Boca Juniors

[Casita de Cartón] Esta Casita de Cartón abre sus puertas con uno de sus mayores sueños cumplidos, y ese fue volver a ver a River en el país en que nació. Pero a su vez, le era inevitable no sentir un sentimiento que abrazaba la nostalgia profunda, y esa fue por la ausencia de la última persona a quien fue dedicado su columna, mi hermano y amigo, que desde el cielo seguramente alentó ese día con la euforia y emoción que le caracterizaba, Bruno Raitzin.

Y es que el Monumental de Ate fue el escenario de este nuevo comienzo de la Libertadores para el cuadro millonario. Y ojalá que también sea la última, ya que sería en una hipotética final. Dado que Lima será la sede de la final de la Libertadores. Curiosamente, años atrás, después de la final más épica de este torneo entre River Plate y Boca Juniors en el Santiago Bernabéu (donde River terminaría alzando la copa), Lima sería la primera sede de una final única, en el 2019. Como siempre, torpe y sosamente, la Conmebol copiaría a la UEFA ese modelo (un sinsentido dado que, en Europa, a diferencia de Sudamérica, llegas en tren a otro país, en cambio acá cordilleras y densas y a la vez hermosas selvas nos separan). Aquella vez no pude estar, había pedido mi vuelo sin saber que la final sería acá tiempo atrás (en primera instancia iba a ser Chile, pero las revueltas sociales imposibilitaron que fuera y de emergencia lo trasladaron). Pero para darle más ironía a esto, una semana después de aquel partido, la fecha de mi viaje se daría. Historia aparte, hay algo que me dijo mi amigo y que me dejó brotando: ‘En tu propio país fue la final, hermano. Y por esas cosas caprichosas de la vida no pudiste estar”. Tal vez, el rótulo de esta columna debería llamarse así:” Y por esas cosas caprichosas de la vida”. Y sí, fue de las cosas que más me dolieron, pero aun así estuvieron mi hermano menor y mi papá. Me costó sacarle las entradas, noches enteras trataba de que funcionaran las tarjetas que me prestaban, hasta que por suerte uno de una prima, terminó siendo aceptada. Y ahora el problema era la ubicación. Quería que fuera al lado de la popular que le daban a River. Pero no se pudo, las veces anteriores se hubiera podido, pero se acabaron. Como fuese, fueron ellos y disfrutaron, más allá del resultado, de ver por primera vez a River en suelo peruano. 

Bruno también se hizo presente en aquel partido (no podía faltar, estuvo y vivió en carne propia lo de Madrid) viniendo con los muchachos de Plaza Italia en esos siete días de ida y vuelta interminables, pero a su vez hermosos, por los paisajes que visten y tiñen nuestro continente. Lo cierto es que a veces el destino nos condiciona, imposibilitando que uno pueda decidir por sí mismo qué decisiones tomar. No sé si me hago entender, pero creo quien ha atravesado este derrotero, sí. Y traigo a colación todo esto, dado que, para llegar al funeral, tampoco pude. Y ahora era una extorsión lo que me imposibilitaba. Y cuando pude haberme librado de ese problema, fallecería. Y el vuelo más próximo era con llegada a las 4 p.m. Lo enterrarían a las 2 p.m. 

Me queda como reflexión entender que los tiempos cambian, con los días, todo avanza en el reloj de arena de la vida. Pero los recuerdos, esos que retraen los vientos de aquellos cielos que alguna vez abrazaron tu corazón, quedan. Y pensar que días antes del sorteo por la presente copa, me diría que fijo a River le tocaría un equipo peruano y que nos volveríamos a ver. Estaba en lo cierto, el azar determinó que River pisara estas latitudes, pero no él. Al final la vida se acostumbra a tocar las sonatas de dichas y tristezas, de ironías y cosas sin sentido como sin respuestas.

Ese día estuve con los muchachos de la Filial de Lima de River Plate y con mi hermano menor. Y con algunos incidentes al momento de entrar, como el que no me querían dejar entrar por alcoholemia, cuando estaba lúcido pero emotivo. El partido fue de un primer tiempo para River, donde desplegó un buen fútbol para que en un segundo tiempo se torne más parejo. El resultado final sería 1-0. Un buen comienzo para el ‘millo’. Aunque claro, no negaré que quisiera que universitario clasifique al ser peruano. Fue un día lleno de emociones, dado la una ausencia indescriptible que sentia. Como cuando el estadio vibraba con el gol, y en ciertos momentos del partido, en que dirigía mi mirada al cielo buscando entre esa inmensidad abrazar a mi amigo, como lo hiciéramos incontables veces juntos en River como en distintas canchas del país (Argentina) o del exterior. Con los días entendería que las despedidas de las personas que amamos nos impiden ver a la vida con los mismos ojos. 

Esta Casita de Cartón Cierra sus puertas cantando esta canción: «Al millonario una ilusión, solo le pido… Para los pibes que desde el cielo te alientan conmigo… Vos no los ves, no los tocás, pero están presentes… Esos recuerdos inolvidables quedan en mi mente». Y esperando de nuevo recibir a River, otra vez sin Bruno, como hubiese pasado si la vida no hubiera sido tan veleidosa e injusta. Pero era tan grande ese ser humano que este plano terrenal no era su lugar, sino la eternidad. Se adelantó mi hermano. Pronto lo volveré a ver.

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Esta Casita de Cartón abre sus puertas con una cruz marcada en lo profundo de su pecho. Ha pasado un mes aproximado del adiós de un hermano, de los pocos, poquísimos, que dignificaban justamente esta palabra, «hermano», porque no siempre uno encuentra a la familia en lo sanguíneo, sino en el largo y no siempre justo camino de la vida misma. Y es que no conocí persona más leal y valiente como Bruno Raitzin. Por eso tanto lo admiro, por esa lealtad a sus convicciones; por eso tanto lo quiero, porque nadie como él enaltece la palabra hermano. Y mantengo el presente porque está vivo en estas palabras. Y como dicen, nadie termina de irse si la persona prevalece en nuestros recuerdos. Y desde luego, esta grandiosa persona está dentro del lugar más preciado de mi corazón, donde yacen las más valerosas personas que conocí con los más entrañables recuerdos. 

Pero, a decir verdad, me cuesta entender del todo lo veleidoso e injusto del destino con su ida. Son dos pérdidas irreparables en tan poco tiempo que enfrento. Y aterriza a mi mente nuestra última conversación larga en persona, caminando desde Belgrano hasta Congreso, y en eso mencionabas tu futuro y claro, ahí estaba como la luna ahora en lo alto, muy pero muy en lo alto, River. Ya decía Galeano: «El fútbol es la única religión que no tiene ateos”. Y nuestra religión de vida que compartimos: el sentimiento de pasión por el ‘millonario’. Y es que siempre veía en ti al próximo presidente de River. Siempre que hablábamos había esa idea, que algún día se concretaría, que en algún momento llegaría que un verdadero hincha íntegro del club más grande del mundo tenga de presidente a tan brillante persona como tú… Ahora las palabras buscan un asidero, ni entiendo qué pasó alrededor de todo este tiempo, es por eso de la demora al escribir estas palabras. Y al pasar los días y no ver tus mensajes como buenos deseos o como de un pronto reencuentro, los reels que siempre nos enviábamos, y hablando sobre la vida… Dónde estarás ahora, me pregunto. Imagino en un lugar del universo atento a nuestro River plate querido, cuidando de las personas que amaste, como tu hermana, tu madre, tu padre y todos aquellos que éramos parte de la familia de Plaza Italia.

Y pensar que nuestra amistad nació a la distancia y por una red social, como predestinado, al comentar en una publicación que era de Perú y que iría pronto a Argentina a cumplir mi sueño: el conocer el Monumental. Y me escribiste mostrándome tu predisposición, sin pedir nada a cambio, como lo hacías con tu gente, y ni bien llegando a Ezeiza me comentaste que tenías una entrada para un partido contra Godoy Cruz, el día del ‘maderazo’ contra Grimi. Pero llegar con la hora encima no pude acudir aquel día. Pero, como siempre fiel a tu palabra, a los días ya me estabas haciendo conocer cada rincón del estadio más hermoso del universo. Si, fuiste quien me hizo conocer el templo sagrado y eso siempre lo llevo presente, porque hiciste posible que ese tan anhelado sueño se cumpliera. ¡Qué tiempos aquellos! A los meses te inmortalizarías en aquel partido que marcaría el comienzo de este periodo glorioso de River, del que fuiste parte al cubrirle los ojos a Gigliotti con la linterna verde, en aquella dramática semifinal contra Boca. Aquel día se daría inicio, para muchos, el periodo más glorioso de River, y vos fuiste parte de eso, hermano. 

Pero a su vez, rememorar aquellas viejas tardes colándonos a jugar ajedrez, donde eres muy destacado, o en las tardes que jugábamos al fútbol por Ciudad Universitaria con Agus, David, Joseph, Lucho y demás pibes o cuando venías a aquel pequeño rincón del Bajo Belgrano, que era mi pequeña morada, a almorzar comida peruana que cocinaba mi vieja, de la cual también te estimaba, y tanto te gustó la sazón de mi país, que íbamos a comer a todos lados chaufa, hasta la villa de Chacarita o incontables pollos a la brasa que luego se complementaría con la compañía del ‘Pela’. O como cuando me acompañaste a recibir un poema que saliera publicado en un diario de allá, felicitándome. Y luego en la Feria del Libro. Tus palabras eran: “Me siento muy orgulloso de vos, hermano. Ahora ya has dado un comienzo, más adelante estarás en los grandes, y ahí estaré siento felicidad por vos”. Ahora que hago retrospección, has estado en varios momentos especiales de mi vida. Inmensas gracias por eso, por bancarme siempre.

Y luego crecimos, y los boliches de egresados se convirtieron en boliches de cumbia después de cada partido, cuando estabas solo llegaba o viceversa, ‘de espalda a espalda ante todos’ como decías, porque íbamos para todos lados y de todas esas noches memorables, una noche quedó especialmente grabado en nuestras retinas. Y fue aquella noche cuando nos subimos al escenario donde cantaba el cantante de los Pibes Chorros, Ariel El traidor en la Tienda de los Artistas, ubicado en el barrio de Palermo, el corazón de la noche porteña. Flameando la remera de Plaza Italia, que era ya el dibujo eterno de nuestras almas. Y claro, en eso estaban los días en las carreteras de Argentina y Sudamérica por River. Porque sí, River era nuestro sentir, el pálpito puro que unía nuestros latidos. Y el primer viaje que hiciéramos fue a Formosa, limítrofe con Paraguay, un 31 de julio del 2016, con tu hermana, ciudad donde parecían más hablar guaraní que castellano. Esos memorables viajes que nos concedieron asados, vinos, fernet y cumbia, como alegrías y tristezas por el natural vaivén del fútbol, incontables anécdotas que escribíamos con los muchachos de Plaza Italia. En sí, hay tantas vivencias, como aquella vez que ‘destruimos’ un McDonald´s, o que viniste a bancarme con tu auto, pasando todos los semáforos en rojo, después de una pelea en un boliche, pocas horas antes de viajar a Brasil. Aquel auto del cual fui el primer amigo en subirme, sin temor a chocarnos, aunque aquella vez nos dimos tremendo susto cuando chocaste la parte lateral. Pero terminamos en carcajadas. Es que éramos amantes a la adrenalina, sí que lo éramos. Y tú no cambiaste tu esencia a pesar de los distintos temporales, siempre fuiste el uno, el mejor. Y en mi último cumpleaños te dije todo que le significabas para mí, con las palabras de tanta admiración y aprecio que te tenía, planificando nuestro futuro reencuentro, que creíamos que sería en Lima, cuando River llegara por estas latitudes por el sorteo de esta Copa Libertadores, pero que en esta vida ya no se dará, y me duele hondamente, hermano…

Hay despedidas tan injustas y esta es una, porque si hubiera sabido que era el adiós, te hubiera dicho tantas cosas más que ahora tengo guardado como también agradecerte por todo lo que me enseñaste y aprendí de ti: la valentía y el honor, la lealtad a uno para mantenerse siempre de pie. Tú eres River, porque llevabas dentro de ti todo lo que representaba los valores del club: lealtad, honor y grandeza. Quién más que tú para representar todo eso, ¿quién?…

Esta Casita de Cartón cierra sus puertas diciendo un hasta pronto con las letras de Amigo de Roberto Carlos: “Tú eres mi hermano del alma, realmente el amigo”. O como el corrido viral de la hermandad: “Junto a mi carnal, no es de sangre, pero demostró lealtad. Y eso vale más». Pero también me es inevitable no poner las cumbias que escuchábamos en los viajes o las noches de gira, y no romper en lágrimas recordando todo lo vivido. “Humano, demasiado humano”, diría Nietzsche. Humano, incomprensiblemente humano ante la muerte, me siento ahora. Siempre serás mi hermano. La dicha de haber conocido a Bruno Raitzin y de recorrer muchos kilómetros de viajes y de experiencias juntos, en nuestro crecimiento mutuo. No sabes la felicidad profunda que siento de haberte conocido en esta vida. Y sé que nos volveremos a ver en alguna próxima. Porque nuestra amistad fue verdadera, fue una hermandad que trasciende los tiempos. Gracias de corazón por todo lo vivido, te amo hermano. Volveremos a gritar un gol de River juntos, ya verás, es una promesa al cielo.

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[PAPELES VIRTUALES]

UNO

En el futbol, casi siempre, gana el mejor. Así lo demostró Fluminense el sábado último. Eso sí, no entiendo a muchos periodistas argentinos, que denuestan al perdedor. Como si en las fases de clasificación de la Copa y del –inentendible- torneo argentino, hubiera tenido juego de equipo. Siempre primo más el individualismo, que otra cosa. Si hubiera ganado, posiblemente, nadie hubiera dicho nada, de su planteo rácano. Sin embargo, perdió y la mayoría comenzó a pedir la cabeza del técnico. Almirón se les adelantó, renunció.

  • Esto es, ¿el fin justifica los medios?

Punto acápite, es su hinchada. Acompañó y alentaron con todo. Incluso opacando al resto, con sus cánticos, y eran solo 30 mil.

Muchos se preguntaban lo lógico.

  • ¿Como pudo clasificar a la final, sin ganar en octavos, cuartos y semifinales?

Por el sistema que impera, en esta clase de torneos y la eliminación de las prórrogas, en esas etapas. Lo que quedó claro, es que Boca Juniors nuevamente tiene que remarla para encontrar un juego acorde con la grandeza de su historia. Por lo visto, en los últimos cinco años, para ser campeón de la Libertadores hace falta, mucho más, que defenderse, contragolpear y esperar los penales.

Un aparte, se merece el árbitro Roldan, fue benévolo con los de Boca. No cobró una falta clara contra Ganso, la cual era expulsión y penal. El foul de Figal debió ser roja. En el partido contra Palmeiras pudo expulsar, mucho antes, a Rojo. La patada criminal del zaguero era típica de los sesenta. Hay que avisarle al colombiano, que el futbol cambió y existe el VAR.

DOS

No estoy ansioso. Yo soy quien va a resolver el partido. Una final es cuestión de honor, el gol es mío, el gol es mío. El gol del título es mío. Voy a convertirme en ídolo con 21 años.

John Kennedy hablando con sus representantes.

Pelo blanco y piel negra. Natural de Minas Gerais. Sus inicios fueron en las inferiores del equipo carioca. Al comenzar a figurar, comenzaron los problemas, era díscolo e indisciplinado. Para muchas familias pobres del Brasil, que uno de ellos juegue futbol profesional, es salvarse. Conocer otra vida, tener un plato de comida todos los días. Entonces, el ayer adolescente, tiene sobre sus hombros la responsabilidad de un adulto. Y no está preparado, lógicamente. Hace un año cayó en desgracia. La policía halló marihuana en su auto. Juró que no era suya. El entrenador se hartó y lo mandó a un equipo de tercera.

Volvió en marzo de este año. Siempre como suplente. Ingresaba en la segunda parte, cuando el técnico lo consideraba conveniente. Y empezaron los Cuartos de Final de la Copa Libertadores. Minuto 23, del partido de vuelta ante Olimpia, el aposicionamiento en todo su esplendor. Toque y toque. André lo empieza con un lujo. Aparece Keno, el socio del silencio, y se la deja servida al veinteañero. Este, define como si estuviera jugando en el patio de su casa. Un golazo. Al minuto 70, se deshace con una facilidad asombrosa de tres rivales y su pase -al vacío- provoca un foul y expulsión del rival. Más adelante, nuevamente, Kennedy gambetea -con suma facilidad- a su marcador y remata al palo. Cano, el otro animal, completa el gol.

La de Inter y Flu, fue una semifinal histórica. De lo mejor de la Copa Libertadores, en décadas. Partido de ida, minuto 9, mostró al binomio Cano-Kennedy. Se entienden sin verse. Pase de Arias y JK la recibe, de espaldas al arco, se acomoda –sabe que allí va a estar- y el toque suave al 14. La secuela lógica de la hinchada es ensordecedora. El partido de vuelta es trepidante. A diez minutos del final, se resolvió todo. El salto y pase-engaño de Marcelo, propicia que el 14, agarre mal parada a la defensa colorada. A la izquierda, está el díscolo. Cano le cede el balón. Y el 9 define, ante el mejor arquero del torneo, con maestría y precisión. Minutos después le devuelve el favor al argentino.

En la final del sábado, minuto 99, una sucesión de toques y Keno, si nuevamente, el socio invisible, se la deja servida al de pelo blanco, que define como los dioses. Como dijo Diego Latorre.

  • Fue una jugada que no existía.

Se fue abrazar con los hinchas, como si fuera la Premier, los torcedores lo abrazaron, estrujaron y no lo querían soltar. De locura. En tanto, el abrazo liberador de Cano, las lágrimas de Marcelo y un Felipe Mello, liberando las tensiones, tirado en el césped: eran los fotogramas perfectos, de lo que representa ser Campeón de la Copa Libertadores de América.

Insólito o no tanto, a los pocos días, se le vio a John Kennedy en la favela de Rio de Janeiro, Morro dos Prazeres, andando en moto, rodeado de sus amigos.

Ese es el hombre, que le dio la primera Libertadores al club de sus amores.

TRES

Cano es el Rey de América 2023. No hay otro como él. Imposible. El gol de empate, en el partido de ida ante Internacional, es de otro planeta.

  • ¿Como lo hizo?

Sin necesidad de girar, de espaldas al arco y teniendo al defensor pegado a él. Nino cabecea y el balón, se dirige al 14. German, como una plasticidad única, le da el toque con su derecha, antes que el defensor reaccione. Todo en menos de tres segundos.

Puedes observar los goles que anotó en el partido, de vuelta de esa semifinal gloriosa, como define a un toque, incluso con la pelota en movimiento. Es para que todos los chicos, en las escuelas de futbol, lo estudien detenidamente.

Antes, en el partido contra River Plate, celebró un hat-trick. En los tres goles, destaca el posicionamiento, arrojo y determinismo. Es letal entrando con el balón dominado, ver primer gol a River. En cuartos de final, con una volea espectacular, definió el partido ante Olimpia.

El primer gol de la final, muestra el paradigma del equipo carioca.

  • Arias, Keno y Cano. pared, desborde y gol.
  • ¿Alguien duda que ha sido el Mejor Jugador de la temporada actual?

CUATRO

La mayoría quieren jugar como los equipos de Guardiola. Es cierto, pero hay excepciones. El posicionamiento se basa en la ocupación de espacios equitativamente. Esto es, los jugadores deben estar en posiciones fijas. Así rompes líneas de presión, el que corre es la bola. Lógicamente, llegarás a situaciones de uno contra uno. Usualmente, tiene estructuras triangulares que potencien la circulación del balón. En cambio, Fernando Diniz impone -en su equipo- un juego aposicional. Esto es, darles total libertad a sus jugadores. Fomentando la creatividad y las lógicas sociedades. Reciclo a varios veteranos, que superaban la treintena.

  • Felipe Mello, Xavier, Ganso, Marcelo, Cano y Keno.

Los jugadores no esperan el balón en su posición, se mueven libremente en el campo. Esto es, migran de posiciones. Cuando el rival tiene la pelota, los delanteros hacen el pressing. Si el equipo está saliendo, lo hace en corto, dependiendo si el rival hace presión alta.

  • ¿Esto es tomar riesgos?

 Si, lo que se desea es realizar progresiones rápidas y fluidas. André y Ganso son dos de los pilares; por su calidad, para dar pases en largo, y así romper líneas de presión. Si constantemente estas en movimiento, dificultas la labor defensiva del rival. Al construir el juego, lo que técnico busca es la superioridad numérica cerca de la pelota.  Entonces, juntas a los talentosos y creas sociedades, en torno a la numero cinco. Por último, como están cerca unos de otros, las progresiones ofensivas se dan a través de pases cortos y rápidos.

Ahí radica la diferencia con Guardiola. Y empezó de abajo, con fracasos y algunos triunfos pírricos. Hoy es el técnico Campeón. Pareciera la reencarnación de aquel Mestre, aun en el recuerdo.

  • Tele Santana.

El tiempo lo dirá.

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Boca Juniors, Copa Libertadores, Fernando Diniz, Final 2023, Fluminense

[CASITA DE CARTÓN] Esta casita de Cartón abre sus puertas escuchando el himno de todo fanático del fútbol argentino, ‘La cumbia de los trapos’, pero no la versión horrible que en vivo hiciera Yerba Brava en la final de Río, y que fueran a consecuencia de eso víctimas de las burlas de los internautas, y de otro peso pesado de la cumbia rioplatense como Pablito Lescano de Damas Gratis, sino la versión de estudio, infaltable en cada fiesta de cumbia, porque Argentina no solamente es rock, como muchas veces creemos, los que hemos crecido por ejemplo, en su momento con radio ‘La Ñ’, ahora ‘Oasis’, con canciones de Soda Stereo o Virus, sino que lleva en sus latidos populares este género, y que de alguna manera, por como lo viven, lo hacen marcando su distintiva pasión. Y del cual el que escribe no ha estado alejado, sino por el contrario, siempre que viaja con River o cada vez que va a los ‘boliches’, se envuelve de aquellos movimientos populares que tienen por definición lo que es este país: Argentina. Pues la música que prefiero oír, es esa que transita a diario con la gente de pueblo, los laburantes, los obreros, los que cada mañana forjan un nuevo motivo a su vivir, y claro, ¿quién puede vivir sin escuchar aquella música que describe su día a día y su sentir? Y aún con la fiebre futbolística, escribo esto luego del resultado de la final de la copa libertadores de América, torneo más importante de clubes de nuestra región. Y en este caso, donde tuvo a nuestro compatriota, Luis Advíncula, como autor de uno de los goles. Pero del que no fue suficiente, dado que el equipo brasileño, el ‘Flu’, terminaría coronándose por vez primera campeón.

Y es que el fútbol tiene estas moralejas: ‘No sirve celebrar antes de tiempo’. Nublarse dentro de los excesos de triunfalismos antes que la pelota ruede, como en la vida misma, no sirve de mucho prever lo que sucederá, porque como manifestara el poeta maldito, Mallarmé: ‘una tirada de dados jamás abolirá al azar’. El destino no juega muchas veces a lo previsible, por el contrario, es veleidoso, y llega a imponerse dentro de esas raras pero interesantes casualidades que le dan sentido a la vida. Y en Argentina, los medios, que forman la comparsa mental de las cosas que importan en la sociedad como no  (lo macro real), día y noche celebraban anticipadamente la séptima copa Libertadores. Y que ahora, con el resultado del sábado, ha dejado a sus hinchas desilusionados y a algunos en la banca rota, quienes por ejemplo hipotecaron hasta las becas de sus hijos, o vendieron sus carros, o como el caso viral del niño que rifó su play station para poder estar presente en esta final. Con este resultado, son 16 años sin poder alzarla, y quedando perennemente en el segundo lugar de los equipos con más copas, buscando el preciado sitial del ‘Rey de copas’, Independiente de Avellaneda, quien es el máximo ganador con siete, y que no gana esta presea desde 1984, cuando por la mínima se impusiera en Brasil ante Gremio de Porto Alegre. Con esta derrota, a su vez, el club de la ribera, se ha convertido en el club más ‘cebollita’ –frase otorgada por la famosa serie de los 90´s en Argentina a los que quedan subcampeón- del torneo, pero también la que más finales ha disputado.

En nuestro país, la mayoría hinchaba por Boca, más allá que por el ‘rayo’, sino también por una tradición futbolera de peruanos que han sabido ponerse esa pesada ‘mica’, como Julio Meléndez, o el ‘maestrito’ (apodo que le pusiera justamente en su estadía en aquel club, el siempre recordado Diego Armando Maradona), Ñol Solano. Y ahora con Advíncula, se sigue esa línea de grata tradición para parte de la hinchada ‘Xeneize’. Aunque cabe decir, que paro otro sector, fue como un acto de dramatismo excesivo para las cámaras sus llantos, y así fácilmente ganarse al hincha. Y es que el fútbol no solamente es la foto del Instagram o los videos del Tik tok, sino que implica otras razones que la misma razón no entiende. Pero esas ya son otras profundas aguas. Y en lo que respecta con ‘Lucho’, es otra final perdida en aquella mítica cancha. La anterior vez fue cuando perdimos la final de la copa América justamente contra Brasil.

Esta casita de cartón cierra sus puertas entendiendo claramente la expresión del maestro Jorge Luis Borges: ‘El fútbol es popular porque la estupidez es popular’. Pero a su vez, que cada uno necesita de esa dosis para darle ‘manija’ a los días. ¿Qué más existencialista que considerar hasta el mismo hecho de existir como algo estúpido? Partiendo de eso, la vida que siga su juego melodramático. Y en el fútbol, nosotros, los latinos, tenemos el sentimiento, algo  indescriptible y que nunca tenemos que perderlo.

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Pero vayamos al inicio, cuando el equipo haría su “monumental” ingreso. Como es sabido, desde hace años no hay más hinchadas visitantes debido a múltiples incidentes entre barras como muertes. Aun así ¡no cabía espacio para ni un alfiler ni un alma más! Desde un lateral un telón y desde la popular otro, una camiseta inmensa, la que llevara el equipo en el 2018, año en que ganara de la mano del “Muñeco” Gallardo la final histórica de la Libertadores a Boca en Madrid. Los bombos, las bengalas rojas y blancas como los globos y las banderas, como la albiceleste y los trapos, al son del “River, mi buen amigo”. Los jugadores miraban anonadados. Era un apoteósico recibimiento como es costumbre en cada partido. Y después de un primer tiempo donde tuvo un solo dominador, al equipo local, la gente comenzaba poco a poco a impacientarse. Como mi amigo Manuel Esponja, que no paraba de comerse las uñas. Él me diría: “ojalá que no sea uno de esos superclásicos donde River ataca y ataca y al final faltando pocos minutos, con un contrataque o un córner, Boca hace un gol”. Pero esta vez estaba predestinado que la historia fuera distinta. En el segundo tiempo, el equipo “millonario” seguiría yendo al frente, con un remate al palo y con buenas atajadas de “Chiquito” Romero. Se vislumbraba un 0-0 injusto. Pero en el tiempo adicional, una falta imprudente del lateral izquierdo de Boca, Sández, cambiaría el destino final del partido al dar un penal para River. Que con gran determinación y frialdad el colombiano Borja convertiría en ¡¡¡Gol!!! Desatando el grito sagrado y la euforia máxima entre todos los aficionados, como la de mi compañero Manuel Esponja, que entre conocidos y desconocidos se abrazaban, empapándose de lágrimas. Por primera vez River le ganaba en el último minuto al cuadro “Xeneize”, y eso desataría una celebración única. Pero en eso se armaría un barullo entre los jugadores por un festejo desmedido de Palavecino, que hizo que el partido sobrepasara el centenar de minutos y que a su vez produjera 3 expulsados para cada equipo, como viejos superclásicos. El resultado no cambiaría de resultado y se daría un triunfo histórico para los hinchas de River, que celebraban efervescentemente con Enzo Pérez y los demás jugadores, acompañado del «Tomala vos, damela a mí, el que no salta, murió en Madrid», entre otros cantos.

Posteriormente nos iríamos a festejar al Hall, donde se reúnen los hinchas para continuar con la celebración de un partido importante. Y allí estaría mi entrañable amigo y compañero de viajes, fanático como pocos de River, Bruno Raitzin, junto con los muchachos de Plaza Italia, con los que cantaríamos y saltaríamos hasta quedarnos afónicos. Para luego, como tenía que ser, la fiesta llevarla a otra parte. A un “boliche”, dando el mejor cierre posible a la estadía de Manuel Esponja en el país de la pasión, como haciéndome vivir mi momento más emotivo en el fútbol, y con la cual esta casita de cartón cierra esta memorable columna que indudablemente llevará de recuerdo hasta que tenga que dar su último suspiro y sea enterrado en un cajón, pintado rojo y blanco, como su corazón.

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Lo único que tenían en común Ricardo Gareca y Christian Cueva era el fútbol y mucho aire de improbabilidad. El deporte, en general, no es suficiente para unir a dos desconocidos. Pero Gareca, en una estrategia de marketing impecable, levantó la bandera de la habilidad innata del jugador peruano y eso tiene en Cueva a un exponente idóneo: quimboso, rebelde y atrevido. Para jugar, y para vivir.

A estas alturas ya todos sabemos lo que ha pasado entre el vínculo de Gareca y Cueva. ¿No? Esperen. Gareca apareció en el mundo del fútbol a finales de la década de los setenta en las inferiores de Boca Juniors. Era alto, flaco y potente. Dribleaba a pesar de sus piernas largas, encaraba siempre hacia el arco y pateaba de cerca y de lejos. No era un delantero centro inmóvil, era más un Ronaldo.

Ronaldo el gordo. O un Batitusta. Tenía juego, participaba con los volantes, bajaba a la marca, corría la banda. Una especie de Lapadula, pero más alto. Y quizás mucho mejor. Gareca fue durante un par de años, después del fracaso argentino en el Mundial 82, el delantero titular de la selección. De hecho un gol suyo sirvió para meter a Argentina al Mundial 86.

Pero Gareca no fue una estrella rutilante del fútbol de su país. Quedó algunos peldaños por detrás de otros delanteros de su generación, como Valdano, Burruchaga y Pasculli. Ellos fueron los campeones del 86, y Gareca no. Una de las diferencias fue que mientras Valdano era una estrella en España, Burruchaga triunfaba en Francia y Pasculli en Italia, Gareca nunca salió de Sudamérica. 

El técnico de Perú fue goleador de Boca y de Velez. Le fue pésimo en River.  También tuvo una carrera exitosa pero no tan larga en Colombia. Pero nunca dio el salto a Europa. Él dice y los periodistas recuerdan que tuvo ofertas de todos lados. Pero no emigró. Jamás pisó un torneo fuera del continente. Nunca un delantero argentino llegó a un Mundial sin haber salido antes del fútbol local. 

Quizás sea por eso que Gareca ha resaltado siempre la importancia de los jugadores peruanos que emigraron durante su proceso en la selección peruana. O que cambiaron a un mejor equipo. Aún cuando se haya tratado de ligas  poco competitivas como Estados Unidos. Hoy casi todos los convocados juegan fuera del torneo local. Todos menos Ramos, y esa ha sido una gran constante.

Y ahora despierta una nueva intervención de Gareca en la carrera de un jugador de la selección. Boca Juniors ha preguntado por el interés de Cueva en ser el nuevo diez del equipo Xeneixe. Un honor que significa más en la historia que en el papel actual: este Boca pelea en media tabla, pierde regularmente y no juega a nada. El técnico es interino. No le hacen ni sombra a River, normalmente. 

Pero ponerse la camiseta histórica de Riquelme y Maradona no puede ser menospreciado. ¿O sí? El presente de Boca Juniors es horrible. Y lo demuestran dos jugadores peruanos. Zambrano llegó hace meses y no pudo volverse titular. No juega casi nunca, la prensa argentina lo detesta y los hinchas lo insultan después de cada partido. Hasta cae en indisciplina. 

El otro es Advíncula. Aunque suele ser titular, le llueven las críticas. Si pierde una jugada, si no va a la marca, si no sabe centrar. Para la prensa, son dos jugadores nefastos. Y es que así es el mundo Boca. Te destruye o te convierte en un ídolo. Y todo depende del éxito colectivo: los trofeos. Mientras no hayan copas, todo lo que pase por ahí es menospreciado rotundamente. 

Entonces Cueva a Boca. Gareca está de acuerdo. ¿Pero cuál es el costo? Un jugador que ha encontrado regularidad en Arabia y buena forma física, aterrizaría en un equipo sin copas a ser la gran esperanza, con toda la mochila puesta desde el primer día. Y el coqueteo de una ciudad como Buenos Aires en lo disciplinario, y de un equipo con amigos en un contexto conocido y cercano a Lima. 

Cueva a Boca puede ser el peor error de Gareca o el más grande acierto. Para el propio entrenador fue todo un error por precisamente lo contrario, irse de Boca. Salir de la regularidad que tenía como Xeinexe para mudarse a River Plate en 1985 y luego a Colombia, donde perdió todo el protagonismo que tenía para Bilardo en la selección y quedó fuera del Mundial. 

Un jugador con tendencia a la indisciplina como Cueva, con poca capacidad de adaptación en todos los clubes donde ha ido, pero que tiene la gran responsabilidad de estar en el mejor nivel en las cuatro fechas de selección que quedan, no debe arriesgar un solo minuto de continuidad y tranquilidad. Ya ha encontrado un buen momento, con grandes actuaciones.

Y resulta una irresponsabilidad de Gareca llegar a Argentina, dar dos entrevistas en medios y promocionar la llegada de su mejor jugador a un entorno inestable. Solo podría explicarse si él desea dirigir Boca Juniors luego de su paso por Perú y quiere asegurarse a su estrella en ese equipo. Pero para eso falta un montón. Hoy la prioridad es Perú, para ambos. Y Boca es la elección imposible. 

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Boca Juniors, Cristhian Cueva, Ricardo Gareca, Selección peruana de fútbol
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