Hace cinco años que el “Chef Rama” emplea la miel de cabuya, un dulce natural apto para diabéticos, para preparar –entre otros– barras energéticas y panetones. El nuevo interés por productos saludables y la liberación de locales por pandemia lo han impulsado a tomar la decisión de abrir en tiempos difíciles.

Después de dedicarse por años a transformar platos típicos de la gastronomía peruana en comida vegetariana, Ricardo Ruiz, conocido como el “Chef Rama”, decidió experimentar con la cabuya, una planta parecida a la sábila que produce una miel apta para diabéticos. La utilizó primero para preparar picarones y, desde entonces, la emplea en distintos productos.

La llegada de la pandemia al país ha echado luz sobre el alto porcentaje de peruanos que padecen diabetes o que están a poco de padecerla. Ellos han sido particularmente vulnerables al Covid-19. El el Chef Rama considera que su miel puede ser muy útil para reducir el consumo de azúcar, con lo que se puede evitar que se sigan engrosando las cifras de esta enfermedad.

“En el Perú casi el 20% de la población tiene prediabetes [niveles de azúcar en la sangre por encima de lo normal]. Los que no lo saben pueden ser muchos más, así que, más que hacer un negocio, lo que queremos es aportar porque hay una mala alimentación. La idea era que esa miel la usaran en todo, desayuno, almuerzo y cena. Y está cumpliendo ese objetivo. Hace dos años, Virgilio Martínez probó esta miel y ahora lo usa en Central como parte de sus ingredientes”, comenta.

Con la pandemia, Ruiz siente que el interés por productos saludables ha ido creciendo. Eso lo animó a abrir su primera tienda en Miraflores.Mientras la mayoría de empresarios cierran o se vuelven más conservadores en sus proyecciones de inversión, él ha transitado el camino opuesto. Antes, vendía por delivery a través de su web y colocando sus productos en tiendas asociadas. Ahora, el nuevo local –dice– les permitirá distribuir mejor los pedidos y atender directamente al público.

Ha sido una oportunidad por la pandemia, porque varios locales se han desocupado y nos han dado bastantes facilidades. Además, es una oportunidad para que la gente valore algunas cosas y se preocupe más por su salud”, expresa.

El reto de desarrollar nuevos productos

Para este chef huanuqueño, que radicó muchos años en Estados Unidos, hay ahora dos retos para su negocio. El primero, invertir lo suficiente para sacar nuevos productos. El segundo, el transporte de la cabuya desde las comunidades con las que trabaja, en Huancavelica.

“Las cabuyas crecen a partir de los 1000 metros sobre el nivel del mar y están por todo el Perú, pero nosotros trabajamos con comunidades en Huancavelica. La zona que está entre Ayacucho y Huancavelica es donde todavía conservan la tradición de extraer el dulce, que es parte de la cultura Wari y de los Chancas”, explica.

Lo bueno en la producción de este cultivo es que no necesita mucha agua, aprovecha la temporada de lluvias para abastecerse y produce el dulce cuando hay sequía.

A pesar de sus intentos de obtener financiamiento estatal, Ruiz no ha logrado convencer todavía a las autoridades en apostar por este cultivo. Sus principales socios son sus hermanos, quienes le han ayudado a sacar adelante el nuevo producto de este año: el panetón con miel de cabuya.

“Desde el año pasado estábamos interesados en hacer un panetón, pero recién este año hemos podido lograr la fórmula. Normalmente, la levadura se asocia con el azúcar y crea un fermento que hace que el panetón crezca. Con la cabuya es diferente, pero ya encontramos ese balance. El panetón que estamos sacando es vegano, no tiene leche ni huevos y en vez de las frutillas, usamos arándanos rojos, damascos y pasas y castañas”, precisa.

 

Proyectos en camino

Unos doscientos de estos panetones ya han sido pedidos en Estados Unidos, donde Ricardo Ruiz ganó el apelativo de “Chef Rama” en el 2006, cuando cocinaba solo para sus amigos, y donde su marca ya es conocida.

“No es un mercado tan difícil para mí. Confían en los productos de Chef Rama. Así que más adelante trabajaremos para regresar al mercado de Estados Unidos. Queremos que ese nombre se identifique como lo saludable y tengan presente el trabajo social que hacemos con las comunidades que nos proveen de la cabuya”, asegura.

El próximo año espera poder lanzar al mercado una “mielmelada” que combine la miel de cabuya con frutos como los arándanos, con una consistencia más similar a la de un postre que a la de una mermelada. Confiesa que los primeros en probar todo son sus sobrinos porque, además de los ingredientes saludables, buscan sabores agradables.

“Nosotros sabemos que nuestro producto gusta mucho cuando los niños lo prueban. Tengo muchos sobrinos y cuando el producto está terminado, ellos son los primeros en probarlo para saber que realmente tiene posibilidades de tener acogida. Ellos no mienten”, agrega.

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Con una capacidad de gasto disminuida por la crisis económica, los clientes tienen expectativas más altas en cada una de sus compras. Fidelizar ahora demanda una atención mucho más detallada sobre los procesos de compra y entrega. Las mypes tienen la flexibilidad para adaptarse.

 

Debido a los empleos perdidos durante la pandemia y los recortes en las jornadas de trabajo, el ingreso promedio de los trabajadores de Lima Metropolitana en el 2020 ha caído 10.5% en el trimestre junio-agosto, frente al mismo periodo del año pasado. Con menos ingresos, los consumidores se vuelven mucho más racionales y demandan obtener más valor por sus compras, explica José Ruidias, profesor de Pacifico Business School.

“Ahora se pide más de lo que antes se exigía por el mismo precio. Las empresas deben ajustarse a esa nueva demanda. Más que rebajar el precio, mi recomendación es pensar en elevar la ecuación de valor porque puede ser que el consumidor sí esté dispuesto a pagar lo mismo, pero dejará de ser permisivo con algunas cosas como los tiempos de entrega. Ahora, como es más racional, exige más”, explicó.

Teniendo en cuenta que el efecto de la crisis en los hogares tendrá una recuperación lenta, Ruidias consideró que, por ahora, lo más fácil es mantener a los clientes actuales. Un primer paso para lograrlo, sobre todo en el caso de la venta de productos por el canal online, es asegurar la atención rápida desde el inicio hasta el final del proceso de compra.

“La fidelización tiene que ver con la recurrencia y actualmente todas las empresas tienen que ser muy cautelosas con la experiencia de compra de sus clientes. Ahora, el proceso es incluso un poco más largo porque los consumidores entran a la página web, buscan en Facebook y llaman a las tiendas por teléfono. Si no se cuidan todos esos pasos, es posible que el consumidor se quede solo en la primera compra”, precisó.

Seguir de cerca la entrega del producto

La primera recomendación es que la empresa esté dispuesta a responder las consultas de los clientes a toda hora. La segunda, que evite realizar la entrega del producto a través de compañías que no respeten los protocolos establecidos por el vendedor. Esto es especialmente importante para las pequeñas empresas que no tienen montado un sistema propio de reparto.

“Eso hoy se ha vuelto una condición básica para muchas personas, por encima de que el producto sea bueno y el precio también. Si los protocolos de entrega no son los mejores todo el proceso podría catalogarse como defectuoso”, advirtió.

Por su parte, Patricio Ruiz, director comercial de la consultora Future Lab, asegura que las pequeñas empresas deben hacer una evaluación constante de los hábitos de compra de sus consumidores, que seguirán variando muy rápido hasta que termine la pandemia. A partir de esa evaluación es que deben afinar sus métodos para acercarse a los clientes. ¿Qué ventaja tiene una pequeña empresa en esa tarea? Que su tamaño le permite adaptarse pronto.

“El cambio en el consumidor recién empieza y vamos a ver cómo van a cambiar los mercados en los próximos dos años. Probablemente veremos varias tendencias que se dieron al inicio de la pandemia y no continuaron. Recién allí podremos analizar. Las mypes –al ser empresas pequeñas– pueden cambiar muy rápido y fácilmente. En cambio, las corporaciones tienen mucho más conocimiento que la mype, pero no tiene su agilidad”, aseguró.

¿El reto de las mypes?  La poca experiencia de algunas en digitalizar su negocio. Para las empresas que atienden al consumidor final, con tienda de puerta a la calle, sumergirse en el comercio electrónico es ahora imperativo, pero no tener la experiencia para dar ese salto también representa un desafío.

“¿Es mejor aprender cómo se vende en línea o aliarse con una empresa que tenga ese conocimiento? Siempre es posible hacerlo por cuenta propia, pero el factor crítico es cuánto tiempo va a tomarte”, detalló.

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