escucha activa

Parte de la inteligencia emocional es tener la capacidad de liderar, regular o controlar nuestras emociones. El psicólogo Juan Armando Corbin explica que las emociones forman parte de nosotros, y en algunas ocasiones pueden causarnos sufrimiento, provocado muchas veces por la valoración negativa que hacemos de nuestras emociones.

Gran parte del éxito de la inteligencia emocional, viene determinado por sus beneficios. Por ello, el experto brinda algunos consejos para mejorar la autorregulación emocional:

Reconoce tus emociones

Toma un tiempo para reflexionar sobre lo que sientes y por qué reaccionas de cierta manera. Una buena estrategia para entender tus emociones es tener un diario emocional. Para utilizarlo, siéntate frente a él, 10 o 20 minutos antes de ir a descansar. Puedes hacer un repaso del día y anotar cómo te has sentido, por qué te has sentido así y qué podrías haber hecho para mejorarlo.

Escucha de forma activa

Muchas personas tienen el hábito de prestar poca atención a los demás, y mientras éstos hablan, ya están pensando en qué decir después. La escucha activa nos permite relacionarnos con otras personas, porque no solo prestamos atención a lo que dicen otras personas con palabras, sino también con lo que expresan con su lenguaje corporal.

Practica un deporte

El ejercicio físico es una buena manera de aliviar el estrés y liberar tensiones provocadas por situaciones frustrantes. Además, el ejercicio físico ayuda a liberar neuroquímicos relacionados con el estado de ánimo positivo, como las endorfinas o la serotonina.

Acepta las críticas

No tomes personal las críticas ni sueltes tu ira frente a ellas. “Estar demasiado pendiente de lo que los demás dicen de ti es un síntoma de que no tienes suficiente autoconfianza y no has encontrado la paz interior necesaria para controlar las emociones”, indica el psicólogo. Cuando recibas críticas, quítale peso al asunto y tómalo como una recomendación para trabajar si buscas ser una persona emocionalmente equilibrada.

Trabaja la autoaceptación

El problema de no aceptarte tal y como eres, es que puedes adoptar una mentalidad defensiva, nada beneficiosa para el control emocional. Todos podemos equivocarnos porque es parte de la vida, por lo que debes quererte con tus características y defectos. Así lograrás sentirte menos frustrado y tendrás más paciencia al momento de tratar con los conflictos que pueden aparecer en tus relaciones interpersonales.

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Debido a la cantidad de tareas que las personas realizan, actualmente, de forma simultánea, es posible que el nivel de atención que le dedicamos a alguien que nos está hablando disminuya. Sin embargo, más allá de las circunstancias, existen personas que, constantemente, están esperando a que la otra persona deje de hablar para decir lo que ellos quieren.

A estos “malos oyentes”, que necesitan más de un auditorio que de un interlocutor, un artículo de Forbes los identifica por al menos cuatro situaciones comunes que los caracteriza: interrumpen constantemente, preguntan por algo que ya fue dicho, gritan para tener la razón, quienes le rodean dejan de contarle cosas importantes porque no las tendrán en cuenta.

Aunque pueda parecer un aspecto más en la personalidad de alguien, no saber escuchar a los demás trae consecuencias importantes en la vida familiar, personal y profesional. Leslie Shore, autor del libro “Listen to Succeed”, citado en el portal Fast Company señala la importancia de escuchar en el momento mismo de la conversación.

«Cuando comenzamos a trabajar en una respuesta antes de que el hablante haya terminado, perdemos tanto la información completa que se ofrece como la comprensión del tipo de emoción presente en la expresión de la persona», explica.

Formas de mejorarlo

Si bien ser consciente de estos errores ya implica un avance hacia convertirse en un mejor oyente, también se requiere trabajar en tener más tolerancia y paciencia con los demás. En un estudio realizado por los especialistas en liderazgo, Jack Zenger y Joseph Folkman, apenas 5% de más de 3,400 ejecutivos entrevistados fueron percibidos como “oyentes efectivos”.

“Escuchar bien es mucho más que estar en silencio mientras la otra persona habla. Por el contrario, las personas perciben que los mejores oyentes son aquellos que periódicamente hacen preguntas. Sentarse allí y asentir en silencio no proporciona evidencia segura de que una persona esté escuchando, pero hacer una buena pregunta le dice al orador que el oyente no solo ha escuchado lo que se dijo, sino que lo comprendió lo suficientemente bien como para querer información adicional”, concluyen en un artículo para Harvard Business Review.

Por lo tanto, un buen oyente debería no solamente prestar atención y tener un lenguaje corporal que indique que está escuchando, sino también intervenir eventualmente para hacer del proceso algo realmente interactivo.

En suma, el buen oyente es alguien con quien se puede intercambiar ideas y, en lugar de absorber las ideas y la energía del otro, las amplifica, y aclara los pensamientos que se tengan. Es alguien que no solo hace sentir mejor absorbiendo pasivamente lo que se dice, sino apoyando activamente.

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