Pedro Castillo

UNO

Han sido semanas agitadas. Como nunca en el pais. Ha habido una polarización tremenda. Imposible evitar el símil, con las elecciones bolivianas de 2006, donde Evo Morales salió electo. Creo que los peruanos debemos entender que el modelo debe retocarse. Pedro Castillo no salió de la nada. Es la secuela natural de los vacíos del programa político-económico que se ha tenido en las últimas décadas. Uno de los centros mineros más importantes está a 48 km de Cajamarca, la tierra del actual Presidente. Esa es una señal ineludible.

“Estas ganando carajo”…gritaron sus seguidores. Y una sensación de temor invadió inmediatamente su rostro cobrizo. Por un instante, su cuerpo tembló. Las arrugas de antes, y las de ahora se tensaron. Unos ojos que delataban el miedo cerval, ante una situación inédita: ser Presidente del Perú.

Creo que nunca se le cruzó por su cabeza que podía ser electo, menos a Cerrón; cuando le ofreció la candidatura. Se adhirió a un plan, que no era propio (Vladimir lo elucubró en Cuba, como si aún fueran los años sesenta). No es un animal político. De ahí, sus debilidades, que quedaron en evidencia en diversas ocasiones, y más aún en los debates.

Si sale electo, le tocará gobernar y pactar. Sin mayoría en el Congreso, debe aprender a actuar como político. Y ahí, posiblemente, reside el temor. Incluso a los legisladores, de su propio partido, él no los eligió. Considero, que Verónika Mendoza cumpliría un papel clave en el Congreso. En especial, para formar coaliciones, tan indispensables para la aprobación de leyes.

Chirinos Soto indicó, en cierta ocasión, que el poder Ejecutivo es inferior al Legislativo. Y bien que lo demostró la bancada de Fuerza Popular, en el gobierno de PPK.

DOS

Pelo negro mezclado con canas, con barba tupida y mirada tranquilizadora: Pedro Francke (60 años), Magister en Economía y ex funcionario del BM, es la cabeza de su equipo económico. Declaró, si salen elegidos, se mantendrá la economía de mercado. Eso sí, es indispensable: aumentar los impuestos a las empresas mineras del país, y contar con un sistema de pensiones más equitativo.

El economista, que ha dado cierta tranquilidad a los inversores, fue nombrado hace poco por Pedro.

El otro caballito de batalla es lo de una Nueva Constitución. Según los entendidos, debería darse para el año 2022; otros, recomiendan incluso en su último año.

Considero que la urgencia mayor es la vacunación masiva, y levantar la alicaída economía.

Se vienen tiempos difíciles.

TRES

Keiko, en conferencia de prensa, señaló que va impugnar más de 800 mesas de sufragio. El peligro de todo esto es la inestabilidad política.

Usó un maniqueísmo tóxico y el miedo como herramienta. El apoyo de los medios y de una derecha recalcitrante les jugó, al final, en contra. Tal como sucedió en las elecciones de 1990, y que favoreció a su padre.

También se llenó de demagogia, ofreciendo de todo.

Seamos justos, ambos candidatos carecieron de ideas originales. Y para peor, Castillo no tenía un equipo de trabajo definido. La improvisación es su característica intrínseca. Mientras la candidata de Fuerza Popular, recicló personajes funestos de los 90. Eso tampoco la ayudó.

Lo que es cierto es que el país ha sido el perjudicado, ante la crisis política. No hemos podido dar el salto cualitativo hacia el progreso. La pandemia nos sorprendió. Desnudó nuestras falencias en el sector salud y la informalidad de la economía.

Como nunca salieron, a flor de piel, el racismo y la intolerancia, tanto de unos como de otros. Creo que el hecho de no reconocer como connacionales, a los peruanos que viven una fragilidad económica  (en distintas regiones) es un grave error.

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Pedro Castillo, Pedro Francke, Polarización

Corresponde al gobierno de Pedro Castillo empezar a revertir lo que llamo la degeneratividad de la economía peruana, que se origina, como la mayoría de nuestros males históricos, en la el proceso colonial, cuando lograron hacernos sentir inferiores, y por ello añorar el destino material ajeno sin considerar nuestro territorio y demografía. Degenerativo, en medicina, es aquella situación en la que un cuerpo empeora constante e incrementalmente – en algún momento de modo irreversible – a causa de exponerlo a contextos y hábitos reiterativos que violentan su sistema inmunológico, que son sus capacidades adaptativas frente a los peligros virales y ambientales del entorno, las fuerzas que lo regresan al equilibrio vital. El cáncer, la diabetes, el lupus, y muchas otras, son padecimientos de este tipo.

El sistema inmunológico de toda economía es su matriz y capacidad productiva, porque de ella depende su nivel del empleo y su interacción con el mundo. En el equilibrio más adecuado, tendremos cantidad y calidad suficientes de puestos de trabajo, de modo sostenible en el tiempo y según el patrón cultural de cada contexto.

Nuestra economía republicana es degenerativa porque siempre hemos pretendido un capitalismo occidental para el que no tenemos las condiciones territoriales e insumos necesarios. No sólo fracasamos en todos los intentos, sino que deterioramos – cada vez más – lo más importante de nuestra inmunología, lo único que puede aspirar a buen, cuantioso y sostenido empleo: la manufactura y la economía rural. A la primera se le deja a su suerte en un mercado que la aniquila, o se le quiere poner en una velocidad competitiva que le resulta inviable. A la segunda siempre se le ha visto como atraso disfuncional o geografía para grandes negocios, y codiciado como mano de obra barata. Nuestro equilibrio óptimo de bienestar depende de cuánto logremos revalorar y desarrollar estos dos sectores, no de descollar en exportación de materias primas, construcción o servicios de telecomunicaciones, que son negocios multimillonarios pero dan empleo de calidad a muy pocos. La historia es bastante elocuente, incluso cuando en este espacio no se pueda ser muy prolijo.

La economía que éramos, entre 1821 y 1850, da cuenta de lo lejos que andábamos de un capitalismo básico, con industria localizada en el Perú y trabajadores civiles asalariados. Y también hace notar cómo malentendíamos nuestro territorio y subestimábamos nuestra economía rural. En ambos está el germen de la futura degeneratividad. Tras 20 años de guerra y en crisis de  comercio exterior debido al nuevo protagonismo exportador del virreinato del Río de La Plata, éramos un país pobre, en general deteriorado, y con muchos de sus grandes comerciantes recién expulsados. No hay instituciones económicas para entonces: el sistema monetario es caótico e insuficiente, y no tenemos bancos sino prestamistas informales. El Estado recauda muy poco y el sistema judicial está abandonado y sin normativa vigente. El territorio nacional tiene aglomeraciones muy pequeñas y bastante desintegradas, porque en la costa hay dificultades para el uso de la rueda en tramos largos, el transporte marino es mínimo y hay un solo puerto. Pese a ser el 80% de la población (1.6 millones), la sierra está casi desvinculada del llano costero, debido a las dificultades de su geografía para el acceso y el transporte no animal. La selva no pasa del 4% y está casi absolutamente aislada. La costa es el resto.

Sobre esta evidente insuficiencia, se forman dos economías: un mercado urbano (comercial y primario-exportador), y las actividades agropecuarias de las comunidades rurales, que son el 61% de habitantes del país. El primero es una reducida red de medio millón de peruanos, cuya élite social – de consumo importado – alcanza a 160 mil personas (el 10% blanco de la población). El resto urbano es pobre y apenas posee de monedas, por lo que vive del trueque. No hay dinero ni conocimientos para la inversión industrial, ni hay volumen poblacional para una buena demanda demanda. Tampoco capacidades: no más del 20% de la población es alfabeta. Tres circuitos desconectados conforman esta dinámica: el de Lima – Costa Norte de entonces débil agro-exportación (tenemos permanente déficit en balanza de pagos) y sistema hacendario; el de Lima – Cerro de Pasco de minería argéntea y comercios de comida, ganado, lana y aguardiente, y el de la sierra sur, que interactúa con Bolivia e incluye a Puno, Cusco y Arequipa, vinculados por los negocios de lana, ganado, obrajes textiles y sastrerías. En estos dos últimos circuitos participan algunos latifundios poco productivos, abandonados en la guerra previa. La mano de obra es esclava o yanacona (sirviente) en todos los casos. La segunda y mayoritaria economía de nuestra post-independencia es la de las comunidades rurales, que son auto-suficientes, sólo comercian para conseguir monedas y poder tributar (algunas lo hacen con fines de acumulación), y se abastecen en ferias del trueque. Estas,  desde el principio, son vistas como una rémora para el progreso y un desperdicio frente a las necesidades urbanas de mano de obra. Y como el orden criollo no puede tomar sus territorios (casi siempre en lejanas y escarpadas alturas) o traerlos, decide olvidarlos. Todos asumieron – y asumen – rezago e irracionalidad ahí, porque no entienden que la riqueza de ellos era – y es – la sostenibilidad y la calidad de vida a partir de la cooperación, el naturalismo y el genio tecnológico.

Tan lejos estábamos de lo que se añoraba (capitalismo industrial), que debieron pasar 100 años para que empezáramos a cerrar el último de nuestros pendientes frente al anhelo de un mercado industrial a la manera europea: dejar las semi-esclavitudes y consolidar una clase obrera asalariada y con mínimos derechos. Lo empezábamos a hacer en 1930, luego de un largo siglo XIX, donde aumenta la población pero casi no se mueven los porcentajes demográfico-territoriales, incluido el de las comunidades rurales, que siguen aisladas en lo fundamental, sin interés alguno en romper dicha insularidad. La aproximación conservadora al tema y los lamentos racistas por falta de mano de obra (resuelta con esclavitud extranjera) seguirán en pie y promoverán tres décadas de decididas políticas de expansión poblacional. La estatalidad y la infraestructura habrán dado grandes saltos a partir de la falaz prosperidad guanera, así como habrán avanzado la institucionalidad económica y financiera, lo que facilita que la consolidación, a finales del siglo XIX, de un mercado industrial textil y de alimentos (con obreros muy explotados), estimulado por una importante diversificación primario-exportadora que potencia nuestra oferta a la región y dinamiza el mercado peruano a través del consumo de los sectores empresariales entonces favorecidos. Así, este crecimiento manufacturero tendrá una caída a inicios del siglo XX, y se recompondrá para crecer significativamente hasta 1929, año del crack y de un nuevo declive exportador. En adelante, todos nuestros esforzados procesos de industrialización se apoyarán en los ciclos exportadores y se harán dependientes de ellos. Es la dependencia de las materias primas, que siempre son cíclicas.

En los próximos veinte años – hasta 1950 – pasarán tres cosas muy determinantes, que le cambiarán el rostro al país: aumenta la población significativamente (por primera vez pasamos los 6 millones que éramos en 1535) y ya no se puede hablar de escasez de mano de obra. Se consolidan un conjunto de derechos laborales que los obreros venían disputando desde inicios de siglo, lo que es altamente difundido en el sector industrial (no así en las haciendas o minas). Y se inicia el gran progreso migratorio sierra-costa de mediados del siglo XX, producto de una severa escasez de tierras cultivables por aumento demográfico, y a la publicidad cultural de occidente que ahora llega a través de los medios masivos (primero la radio y luego la televisión). Así, el país entró a lo que Matos Mar llamó desborde popular, y nuestro pequeño mercado industrial, que siempre quiso al campesino como masa obrera, tuvo lo que tanto buscó, pero en incontrolable exceso.

La estadística oficial de esos años ya permite observar su precariedad industrial, que luego será degenerativa. No hubo mejoras salariales entre 1930 y 1940. Entre dichos años, la industria produce el 17% del consumo interno y conforma el 14.5% de la PEA, que era de 4 millones y tiene un desempleo de 38.5%. Dado el contexto, es razonable esperar un considerable sub-empleo obrero y general. Estos porcentajes productivos y laborales no cambian para 1950, aunque la población y la PEA se elevan, por lo que ya puede verse degeneratividad en la economía peruana, al menos a nivel de calidad laboral (algunos calculan un subempleo de 10%, otros de 25%). No puede asegurarse que sin explosión migratoria igual habría llegado el proceso regresivo a nuestra economía, pero tampoco puede descartarse, porque hasta antes de 1930 nuestro modesto mercado urbano estaba muy lejos de penetrar siquiera su propio territorio, cada vez más poblado. Y aunque faltan datos para observar el aumento de las brechas productivas y tecnológicas con respecto a las economías desarrolladas, sí se puede deducir la dimensión de éstas, muy fácilmente: mientras el Perú sigue arrastrando – y ve cada vez más lejos – el pendiente de formar un mercado industrial mínimamente inclusivo (así sea con empresarios extranjeros y productos de poco valor agregado), Estados Unidos produce el 27% de los bienes de consumo y el 52% de la maquinaria que utiliza el mundo industrial. Ni el capitalismo exportador es de todos por naturaleza (al contrario), ni estamos hechos para competirles en su reino. Nuestra riqueza es otra. Mientras tanto, hasta 1950, la economía de las comunidades rurales entra sigue abandonada por el Estado y se reduce por la crisis de tierras, pero está a leguas de desaparecer y sigue ocupando la mayor parte del suelo andino. Hasta hoy.

A partir de 1952, y producto de un nuevo auge primario-exportador, empezará el más importante ciclo de crecimiento de industrial de nuestra economía, que extenderá e intensificará hasta 1975, gracias a las gestiones desarrollistas de Fernando Belaunde y, sobre todo, de Juan Velasco Alvarado, quienes reciben la influencia del cepalismo latinoamericano y ponen en marcha un proceso de sustitución de importaciones, fomento y protección arancelaria en favor nuestro desarrollo industrial. El segundo, además, llevó a cabo la reforma agraria, luego de siglo y medio de negación e infamia. Por primera vez en la historia un gobierno peruano razona con la suficiente autonomía y nacionalismo, considerando nuestra realidad histórica y territorial: es evidente que nuestras carencias como economía capitalista nos obligan a unirnos, y es claro que debemos dar al mundo rural y agropecuario el auspicioso lugar que le corresponde en nuestro desarrollo. Sin embargo, no basta con ello para detener la degeneratividad.

Los muy buenos resultados del proceso industrializador son innegables: de 1954 a 1975, la manufactura pasa del 12.8% al 21.4% como generador del PBI, siendo el sector de mayor crecimiento en la economía peruana y elevando considerablemente la ocupación obrera de calidad. Sin embargo, en 1972 nuestro mercado laboral tiene un sub-empleo de 44.2%, cerca del doble de lo que teníamos 20 años atrás. El rezago de partida y nuestra demografía dificultan detener la degeneratividad, con mayor razón en breves 16 años.

Pese a sus logros, el modelo sustitutivo hace crisis porque, una vez más, se pretende lo que no tenemos, esta vez en grado y velocidad: no sólo se fomenta y protege la manufactura nacional, sino que se incentiva la demanda en exceso y con montos insostenibles –  que provienen de la siempre cíclica bonanza primario-exportadora -, así como se esperan saltos tecnológicos imposibles en nuestros cortos plazos de alto comercio exterior. Se apunta a cosechar grandes resultados y casi de inmediato, sin sacrificio ofrecer de ninguna de las partes. Se pacta un beneficio mutuo entre el Estado, los empresarios y los trabajadores, sin ver que  ese paraíso cuesta mucho más que lo que puede cubrir cualquiera de nuestros periodos de altos ingresos exportadores, que nos resulta impagable. Al punto de agotar rápidamente la capacidad productiva del país, lo que implica escasez e inflación.

La realidad habla, nos aterriza: sí debemos unirnos y protegernos para industrializarnos, pero no debemos incentivar excesivamente nuestra velocidad buscando niveles productivos y progresos tecnológicos tan distantes que nos descompensan estructuralmente, lo que a larga eleva nuestra degeneratividad. Para que nuestra manufactura crezca y genere empleo suficiente y sostenible, los empresarios deben apostar por el mercado industrial y nacional aunque ganen menos, y los peruanos debemos consumir los productos que somos capaces de producir. Y desde ese inevitable esfuerzo colectivo debemos crecer con músculo. No hay duda de que nuestras brechas tecnológicas, con respecto al mundo capitalista desarrollado, siguieron ensanchándose: mientras en el Perú la industrialización velasquista es políticamente derrotada, y no logra mejorar-elevar su  producción de maquinarias fordistas (la clásica fábrica de tecnología pesada), Estados Unidos y otros pocos están dejando ese mercado e ingresando a la revolución informática, propia del siglo XXI. Hoy son, para nosotros, literalmente inalcanzables, salvo escenarios teóricos. Y varios estudios indican que las diferencias no han parado de crecer desde la década de 1970. La reforma agraria, por su parte, fue justiciera, pero tuvo un esquema de cooperativismo capitalista occidental que nunca logró sus resultados, y nunca pudo dialogar con las comunidades rurales, dejándolas en última prioridad operativa.

La manifactura local tendrá un estancamiento hasta 1990. A la mitad, en 1980, la economía seguirá degenerando, con un subempleo que llega al 51.2%. Cabe destacar que todas las gestiones de este lapso – con idas y venidas, ortodoxias y heterodoxias – enfrentaron sus crisis macro-económicas evitando, en lo posible, desmantelar el aparato industrial y la políticas progresistas que las sostenían. Se sabía que había ahí empleo de calidad y posibilidad de hacerlo crecer. Nuestro trato de gobierno con la sierra sí vuelve a su ánimo habitual: las comunidades rurales son el grupo social peruano que recibe la mayor violencia terrorista de esos años, subversiva y de Estado.

El descalabro del gobierno pro-mercado interno de Alan García, más irresponsable que ninguno en cuanto a velocidad, permitió al régimen autoritario de Alberto Fujimori (hoy preso) vendernos el cuento de la globalización y el emprendimiento, y desmantelar la industria nacional, eliminando toda posibilidad de fomento en su favor, y quitando todo el apoyo arancelario que pudo. Esto, sumado a la flexibilidad laboral, es el escenario ideal para el mundo desarrollado al que importamos todo, y la riqueza segura del empresariado nacional-internacional que no nos conviene, porque no es intensivo en empleo de calidad, además de ser históricamente abusivo, predatorio y ladrón. Nadie ha cambiado ese esquema durante dos décadas. Antes de la crisis, nuestro sub-empleo era de 72%, hoy debe haber un 80% de peruanos dispuestos a ser sobre-explotados cuando termine la pandemia, y a ganar menos de sueldo mínimo. Nuestra  manufactura actual produce alrededor del 13% del PBI, cifra similar a la del periodo previo al auge industrial velasquista. Nuevamente no es necesario ponerle cifras exactas al aumento de las brechas productivas y tecnológicas frente al primer mundo, basta observar que mientras el 65% de nuestras unidades productivas son micro-empresas de subsistencia (muy precarias y de vida breve), y que nuestra mejor manufactura apenas vende al mundo productos de escaso valor agregado, las economías avanzadas exportan nano-tecnología, meteóricas unidades de transporte o productos muy baratos que boicotean a nuestros débiles manufactureros. ¿Hasta dónde debemos degenerar para darnos cuenta de nuestra enfermedad y cortar sus causas?

Las comunidades rurales, que hoy son el 35% de la población y ocupan la mitad del territorio nacional, no sólo están abandonadas por el Estado, sino que permanentemente se les busca debilitar en términos legales, con fines de facilitar inversiones millonarias cuyos tipos de producción las extinguen. No son pocas las voces del mundo avanzado que vienen diciendo que ahí está la sostenibilidad del planeta, lo que implicará ventaja geopolítica a nuestro favor, alta calidad de vida y soberanía, siempre que reconozcamos, protejamos e incorporemos dichos espacios a nuestros proyectos de desarrollo económico. Es posible, pero es imperativo hacerlo respetando sus patrones productivos y velocidades. No necesitamos competir con el mundo, menos crecer con vértigo e insalubridad social. Necesitamos avanzar en calidad de vida y empleo digno, para todos.

Hay un velo que no nos deja ver nuestra degeneratividad, que ha sido tejido durante siglos por quienes lo usufructúan. Por eso la mitad del país votó el domingo por Keiko Fujimori, cuando es manifiesto que Pedro Castillo se acerca mucho más a lo que necesita nuestra historia y nuestro territorio. Pero él no está solo, ni conviene que así sea, porque sólo la convicción mayoritaria logrará verdaderos y duraderos cambios. Es momento de plantear y discutir nuevos valores, y de aspirar a los modelos que de ahí se deriven.

** Los datos y hechos fácticos, hasta la década de 1950, han sido tomados de la bibliografía de Carlos Contreras, escrita o editada (varios autores) por él. Un par de cifras provienen de estudios de la CEPAL. Entre 1960 y hoy, las referencias son Félix Jiménez, Francisco Verdera y Jan Lust.

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Economía, Elecciones 2021, Pedro Castillo

Hace bien el presidente del Jurado Nacional de Elecciones, JNE, en anunciar que serán televisadas las sesiones en las cuales se discutirá las impugnaciones y observaciones a las actas de la segunda vuelta electoral.

Es perfectamente legítimo que Keiko Fujimori dispute las actas impugnadas. Pueden cambiar el rumbo de la elección (grosso modo hablamos de 140 mil electores) y claramente, en algunos casos, parecen obedecer a una estrategia de Perú Libre por dilatar el proceso o por sacar esas actas del conteo rápido que iba a efectuar Ipsos el domingo.

La voluntad popular manda y no se puede violentar por detalles absurdos, como muchos de los que se han conocido en las últimas horas. Y así sea por un voto de diferencia, quien gane en el conteo será el próximo Presidente de la República.

De hecho, a Keiko Fujimori no le han bastado los votos del exterior para alcanzar a Castillo. La única manera de lograr el triunfo es que las actas impugnadas sean en su mayoría a favor de ella y que las mismas sean validadas por nuestras autoridades electorales. De eso se trata, de hacer respetar la voluntad de las mayorías por encima de triquiñuelas de personeros adiestrados.

Cualquiera de los dos candidatos necesita la mayor legitimidad posible para emprender un mandato que nace polarizado y con crisis de representatividad (la mitad del país ha votado en contra del elegido, sea quien lo sea finalmente). No puede haber el menor atisbo de duda respecto de la legalidad del proceso y allí jugará un papel muy importante el JNE.

Gritar fraude de antemano es irresponsable. Keiko se cuidó de no hacerlo imputándoselo a las autoridades electorales, pero ha tensado el ambiente innecesariamente, aunque se entiende la necesidad de movilizar políticamente a sus huestes y así presionar a las autoridades a que fallen en conciencia y no por intereses políticos subalternos. Pero se espera que si gana Castillo, Keiko no solo lo reconozca de inmediato sino que lo salude democráticamente.

Si el país vota por un candidato de izquierda hay que aceptarlo y permitirle que ejecute un gobierno de esas características. Mientras no violente el Estado de Derecho ni la Constitución, tendría el legítimo derecho político de gobernar desde la izquierda y la derecha debe aceptarlo sin menoscabar su legitimidad y, por supuesto, mucho menos aún, invocar el fantasma de la interrupción militar del proceso, como algunos descabellados termocéfalos ya están haciendo.

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Elecciones 2021, Pedro Castillo

Aparentemente, Castillo, si nos atenemos al pronunciamiento que ayer se ha encargado de circular el economista Pedro Francke, empieza a moderar su propuesta económica.

Si gana la elección sería una buena noticia para el país que abandone el escenario radical cerronista y eventualmente le agregaría valor que entienda que puede hacer un gobierno de izquierda sin necesidad de violentar la Constitución ni generando escenarios de confrontación con un Congreso adverso, lo que podría llevar a la reedición de indeseados escenarios donde la opción vacancia-disolución vuelva a estar sobre el tapete.

Por cierto, Castillo, si gana, tiene el legítimo derecho de desplegar un programa de gobierno de izquierda. Desde mi entender, eso será negativo para el país, en menor medida si se modera, en mayor si se radicaliza, pero nadie le podría negar ese derecho si lo gana en las urnas.

Lo que, sin embargo, es importante advertir desde ya es sobre la conducta política que desarrollará la oposición a Castillo en el Congreso. Si Castillo se modera, lo más probable es que pierda los 22 congresistas cerronistas, quienes seguramente serán los primeros en tratar de promover su vacancia. Castillo solo se quedaría con 15 congresistas propios más los 5 de Juntos por el Perú, apenas 20.

Allí va a ser crucial que la derecha congresal entienda que el peor error que podría cometer es arrinconar a Castillo, emprendiendo un plan de sabotaje equivalente al que el keikismo desplegó contra Kuczynski. Eso, lejos de ayudar a su moderación contribuiría a su radicalización y, sobre todo, al empleo de la calle como medio de presión para enfrentarse a un Congreso saboteador.

De darse el caso, lo inteligente es que la derecha le tienda un puente de plata a la eventual moderación de Castillo, marcando claramente su oposición al plan izquierdista que igual desarrollaría, pero no llevando esa distancia a niveles de obstrucción tales que le impidan gobernar a Castillo y lo coloquen más bien en manos del chantaje cerronista.

La polarización actual del país nubla la posibilidad de razonar con prudencia y en esa medida habrá que esperar a que se defina, primero, el resultado, y luego que se definan los planes de gobierno, pero desde ya es importante anticipar escenarios de diálogo y relativa conciliación, frente a la reiterada división del país en dos partes que no hallan puntos de encuentro. La clase política está llamada a fungir de facilitador de esos acercamientos.

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Elecciones 2021, Pedro Castillo, Vladimir Cerrón

Nuevamente, el dólar alcanzó un precio histórico en el Perú (a las 10:00am del martes 8 de junio) al llegar a S/3,938, un incremento de 2,42% respecto a la sesión previa. Desde inicios del año, el sol se ha depreciado respecto al dólar en 7,86%.

Ante ello, el Banco Central de Reserva (BCR) vendió US$ 253 millones a un tipo de cambio promedio S/ 3.9255 por dólar para contener la alta volatilidad del tipo de cambio.

Según Bloomberg, la moneda estadounidense incrementó su cotización entre 1.50% y 2.12% en el mercado peruano en medio de la incertidumbre electoral tras las elecciones presidenciales 2021 y el ajustado conteo de votos.

Los últimos resultados de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) mostraban a Pedro Castillo (Perú Libre) con el 50.244% y a Keiko Fujimori (Fuerza Popular) con el 49.756%. En tanto se espera la llegada de los votos finales procedentes de áreas rurales y del extranjero.

Dólar al alza

Enrique Castellanos, docente de Economía de la Universidad del Pacífico, señaló que el alza del dólar responde a que “se está dando por descontado el triunfo de Castillo”.

“Mientras haya incertidumbre y no se conozca a las personas [que lo acompañarán en un eventual gobierno] ni el plan económico que aplicarán, los mercados seguirán muy nerviosos. En la medida que pongan rayas a la cancha, el panorama se estabilizará”, comentó. Mencionó, además, que la tendencia del tipo de cambio es que siga escalando.

Según el experto una posible victoria de Fujimori sería vista con un mayor optimismo por parte de los inversionistas pues durante su campaña se ha mostrado a favor de mantener el modelo económico peruano. Sin embargo, el mercado se mantendrá expectante al conteo oficial de votos ante la estrechez de distancia que separa a ambos contendores.

Por otro lado, Apoyo Consultoría señaló que el precio del dólar podría llegar a S/ 4.50 para fines de año. Frente a ello el Scotiabank considera que en el corto plazo la incertidumbre viene siendo ya absorbida por el mercado cambiario con las alzas.

Cabe señalar que, expertos en finanzas como Jorge Carrillo o el economista Carlos Parodi han señalado que la volatibilidad del billete verde continuará, sea cual sea el resultado. Han coincidido en señalar que, una posible estabilidad del dólar recién se concretaría -una vez se tenga un ganador- cuando el presidente o presidenta electa elijan a su ministro de Economía, garantice la independencia del Banco Central de Reserva y se promuevas las inversiones.

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BCP, Dólar, Pedro Castillo

Todos los días, de lunes a viernes, Alexandra Ames, David Rivera y Paolo Benza discuten los temas más importantes del día por Debate. En nuestro episodio número 147: Aún no hay presidente, pero Castillo tiene más probabilidades. ¿Se podría lograr un Gabinete de ancha base, gane quien gane? ¿Quiénes serían buenos ministros de un eventual gobierno del lápiz?

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Elecciones 2021, ONPE, Pedro Castillo

Por Giovani Alarcón y Alba Ñaupas

A las 10 de la noche de ayer domingo, todas las caras dentro del local de Fuerza Popular eran de autogol. Sudaca, que había seguido a la candidata Fujimori todo el día, intentó arrancarle alguna declaración a los voceros de su partido. Luis Carranza, ‘Nano’ Guerra García y Patricia Juárez se excusaron, casi con pena. Lo propio hizo Pedro Cateriano, que no ha sido vocero oficial de la campaña, pero estuvo muy cerca. El conteo rápido de Ipsos y América TV ponía a Castillo 0,4 puntos por encima. 

 

Afuera del local, las juventudes fujimoristas -que habían celebrado eufóricas el flash a boca de urna- ya no estaban. El toque de queda las había obligado a replegarse. Los pocos simpatizantes que quedaban apenas atinaban a levantar la mirada. Todo era silencio, caras de preocupación y luz de las pantallas de sus celulares. Un escenario absolutamente distinto a las sonrisas y los gritos de las horas previas. 

El día en que se definió si Keiko Fujimori jalará su ‘trica’ electoral, la candidata naranja empezó su itinerario en las alturas de Lima. Su ‘desayuno electoral’ fue en el asentamiento humano La Morenita de Fátima, en San Juan de Lurigancho. Un cerro con vista panorámica e inundado de niebla, que muchos de sus recientes y fervorosos partidarios probablemente no conocen. Hubo panes con jamón, avena con manzana y tamales. Allí Fujimori destacó la participación de la selección peruana de fútbol -de cuyos jugadores, algunos, había recibido el endoso en días previos- y el perdón. Bajando el cerro, incluso se animó a posar para el lente de Sudaca en la foto que inicia esta crónica.

Keiko Fujimori en desayuno tradicional
Keiko Fujimori en desayuno tradicional en SJL (Foto: Giovani Alarcón).

Tras la comilona protocolar, dejó a su hermano Kenji en la casa de su madre en San Borja y fue a la suya en Surco. Desde allí fue a votar en el IE 7086 Los Precursores, donde la aglomeración de simpatizantes, detractores y periodistas terminó con un policía en el suelo. Volvió a casa y pidió un barquito de sushi para aplacar la tensión. Algunos vecinos paraban paseando a sus mascotas esperando algún balconazo desde el tercer piso que no se dio. Poco antes de las 7 enrumbó a su local de campaña en la calle Campanillas, en La Molina, para recibir los primeros resultados.

En La Molina, decenas de simpatizantes, en su gran mayoría jóvenes fujimoristas, escucharon el flash a boca de urna. Tensos, aunque esperanzados, recibieron la noticia de que su candidata llevaba -teóricamente- la delantera. Se tomaron varias ‘selfies’ para recordar el alegre momento. Aunque se trataría de una agitación efímera, algunos conversaron con Sudaca.

Juventudes fujimoristas
Juventudes fujimoristas (Foto: Giovani Alarcón.

Luis Eduardo Pacaya, coordinador de juventudes de Loreto, reconoció que la diferencia del boca de urna no era mucha y apeló a la cautela. Al ser consultado por la razón del antivoto hacia Fujimori, señaló que es culpa de la educación escolar, que no enseña sobre el terrorismo, y de los anteriores gobiernos. 

Respecto a los pasivos políticos de Keiko Fujimori, investigada por lavado de activos, su semblante cambió y solo atinó a decir que todos somos humanos y cometemos errores. “Lo otro es que ha sido investigada, pero no sentenciada, hay presunción de inocencia”, zanjó.

Videos y videntes

Pasadas las 8 de la noche, una hora después del boca de urna, el equipo de Fuerza Popular difundió un video que mostraba cómo había recibido la noticia el círculo íntimo de Keiko Fujimori. Un recurso audiovisual apenas justificado por la pandemia. No fue hasta cerca de las 9:30 pm, más de dos horas después del resultado y la llegada de varias pizzas al local, que permitieron el ingreso de la prensa al local de Campanillas. 

Pizzas llegan al local de Campanillas, antes del conteo rápido.
Pizzas llegan al local de Campanillas, antes del conteo rápido.

El vídeo difundido por el fujimorismo muestra en primera línea a Keiko, su esposo, sus hijas, Kenji y Patricia Juárez, quienes celebran con algarabía los resultados preliminares. Abrazos profundos y sonrisas inmensas detrás de las mascarillas, que con el pasar de los minutos se irían disipando. 

Con la prensa ya dentro del local de campaña, a poco del conteo rápido, Fujimori se dirigió a los medios durante apenas 3 minutos. Como si ya supiera lo que se le venía, tras esa breve declaración decidió retirarse raudamente del lugar. “Los resultados se han recibido con alegría, pero al ver que el margen es tan pequeño, es fundamental mantener la prudencia. La campaña ya culminó y será fundamental tender puentes y encontrar espacios de diálogo entre los grupos políticos. El país, a través del mapa de los resultados de boca de urna, muestra dos grandes bloques con ciudadanos que quieren todos un cambio”, dijo.

A las 10 de la noche, 3 horas después del flash electoral, la balanza se inclinó al otro bando y Perú Libre pasó a liderar con 50.2%, frente al 49.8% de Fuerza Popular (unos 70 mil votos, aproximadamente). 

Ante la negativa a declarar de Cateriano, Carranza, Guerra García y Juárez, el único que atinó a compartir algunas palabras fue Reynaldo Dos Santos, el autodenominado ‘vidente’ de la farándula que previamente había dado su apoyo a Fujimori.

Reynaldo Dos Santos, vidente farandulero.
Reynaldo Dos Santos, vidente farandulero.

Minutos antes del conteo rápido de Ipsos, Dos Santos aseguraba tajantemente que Fujimori ya “es la presidenta del Perú” porque él ya lo había visto desde hace tiempo. “Hay una luz de esperanza, el comunismo no se va a instalar en el Perú”, había asegurado para luego relativizar sus palabras. 

“Desde el 2002 vengo diciendo que ella iba a ser presidente, lo que pasa es que una profecía no tiene tiempo, pero se puede ver el hecho en sí, y el hecho está ahí y no va a cambiar”, afirmó, cuando los números del conteo rápido no cuadraron con su predicción. El viejo truco del vidente. 

Si después de casi 15 años aún no acierta, quizás Dos Santos debería ir buscando otro trabajo. Y Fujimori, quién sabe, lo mismo. 

 

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Elecciones 2021, Fuerza Popular, Keiko Fujimori, Pedro Castillo

“Nos han ignorado olímpicamente”, dice Jorge Chávez, director ejecutivo del Movimiento Homosexual de Lima (MHOL). Le acabamos de preguntar cómo ve el futuro de la comunidad LGTBIQ+ en los próximos cinco años, sea quien sea el ganador de las elecciones generales de mañana 6 de junio. “Vemos un futuro poco esperanzador”, añade con resignación.

“Pensamos que en los próximos cinco años podíamos avanzar un poco más [en temas de derechos hacia nuestra comunidad], pero gane quien gane, la tendremos difícil. Lucharemos para no retroceder en lo avanzado”, insiste.

 

La preocupación de Chávez no se basa en especulaciones. En estas elecciones, los peruanos tendremos que elegir entre dos opciones que tienen planteamientos totalmente opuestos en sus planes políticos, sociales y económicos, pero con una gran coincidencia: ambos son conservadores y se han manifestado abiertamente en contra, por ejemplo, de la unión civil y el enfoque de igualdad de género.

“Este último proceso electoral ha sido muy triste. Han salido quienes están más en contra de nosotros”, reclama Chávez al recordar los vínculos de Keiko Fujimori con grupos evangélicos y el respaldo que Pedro Castillo le dio, en el 2019, al movimiento ‘Con mis hijos no te metas’. Se trata de grupos que se han encargado de obstruir temas como la Unión Civil.

“En el siguiente gobierno, seguro, recibiremos ataques de congresistas. Tal vez querrán desaparecer la Mesa de Trabajo para promover los derechos de Gays, Transexuales, Bisexuales e Intersexuales GTBI trans en el Ministerio de la Mujer. Seguro que esto se irá diluyendo”, señala.

Recordemos que varias de bancadas tienen propuestas conservadoras y juntas harían que iniciativas que apoyen a las minorías no prosperen en el próximo Congreso. Perú Libre (37 congresistas); Fuerza Popular (24); Acción Popular (15) y Renovación Popular (13); por mencionar las más resaltantes.

Todo eso -afirma Chávez- sin contar que es muy probable que no se haga nada por crear políticas de estado que eduquen contra la discriminación que sufre la comunidad LGTBIQ+ en nuestro país. “Estas elecciones demuestran que en el Perú nos odian», dice de manera categórica Leyla Huerta, activista trans y coordinadora del proyecto Féminas.

Cuando uno revisa cifras, llega a comprender la contundencia con la que ella se expresa. Según la primera Encuesta Virtual para Personas LGBTI realizada en el año 2017 por el INEI, el 63% de los encuestados manifestó haber sido víctima de algún acto de discriminación y violencia.

Otro informe de la Universidad Peruana Cayetano Heredia del 2016 indica que un 70% de las mujeres trans en Lima se ven obligadas a ejercer el trabajo sexual por falta de oportunidades laborales.

“Muchos medios de comunicación nos quieren hacer ver como prostitutas. Otros sectores buscan hacernos creer que no tenemos los mismos derechos. Debemos aspirar a un país que nos mire por igual y no fomente los discursos de odio”, señala Huerta.

Ante un eventual gobierno de Fujimori o Castillo, la comunidad LGTBIQ+ seguirá luchando por la Ley de Identidad de Género, el reconocimiento de las parejas del mismo sexo, ya sea a través de la unión civil o el matrimonio igualitario; así como el compromiso de las instituciones de estado para hacer campañas por un país más inclusivo y menos violento.

Naturaleza en riesgo

El pasado domingo 30 de mayo, Vanesa Escobar Marcavillaca, participó en el bloque ‘Pregunta Ciudadana’ del segundo debate presidencial. La joven cusqueña lanzó una consulta sencilla a los candidatos Castillo y Fujimori: ¿Qué medidas tomarán para garantizar los derechos humanos de los defensores ambientales? Su pregunta -además- recordaba que el Perú, según la organización internacional Global Witness, es el cuarto país más peligroso del mundo para un defensor ambiental.

Fujimori respondió que respetaría el cuidado del medio ambiente y luego habló sobre la desnutrición infantil. Castillo, en tanto, recordó su lucha como rondero en la defensa de nuestra naturaleza y -de manera enfática- señaló: “Me ratifico: Tía María y Conga no van”.

Después mencionó a los extranjeros que delinquen en nuestro país. Ninguno de los dos contestó la pregunta y la incógnita se instaló. ¿Qué peso le dará -sea quien sea el ganador- a la defensa del medio ambiente y el cambio climático?

“Es evidente la orfandad del tema ambiental [en ambos candidatos]. Nos encontramos con dos opciones cortoplacistas, populistas y que expresan bastante bien la crisis de nuestra sociedad”, dice Diego Saavedra, especialista del Programa Gobernanza y Gestión Ambiental de la Asociación Civil DAR (Derecho, Ambiente y Recursos Naturales).

Saavedra recuerda cuando oyó la pregunta de Vanesa Escobar y luego cómo la consulta fue toreada por los postulantes al sillón de Pizarro. “Me generó frustración e indignación. Sensación de quienes tratamos de sumar con un grano de arena a que esto cambie. Con Keiko Fujimori la posibilidad de diálogo será limitada y Pedro Castillo, seguro, tendrá una estrategia de reacción permanente. Seguro va a meter la pata y tendremos que salir a hacer nuevas propuestas técnicas y reforzar la defensa de la gestión sostenible de los recursos naturales. Habrá muchos desafíos en la agenda”, señala el ambientalista.

Según DAR, uno de esos desafíos es el fortalecimiento del Sistema Nacional de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA), con la incorporación de la opinión técnica previa del sector Salud que sea vinculante a los Estudios de Impacto Ambiental (EIA). Además, el nuevo gobierno debe responder al pedido de las organizaciones indígenas de impulsar la consulta previa de los EIA de los proyectos de inversión.

También pierden…

“Ideología de género” es el término que usan los candidatos Castillo y Fujimori para referirse con desprecio al enfoque de igualdad de género del Currículo Nacional de Educación Básica, implementado por el Ministerio de Educación desde el 2017.

Durante la campaña, la candidata de Fuerza Popular aseguró que “eliminará” la “ideología de género”; mientras que el postulante de Perú Libre dijo estar “en contra” del enfoque de género. Aunque lo avanzado todavía es incipiente, ¿se retrocederá? Le consultamos a Diana Miloslavich Túpac, vocera del Centro de la Mujer Peruana Flora Tristan.

“Nosotros seguiremos insistiendo en levantar nuestra agenda de los derechos sexuales y reproductivos, el derecho a vivir libres de violencia”, insiste Miloslavich Túpac, ante el panorama incierto. “Estaremos vigilantes a quién gane, para que los avances que hay en el Ejecutivo, donde están las políticas de igualdad de género en los ministerios de la Mujer, Salud y Educación, continúen y no haya retrocesos y más bien tengamos avances”, añade.

De algo está segura la activista: con Fuerza Popular ya tienen experiencias desagradables. En el 2018, por ejemplo, desde la sociedad civil se inició la campaña ‘Déjala decidir’, que promovía la despenalización del aborto para los casos de violaciones y malformaciones congénitas. Pero la iniciativa fue sepultada por el Congreso de ese año, cuando los naranjas tenían la mayoría parlamentaria.

En una columna publicada en la web Pata Amarilla, Miloslavic, en una reflexión más íntima escribió: “Quiero imaginar un Congreso que dialogue y un Estado cuyo centro sean las personas, las mujeres, nuestros pueblos olvidados, la comunidad LGTBI. Quiero imaginar un lugar de diferentes en diálogo permanente. Lo que hemos vivido las últimas semanas es una guerra entre peruanos y peruanas”.

Al cierre de esta edición, el candidato Pedro Castillo, que recientemente ha tenido frases misóginas y transfóbicas, se reunió con organizaciones y activistas de diversos espacios sociales, entre ellos la comunidad LGTBIQ+. Rechazó ser machista, pero no se conoce compromisos concretos hasta ahora.

 

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cambio climático, Enfoque de género, Keiko Fujimori, Medio ambiente, Pedro Castillo

Los dos candidatos ya firmaron documentos reafirmando su compromiso con ciertos principios democráticos, ¿a quién le cree menos?

Yo no le creo a ninguno de los dos. Creo que sus compromisos democráticos son bien endebles. Lo que sí creo es que la ciudadanía se va a movilizar para recordárselos. Creo mucho más en el poder de movilización popular que en los candidatos. Y espero que nos pasemos cinco años vigilando que estos compromisos se cumplan.

Cree más en los contrapesos de la calle que en los institucionales.

Hoy por hoy, sí. Creo que han dado mejor resultado.

Usted dijo cuatro meses antes de la primera vuelta que creía que Keiko Fujimori, “pese a todos los problemas, puede ser la mejor candidata de la derecha”. Pero a pesar del apoyo mediático, puntualmente del Grupo El Comercio, no ha logrado superar al profesor en las encuestas. ¿Qué cree que pasó?

De lo que produjo la derecha, ella era la mejor candidata [de la primera vuelta]. Como creía que la mejor candidata de izquierda era Verónika Mendoza. Porque López Aliaga no era un candidato viable para el Perú, era un candidato que postula un fascismo con el que no estoy, en absoluto, de acuerdo. Y creo que Hernando de Soto, en una segunda vuelta contra Verónika Mendoza, hubiese naufragado. Creo que la única que podía dar pelear, si es que optábamos por los extremos, era Keiko Fujimori. Han ganado dos extremos. Y el voto de la derecha encontró en Keiko Fujimori, pese a que la derecha la rechaza también, una mejor candidata. Si Hernando de Soto o López Aliaga enfrentaban a Pedro Castillo, les hubiese ido mucho peor, porque no tienen base popular.

Por lo que escucho en su programa, para usted el peligro de un gobierno del señor Castillo pasa más por su plan de gobierno, que usted describe como “el hambre”, que por un gobierno autoritario. ¿Es así?

Creo que el gobierno autoritario de Pedro Castillo, si se da, que se va a dar, tiene al frente un Congreso que lo va a parar. Pedro Castillo no tiene 80 congresistas, tiene 42. Entonces sí hay posibilidad de poner límites. Recordemos que no está postulando a dictador o a virrey. Está postulando a presidente. Pero en la ejecución de presupuesto, que sí es una atribución presidencial, tiene una mayor libertad. Y la capacidad de hacer daño ahí es inmensa. El presidente de la República tiene la facultad de fijar aranceles por sí mismo, sin pasar por el Congreso, y eso implica un impacto en toda la política de comercio exterior. Un candidato que ha anunciado alegremente que va a sustituir importaciones es un candidato que le está diciendo a la población que los precios se van a encarecer. Y eso es el hambre: precios más caros.

Ahora, la gente ya tiene hambre. Leo hoy una columna de El Comercio [de Norma Correa] que señala que el 2016 se ha detenido esta disminución de la pobreza y en los últimos años se ha disparado.

No se disparó. El Perú llegó a tener un porcentaje altísimo de la población por debajo de la línea de pobreza [en 1990]. Hacia el 2016, casi el 20% de la población estaba por debajo de la línea de pobreza. El avance más rápido se dio del 2006 al 2011, el ciclo se empieza a estancar a partir del 2013, pero se sigue creciendo, poco. Y ahí se estanca hacia el 2016, pero no deja de ocurrir. Pero a partir del 2019 veníamos mal y el 2020 es un frenazo que hace que esto retroceda 10 años. Entonces tú tienes gente que había dejado la línea de pobreza y ha regresado. Y en vez de darle la oportunidad de sacarla de la línea de pobreza, la vas a hundir con más. [Castillo] es peor que una pandemia. Porque además son recetas económicas que en el Perú ya se aplicaron y no funcionaron. Son recetas que en la región se están aplicando y no funcionan. Fue lo que llevó a Ollanta Humala a cambiar su plan económico. Entró con las mismas ideas y, cuando entendió que eso era el hambre, simplemente retrocedió. No porque fuera un traidor a sus principios, sino porque no quería hacerle daño a la población.

Y usted no cree que Castillo pueda seguir esa vía.

El problema de Castillo es que hay conceptos económicos básicos que no conoce y que ha empezado a aprender en la campaña. Por ejemplo, no distinguía el PBI del presupuesto nacional. Espero que aprenda rápido.

¿Pero para eso no está el equipo técnico?

Es que no es poca cosa no saber qué es el PBI y querer ser presidente de un país. Es un asunto muy serio, eso no es que te lo va a enseñar el equipo económico. Son cosas elementales. El presidente de la república es quien finalmente firma la ley de presupuesto. Si él dice que va a destinar el equivalente de 10% del PBI a la salud y otro 10% a la educación, es un gasto del presupuesto nacional. Si él en una entrevista dice que un monopolio es Ripley, el concepto monopolio no lo ha aprendido. Y es muy importante que un presidente que va a combatir el monopolio sepa qué cosa es. Sus prejuicios contra la inversión extranjera no se sustentan en nada que no sea prejuicios, xenofobia, no hay más que eso, no entiendo yo por qué el capital extranjero es pecaminoso, es malo.

Hoy el exministro Castilla escribe en El Comercio una crítica al elevado costo que van a tener ambos planes. Pero también apunta a las propuestas de Fuerza Popular. ¿A usted le parecen razonables estas propuestas?

Lo que tiene que estar claro es de qué forma se va a financiar. ¿se va a financiar con tesoro público? El programa bono oxígeno, un programa muy ambicioso, ¿se va a entregar a todas las personas que tengan un fallecido o a aquellas familias que hayan quedado en situación de pobreza a raíz del fallecimiento de su familiar? Con lo cual acotas completamente el programa. Una cosa es anunciar que vas a duplicar Pensión 65 y otra incorporar 500.000 más cada año sin financiamiento. El caso de Pedro Castillo también es muy caro por varias razones. Primero, poner un equipo de resonancia magnética en cada establecimiento de salud… yo estoy segura de que no tiene idea de cuánto cuesta. Es carísimo, un equipo normalmente se pone en un establecimiento de tercer nivel, no los de primer nivel. No hay ni siquiera cómo mantenerlos. Hay muchísimo más populismo que en las propuestas de Keiko Fujimori. Y hay otro problema: cuando tú expropias capital extranjero, vas a pagar tarde o temprano. Y la cuantificación de Camisea, por ejemplo, va más allá del presupuesto anual. Estamos hablando de inversiones gigantescas. ¿Cómo vas a pagar esto? Es carísimo. Esto es el programa económico de Maduro y de Chávez, que al principio, con toda la riqueza que tienen, sí te alcanza para todo, pero poco a poco se va deteriorando.

Aterrizando entonces su lectura, a unas horas de las elecciones, ¿ya decidió su voto?

Yo no digo por quién voy a votar, porque considero que es un derecho constitucional. Y que debemos proteger a mucha gente, con mi ejemplo, que se ha sentido muy maltratada por decir por quién va a votar. De los dos lados ah.

Hablaba en uno de sus recientes programas sobre los grupos de amigos o familiares que se han peleado por expresar o no expresar su posición política…

De esos chats donde ya se mete mucha gente salgo corriendo.

¿No le han insistido a usted que diga por quién va a votar?, ¿no le han dicho que necesitan su apoyo?

Un sector de mi familia cree que soy comunista. Aunque tú no lo creas. No sé por qué, probablemente por no decir ‘Keiko, te amo’, o algo por el estilo. Y otro sector cree que soy demasiado de derecha, ¿cómo es posible? Te juro. Nunca vas a satisfacer a todos. Además, porque hay veces en que creo que no se entiende nuestro trabajo. Mi trabajo no es hacer campaña por un candidato, mi trabajo es llevar información a la gente que le permita tomar una decisión. Yo no soy neutral frente a un programa económico, no soy neutral frente al conservadurismo de Keiko Fujimori o de Castillo, porque en eso son tal para cual. No soy neutral frente a las ideas, pero sí soy imparcial frente a las personas. Y considero que ambos han llegado a la segunda vuelta y merecen un trato justo.

¿Esa es una de las razones por la cual no se ha sumado usted a la campaña de Mario Vargas Llosa y compañía a pesar de compartir con él una posición liberal?

Pero comparto su nobleza. Me parece que ha sido un gesto muy noble, sobre todo de Pedro Cateriano, porque él ha sido perseguido judicialmente por estas personas. Lo que él está haciendo es decir: ‘miren, a pesar de que Becerril y compañía me citaban al Congreso todos los días, me creaban comisiones investigadoras’… Porque lo llevaron al Poder Judicial varias veces, se pasó tres años defendiéndose de apristas y fujimoristas. A pesar de eso, es una persona tan noble que entiende perfectamente que el plan de Pedro Castillo es muy malo para el Perú.

¿No cree que ha sido muy apresurado este apoyo? Castillo pudo haber tenido algún margen para convencerlos.

Ni Vargas Llosa ni Cateriano son periodistas. Ellos pueden decidir sus tiempos. Yo hubiera esperado un poco más, para sacarle más cosas a Keiko Fujimori. Ahora, creo que le han sacado bastante. Le han sacado el pedido de perdón, que ella reconoce que los maltrató, le han sacado un compromiso democrático, porque el talante autoritario de ella no le viene solo del legado del padre, sino de su conducta del 2016 en adelante. Yo hubiese esperado primero los compromisos y después hubiese dado el respaldo. Pero esa es una cuestión estratégica, ya cada uno lo decide. Pero sí aprecio la nobleza de los dos. Porque el fujimorismo se ha dedicado a hablar pestes de Mario Vargas Llosa. A Cateriano no le costaba nada liderar “Fujimori nunca más”, “Keiko no va” y hubiese sido un éxito. Razones tenía de sobra, pero no es su conveniencia lo que les importa. Si el público no lo sabe apreciar, bueno….

Organizar un evento en Ecuador, planear un cóctel después y decir que Keiko Fujimori representa la libertad, ¿no es una posición demasiado acrítica?

No creas. Es bastante crítica, porque para que ella haya llegado a ese punto ha tenido que tener compromisos bien claros. Mira, Vargas Llosa le pidió a la gente que vote por Alan García, frente a Humala por la misma razón, porque Humala salió abrazado de Hugo Chávez el 2006 y ahí arruinó su campaña. Vargas Llosa ha sido siempre consistente no con las personas, sino con las ideas, que es lo más difícil de ser. Siempre ha apostado por un régimen democrático y liberal. Entonces, entre Keiko Fujimori y Ollanta Humala, apoyó a Humala porque Keiko Fujimori representaba un autoritarismo que aquel se comprometió a cambiar.

¿Cree que Keiko Fujimori perdonará una nueva derrota? Teniendo en cuenta sus antecedentes…

Yo creo que se retiraría de la política y eso es lo que más incentiva, en mi opinión, a la izquierda. Porque tres derrotas en segunda vuelta… yo creo que ya te retiras. Presumo.

O haces una campaña de venganza, como el 2016.

Ya no puede hacer eso. No tendría el poder con 24 congresistas. ¿Qué va a conseguir? Nada.

Su partido aún es una institución fuerte.

Ya no. Si ella pierde las elecciones, no. 24 congresistas en un congreso de 130 pueden ayudar a cualquiera, al mejor postor, pero no para una campaña de venganza.

¿Y Cerrón, él que es tan intransigente, cree que soporte perder?

Va a tener que soportarlo. Yo estoy cada vez más convencida de la tesis de tu jefe [Tafur], yo creo que Fujimori va a ganar. Es que el programa económico de Castillo es muy malo, porque nadie se juega al final del día su futuro así nomás. Me preocupa más eso y que la izquierda acepte que ha perdido. Y eso va a ser muy duro para la izquierda. Yo espero que sea cual sea el resultado ambas partes acepten el resultado.

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Elecciones 2021, Keiko Fujimori, Pedro Castillo, Rosa María Palacios
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