeta José María Eguren y uno de mis escritores favoritos, Abraham Valdelomar. Fue un centro de vanguardia en las artes de su tiempo. El famoso colegio Los Reyes Rojos lleva el nombre de un poema de Eguren. Barranco esta elegido entre los distritos más bonitos del mundo y National Geographic lo describe como el barrio más indispensable de Lima, para mí es una extensión de mi hogar. No solo yo crecí acá, también por el lado de mi madre han sido burranquinos desde que mi abuela era joven. Es por eso que no me imagino viviendo en otro distrito. 

Francisco Tafur - Crónica

Mi madre fue al colegio San José de Cluny, que se fundó en el distrito en 1918, mi tío estudio en el colegio San Luis de Barranco, de 1926. Yo estudié en el Colegio Trener, excelente lugar, mis únicas quejas no rebaten la excelencia de ese colegio. Tal vez algo que no me gustaba es que me alejaba de mi querido distrito. Antes de los 10 explorábamos el barrio y al ser uno de los más antiguos permite que la imaginación de un niño vuele casi sin límite. La Bajada de Baños era nuestro camino a la playa y caminar por ahí daba la impresión de regresar a los años 30, sumado a la casi leyenda del funicular que bajaba a los bañistas.  Cruzábamos el Puente de los Suspiros aguantando la respiración sin conocer la hermosa canción que Chabuca Granda le dedica. Llegábamos a la Ermita de Barranco, de 1874, y la admirábamos sin saber qué significaba ermita. Fantaseábamos con su interior porque se encontraba en ruinas, contábamos historias de terror sobre ella, como que un sacerdote se había ahorcado dentro. Después, ese lugar se volvió nuestro primer escondite para fumar cigarros sin que nuestros padres sepan. En todos estos años la belleza no ha disminuido y sigue emanando un aura de misticismo.

Francisco Tafur - Crónica

Uno de mis lugares más recorridos era la emblemática cantina Piselli que estaba en la esquina de mi casa, antes que se muden. Era mi lugar de abastecimiento para helados, coca colas y chocolates. Siempre estaban los mismos viejos borrachitos, lo digo con cariño porque siempre me trataron bien e incluso cuidado. Entraba escurriéndome entre ellos hasta llegar a la barra para pedir mis adicciones infantiles. Éramos los pequeños de la cuadra. Ahí conocimos al Zorro que en ese momento habrá tenido 20 años y sigue trabajando ahí. 

Establecimos una amistad barrial con él y me sigue saludando cada vez que nos cruzamos: Cómo está mi gordito me dice, mientras me abraza. Hasta ahora recuerdo cómo en el boulevard de Barranco, uno de los antros de la ciudad, cuando recién salíamos a tomar nos comenzó a seguir un grupo de malandros que no ocultaban su amenaza, apareció el Zorro y les dijo: con estos no se metan, desde ese momento no he tenido ningún problema como ese. 

Francisco Tafur - Crónica

Si bien solo he contado experiencias bonitas, no se salva de la inseguridad y pobreza que acecha a todo nuestro país. Es común escuchar de mal manejo policial y de robos a la luz del día. De hecho, a mi hermano le robaron con pistolas literalmente en mi calle. También es un centro de vida nocturna desmedida y la cocaína fluye como ríos en el boulevard. En esa calle de unos 100 metros es probable que te ofrezcan blanco, en sus palabras, unas 5 veces.

Para dar a conocer el trabajo abusivo, holgado y poco efectivo de la policía del distrito, les contaré una anécdota de la que no estoy orgulloso.  A los 16 años, iniciando las tentaciones nocturnas, tuvimos una pelea porque un carro aceleró como para chancarnos y luego se bajó buscando pleito. Te cruzas a muchos tipos así en el barrio. Se fue a los golpes con un amigo en mitad de la pista y aparecieron primero 3 policías. Recalco que no estoy orgulloso y se lo atribuyo a mi conducta adolescente y desaforada de esos tiempos.  De pronto aparecieron otros 3 policías y nos empotraron contra la pared, las caras pegadas al cemento, éramos 3. Nosotros decíamos que la pelea había sido por culpa de la otra persona y que nosotros éramos menores de edad. No les importaba y presionaban con más fuerza. Debido a mi explosividad del momento pude zafarme a empujones gritando que ya basta y que le estaban pegando a menores. Esta vez aparecieron 5 policías más. 

Francisco Tafur - Crónica

Estábamos rodeados totalmente, el ambiente ya se había llenado de luces por los carros de los oficiales, la gente había salido de los bares en nuestra ayuda, suelten a los chibolos gritaban. Como es de esperar, nadie intervino. Todos sacaron sus palos y comenzaron con la golpiza, parecen inofensivos, pero es de los dolores más fuertes que he sentido. A ese punto mis instintos de defensa ya estaban acostumbrados y tuve que tomar una opción más ofensiva por los palazos y la humillación consecuente. Saqué mi celular para pedir ayuda, pero uno de los golpes lo hizo volar para no volverlo a encontrar. Me impactaron dos veces y ya en posición de defensa, con mis habilidades aun afiladas en ese momento, pude esquivar unos cuantos y golpear, tenía miedo de que nos maten. Al final eran como 15 policías, uno incluso sacó pistola, nosotros fuimos reducidos a un círculo abrazado recibiendo golpes. Algo mágico sucedió, una pareja de ancianos apareció en la escena y detuvieron el conflicto sólo con su presencia tranquila y abogacía por nosotros. Cuando nos vimos sueltos regresamos rápidamente a mi casa entre asustados y adrenalínicos. Luego descubrimos que hubo dos robos por la zona, pero que toda la fuerza policial se encontraba pegándole a tres chiquillos. 

Este es mi querido distrito que, aunque ha sido plagado de tráfico tiene mi cariño intacto. No puedo dejar de comentar cómo la mala implementación del Metropolitano dividió el distrito en dos. El Metropolitano se vuelve una muralla diferencial. Donde lo que está del lado del mar es más adinerado y el otro lado lo contrario. Espero que se tome una medida para aplacar esa diferencia y unificar el distrito. A pesar de todo, muchas gracias, Barranco por verme crecer. 

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barranco, bohemia, crónica

[MIGRANTE DE PASO] El casino suele tener una connotación negativa. Historias de personas que pierden sus casas, deudas impagables, casas perdidas y tragedias producto de ludopatías severas son el tipo de cosas que se asocian con estas casas de apuestas. En mi caso es diferente. Yo lo asocio con mi abuela, Mamamora le decimos por el nombre Morayma, por la reina de Granada. Desde mi tatarabuela hasta mi madre se comparte ese nombre. El punto es que su relación con el casino no viene con problemas, es más bien su forma de entretenimiento y noche de amigas.

Lleva cierta cantidad de plata y juega con eso, solo maquinitas. Pierda o gane es sólo diversión. Cuando ganaba era lo mejor porque nos regalaba propinas, aunque igual siempre nos engrió con casi todos nuestros caprichos.  Después del colegio nos llevaba al Rancho a comer pollo a la brasa y nos compraba de todo, un caimán disecado y hasta una iguana. Es imposible pensar en una abuela mejor, por sus nietos era capaz de agarrar a carterazos a quien sea, de hecho, una vez lo hizo con un ladrón que le robo a una chica en un cajero.

A veces cuando salíamos al colegio ella llegaba de su noche en el casino y nos cruzábamos, nos decía que regresaba de misa. Es brillante y no se le escapa una, se debe haber comido mil libros, sumado a casi 90 años de experiencia. Entonces esto es lo que se me viene a la cabeza cuando pienso en casino. Ese lado de mi familia está lleno de misterios dignos de cualquier novela. Makumba, en sus palabras, tías abuelas rayadas, Teresita, su ahijada, que ahumaba mi cuarto para los malos espíritus, apodos como la luz que agoniza, mis tíos que son mis segundos padres y podría hacer una lista eterna. Ahora ella se turna entre Lima y Miami que es donde vive mi tío, pero toda la vida vivía al costado, hasta la reja era compartida. Entonces era algo cotidiano convivir con ella y por eso nuestra relación es mega cercana. Ahora que ya crecí me toca acompañarla de vez en cuando al casino como lo hice esta semana.

CASINOEn Miami los casinos tienen una historia y legislatura especial, que vale la pena contar y me hace recordar un poco a la nueva película de Scorcese, The Killers of the flower moon. Los Seminole y Miccosuke son tribus indias que habitaban en Florida, de hecho, el nombre Miami viene de Mayami, palabra india, firmaron acuerdos con el estado y de ahí nace su soberanía sobre los más grande casinos de la región. Actualmente, ambas comunidades cuentan con aproximadamente 3 mil miembros. En estos territorios no puede intervenir la autoridad estatal, sólo se rigen bajo su propio liderazgo o el poder federal. Es decir, si hay un crimen dentro del territorio la policía de Florida no puede hacer nada. Para calcular la riqueza de los Seminole, para el 2016 contaban con 23 hoteles, 11 casinos y 168 Hard Rock alrededor del mundo. Cada miembro recibe 128 mil dólares al año, incluidos los niños. Cuando pueden retirar su dinero después de los 18 ya son millonarios.

Desde cientos de metros ya se puede ver el Casino Hard Rock, el más conocido de Miami, es un edificio enorme con forma de guitarra que cambia de color y cada cierto tiempo emite luces potentes para asemejar las cuerdas de la guitarra. Llegamos al Hotel Casino y el lujo pomposo clásico de estos lugares abunda. Luces por todos lados, la ropa de Elvis Presley y otros famosos en las paredes, originales, y música a todo volumen te acompañan en la travesía. Estos lugares están hechos para que entres en trance y pierdas noción del tiempo e incluso de la realidad.

Casino Hard RockMi tío, mi abuela y yo fuimos directo a unas maquinitas que ellos ya conocían y comenzamos a jugar. Las figuras giran y giran hasta que uno termina un poco mareado. Uno piensa que escogen la maquina al azar, pero hay supersticiones detrás. Si una maquina ya le pagó a alguien es mejor escoger otra. Mi abuela comienza a tocar la pantalla y apretar botones, le pregunto porqué y me responde que es para engañar al juego. Comenzamos bien, los tres habíamos ganado, pero yo decidí explorar un poco más y me fui a jugar ruleta. El ambiente se vuelve más turbio. Gente enferma por el dinero, gritos y gordos a los que les hacen masajes mientras juegan, da un poco de asco. Comencé a jugar con lo que había ganado, lo llegué a duplicar, pero finalmente perdí. No estoy hecho para el casino. Después de perder todo regresé en búsqueda de mi abuela. Según ella, en su máximo esplendor media un metro y medio, ahora debe medir un metro y cuarenta. Ya entenderán que entre tantas máquinas es difícil encontrarla ya que no se ve. Sin darme cuenta ya eran las tres de la mañana. La encontré junto a su banquito, se mueve a todos lados con él porque si no, no puede subir a los carros. Había ganado un montón así que me regaló un poco para que juegue. Esta vez me duró un poco más, pero igual perdí. Mi tío es el que tiene más suerte, siempre gana.

RULETAYa eran como las 5 de la mañana y seguíamos, es realmente divertido cuando juegas a la ligera y sin desesperación de persona adicta. Al final fuimos a unas máquinas donde unos chanchos se iban hinchando y cuando reventaban te ganabas un buen monto. Unos estafadores esos chanchos, nunca revientan. Nos hemos reído toda la noche y de verdad que experiencias así en familia son encantadoras y tiernas. Nos fuimos a las 7 de la mañana contentos todos, ellos ganaron y yo perdí, pero la experiencia valió cada centavo. Entre conversaciones y recuentos de la noche llegamos al departamento para dormir bastante, lo justo, después de toda una noche de diversión. En conclusión, el casino siempre gana y es peligroso si vas con actitud desmedida. Sin embargo, si vas a divertirte sin despilfarrar dinero de seguro que pasas un buen rato. Esto va para toda familia que no permite que sus miembros mayores vayan a divertirse, déjenlos porque se lo merecen por todo lo que han hecho por nosotros.

 

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[MIGRANTE DE PASO]  Siempre viví a tres casas de un malecón escondido. Con el tiempo se fue volviendo un spot para fumar marihuana o conversar entre los transeúntes. De más chico casi no era transcurrido. La vista de la bahía completa y el mar es inigualable. Ese paisaje me acompañó mientras jugaba fútbol (no sabría decir cuántas pelotas fueron víctimas del acantilado). Fue mi cobertura en las escondidas. Lugar de paseo para todos los perros que he tenido. Compañero de innumerables sunsets entre amigos y una vez que unos policías nos hicieron escándalo por tener una cerveza la mano.

Toda mi vida la Costa Verde me parecía alucinante, podía estar horas viendo el mar y la Isla San Lorenzo detrás. ¿Qué habrá ahí? Siempre me pregunté. En invierno, imaginaba que una ola monumental se acercaba a la ciudad por las nubes grisáceas que nublan el horizonte. Nunca entendí por qué Chorrillos siempre tiene sol y ver los carros diminutos por toda la vía me sorprendía, eran demasiados carros. Tener ese lugar como cotidiano le daba un escenario especial a mi forma de pensar ya que no es común que un barranco sostenga a una ciudad completa. Se llama Mirador Bresciani pero en mí es un malecón sin nombre.

Desde que regresé a Lima han ampliado la pista para que la Costa Verde continúe hasta La Punta. Pero abrieron también una puerta para darse cuenta de la diferencia que existe en la sociedad de la ciudad. Solo haciendo el recorrido te das cuenta que la igualdad es aún una meta lejana. Antes de que me mudara por dos años la vía de la Costa Verde solo llegaba hasta la subida de Pueblo Libre, ahora puedes llegar directamente a La Punta. Cuando pasas el nuevo recorrido se ven los barracones del Callao y de un momento a otro la playa desaparece y se vuelve un descampado. Ahora las abismales diferencias entre residencias y nivel urbano son abismales. Ahora que está a un paso de ser palpable este muro invisible debería impulsar reformas de concientización y espero que esta nueva vía genere crecimiento económico y de seguridad en la zona.

De chico solía visitar las playas de la Costa Verde cuando corría tabla, un deporte que lamentablemente abandoné, salvo una o dos excepciones en verano. Luego, fue mi refresco por chapuzones aislados. Cuando estudiaba en la PUCP todos los días esa era mi ruta para llegar a la universidad. Unas cuantas veces jugué en las canchitas de futbol que están bajo el sol en uno de los terrenos frente a la autopista, pateabas y la pelota se iba cientos de metros. Y durante la pandemia fue un lugar que me ayudaba a despejar el encierro de cuarentena.

Como no había mucho que hacer durante la pandemia, junto con mi amigo y compañero de turismo urbano, arrancábamos un recorrido dando vueltas por la Costa Verde, comenzando y apreciando el paisaje. Iniciábamos por Chorrillos donde siempre imaginaba cómo se habrán visto las pequeñas cascadas que caían del acantilado, de ahí nace el nombre del distrito. Si el recorrido era de noche, todo estaba cubierto de carros deportivos y motos que se aglomeraban para hacer carreras callejeras. Era divertido verlo por más del peligro que arraigaba. Seguíamos por Barranco, de donde se veía el malecón escondido desde abajo. Esa parte es uno de los puntos más altos del acantilado. Cruzábamos Makaha y Punta Roquitas y nos deteníamos para ver a los tablistas disfrutar del oleaje, es un paraíso para los aprendices del deporte y a un paso de los trabajos y estudios.

Continuábamos y veíamos cómo las obras públicas iban disminuyendo y las playas desapareciendo. Dábamos la vuelta en San Miguel y regresábamos hasta La Herradura donde veíamos a tablistas más experimentados. Dentro del mundo de los deportistas se considera una de las olas más temibles por su enorme tamaño y cercanía a las peñas. Cuentan que anteriormente este era un balneario de lujo, pero ahora se ha vuelto un antro de malvivir. La entrada serpenteante es de ensueño y la salida por un largo túnel oscuro es genial, hasta el día de hoy sigo aguantando la respiración mientras lo cruzo, y no soy supersticioso.

Mientras manejas por esta vía de casi 15 kilómetros es inevitable pensar en las historias que mi abuela y padres me han contado. Imaginas cómo seria antes que por una obra de ingeniería se le ganase terreno al mar, las olas chocando directamente con el acantilado. La leyenda de un funicular que llevaba a la gente a los escasos balnearios y la famosa bajada de baños que sigue en pie y solía recorrer de niño.  Debo admitir que me gustaba más, en lo estético, cuando no había geomallas. La armonía entre el mar y la pared de canto rodado me parecía bellísima. Ahora también me gusta el color verde que está tomando, sin embargo, parece que no está funcionando en todas las zonas que dejan ver una malla oscura que irrumpe con el paisaje. Pero es más importante la seguridad y esa medida evita el desprendimiento de rocas que ya ha ocasionado múltiples accidentes para los carros y personas que manejan. En gran parte esto es culpa de la irresponsabilidad de algunos arquitectos para construir interviniendo en el acantilado y generando anomalías.

Hice dos últimos recorridos durante la semana pasada, una de noche y otra de día. En la noche sólo noté que de un momento a otro el camino se oscurecía y no se podía ver más allá de la autopista. Llegué hasta el final y me di la vuelta, me habían advertido sobre robos pasados. Al día siguiente me llevé una gran sorpresa. Al llegar a la parte ampliada el acantilado había desaparecido y todo pasó a estar nivelado. Por un lado, no se veía el mar por la lejanía, es terreno de nadie y podría ser utilizado de diversas maneras. Por el otro, se ven zonas pobres del Callao, miles de casas aglomeradas y en mal estado. Nadie debería vivir en esas condiciones, pensaba utópicamente. Y todo esto a un paso de zonas recurridas. Ahora que es visible espero que impacte en el pensamiento colectivo de los ciudadanos. Ahora se ve la Isla San Lorenzo de frente y se ve cercana. Al final de la vía llegas a La Punta y se puede ver la bahía desde el otro extremo, fenomenal. A raíz de todo lo dicho espero que la ciudad al borde del acantilado se limite a ser una descripción geográfica.

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Contrastes sociales, Costa Verde, Desafíos urbanos, Lima, Paisajes idílicos

[MIGRANTE DE PASO]  Este año ha comenzado de forma extraña y confusa. Me estoy quedando donde mis padres hasta volver a viajar y después de vivir dos años solo se siente raro. Igual, es la casa donde crecí y estoy más que cómodo acá. Sigue siendo mi cuarto, con mis perros y, también, estar rodeado de gente constantemente es agradable. Pero es como si me hubiera olvidado de cómo convivir con personas después de estar mucho tiempo solo, no sé bien que decir o incluso sentir. Igual, para este tipo de cosas ya aprendí que es solo cuestión de tiempo.

Durante años tuve terapia con una persona que me ayudó mucho y por motivos que escapan de mi control las sesiones tuvieron que parar. Por más que desde hace poco más de medio año ya sabía lo que iba a ocurrir es como si hubiera sido de un momento a otro.

Es la primera vez que me pasa algo de ese calibre y siendo honesto no sé muy bien cómo contrarrestarlo o enfrentarlo. Se siente como una niebla intensa donde no puedo percibir indicios que me indiquen hacia dónde tengo que dirigirme. No siento tristeza ni ansiedad, pero tampoco estoy alegre, es como estar flotando y dejándome llevar. Como mencioné antes supongo que sólo es cuestión de tiempo. Después de todo, también he aprendido que en estas situaciones es mejor esperar que las cosas se acomoden para empezar a actuar, hay momento para todo y ahorita debo mantener la calma. Últimamente se me viene a la cabeza, en recuerdos y sueños, la primera vez que tuve un psicólogo.

Era niño y por alguna razón comencé a tener tics. Pestañeaba más de lo normal y abría las fosas nasales, si no lo hacía sentía que no podía respirar. No me pasó ningún evento traumático ni algún suceso de mucha carga emocional, por lo menos no lo tengo registrado en mi memoria. Pero si recuerdo que en mi infancia solía estar contento, reía por todo y me sentía invencible, estaba acostumbrado a ganar. De hecho, cuando lo rememoro no lo veo como un momento feo de mi vida, hasta me da risa pensar que caminaba por donde sea haciendo muecas por los tics. Probablemente, era por nervios o estrés infantil porque siempre he sido un poco nervioso. Una exposición frente a toda una clase era lo peor que me podía suceder.

Comencé a tener sesiones con esta persona cuyo nombre no recuerdo. Como un niño que tenía el ego alto y que conocía su propia inteligencia, solía decir y de hecho se lo dije a él en la primera sesión: yo te voy a analizar a ti y no al revés. Decidí no contarle nada y prácticamente me quedaba mudo durante las sesiones. No recuerdo bien cuántos años tenía, pero creo que aún estaba en primaria y estuve con él por un año aproximadamente. Todos los encuentros jugábamos ajedrez o monopolio, más el primero. Nunca le gané. Al comienzo me quejaba y renegaba porque tenía que ir y perdía tiempo de otros juegos o de estar con mis amigos. Luego, quería ir para ganarle, aunque sea una vez. Sin darme cuenta ya no tenía ningún tic y se terminaron las sesiones. Al final, la terapia funcionó perfecto por más que inicialmente yo decía lo contrario.

Pasó el tiempo, terminé el colegio, comencé la universidad muchas veces. Siempre manteniendo la cabeza en alto. He vivido muchas experiencias y aventuras, no todas buenas, pero aun así mi espíritu no solía quebrarse con facilidad. Hace poco aprendí un concepto que no sé qué tan verdadero sea, pero le encuentro sentido. Después de todo, actualmente, todo está sujeto a duda, incluso los estudios científicos. Puedes buscar información sobre un tema y vas a encontrar veinte informes que dicen cosas distintas y contradictorias entre sí. Esta teoría se refiere a la suerte o a la percepción de suerte. Mientras más consideres a los demás y tengas una actitud menos ensimismada, tu percepción de suerte es mayor ya que no sólo consideras los hechos que te ocurren específicamente a ti. Por lo tanto, si alguien cercano se gradúa con distinciones de una maestría, por ejemplo, también lo consideras como algo bueno que te ocurrió a ti. Felizmente, nunca fui una persona egoísta y los mejores recuerdos siempre han sido cuando los he compartido con alguien.

Ahora que me encuentro en esta etapa confusa sé que en algún momento cercano recuperaré la voluntad y energía para plantarle la cara al mundo entero si es necesario. Esa fuerza no se consigue con pensamientos solitarios. Suena cliché, pero esté donde esté, por más que sea físicamente solo, saco la fortaleza necesaria de mi familia y amigos que llevo conmigo. De esa manera puedo mantener la esperanza. Los últimos años intenté hacer las cosas solo y no me funcionó. De hecho, nunca me había sentido tan derrotado. Sólo cuando dejé caer todas mis defensas y pude pedir ayuda fue que recuperé la actitud para levantarme nuevamente, más fuerte que nunca y con la sonrisa que siempre me ha caracterizado. Me reí de mí mismo nuevamente y llegué a la conclusión que la mejor manera de llevar malos momentos es con una risa. Todas estas cosas las he estado pensando en las últimas semanas que me he perdido dentro de mis propias posibilidades. Igual no tiene nada de malo perderse un rato.

En estos momentos que tengo la visión nublada solo sé que no voy a ser un viajero encerrado en su cuarto sin hacer nada. Me tomará unos días más. Pero ya he vivido este tipo de situaciones y sé que mi siguiente aventura está por empezar. La recibiré con los brazos abiertos y que me pase lo que tenga que pasar. Después de todo, la lección más grande que he tenido es que la vida no es para sufrir. Si se puede hacer algo al respecto, se soluciona y si no se puede hacer nada, por lo menos ya aprendí a prevenirlo. Todos tienen el poder de decidir cómo sentirse, sólo hay que saber reconocer el tiempo que se necesita. Un paso a la vez y cada día con su labor.

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Conexiones significativas, Confusión personal, Pedir ayuda, Reflexiones de vida

[MIGRANTE DE PASO] Primero, que Perú llegue a la final de la Copa América. Después de un año terrible de fútbol donde no pateamos al arco en 800 minutos de juego sería bueno ver a la selección teniendo algún triunfo. Hay cosas más importantes, pero las personas que están en situaciones de precariedad y no tienen tiempo ni de pensar en política o guerras tal vez puedan sonreír uno o dos días por el triunfo de su país en un deporte. Ahora que salió Reynoso como DT puede que sea posible. Bajo su dirección sentía que habíamos regresado 15 años en el tiempo cuando aún estaba en el colegio y ver una victoria de Perú era algo extraño. Era un escándalo mantenerlo como director técnico y encima no quería irse. Me encantaría que haya una reforma de toda la Federación porque es evidente que no es una organización limpia. Si queremos tener futuro en ese deporte es necesario invertir en las ligas de menores que están abandonadas o inexistentes. De lo contrario, va a ser imposible mantener buenos resultados por falta de jugadores.

En cuanto a Argentina de donde acabo de irme hace unas semanas y viví los últimos dos años espero que den el primer paso para salir de la crisis espantosa que los aplasta. Era horrible salir a caminar en la noche y ver a gente metiéndose en los tachos de basura para dejar de sentir frío o ver a familias durmiendo en la calle con niños. Javier Milei tiene ideas radicales con las que no estoy de acuerdo y ojalá no pueda ejecutarlas por no tener mayoría en el Congreso. Sin embargo, si fuera argentino hubiera votado por él. Hay situaciones donde algo desconocido es mejor que lo mismo de siempre, que en este caso era representado por Massa.

Un deseo para este año y los que vienen es que las campañas en contra de las fake news se vuelvan más severas y lleguen a la mayor cantidad de gente posible. Esta información falsa solo alimenta la estupidez y las ideas extremistas que se hacen notorias en redes sociales. Si no se detienen las olas de desinformación hay riesgo de que el conservadurismo vaya ganando más terreno. Junto a esto espero que el conflicto de Palestina e Israel se detenga de una vez por todas, que encuentren una salida a esta guerra sin sentido y a los atentados que dejan a tantos niños huérfanos o muertos. En 2017 tuve la oportunidad de ir a Israel y Jordania y pude conocer Belén que está en el centro de Cisjordania al sur de Jerusalén. En ese momento ya era un escándalo la diferencia de condiciones entre ambas naciones. Las murallas que rodean esa zona están a la vista y es lamentable. Esta parte del mundo lleva un siglo con esta disputa y felizmente ha tomado la importancia publica que amerita este último año. Por otro lado, espero que los ojos del mundo vuelvan a posarse sobre Ucrania y la guerra con Rusia, que ahora está pasando desapercibida.

Tal vez un deseo más utópico es que la gente ya no se deje llevar por las tendencias y se mantenga informado para no opinar de manera sesgada y sin relevancia.  Para esto es obligatorio no creerse lo primero que lean y corroborar la información en diversas fuentes. Una vez que se ha corroborado y de ser posible leído de plataformas con distintos enfoques cada uno puede llegar a conclusiones propias.

Yo me propongo leer a más escritoras mujeres el año que viene para explorar puntos de vista femeninos de la realidad. También, para mejorar mi escritura sobre personajes mujeres, que es lo que más me cuesta. Este año leeré sin falta El segundo sexo de Simone de Beauvoir, Frankenstein de Mary Shelley y Orgullo y prejuicio de Jane Austin. Pero no me limitaré a estos clásicos y exploraré lecturas de escritoras más contemporáneas entre ellas Leila Guerriero, Amelie Nothomb y Elena Garro. Es momento de que le den el espacio que ameritan las escritoras. Aparte de la literatura me propongo investigar sobre pensadoras mujeres que han sido arrimadas de la historia sólo por su género. En la universidad no me han enseñado ni una sola filosofa mujer y es imposible que no existan. Si es que el registro de ellas no ha sido borrado se debería reivindicar sus pensamientos porque son necesarios. Sobre todo, en estos momentos que los movimientos feministas están ganando poder.

Otro deseo, más egoísta, es que sigan en pie todos los animes y series que veo. Que continúe One Piece, porque todos necesitamos un poco de aventura y épica en nuestras vidas. Que el proyecto de HBO de Harry Potter se mantenga para que el 2024 este lleno de hechizos y magia. Que estrenen los nuevos episodios de Naruto para recuperar el espíritu heroico infantil. Que Cilian Murphy y Robert Downey Jr ganen el Oscar por sus papeles en Oppenheimer. Que salga una nueva saga de fantasía literaria. Que Messi y Cristiano Ronaldo sigan metiendo goles. Que no haya nuevas guerras o invasiones. Que no surjan nuevos regímenes autoritarios. Que inviertan más en investigaciones médicas. Que se tome conciencia de la importancia del medio ambiente. Que todos tengan un feliz año nuevo y el próximo año sea un buen año para todos.

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[MIGRANTE DE PASO] Yo vi a Papa Noel, el recuerdo es tan vívido que es difícil creer que fue producto de mi imaginación. Claramente lo fue. La mente de un niño es capaz de todo. No sólo lo vi a él. Lo vi en su trineo volando y soltando una camiseta de la U. Lo que pasó en verdad es que en las bolsas de regalos, una mía y otra de mi hermano, siempre ponían lo mismo, pero se olvidaron de la camiseta en la mía. Mi padre se subió al techo y tiró la camiseta de fútbol hacia el jardín. Me dijeron que Papa Noel estaba tirándome el polo porque se había olvidado. Si no supiera que todo fue un invento para llenar el mundo de un poco de magia, estaría convencido hasta el día de hoy que lo vi. Está en mi memoria. 

Fue unos cinco o seis años después que descubrí que no existía. Por una conversación de mi padre con el vendedor del playstation 1 que nos regalaron. Me parece necesario este engaño juguetón por lo menos una vez al año. Entre tanta tragedia y disputas absurdas un poco de magia no cae mal. Queda claro que no todos la pueden gozar. No todos los niños tienen la suerte de contar con una familia o una situación que les permita disfrutar de este momento de goce compartido. Se podría decir que todos jugamos un poco en estas épocas navideñas. O somos engañados o somos de los que engañan. Todo para seguir con el hechizo regalón.

En mi caso nunca se trató del nacimiento de Jesús. Era una celebración de familia, comida y regalos. Mi familia nuclear siempre fue pequeña. Éramos mi hermano y yo, mis padres, mi abuela y mis dos tíos. Escribiendo esto desde el avión voy acompañado de mi prima y mi sobrina de 10 años que sigue teniendo la ilusión navideña; la familia creció un poco. Mi hermano ya está casado y su esposa es parte de la familia desde antes de su matrimonio. Cada vez aumenta más.

Esta semana que culminará entre chancho, pavo, risas, envolturas y un poco de champán coincidió con un cambio radical en mi vida. Después de dos años regresé a mi país, cumplí 30 años y una despedida para siempre se juntaron en pocos días. Aún es muy cercano ese adiós como para ponerlo en palabras. Sólo puedo decir que, por motivos incontrolables, uno de los guías que iluminaba la exploración de mi propio ser se vio obligado a apagar la antorcha. Nunca había querido que exista algo como el cielo o reencarnación. Lo que sea, algo más que la nada misma en la que creo. En algún momento, después de compartir un cigarro con su recuerdo, donde sea que honren su vida, sentiré lo que es una pérdida.

Tras dos años en el extranjero experimenté lo que es la soledad. Te carcome y corroe la cordura, que de por sí la tengo un poco desfasada. Mis propios engaños me redujeron a un ser diminuto que estaba solo y sin rumbo en un mundo desconocido. Me sentía desintegrado. Mi hermano y María Angela, mi amiga y su esposa, viven en Nueva York juntos. Mis padres en Lima juntos; y, mi abuela con mi tío en Miami. Yo estaba solo, había momentos que hablaba en voz alta sólo para escuchar mi voz. En fin, fueron dos años donde puse a prueba mi mente y autocontrol. No eran más que engaños que invadían mis pensamientos. Lo que aprendí es que no quiero estar solo nunca más. Mi hogar será donde está mi hermano. Tal vez en algún momento yo tenga pareja e hijos, nadie sabe. Pero por ahora daría mi vida para tener una Navidad más con mi familia.

He tomado pésimas decisiones y no sé qué consecuencias habrán tenido en la gente que quiero. Mis veintes estuvieron marcados por drogas, caos, una decepción amorosa que fue bastante fuerte para mí, peleas en la calle y furia incontrolable. Trataba de mantenerme calmado, pero bastaba una chispa para incendiarme. Situaciones de las que no estoy seguro cómo sigo vivo. Sin embargo, es fácil fijarse en lo negativo, hasta cierto punto, pero también tuve muchos logros que aprendí a celebrarlos después. Darle vueltas a mi última década genera pensamientos que no valen la pena. A veces se incrustan en mí, incógnitas como ¿merezco este momento feliz? La verdad es que sí, aunque sea unas cuantas veces al año le agradezco a la vida misma poder permitirme disfrutar de la gente que quiero, mi familia. Eso es lo importante de la Navidad, a quién le importa el nacimiento de Cristo en el fondo. Mientras escribo esto me río. Quién me creo intentando esparcir una sabiduría que no tengo. Como me dicen mis padres: “Aun te quedan 50 años de vida, por lo menos”. Supongo que en estas épocas la melancolía se escurre entre las conductas y me hace pensar cosas así.

Antes no podía calcular la suerte de que mi teléfono suene y sean mis padres llamando o mi abuela, de 89 años. No todos tienen esa suerte. Es verdad que acabó una etapa. Antes de volar, rompí todos mis apuntes y dibujos que había acumulado en los últimos años. Pensé en guardarlos en algún lado, pero no habría significado lo mismo.  Mientras lo hacía recordé la primera vez que escribí algo por mi propia cuenta y convicción. Tenía algo que ver con un amor infantil y también con la sombra de mi excelsa familia. Lo terminé de escribir y a las horas le robé un encendedor a mi hermano para quemarlo. Nunca recordaré exactamente lo que contenía ese papel.

¿Por qué lo hice? Los años que vienen me voy a dedicar a viajar, escribir y leer. Navegaré como un pirata buscando los tesoros que esconde el mundo, mi intuición me lo susurra desde niño y ahora es el momento. Nada me amarra para no hacerlo. Creo que lo hice por eso, en esta nueva travesía mi valija emocional tiene que estar ligera y con espacio para cosas nuevas. Lo hice ahora que voy a ver a todos mis seres queridos reunidos. Una Navidad sin árbol en casa. Me equivocaba pensando que no tengo nada cuando lo tengo todo. Incluido personas que quiero proteger más allá de la obligación. Eso me hace más fuerte. En este divagar de palabras escritas les muestro todo lo que me genera esta época del año. Solo puedo finalizar diciéndoles: ¡Feliz Navidad!

 

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[MIGRANTE DE PASO] Regresé después de dos años y medio. Después de la pandemia pasé del encierro que nos impusieron por la cuarentena a mudarme a otro país: sin nadie conocido, comida nueva y climas más potentes. Buenos Aires fue mi techo todo este tiempo y ahora vuelvo a Lima, donde crecí y está toda la gente que quiero. Me parece poco acertada la palabra “regresar”; en una crónica sobre Messi de la Revista Orsai, hablan de los migrantes con la valija sin desarmar. Yo fui uno de ellos. Jamás cambié mi forma de hablar para encajar, ni agaché la cabeza porque crean que mi nacionalidad es menos, si tenía la oportunidad de demostrar mi peruanidad lo hacía casi como instinto.

Efectivamente mis maletas siempre estuvieron a la vista en el monoambiente donde pasé la mayor parte de mi temporada argentina. Hablaba seguido con mi familia y amigos. Y ahora que he vuelto siento que nunca me fui. Existía una resistencia perpetua en dejar mi nacionalidad atrás. No era un peruano que buscaba ser argentino. Era un peruano en otro país. Lo que comenzó como una aventura académica terminó siendo una travesía prolongada de autoconocimiento. Le debo mi solidez a Buenos Aires, que se ganó mi cariño y amor. En fin, ya lo volveré a visitar y afirmaré, orgulloso, yo viví acá.

Cuando le entregué la llave, que parecía de hace un siglo, típico de los barrios viejos de la ciudad, al arrendador, regué mis plantas una vez más y  salí, con mis tres maletas, sin mirar atrás. Preferí despedirme así del lugar que vio triunfos, fracasos, penas y alegrías mías por tanto tiempo. En el taxi le di un último vistazo a la ciudad y sonreía sin razón aparente, supongo que es un buen indicio. En migraciones utilicé por última vez mi dni de residente argentino y en el avión mi mente ya estaba tentada por llegar a mi caótica y querida ciudad. El lomo saltado, chicharrón, inka kola, limonada con limón de verdad, mis perros y el mar.

Después de las cuatro horas y media de vuelo y un paso migratorio ágil respiré por primera vez la contaminación de mi ciudad. No creo que sea algo bueno, pero llenó mis pulmones de nostalgia infantil. Luego de pasar por la inmanejable Faucett llegamos a la bajada de la Costa Verde. Neblina y brisa marina: “Ahora sí me siento en casa”. Saqué una mano por la ventana y jugaba con el impacto del aire por la velocidad. Hacía lo mismo de chico. Me relaja. Estaba pendiente de que en pocos días cumplía 30 años, pero esta última semana en Lima me regresó el ímpetu de juventud, sólo es un número y el pico de la juventud es la muerte. Me calmo con esa forma de pensar.

Ya en Barranco, los árboles y calles viejas, me hicieron regresionar hacia mis exploraciones infantiles por el distrito en bicicleta y a cuando jugaba pichangas en la calle. Unas cuantas ventanas fueron nuestras víctimas. Quipu, mi peludo siberiano, me esperaba en la puerta cuando llegaba del colegio y ahora fue igual. Casi con 16 años y con su acompañante de 55 kilos, Maui. Directo a la cocina donde me esperaba un pollo a la brasa, no podía comer por mi risa de bienestar. Extrañaba demasiado mi casa y la comida. Dormí como no lo había hecho en dos años y me desperté del mejor humor posible. Esta vez, un chicharrón de El Chinito fue mi premio matutino.

Al día siguiente fue mi cumpleaños e hice una pequeña reunión para tomar unas cervezas y conversar. Hace dos años no estaba acompañado durante mi santo. Nos reunimos los de siempre, con los que te sacas la espina, con quienes te mueres de risa, con quienes nos hemos peleado en la calle y los mismos. Son como familia. Espero que todos puedan tener un círculo de amistad similar, porque aprendí, en momentos de soledad de migrante, que alguien sin amigos es realmente peligroso. Cerveza, porros e incontables risas, de las genuinas, de las que contagian. En la misma sala que fue cuarto de juegos, taller de pintura de mi hermano, luego, mi cuarto. Hablaría de los que es cumplir 30, pero la verdad que no sé qué decir, sólo es un dígito distinto y aún no siento ninguna pegada. De hecho, siento que tengo 25.

Dos días después, partidito de fútbol 7, no jugaba desde antes de la pandemia. Es mágico lo que un parido con amigos puede hacer. Te olvidas de todo, sólo existe la pelota y tu equipo. Por dos horas sólo eso componía mi realidad. Estaba bastante oxidado, pero aun así me sorprendí. Pensé que iba a estar, pero marqué goles y planeo no abandonar las canchas de nuevo por tanto tiempo. Así que tranquilos, para los que bordean los 30, nos quedan por lo menos 50 años de vida. Bajo esa percepción somos bastante jóvenes, no hemos conocido ni la mitad de nuestras vidas.

Es muy fácil escribir sobre las injusticias de poder que están sucediendo en demasiados lugares del mundo, y en el Perú también. Intenté unas cuantas veces hacer un párrafo al respecto, pero no logré encontrarlo de mi gusto. Resulta que el panorama mundial me ha dejado sin bando. No sé si soy de izquierda, centro, derecha, arriba o abajo. Me parecen ridículas las doctrinas políticas. Por ahora prefiero recibir más información y después poder hablar al respecto. Al regresar me di cuenta de algo. Sólo es necesario encontrar lo tuyo, aferrarte a ello con todas tus fuerzas y no hacerle daño a nadie. Creo que es la manera correcta para no apresurarte con el rabo entre las patas a determinar qué está bien y qué está mal. O creen ser dioses o sólo se agrupan al montón. Ojo, que el montón está dividido también. Serían montones. Por ahora no me importa, quiero acomodarme en mi país, ahora que estoy de vuelta, estar bien yo. De esa manera, podré ayudar a quienes sienta que debo hacerlo. El poder por el poder se está saliendo de las manos en las cúspides peruanas y, francamente, es absurdo.

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[MIGRANTE DE PASO] Nunca pensé que me iba a mudar a otro país por más de dos años. Tras un impulso desesperado por encontrar mi camino, decidí alejarme de mis comodidades y hacerle caso al llamado de mi intuición. Había pasado por múltiples carreras que dejaban vacía mi motivación. Me retiré de la universidad Católica sin tener rumbo fijo. Por un año trabajé redactando notas de prensa y, así, retomé la escritura que me consolaba en momentos críticos. Nada como una página en blanco para hacer florecer un tormento. Renuncié terminando el año y decidí viajar a Buenos Aires para estudiar filosofía en la UBA. De esta manera comenzó una aventura llena de luz y oscuridad que templó mi espíritu. Fue un parto de motivación y ganas empedernidas de vivir.

Viajé a la ciudad de la furia por dos semanas para inscribirme. Una cola de tres horas para entregar los documentos solicitados. La burocracia no es un punto fuerte de esa universidad. En teoría iba a regresar a Lima sólo para recoger mis cosas, pero la pandemia comenzó. De hecho, tuve la suerte de estar en el último vuelo antes del cierre de fronteras. La incertidumbre inundó cualquier perspectiva sobre mi futuro. Felizmente estudié dos años de manera virtual, pero estaba privado de la experiencia de migrar. El último ciclo pandémico tuvo finales presenciales. Las fronteras apenas abiertas. Viajé y me quedé en un pequeño departamento en Recoleta. Un barrio cheto, pituco para nosotros. Me di cuenta que en este lugar se tiene que caminar con la cabeza en alto. De lo contrario te comen vivo. Actitud maradoniana, me gusta llamarla. A pesar de lo que había escuchado, la gente me trató bastante bien, con amabilidad y gentileza. En ese momento, diciembre, el calor llegaba a 30 grados. Era insufrible. Igual pasaba las tardes caminando por los enormes parques de la ciudad, es admirable la cantidad de áreas verdes y bien cuidadas. En las mañanas, desayunaba tostados con Coca Cola en La Biela, histórico café porteño. Borges y Bioy Casares solían juntarse allí a discutir e intercambiar genialidades.

En febrero del 2021 me mudé a Palermo, en la calle Fitz Roy, en nombre del capitán del barco de exploración de Charles Darwin. Acá se aprenden cosas hasta del nombre de las calles. La vida nocturna en este barrio siempre está prendida y de vez en cuando iba a tomarme unos fernets a algún bar. Por cierto, el primer vaso siempre es feo, luego le agarras el gusto. Es una zona agradable para caminar y en cada esquina das un respiro de marihuana que fuman los transeúntes. Estaba lejos de mi facultad, en Caballito, pero los bondis y el subte son baratos, ordenados y bien planteados. Recuerdo que llegué tarde a mi primera clase y como ya no había sillas tuve que sentarme en el piso. Me pasó un par de veces. Los profesores son excelentes y las lecturas son rebuscadas, de un valor incalculable. Mi única queja sobre la universidad es que en los últimos meses del presente año falló en cuanto a la naturaleza de universo. Toda universidad debe ser plural y todo tipo de ideología debe ser aceptado. Todo estaba lleno de carteles a favor de Massa y a los que votaban a Milei los sancionaban socialmente. Eran vistos como parias. Por lo tanto, fracasó como institución.

Admiré muchos aspectos de este país. La educación, salud y transporte son de primer nivel y casi gratuitas, todos pueden acceder a ellas. En comparación con mi país, que sin dinero las oportunidades se reducen drásticamente. Veía marchas reivindicadoras todas las semanas, obstruían el tráfico, pero me gustaba ver el nivel de organización y cultura de calle que existe. El movimiento feminista está en la vanguardia mundial, hay logros como la ley de aborto que ya quisiéramos que exista en nuestro país. Las mujeres caminan empoderadas por las calles y, para mí, eso las hace más atractivas. Los taxis parecen guías, conocen la historia como la palma de su mano. Puedes hablar con ellos de fútbol, política y hasta ópera. Cada vez que me subo a un taxi es un placer conversar. Esto se debe a que como sociedad están politizados y, de cierta manera, psicoanalizados. Me he ganado con argumentos de primera categoría de parte de taxistas y mozos.

Sin embargo, se encuentran en una crisis que está bordeando la hiperinflación. Viajar al exterior es casi platónico para los ciudadanos argentinos. Cuando llegue el cambio por dólar era de 250 pesos, que ya me parecía una barbaridad, ahora está a más de mil. Es una locura. Ves a muchas personas durmiendo en las calles y en invierno se meten a los tachos de basura. La pobreza está en aumento y el sufrimiento es palpable. Tocan los timbres de los departamentos para pedir ropa o comida. Nunca había visto algo así. Te parte el alma saber que no es culpa suya, sino de un sistema que evidentemente no funciona.

De alguna manera, la vida cultural es de alta calidad y los teatros o exposiciones están siempre llenos. Las obras de teatro son impresionantes y los actores brillantes. Descubrí Timbre 4, un teatro independiente donde pasé muchas noches, a veces veía dos obras en un día. Me atrevo a decir que ninguna tiene pierde. Y es lo mismo con los demás. Sería una lástima que les corten el apoyo estatal.

Los restaurantes también están siempre llenos. Tuve la oportunidad de entrevistar al dueño del Don Julio, el mejor restaurante de carnes del mundo, y me invitó a comer ahí. Se te cae la baba de lo sabrosos que son los asados ahí. Hay colas desde las 10 am o tienes que hacer reserva con meses de anticipación. Como peruano siempre extrañé la comida, pero acá también se come bien. Tenía la costumbre de ir a Caminito, en el barrio de la Boca, para comer choripán con salsa criolla y chimichurri mientras veía tango. Una combinación de ensueño.

Después de Palermo me mudé a Barrio Norte, en un segundo piso. En realidad, es el tercero, pero acá al primer piso le dicen planta baja y comienzan a contar desde el siguiente. Cometí un grave error. Me aislé en estudios y no socialicé casi nada. Los ataques de pánico me acechaban diariamente. Entendí la verdadera soledad. Se genera una especie de ilusión en la que todo lo que está en tu país, amigos, familia, perros y más dejan de existir. Fueron uno meses bastante duros. Lloraba sin saber por qué. Estaba asustado. Gracias a terapia y el apoyo de mis seres queridos pude salir adelante y llenarme de valentía para afrontar lo que viniese. Mi personalidad aguerrida no me iba a dejar rendirme. La soledad no se debe subestimar, de lo contrario te atrapa y en el aislamiento los pensamientos rebotan. Tomar perspectiva se vuelve cada vez más difícil. Después de estos eventos me fortalecí en muchos sentidos, me conozco más, desarrollé una mayor empatía y me di cuenta de que una pequeña ayuda puede cambiarlo todo. Cuando estás lejos, el menor atisbo de tu patria puede hacerte llorar de añoranza. Recuerdo un barco en Ushuaia con la bandera peruana o escuchar El cóndor pasa en un concierto.

Vi a Argentina salir campeón del mundo con unos amigos fanáticos. Celebré junto con millones en el obelisco. Aprendí a hacer snowboard en Bariloche. Estuve en el kilómetro cero de la Panamericana luego de un tramo en canoa. Conocí El Calafate, donde tuve una conexión particular con las paradisíacas montañas y glaciares. Estuve en Córdoba, Jujuy y Salta. Prácticamente viaje de sur a norte. Me hice amigo de bodegueros y guardianes. Escuché al majestuoso Teatro Colón cantar y allí lo vi a Fito Páez. Me enamoré de las medialunas. Hice de todo. Y no puedo poner en palabras las lecciones que recibí. Sólo debo agregar que al ver el clásico en el Monumental y sentir el fervor de la popular en La Bombonera me hicieron comprender a este país.

Le doy gracias a este hermoso país que tanto me ayudó. Solo puedo desearle lo mejor y que todo vaya cuesta arriba. Que puedan salir de la crisis económica. Y transformen el potencial infinito que tienen. Gracias por todo, ya nos volveremos a ver.

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