Renzo Pariasca

Para el Perú, las Malvinas siempre Argentinas.

“¿Cómo seguir viendo fútbol cuando los ojos se nublan de tanto mirar hacia el cielo? River jugaría en estas latitudes y para este columnista le fue imposible no traer los recuerdos al presente. Y más aún con el luto que trae todo esto. Una crónica sobre goles que se celebran con lágrimas y recuerdos que nunca se fueron”.

[Casita de Cartón] Esta Casita de Cartón abre sus puertas con uno de sus mayores sueños cumplidos, y ese fue volver a ver a River en el país en que nació. Pero a su vez, le era inevitable no sentir un sentimiento que abrazaba la nostalgia profunda, y esa fue por la ausencia de la última persona a quien fue dedicado su columna, mi hermano y amigo, que desde el cielo seguramente alentó ese día con la euforia y emoción que le caracterizaba, Bruno Raitzin.

Y es que el Monumental de Ate fue el escenario de este nuevo comienzo de la Libertadores para el cuadro millonario. Y ojalá que también sea la última, ya que sería en una hipotética final. Dado que Lima será la sede de la final de la Libertadores. Curiosamente, años atrás, después de la final más épica de este torneo entre River Plate y Boca Juniors en el Santiago Bernabéu (donde River terminaría alzando la copa), Lima sería la primera sede de una final única, en el 2019. Como siempre, torpe y sosamente, la Conmebol copiaría a la UEFA ese modelo (un sinsentido dado que, en Europa, a diferencia de Sudamérica, llegas en tren a otro país, en cambio acá cordilleras y densas y a la vez hermosas selvas nos separan). Aquella vez no pude estar, había pedido mi vuelo sin saber que la final sería acá tiempo atrás (en primera instancia iba a ser Chile, pero las revueltas sociales imposibilitaron que fuera y de emergencia lo trasladaron). Pero para darle más ironía a esto, una semana después de aquel partido, la fecha de mi viaje se daría. Historia aparte, hay algo que me dijo mi amigo y que me dejó brotando: ‘En tu propio país fue la final, hermano. Y por esas cosas caprichosas de la vida no pudiste estar”. Tal vez, el rótulo de esta columna debería llamarse así:” Y por esas cosas caprichosas de la vida”. Y sí, fue de las cosas que más me dolieron, pero aun así estuvieron mi hermano menor y mi papá. Me costó sacarle las entradas, noches enteras trataba de que funcionaran las tarjetas que me prestaban, hasta que por suerte uno de una prima, terminó siendo aceptada. Y ahora el problema era la ubicación. Quería que fuera al lado de la popular que le daban a River. Pero no se pudo, las veces anteriores se hubiera podido, pero se acabaron. Como fuese, fueron ellos y disfrutaron, más allá del resultado, de ver por primera vez a River en suelo peruano. 

Bruno también se hizo presente en aquel partido (no podía faltar, estuvo y vivió en carne propia lo de Madrid) viniendo con los muchachos de Plaza Italia en esos siete días de ida y vuelta interminables, pero a su vez hermosos, por los paisajes que visten y tiñen nuestro continente. Lo cierto es que a veces el destino nos condiciona, imposibilitando que uno pueda decidir por sí mismo qué decisiones tomar. No sé si me hago entender, pero creo quien ha atravesado este derrotero, sí. Y traigo a colación todo esto, dado que, para llegar al funeral, tampoco pude. Y ahora era una extorsión lo que me imposibilitaba. Y cuando pude haberme librado de ese problema, fallecería. Y el vuelo más próximo era con llegada a las 4 p.m. Lo enterrarían a las 2 p.m. 

Me queda como reflexión entender que los tiempos cambian, con los días, todo avanza en el reloj de arena de la vida. Pero los recuerdos, esos que retraen los vientos de aquellos cielos que alguna vez abrazaron tu corazón, quedan. Y pensar que días antes del sorteo por la presente copa, me diría que fijo a River le tocaría un equipo peruano y que nos volveríamos a ver. Estaba en lo cierto, el azar determinó que River pisara estas latitudes, pero no él. Al final la vida se acostumbra a tocar las sonatas de dichas y tristezas, de ironías y cosas sin sentido como sin respuestas.

Ese día estuve con los muchachos de la Filial de Lima de River Plate y con mi hermano menor. Y con algunos incidentes al momento de entrar, como el que no me querían dejar entrar por alcoholemia, cuando estaba lúcido pero emotivo. El partido fue de un primer tiempo para River, donde desplegó un buen fútbol para que en un segundo tiempo se torne más parejo. El resultado final sería 1-0. Un buen comienzo para el ‘millo’. Aunque claro, no negaré que quisiera que universitario clasifique al ser peruano. Fue un día lleno de emociones, dado la una ausencia indescriptible que sentia. Como cuando el estadio vibraba con el gol, y en ciertos momentos del partido, en que dirigía mi mirada al cielo buscando entre esa inmensidad abrazar a mi amigo, como lo hiciéramos incontables veces juntos en River como en distintas canchas del país (Argentina) o del exterior. Con los días entendería que las despedidas de las personas que amamos nos impiden ver a la vida con los mismos ojos. 

Esta Casita de Cartón Cierra sus puertas cantando esta canción: «Al millonario una ilusión, solo le pido… Para los pibes que desde el cielo te alientan conmigo… Vos no los ves, no los tocás, pero están presentes… Esos recuerdos inolvidables quedan en mi mente». Y esperando de nuevo recibir a River, otra vez sin Bruno, como hubiese pasado si la vida no hubiera sido tan veleidosa e injusta. Pero era tan grande ese ser humano que este plano terrenal no era su lugar, sino la eternidad. Se adelantó mi hermano. Pronto lo volveré a ver.

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Boca Juniors, Boca Junios, Copa Libertadores, Filial Lima, Plaza Italia, River Plate, Santiago Bernabéu

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