Boca Juniors

[PAPELES VIRTUALES]

UNO

En el futbol, casi siempre, gana el mejor. Así lo demostró Fluminense el sábado último. Eso sí, no entiendo a muchos periodistas argentinos, que denuestan al perdedor. Como si en las fases de clasificación de la Copa y del –inentendible- torneo argentino, hubiera tenido juego de equipo. Siempre primo más el individualismo, que otra cosa. Si hubiera ganado, posiblemente, nadie hubiera dicho nada, de su planteo rácano. Sin embargo, perdió y la mayoría comenzó a pedir la cabeza del técnico. Almirón se les adelantó, renunció.

  • Esto es, ¿el fin justifica los medios?

Punto acápite, es su hinchada. Acompañó y alentaron con todo. Incluso opacando al resto, con sus cánticos, y eran solo 30 mil.

Muchos se preguntaban lo lógico.

  • ¿Como pudo clasificar a la final, sin ganar en octavos, cuartos y semifinales?

Por el sistema que impera, en esta clase de torneos y la eliminación de las prórrogas, en esas etapas. Lo que quedó claro, es que Boca Juniors nuevamente tiene que remarla para encontrar un juego acorde con la grandeza de su historia. Por lo visto, en los últimos cinco años, para ser campeón de la Libertadores hace falta, mucho más, que defenderse, contragolpear y esperar los penales.

Un aparte, se merece el árbitro Roldan, fue benévolo con los de Boca. No cobró una falta clara contra Ganso, la cual era expulsión y penal. El foul de Figal debió ser roja. En el partido contra Palmeiras pudo expulsar, mucho antes, a Rojo. La patada criminal del zaguero era típica de los sesenta. Hay que avisarle al colombiano, que el futbol cambió y existe el VAR.

DOS

No estoy ansioso. Yo soy quien va a resolver el partido. Una final es cuestión de honor, el gol es mío, el gol es mío. El gol del título es mío. Voy a convertirme en ídolo con 21 años.

John Kennedy hablando con sus representantes.

Pelo blanco y piel negra. Natural de Minas Gerais. Sus inicios fueron en las inferiores del equipo carioca. Al comenzar a figurar, comenzaron los problemas, era díscolo e indisciplinado. Para muchas familias pobres del Brasil, que uno de ellos juegue futbol profesional, es salvarse. Conocer otra vida, tener un plato de comida todos los días. Entonces, el ayer adolescente, tiene sobre sus hombros la responsabilidad de un adulto. Y no está preparado, lógicamente. Hace un año cayó en desgracia. La policía halló marihuana en su auto. Juró que no era suya. El entrenador se hartó y lo mandó a un equipo de tercera.

Volvió en marzo de este año. Siempre como suplente. Ingresaba en la segunda parte, cuando el técnico lo consideraba conveniente. Y empezaron los Cuartos de Final de la Copa Libertadores. Minuto 23, del partido de vuelta ante Olimpia, el aposicionamiento en todo su esplendor. Toque y toque. André lo empieza con un lujo. Aparece Keno, el socio del silencio, y se la deja servida al veinteañero. Este, define como si estuviera jugando en el patio de su casa. Un golazo. Al minuto 70, se deshace con una facilidad asombrosa de tres rivales y su pase -al vacío- provoca un foul y expulsión del rival. Más adelante, nuevamente, Kennedy gambetea -con suma facilidad- a su marcador y remata al palo. Cano, el otro animal, completa el gol.

La de Inter y Flu, fue una semifinal histórica. De lo mejor de la Copa Libertadores, en décadas. Partido de ida, minuto 9, mostró al binomio Cano-Kennedy. Se entienden sin verse. Pase de Arias y JK la recibe, de espaldas al arco, se acomoda –sabe que allí va a estar- y el toque suave al 14. La secuela lógica de la hinchada es ensordecedora. El partido de vuelta es trepidante. A diez minutos del final, se resolvió todo. El salto y pase-engaño de Marcelo, propicia que el 14, agarre mal parada a la defensa colorada. A la izquierda, está el díscolo. Cano le cede el balón. Y el 9 define, ante el mejor arquero del torneo, con maestría y precisión. Minutos después le devuelve el favor al argentino.

En la final del sábado, minuto 99, una sucesión de toques y Keno, si nuevamente, el socio invisible, se la deja servida al de pelo blanco, que define como los dioses. Como dijo Diego Latorre.

  • Fue una jugada que no existía.

Se fue abrazar con los hinchas, como si fuera la Premier, los torcedores lo abrazaron, estrujaron y no lo querían soltar. De locura. En tanto, el abrazo liberador de Cano, las lágrimas de Marcelo y un Felipe Mello, liberando las tensiones, tirado en el césped: eran los fotogramas perfectos, de lo que representa ser Campeón de la Copa Libertadores de América.

Insólito o no tanto, a los pocos días, se le vio a John Kennedy en la favela de Rio de Janeiro, Morro dos Prazeres, andando en moto, rodeado de sus amigos.

Ese es el hombre, que le dio la primera Libertadores al club de sus amores.

TRES

Cano es el Rey de América 2023. No hay otro como él. Imposible. El gol de empate, en el partido de ida ante Internacional, es de otro planeta.

  • ¿Como lo hizo?

Sin necesidad de girar, de espaldas al arco y teniendo al defensor pegado a él. Nino cabecea y el balón, se dirige al 14. German, como una plasticidad única, le da el toque con su derecha, antes que el defensor reaccione. Todo en menos de tres segundos.

Puedes observar los goles que anotó en el partido, de vuelta de esa semifinal gloriosa, como define a un toque, incluso con la pelota en movimiento. Es para que todos los chicos, en las escuelas de futbol, lo estudien detenidamente.

Antes, en el partido contra River Plate, celebró un hat-trick. En los tres goles, destaca el posicionamiento, arrojo y determinismo. Es letal entrando con el balón dominado, ver primer gol a River. En cuartos de final, con una volea espectacular, definió el partido ante Olimpia.

El primer gol de la final, muestra el paradigma del equipo carioca.

  • Arias, Keno y Cano. pared, desborde y gol.
  • ¿Alguien duda que ha sido el Mejor Jugador de la temporada actual?

CUATRO

La mayoría quieren jugar como los equipos de Guardiola. Es cierto, pero hay excepciones. El posicionamiento se basa en la ocupación de espacios equitativamente. Esto es, los jugadores deben estar en posiciones fijas. Así rompes líneas de presión, el que corre es la bola. Lógicamente, llegarás a situaciones de uno contra uno. Usualmente, tiene estructuras triangulares que potencien la circulación del balón. En cambio, Fernando Diniz impone -en su equipo- un juego aposicional. Esto es, darles total libertad a sus jugadores. Fomentando la creatividad y las lógicas sociedades. Reciclo a varios veteranos, que superaban la treintena.

  • Felipe Mello, Xavier, Ganso, Marcelo, Cano y Keno.

Los jugadores no esperan el balón en su posición, se mueven libremente en el campo. Esto es, migran de posiciones. Cuando el rival tiene la pelota, los delanteros hacen el pressing. Si el equipo está saliendo, lo hace en corto, dependiendo si el rival hace presión alta.

  • ¿Esto es tomar riesgos?

 Si, lo que se desea es realizar progresiones rápidas y fluidas. André y Ganso son dos de los pilares; por su calidad, para dar pases en largo, y así romper líneas de presión. Si constantemente estas en movimiento, dificultas la labor defensiva del rival. Al construir el juego, lo que técnico busca es la superioridad numérica cerca de la pelota.  Entonces, juntas a los talentosos y creas sociedades, en torno a la numero cinco. Por último, como están cerca unos de otros, las progresiones ofensivas se dan a través de pases cortos y rápidos.

Ahí radica la diferencia con Guardiola. Y empezó de abajo, con fracasos y algunos triunfos pírricos. Hoy es el técnico Campeón. Pareciera la reencarnación de aquel Mestre, aun en el recuerdo.

  • Tele Santana.

El tiempo lo dirá.

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[CASITA DE CARTÓN] Esta casita de Cartón abre sus puertas escuchando el himno de todo fanático del fútbol argentino, ‘La cumbia de los trapos’, pero no la versión horrible que en vivo hiciera Yerba Brava en la final de Río, y que fueran a consecuencia de eso víctimas de las burlas de los internautas, y de otro peso pesado de la cumbia rioplatense como Pablito Lescano de Damas Gratis, sino la versión de estudio, infaltable en cada fiesta de cumbia, porque Argentina no solamente es rock, como muchas veces creemos, los que hemos crecido por ejemplo, en su momento con radio ‘La Ñ’, ahora ‘Oasis’, con canciones de Soda Stereo o Virus, sino que lleva en sus latidos populares este género, y que de alguna manera, por como lo viven, lo hacen marcando su distintiva pasión. Y del cual el que escribe no ha estado alejado, sino por el contrario, siempre que viaja con River o cada vez que va a los ‘boliches’, se envuelve de aquellos movimientos populares que tienen por definición lo que es este país: Argentina. Pues la música que prefiero oír, es esa que transita a diario con la gente de pueblo, los laburantes, los obreros, los que cada mañana forjan un nuevo motivo a su vivir, y claro, ¿quién puede vivir sin escuchar aquella música que describe su día a día y su sentir? Y aún con la fiebre futbolística, escribo esto luego del resultado de la final de la copa libertadores de América, torneo más importante de clubes de nuestra región. Y en este caso, donde tuvo a nuestro compatriota, Luis Advíncula, como autor de uno de los goles. Pero del que no fue suficiente, dado que el equipo brasileño, el ‘Flu’, terminaría coronándose por vez primera campeón.

Y es que el fútbol tiene estas moralejas: ‘No sirve celebrar antes de tiempo’. Nublarse dentro de los excesos de triunfalismos antes que la pelota ruede, como en la vida misma, no sirve de mucho prever lo que sucederá, porque como manifestara el poeta maldito, Mallarmé: ‘una tirada de dados jamás abolirá al azar’. El destino no juega muchas veces a lo previsible, por el contrario, es veleidoso, y llega a imponerse dentro de esas raras pero interesantes casualidades que le dan sentido a la vida. Y en Argentina, los medios, que forman la comparsa mental de las cosas que importan en la sociedad como no  (lo macro real), día y noche celebraban anticipadamente la séptima copa Libertadores. Y que ahora, con el resultado del sábado, ha dejado a sus hinchas desilusionados y a algunos en la banca rota, quienes por ejemplo hipotecaron hasta las becas de sus hijos, o vendieron sus carros, o como el caso viral del niño que rifó su play station para poder estar presente en esta final. Con este resultado, son 16 años sin poder alzarla, y quedando perennemente en el segundo lugar de los equipos con más copas, buscando el preciado sitial del ‘Rey de copas’, Independiente de Avellaneda, quien es el máximo ganador con siete, y que no gana esta presea desde 1984, cuando por la mínima se impusiera en Brasil ante Gremio de Porto Alegre. Con esta derrota, a su vez, el club de la ribera, se ha convertido en el club más ‘cebollita’ –frase otorgada por la famosa serie de los 90´s en Argentina a los que quedan subcampeón- del torneo, pero también la que más finales ha disputado.

En nuestro país, la mayoría hinchaba por Boca, más allá que por el ‘rayo’, sino también por una tradición futbolera de peruanos que han sabido ponerse esa pesada ‘mica’, como Julio Meléndez, o el ‘maestrito’ (apodo que le pusiera justamente en su estadía en aquel club, el siempre recordado Diego Armando Maradona), Ñol Solano. Y ahora con Advíncula, se sigue esa línea de grata tradición para parte de la hinchada ‘Xeneize’. Aunque cabe decir, que paro otro sector, fue como un acto de dramatismo excesivo para las cámaras sus llantos, y así fácilmente ganarse al hincha. Y es que el fútbol no solamente es la foto del Instagram o los videos del Tik tok, sino que implica otras razones que la misma razón no entiende. Pero esas ya son otras profundas aguas. Y en lo que respecta con ‘Lucho’, es otra final perdida en aquella mítica cancha. La anterior vez fue cuando perdimos la final de la copa América justamente contra Brasil.

Esta casita de cartón cierra sus puertas entendiendo claramente la expresión del maestro Jorge Luis Borges: ‘El fútbol es popular porque la estupidez es popular’. Pero a su vez, que cada uno necesita de esa dosis para darle ‘manija’ a los días. ¿Qué más existencialista que considerar hasta el mismo hecho de existir como algo estúpido? Partiendo de eso, la vida que siga su juego melodramático. Y en el fútbol, nosotros, los latinos, tenemos el sentimiento, algo  indescriptible y que nunca tenemos que perderlo.

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Pero vayamos al inicio, cuando el equipo haría su “monumental” ingreso. Como es sabido, desde hace años no hay más hinchadas visitantes debido a múltiples incidentes entre barras como muertes. Aun así ¡no cabía espacio para ni un alfiler ni un alma más! Desde un lateral un telón y desde la popular otro, una camiseta inmensa, la que llevara el equipo en el 2018, año en que ganara de la mano del “Muñeco” Gallardo la final histórica de la Libertadores a Boca en Madrid. Los bombos, las bengalas rojas y blancas como los globos y las banderas, como la albiceleste y los trapos, al son del “River, mi buen amigo”. Los jugadores miraban anonadados. Era un apoteósico recibimiento como es costumbre en cada partido. Y después de un primer tiempo donde tuvo un solo dominador, al equipo local, la gente comenzaba poco a poco a impacientarse. Como mi amigo Manuel Esponja, que no paraba de comerse las uñas. Él me diría: “ojalá que no sea uno de esos superclásicos donde River ataca y ataca y al final faltando pocos minutos, con un contrataque o un córner, Boca hace un gol”. Pero esta vez estaba predestinado que la historia fuera distinta. En el segundo tiempo, el equipo “millonario” seguiría yendo al frente, con un remate al palo y con buenas atajadas de “Chiquito” Romero. Se vislumbraba un 0-0 injusto. Pero en el tiempo adicional, una falta imprudente del lateral izquierdo de Boca, Sández, cambiaría el destino final del partido al dar un penal para River. Que con gran determinación y frialdad el colombiano Borja convertiría en ¡¡¡Gol!!! Desatando el grito sagrado y la euforia máxima entre todos los aficionados, como la de mi compañero Manuel Esponja, que entre conocidos y desconocidos se abrazaban, empapándose de lágrimas. Por primera vez River le ganaba en el último minuto al cuadro “Xeneize”, y eso desataría una celebración única. Pero en eso se armaría un barullo entre los jugadores por un festejo desmedido de Palavecino, que hizo que el partido sobrepasara el centenar de minutos y que a su vez produjera 3 expulsados para cada equipo, como viejos superclásicos. El resultado no cambiaría de resultado y se daría un triunfo histórico para los hinchas de River, que celebraban efervescentemente con Enzo Pérez y los demás jugadores, acompañado del «Tomala vos, damela a mí, el que no salta, murió en Madrid», entre otros cantos.

Posteriormente nos iríamos a festejar al Hall, donde se reúnen los hinchas para continuar con la celebración de un partido importante. Y allí estaría mi entrañable amigo y compañero de viajes, fanático como pocos de River, Bruno Raitzin, junto con los muchachos de Plaza Italia, con los que cantaríamos y saltaríamos hasta quedarnos afónicos. Para luego, como tenía que ser, la fiesta llevarla a otra parte. A un “boliche”, dando el mejor cierre posible a la estadía de Manuel Esponja en el país de la pasión, como haciéndome vivir mi momento más emotivo en el fútbol, y con la cual esta casita de cartón cierra esta memorable columna que indudablemente llevará de recuerdo hasta que tenga que dar su último suspiro y sea enterrado en un cajón, pintado rojo y blanco, como su corazón.

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Lo único que tenían en común Ricardo Gareca y Christian Cueva era el fútbol y mucho aire de improbabilidad. El deporte, en general, no es suficiente para unir a dos desconocidos. Pero Gareca, en una estrategia de marketing impecable, levantó la bandera de la habilidad innata del jugador peruano y eso tiene en Cueva a un exponente idóneo: quimboso, rebelde y atrevido. Para jugar, y para vivir.

A estas alturas ya todos sabemos lo que ha pasado entre el vínculo de Gareca y Cueva. ¿No? Esperen. Gareca apareció en el mundo del fútbol a finales de la década de los setenta en las inferiores de Boca Juniors. Era alto, flaco y potente. Dribleaba a pesar de sus piernas largas, encaraba siempre hacia el arco y pateaba de cerca y de lejos. No era un delantero centro inmóvil, era más un Ronaldo.

Ronaldo el gordo. O un Batitusta. Tenía juego, participaba con los volantes, bajaba a la marca, corría la banda. Una especie de Lapadula, pero más alto. Y quizás mucho mejor. Gareca fue durante un par de años, después del fracaso argentino en el Mundial 82, el delantero titular de la selección. De hecho un gol suyo sirvió para meter a Argentina al Mundial 86.

Pero Gareca no fue una estrella rutilante del fútbol de su país. Quedó algunos peldaños por detrás de otros delanteros de su generación, como Valdano, Burruchaga y Pasculli. Ellos fueron los campeones del 86, y Gareca no. Una de las diferencias fue que mientras Valdano era una estrella en España, Burruchaga triunfaba en Francia y Pasculli en Italia, Gareca nunca salió de Sudamérica. 

El técnico de Perú fue goleador de Boca y de Velez. Le fue pésimo en River.  También tuvo una carrera exitosa pero no tan larga en Colombia. Pero nunca dio el salto a Europa. Él dice y los periodistas recuerdan que tuvo ofertas de todos lados. Pero no emigró. Jamás pisó un torneo fuera del continente. Nunca un delantero argentino llegó a un Mundial sin haber salido antes del fútbol local. 

Quizás sea por eso que Gareca ha resaltado siempre la importancia de los jugadores peruanos que emigraron durante su proceso en la selección peruana. O que cambiaron a un mejor equipo. Aún cuando se haya tratado de ligas  poco competitivas como Estados Unidos. Hoy casi todos los convocados juegan fuera del torneo local. Todos menos Ramos, y esa ha sido una gran constante.

Y ahora despierta una nueva intervención de Gareca en la carrera de un jugador de la selección. Boca Juniors ha preguntado por el interés de Cueva en ser el nuevo diez del equipo Xeneixe. Un honor que significa más en la historia que en el papel actual: este Boca pelea en media tabla, pierde regularmente y no juega a nada. El técnico es interino. No le hacen ni sombra a River, normalmente. 

Pero ponerse la camiseta histórica de Riquelme y Maradona no puede ser menospreciado. ¿O sí? El presente de Boca Juniors es horrible. Y lo demuestran dos jugadores peruanos. Zambrano llegó hace meses y no pudo volverse titular. No juega casi nunca, la prensa argentina lo detesta y los hinchas lo insultan después de cada partido. Hasta cae en indisciplina. 

El otro es Advíncula. Aunque suele ser titular, le llueven las críticas. Si pierde una jugada, si no va a la marca, si no sabe centrar. Para la prensa, son dos jugadores nefastos. Y es que así es el mundo Boca. Te destruye o te convierte en un ídolo. Y todo depende del éxito colectivo: los trofeos. Mientras no hayan copas, todo lo que pase por ahí es menospreciado rotundamente. 

Entonces Cueva a Boca. Gareca está de acuerdo. ¿Pero cuál es el costo? Un jugador que ha encontrado regularidad en Arabia y buena forma física, aterrizaría en un equipo sin copas a ser la gran esperanza, con toda la mochila puesta desde el primer día. Y el coqueteo de una ciudad como Buenos Aires en lo disciplinario, y de un equipo con amigos en un contexto conocido y cercano a Lima. 

Cueva a Boca puede ser el peor error de Gareca o el más grande acierto. Para el propio entrenador fue todo un error por precisamente lo contrario, irse de Boca. Salir de la regularidad que tenía como Xeinexe para mudarse a River Plate en 1985 y luego a Colombia, donde perdió todo el protagonismo que tenía para Bilardo en la selección y quedó fuera del Mundial. 

Un jugador con tendencia a la indisciplina como Cueva, con poca capacidad de adaptación en todos los clubes donde ha ido, pero que tiene la gran responsabilidad de estar en el mejor nivel en las cuatro fechas de selección que quedan, no debe arriesgar un solo minuto de continuidad y tranquilidad. Ya ha encontrado un buen momento, con grandes actuaciones.

Y resulta una irresponsabilidad de Gareca llegar a Argentina, dar dos entrevistas en medios y promocionar la llegada de su mejor jugador a un entorno inestable. Solo podría explicarse si él desea dirigir Boca Juniors luego de su paso por Perú y quiere asegurarse a su estrella en ese equipo. Pero para eso falta un montón. Hoy la prioridad es Perú, para ambos. Y Boca es la elección imposible. 

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