Pedro Castillo

Si Castillo quiere tirar por la borda el superciclo en los precios de las materias primas y abortar el intento de su equipo económico de lograr un incremento sustantivo en la recaudación tributaria para permitir que se reconstruya el Estado en materias básicas como salud, educación e infraestructura, solo tiene que insistir en el descaminado intento de convocar a una Asamblea Constituyente.

Sea cual sea la forma que busque para lograr semejante propósito, que solo parece obedecer a una promesa descartable de campaña (lo prioritario es otro), generará un estado de zozobra e incertidumbre no solo en los agentes económicos grandes sino en todo el aparato social y productivo.

Las encuestas reflejan que la inmensa mayoría del país no está de acuerdo con una reforma total de la Constitución, Castillo además no tiene los votos en el Congreso suficientes para lograr su cometido. La única manera de llevarlo a cabo pasa por generar un movimiento de masas que atarante al Parlamento, uno, o por llevar al extremo de la cuestión de confianza su pedido de reforma y así lograr disolver el Congreso, generando en ambos casos una crisis política mayúscula que en tanto no culmine (por lo menos dos años), mantendrá al país paralizado y en ascuas.

Ojalá todo no pase de un intento político de mantener una promesa de campaña, que al ser descartada por el Congreso, lleve a Castillo a decirle al pueblo que lo intentó, pero que no pudo realizarla. Y sanseacabó, que allí quede la cosa, y se dedique a gobernar, a desplegar su plan económico y a tratar de reformar un Estado capaz, por sí solo, por su ineficacia, de sabotear cualquier intento de efectuar cambios sociales y económicos.

Que no se convierta el pedido maximalista de una Asamblea Constituyente en un pretexto para que Castillo, siguiendo el modelo de Vizcarra, se dedique a tensar políticamente las cuerdas con fuegos artificiales y así disimular lo que hasta el momento todo augura será una gestión mediocre (salvo lo de Francke, no hay nada más en concreto en ninguna materia gubernativa por parte del entorno de Castillo y ya estamos a pocos días de la transmisión de mando).

La Constituyente es una pésima idea. Ojalá Castillo tenga el valor de decirle al pueblo que votó por él que no va, que será necesaria otra coyuntura política para llevarla a cabo, y que se dedique los años que le toquen al mando de la Nación a gobernar con sensatez y templanza.

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Asamblea Constituyente, Pedro Castillo

Ya estuvo buena la tolerancia política y mediática a los exabruptos clasistas y racistas de quienes, amparados en mentirosas hipótesis de fraude, pretenden desconocer los resultados electorales, yendo desde la sugerencia de anular las elecciones o invocar un gobierno civil-militar de transición que convoque a nuevas elecciones, hasta considerar “Presidente nulo” a Pedro Castillo aun después de ser proclamado por el Jurado Nacional de Elecciones.

Si acaso es verdad que Keiko Fujimori ha decidido tomar distancia de esta ultraderecha nativa, no se entiende qué hace enviando a Nano Guerra García a ser partícipe del sainete y papelón cometido por un grupo de improvisados en Washington. A ella le corresponde, antes que a nadie, poner paños fríos, dejar que las cosas jurídicas sigan su curso normal, aceptar los resultados, acercarse a saludar al ganador apenas se produzca la proclamación oficial y dedicarse los siguientes años a desplegar una oposición leal, recia, pero democrática.

La ultraderecha es minoritaria. Bulliciosa y generadora de “noticias”, por lo que se ve, pero abrumadoramente minúscula en comparación con otros sectores de la vida política peruana, como quedó confirmado en la primera vuelta electoral.

Si un sector de la clase política, mediática y empresarial, decide seguir el camino de la insubordinación constitucional, pues que lo haga, que a ningún lugar que no sea el de la esterilidad o vergüenza pública podrá llegar. El país democrático es inmensamente mayoritario y sabrá digerir el triunfo ajustado de una opción de izquierda que, por lo demás, cada vez más se acerca a cauces de moderación que deberían rebajar la histeria irracional de nuestra poco ilustrada y mal llamada elite.

El plan de gobierno de Keiko Fujimori era superior al de Castillo, el solvente Carranza lo hubiera hecho mejor que Francke, y era la ocasión idónea para un gobierno de derecha que aplicase un shock capitalista capaz de romper la inercia centrista de los últimos lustros, pero debe aceptarse que el país no lo ha querido así, que antes que razones primaron sentimientos antiestablishment que el profesor Pedro Castillo supo capitalizar electoralmente mejor que Keiko Fujimori.

No es ese talante democrático el que alienta a las huestes de la tribu ultraderechista peruana. A su racismo y clasismo, que tornan inaceptable a un personaje como Castillo, le suma un talante abiertamente antidemocrático, que desde ya la convierte en una amenaza nacional sobre la que hay que advertir.

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Keiko Fujimori, Pedro Castillo, Ultraderecha

Allí sigue, en su cuenta de twitter, incólume, el post del presidente electo Pedro Castillo, distorsionando la verdad al atribuir la muerte de un correligionario a la acción violenta de un grupo fanático de la ultraderecha y reclamando que su muerte no puede quedar impune.

El tuit, lanzado precipitadamente a las dos de la madrugada, revela claramente el intento de utilizar políticamente una tragedia sin darse el mínimo trabajo de verificar la realidad de los hechos.

Haría bien Castillo en rectificarse, pedir disculpas y, sobre todo, aprender de lo sucedido para no reiterar error semejante más adelante, cuando ya sea presidente en ejercicio.

Un error de ese calibre le puede costar la Presidencia. Un mandatario que mienta o cometa un error semejante puede verse expuesto, ante un Congreso en el que no tiene mayoría y no cuenta además con los votos suficientes para evitar una vacancia (tiene solo 42 votos seguros, entre los 37 de Perú Libre y los 5 de Juntos por el Perú, y necesitaría 44 para estar a salvo), a un descalabro fatal.

La gravedad del cargo de jefe de Estado exige una severidad que no puede exponerse a dislates de semejante calibre. Es cierto que somos humanos y cometemos errores y un Presidente no está libre de cometerlos, pero lo que acá queda claro es que el señor Castillo no revela propósito de enmienda ni voluntad política de rectificación.

El poder es la peor droga. La circulina es más potente que la cocaína. Lo peor que le podría ocurrir a un mandatario poco preparado, con enormes precariedades políticas, es entregarse al cauce de la precipitación o el exceso, imbuido del alto cargo que ni siquiera aún ocupa.

De por sí, los pronósticos políticos de la gestión de Castillo no son buenos. Aún a pesar de su saludable moderación económica, hay tremendos problemas por delante para los que no parece correctamente equipado y que van a requerir de una sabiduría particular, que por cierto no se aprecia en este poco feliz tuit.

Manejarse en medio de una pandemia que aún no cesa, resolver las enormes expectativas que sobre su gestión se ha generado en millones de peruanos -la mitad del país-, atender el teje y maneje de un Congreso donde no tiene mayoría, no son poca cosa, y van a exigir un manejo serio y responsable, una mano de estadista, no la perseverancia de un candidato beligerante e irresponsable.

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circulina, Congreso, Pedro Castillo

La incertidumbre que rodea la política peruana hoy nos recuerda las palabras de la filósofa Martha Nussbaum «el miedo bloquea con demasiada frecuencia la deliberación racional, envenena la esperanza e impide la cooperación constructiva para un futuro mejor».

Asimismo, Aristóteles dice que oradores políticos serían capaces de generar miedo si cumplen con tres condiciones. Primero, si pintan el evento inminente como necesario para la supervivencia o el bienestar. Segundo, que la gente se dé cuenta de la urgencia de la situación. Finalmente, que se sienta que las cosas están fuera de control.

El argumento del fraude electoral cumple con estos tres elementos establecido por Aristóteles. ¿El resultado? El verdadero ganador de estas elecciones es el miedo, que probablemente continuará dañando la democracia peruana durante los próximos años a través de la advertencia de Nussbaum: de que el miedo allana el camino para el chivo expiatorio, la venganza y la envidia de los más poderosos.

Aunque muchas personas han discutido durante los últimos meses sobre las desigualdades económicas, las divisiones de clases, el subdesarrollo de las áreas rurales y el impacto devastador de la pandemia de la COVID-19, hay un tema en particular que merece una mayor atención: la desigualdad política en Perú.

No es un hecho tan conocido que el voto universal se implementó en el Perú en 1980. Hasta ese entonces, las mujeres, quienes obtuvieron el voto en 1956,  y los analfabetos en el interior quedaron fuera del proceso democrático. Como consecuencia, los peruanos no eligieron a un solo presidente indígena entre los siglos XIX y XX. Como dice la científica social Alicia del Águila, estas exclusiones tenían el «perverso efecto de tener partidos surgidos de Lima, sin peso nacional». Es por esa razón que el voto interior tiene mayor relevancia hoy. El Perú no tiene ni un partido con alcance nacional que sea aceptable tanto para la costa como para el interior. Estas divisiones históricas deben ser abordadas si el país quiere liberarse del malestar sociopolítico que ha estado burbujeando durante dos siglos. Si se anulan los resultados de esta elección, se abriría aún más el abismo entre la costa y el interior.

Igualmente, debemos recordar que lo opuesto al miedo es la esperanza. Ambos reaccionan a la incertidumbre, pero de formas diferentes. Hoy, el Perú se encuentra en una tormenta de miedo. El objetivo debe ser capearla y mirar hacia adelante.

Si Castillo asume la presidencia, el único camino es moderarse. Las advertencias que predicen que convertirá a Perú en otra Venezuela son bastante alarmistas: Castillo no tiene la popularidad ni el capital político para promulgar medidas radicales a través del Congreso o por decreto presidencial. De hecho, su radicalización sería un suicidio político, ya que los partidos de centro, centroderecha y derecha tienen suficientes escaños en el Congreso para vacarlo. La única forma para sobrevivir un período presidencial sería alejándose de Vladimir Cerrón y acercándose más a moderados como Pedro Francke y Verónica Mendoza. Hasta que esto suceda, tomamos el consejo del matemático John Allen Paulos: «La incertidumbre es la única certeza que hay, y saber cómo vivir con inseguridad es la única seguridad».

 

Hari Seshasayee. Profesor Internacional de ESAN Graduate School of Business, investigador del Woodrow Wilson Center en EEUU y asesor de ProColombia, una agencia del gobierno colombiano.

* Las opiniones expresadas son del autor y no reflejan las del gobierno colombiano.

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Fraude, Pedro Castillo, Política

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Caja Negra, Elecciones 2021, Keiko Fujimori, Pedro Castillo

Si Keiko Fujimori continúa su distanciamiento de la ultraderecha peruana, puesto de manifiesto en su reticencia a acudir al mitin convocado en el Campo de Marte este último sábado y en el señalamiento en su propio mitin de que aceptaría los resultados del Jurado Nacional de Elecciones, puede mirar con perspectiva política optimista su futuro.

Gran parte de las desgracias del keikismo se han debido al proceso de derechización y conservadurización de los últimos cinco años, distorsionando el fujimorismo heredado, construyendo una plataforma ultra que, como consecuencia de ello, se dedicó a sabotear a un gobierno como el de PPK al que, de no haber sido por esa derechización extrema, debió haber apoyado sin ambages. Hoy Keiko sería presidenta si eso hubiera hecho.

En estos momentos, lo que le corresponde es aceptar su derrota apenas el JNE proclame a Pedro Castillo, dejar de interponer recursos dilatorios, y cuando ello ocurra acercarse a saludarlo cortésmente como corresponde en una democracia decente.

No está obligada a fungir de comparsa del gobierno de Castillo. Debe ser oposición. Eso es lo que esperan los que votaron por ella. Su opción de centroderecha está reñida con los postulados de un gobierno de izquierda como el que quiere hacer realidad Castillo y frente a la convicción de que eso no es lo que le conviene al país en estos momentos, lo natural es que el keikismo sea un dique de contención de cualquier arrebato populista y extremista del nuevo régimen.

Pero esa oposición debe ser leal, sin trampas. Frontal, pero transparente. Recia cuando se trate de defender los fueros parlamentarios y, más aún, cuando Castillo pretenda llevar al país al camino de la zozobra con su terca insistencia en convocar a una Asamblea Constituyente.

Keiko debe tener paciencia. Su destino judicial no es inexorable. Se espera que en instancias superiores o supremas se calibre el despropósito de tildar de organización criminal a Fuerza Popular y a ella de cabecilla por haber recibido aportes en negro durante anteriores campañas. Consagrada su inocencia podrá recuperar aún más del capital político que sorprendentemente logró reconstruir en esta última campaña.

El antikeikismo ha disminuido notablemente. Empezó la campaña con 70% de la población contraria. Ipsos, en encuesta de ayer, pregunta sobre las razones de los votantes de Castillo para haber marcado el lápiz: solo un 27% señala que fue por evitar que el fujimorismo llegue al poder. Keiko tiene futuro político y debe calcular con esa perspectiva los pasos que da.

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Keiko Fujimori, Pedro Castillo

Estimado Mario, desde que Alberto Fujimori (tu adversario en las elecciones de 1990) dio el autogolpe de 1992 y tomó por asalto todos los poderes del Estado (con la anuencia del 90% de los Peruanos) e instauró un narco estado corrupto junto a Vladimiro Montesinos, tú defendiste la democracia peruana desde tu obligado auto exilio en España y desde entonces recibiste los ataques de una parte importante de la población peruana que veía envidia o rencor, en donde había en realidad un genuino interés por preservar los valores democráticos de nuestro país. Por lo menos, así lo vi yo, siempre.

Por esa misma razón, te opusiste férreamente a las dos primeras postulaciones de Keiko Fujimori a la presidencia de la República en el 2011 y el 2016, denunciando su candidatura como expresión de los peores valores de la política nacional.

Sin embargo, en la segunda vuelta electoral peruana de este año, frente a la candidatura de Pedro Castillo que representaba a primera vista una amenaza a la democracia que siempre defendiste, no tuviste más opción que apoyar abiertamente la postulación de la señora Fujimori, apretando los dientes y dejando de lado 29 años de abierta y franca oposición al fujimorismo.

Pero las elecciones se realizaron y la ONPE dio como ganador al candidato de Perú Libre por más de 44,000 votos.

Tú sabes muy bien que los observadores de la OEA, el Departamento de Estado de los Estados Unidos de Norteamérica, Canadá, Inglaterra, la mayoría de medios internacionales como CNN, así como la Defensoría del Pueblo, Transparencia Perú e IPSOS han calificado el proceso electoral peruano de justo y democrático, no habiendo encontrado ninguna señal de fraude.

A pesar de ello, te has apresurado en apoyar las peligrosas insinuaciones de “fraude en mesa” de la candidata perdedora, sin tener ningún elemento de convicción, ya que como debes saber, todas las impugnaciones presentadas por la señora Fujimori han sido rechazadas o descartadas por los Jurados Electorales Especiales, por carecer de sustento.

Ahora que el Jurado Nacional de Elecciones empieza a ver las reclamaciones del fujimorismo, ha comenzado una campaña de demolición con el claro e inocultable propósito de impedir la proclamación del ganador de estas elecciones. En ese sentido, importantes medios de comunicación del mundo han reconocido en Fuerza Popular la misma estrategia de negación de las elecciones de Donald Trump en los EEUU.

A estas alturas y con todos los contactos con que cuentas en el mundo, que te pueden confirmar directamente lo que estoy apenas reseñando, me pregunto si vas a seguir manteniendo tu apoyo a una causa perdida, que no solo no defiende la democracia por la que tanto has luchado, sino que la amenaza y la pone en grave peligro, al pretender desconocer los resultados electorales que el mundo civilizado reconoce. Más allá de que nos guste o no el resultado electoral y de que tengamos justificado recelo sobre un posible gobierno de Perú Libre.

¿Quieres ser recordado como el hombre que nunca claudicó en su lucha por los valores democráticos de su patria, o como el escritor que prefirió plegarse al final de sus días a un grupo que representa lo más rancio del racismo, clasismo y fascismo en el Perú?

Estás a tiempo.

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Alberto Fujimori, Keiko Fujimori, Mario Vargas Llosa, Pedro Castillo

Usted ha dicho que Pedro Castillo y Vladimir Cerrón están distanciados, pero un reciente informe del periodista Ricardo Uceda habla de un gobierno tripartito. Por un lado, Pedro Castillo. Por otro, el partido liderado por Cerrón. Y la tercera parte, la bancada de congresistas electos. ¿Esto no lo contradice?

Pedro Castillo está distanciado de Cerrón. Cualquiera sea el partido, es natural que todos tengamos que conversar, que nos tengamos que poner de acuerdo, escuchar al uno y al otro. No podemos rechazar al otro solo porque tiene opiniones contrarias a la nuestra. Por supuesto, alejándonos de cualquier terrorismo, de cualquier extrema derecha o extrema izquierda. Pero todos nos tenemos que comunicar. Pedro Castillo se ha distanciado del que ha sido el jefe de ese partido [Vladimir Cerrón, de Perú Libre]. Yo no sé por qué ustedes insisten en eso. Lo que ustedes han visto es ese distanciamiento. 

Ciertamente algunas declaraciones del señor Castillo manifiestan un distanciamiento, pero…

Y declaraciones del señor Cerrón también.

Pero más bien el señor Cerrón y su partido se proclaman ganadores de estas elecciones.

Pero impídanlo ustedes, pues [ríe]. ¿Lo podemos impedir nosotros? ¿Lo puede impedir un tribunal? ¿No hay libertad de expresión para el país?

Doctor Torres, ha dicho para un reciente informe de Sudaca que usted salió a defender a Pedro Castillo “porque lo llamaron terrorista y comunista” y que él “no lo es porque en Chota no hubo terrorismo gracias a los ronderos”. Terrorista no es. Pero sí viene de un partido [con un ideario] comunista. ¿Usted comparte el ideario de Perú Libre?

Pedro Castillo no es comunista, no es terrorista. Es un rondero, un profesor de una escuela rural. Y justamente por eso a mucha gente le duele que él haya ganado la presidencia. ¿Pero a  quién le duele? A esos acomplejados, que tienen el complejo de superioridad con relación a los demás peruanos. A esos que desprecian al sur, al centro del Perú que han votado por Pedro Castillo y que para ellos han cometido delito de fraude. En cambio, quienes vivimos en San Isidro, Miraflores, en otros barrios, somos personas honestas, decentes. El que tiene complejo de superioridad o inferioridad es un pobre diablo, inservible, negativo para cualquier sociedad. Y eso es lo que hay que superar en el país. Aprendamos a hablar como personas decentes, honestamente y no desvirtuar las declaraciones de Castillo u otras personas. Y menos tergiversar mis declaraciones.

Yo no he dicho que Castillo sea comunista, sino que lo alberga un partido comunista.

No es verdad. Fue invitado por Perú Libre y por supuesto que se ha distanciado de Cerrón y no tiene nada que ver con eso. Acá todos los peruanos tenemos que hablar con transparencia, todos nos tenemos que unir, a todos nos necesita el Perú.

No estaríamos hablando de esto con usted si de repente el señor Castillo se animara a dar entrevistas. ¿Por qué no lo hace?

Le voy a decir la verdad: ¿cómo fue tratado por el 99% de la prensa peruana Pedro Castillo? Él declaraba una cosa e inmediatamente tergiversaban su declaración. ¿Para llevar a qué? Justamente a eso, a señalarlo de comunista, de terrorista.

¿Y acaso no hay medios más serios que el Grupo El Comercio o que Willax para que él pueda aclarar varias cosas?

Lo tendrá que hacer y lo va a hacer. Para que haya una comunicación más franca y leal con la población. Yo he salido a declarar para defender a Castillo del abuso de la prensa.

Ha hablado usted también de racismo. Dijo hace poco: “Todos nosotros que estamos aquí en esta sala somos despreciados por un pequeñísimo grupo que se creen superiores”. ¿Cómo se ha evidenciado este racismo en la campaña?

Mire usted. No desconozcamos la realidad. ¿No estamos viendo cómo está actuando Fuerza Popular? Con un absoluto desprecio por la gente del sur y del centro. Solo porque no pertenecen a su clase social. Esa discriminación existe, solo que se ha evidenciado ahora. Nosotros somos dos personas dialogando. Usted tendrá sus ideas, yo las mías. Dialogamos y al final, a lo mejor, nos ponemos de acuerdo y empezamos a trabajar en función del interés nacional. Castillo es un peruano más, ¿a dónde va el odio?

Doctor, ¿cómo llega usted a Pedro Castillo? ¿Quién se acerca a quién?

Yo tengo una página en Facebook. He escrito alguna cosa ahí defendiendo algunas posiciones de Perú Libre. Pero por esa consecuencia me llama Pedro, que es mi paisano. Los dos somos de Chota. Eso se da luego de la segunda vuelta, para enfrentar las impugnaciones. A mí no me gusta estar en los medios, no es esa mi vida. Estoy aquí accidentalmente, ocasionalmente y estoy esperando que termine esta cuestión para regresar a mi actividad privada. Yo vivo de mi trabajo.

¿No aspira usted a ningún cargo? ¿No le ha ofrecido ninguno el señor Castillo?

No aspiro a cargos, él tampoco está ofreciendo cargos.

Pero Castillo debería hacerlo, para su eventual gobierno.

Sí, tiene muchos asesores. Se dice que no, pero yo veo varios economistas alrededor de Pedro Castillo, entre ellos a Pedro Francke que, según mi opinión, debería ser el ministro de Economía. Pero yo no cuento para nada en esa elección.

El tema con Francke es que no es muy del agrado de algunos miembros de Perú Libre.

Es muy posible. En toda agrupación social, hasta en la familia, se producen esas cuestiones.

Usted escribió a inicios de mayo, antes de sumarse al equipo de Castillo, que “afirmar que no se puede convocar a una Asamblea Constituyente porque no está regulada en la Constitución es de una ignorancia supina del Derecho”. Pero muchos constitucionalistas han salido a decir que no es posible hacerlo vía referéndum. ¿Qué responde?

Esa es la ignorancia, pues. Esos son, entre comillas, los grandes juristas en el Perú. Le voy a dar una respuesta facilísima. Si el poder constituyente estuviera regulado en la Constitución ya no sería poder constituyente, sería un poder constituido. Como lo es el Ejecutivo, el Legislativo, el Judicial y todos los otros órganos con poderes limitados que representan a la sociedad. El poder constituyente es un poder absoluto, que radica en el pueblo, el creador de la Constitución. El Congreso, por delegación de la Asamblea Constituyente, puede modificar la Constitución, pero lo que no puede hacer es dar una nueva Constitución porque esa es facultad del poder constituyente, a través de la Asamblea Constituyente.

También dijo recientemente que “si el pueblo dice que quiere una Asamblea Constituyente, allí se verá si continúa el Tribunal Constitucional o si desaparece este organismo que ha causado enorme daño al país y sus funciones son asumidas por la Corte Suprema, como ocurre en Estados Unidos y en otros países” ¿Qué lo hace pensar que el Poder Judicial va a estar más capacitado que el TC?

Pero también dije ahí que se debe hacer una reforma en el sistema de justicia a fin de contar con una Corte Suprema de calidad. Y también expliqué por qué el TC ha causado mucho daño al país. En una sentencia, por ejemplo, actualizó, como si las haciendas estuvieran en su apogeo, el valor de los bonos de la reforma agraria. Y ahora el Perú debe una suma fabulosa que los medios de comunicación no dicen y todos los medios y grandes juristas aplaudieron. Y nadie dijo que en el Perú también queremos un TC que, por ejemplo, ordene la indemnización de todo el daño que se ha hecho a los trabajadores de las haciendas o los herederos de esos trabajadores. Un daño inmenso porque se les sometió a esclavitud o semiesclavitud. Yo lo he visto, lo he vivido como estudiante en San Marcos y, por ser norteño, he conocido cómo fue la vida en las haciendas azucareras del norte. Hablo conociendo la realidad. El TC además ha hecho un gigantesco daño al país promoviendo la corrupción en el Poder Judicial, haciendo retornar mediante acciones de amparo a aquellos magistrados destituidos por corrupción. Hay todo eso, se tiene que evaluar.

¿Acaso lo que está fallando no es más bien el modo de elegir al TC y no el TC en sí mismo?

Esa es la otra alternativa que mencioné. Que no pueden designarse a los miembros del TC mediante la repartija, que no todos los miembros deben ser elegidos por el Congreso, porque ya vemos las consecuencias y la calidad de los miembros que han llegado al tribunal.

Doctor, ¿qué hará Perú Libre si llegamos al 28 de julio sin que el JNE proclame a Castillo como presidente?

Esa posibilidad es muy remota, porque ya lo único que falta es que el JNE resuelva rápidamente algunos casos de nulidad y termine proclamándolo. El JNE está en la obligación de proclamar al presidente aun si no ha resuelto esas nulidades por haberse interpuesto estos actos negativos de renuncia de uno de sus miembros o que al otro no se le ubica. 

¿Ve improbable entonces que Castillo no sea proclamado el 28 de julio y que el señor Jorge Montoya asuma la presidencia como cierta derecha quiere? Le recuerdo que se está enfrentando usted a un aparato que incluye estudios de abogados ‘top’, exmagistrados del TC y una serie de políticos conservadores que han salido a defender a la señora Fujimori. Sin mencionar a los grandes medios.

Sí, ellos están trabajando en ese sentido. Es verdad, pero el JNE está en la obligación de proclamar al presidente antes del 28 de julio. Sea cual sea la situación. Situaciones que no se han producido solo aquí en el Perú, sino en otras partes del mundo. En el mismo Estados Unidos, en una ocasión, no pudieron resolver todas las nulidades dentro del plazo y declarar al gobernante vencedor.

Analizando la correlación de fuerzas, ¿ve posible un golpe, en cualquiera de sus formas?

Eso es lo que está trabajando Fuerza Popular. Con ese objetivo ya sea de parte de las fuerzas armadas o utilizando algún mecanismo para anular las elecciones. Lo que pasa es que no tienen ninguna causal para eso. La única es que los votos nulos y viciados superen los dos tercios y eso no se ha dado en el Perú.

¿Teme lo que pueda pasar en las calles si no se proclama Castillo como vencedor?

Sí. Eso sí lo tememos. Por eso estamos pidiendo por todos los medios a la población que, si bien tienen derecho a la libertad de reunión y mítines, que todo debe hacerse dentro del ordenamiento jurídico, con paz, con orden, sin afectar la propiedad pública ni la propiedad privada. Hay que conservar la calma, hay que conservar la prudencia. Que Fuerza Popular persigue eso, que haya dos, tres muertos y que siga la escalada, no me cabe ninguna duda. Porque ellos no tienen ningún límite. Hay que darnos cuenta de que nos estamos enfrentando a una organización delictiva que viene desde el papá hasta ahora. Ella está acusada por gravísimos delitos, como lavado de activos. En realidad, no debería estar postulando a la presidencia de la República.

Ahora, si uno revisa sin apasionamientos el caso de los ‘Dinámicos del Centro’, ¿no le parece que hay indicios para pensar que Perú Libre empieza a funcionar también como una presunta organización criminal? Hablamos de militantes importantes que trafican con puestos de trabajo en los gobiernos locales que ellos manejan.

En ese aspecto yo he visto que Pedro no se deja influenciar. Lo vemos una persona muy humilde, muy sencilla, pero no he notado que sea débil de carácter. Hemos hablado al respecto y él mismo me ha dicho: ‘doctor, todo el que esté cerca a nosotros y que esté implicado en hechos delictivos, no tenemos por qué defenderlo. Estos deben responder ante la justicia’. Esa es una forma de actuar en mi tierra. En mi tierra la gente es decente, es honesta, respeta la palabra empeñada. Lo que no se respeta ya lamentablemente en nuestro medio capitalino.

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anibal torres, Pedro Castillo, Perú Libre, Vladimir Cerrón

Se trata de desconocer a la mala el triunfo de Pedro Castillo en las urnas. El juego está claro y la cancha está trazada. Felizmente, predominan en nuestras Fuerzas Armadas sectores racionales e institucionalistas que han puesto rápido coto en la interna a los llamados golpistas de sus ex compañeros de armas.

Pero ahora toca que los magistrados del Jurado Nacional de Elecciones apuren su trabajo y eviten, de su parte, el golpe blando que los sectores más recalcitrantes de la derecha quieren perpetrar para postergar e impedir la juramentación de Castillo, en el peor de los casos, o para teñir su gobierno de ilegitimidad social cuando finalmente asuma, en el mejor.

Y le corresponde también a los partidos de centro marcar distancia de las pretensiones de la derecha cada vez más bruta y cada vez más achorada (hasta Montesinos se ha sumado a la conspiración) que es incapaz de reconocer a la democracia como un sistema superior a cualquier voluntad propia. Acción Popular, Alianza para el Progreso, básicamente, pero también Somos Perú, Podemos y los morados, debieran pronunciarse claramente contra el propósito golpista y ejercer opinión en el sentido favorable al camino de moderación que todavía con timidez despliega el candidato ganador.

La ultraderecha  va a terminar por hacer que su profecía se cumpla. Arrinconando de la forma en lo que está haciendo a Castillo no solo lo obliga a radicalizarse sino a no despegarse de quien le puede asegurar alguna capacidad de movilización social de defensa política, como es el inefable Vladimir Cerrón.

Corresponde estar alertas y vigilantes. La democracia no puede verse interrumpida por un grupo minoritario aunque poderoso, que no acepta su derrota electoral y es capaz de hacer lo que sea para evitar la legal proclamación del ganador.

No soy de los que se alegra por el triunfo de Castillo. Ojalá me equivoque respecto de mis pronósticos de un desmadre gubernativo (esperemos que Castillo entienda que su ruta debe ser la que la marca Pedro Francke y la renuncia a la Asamblea Constituyente), pero aún ese mal pronóstico no es argumento que permita justificar el trasiego político que se pretende para impedir que Castillo sea el Presidente del bicentenario.

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