Coaching

Un día Juan fue al cine y se compró el balde de canchita más grande de todos. Era tan grande que tenía que sostenerlo con ambas manos. Desde que se sentó, y aún sin comenzar la película, comenzó a comérsela a manos llenas, sin remordimientos, sin saborearlas, sólo se las comía. Sin embargo, a medida que avanzaba el tiempo y la película, cada vez tenía menos canchita, como es obvio. Cuando él se dio cuenta, cuando vio que ya estaba a mitad del balde, recién comenzó realmente a disfrutar de la canchita, porque en ese momento tomó conciencia que cada vez tenía menos. Y mientras menos tenía más las saboreaba, porque empezaba a valorar más las que aún le quedaban.

La pregunta sería: ¿Qué les da valor o importancia a las cosas? ¿Qué hace que algo sea más valioso o importante? ¿Por qué algunas cosas cuestan más, debes pagar más por ellas? Usualmente es su cantidad, si hay muchas o pocas. Puede ser su disponibilidad, si es fácil o no conseguirlas. En algunos casos, está determinado por cuánto cuesta hacerlas u obtenerlas. También depende de cuánto, las personas, estén dispuestas a pagar por ellas. Pero básicamente, si es fácil, hay muchas y cualquiera las puede tener, es barato. Si son difíciles de conseguir, no hay muchas y hacerlas es caro, lo más probable es que sean más caras. Entonces ¿Cuánto cuesta o cuánto vale tu tiempo?

Para responder a esta pregunta, usemos el ejemplo de la canchita, porque en nuestra vida sucede algo similar: cuando nacemos, tenemos el balde de canchita -nuestra vida- lleno. Pero a diferencia de un balde de canchita, en donde podemos, si queremos, ver cuanto hemos comido/disfrutado y cuanto aún nos queda; en la vida no tenemos claro cuándo se acabará o cuando se nos terminará. Solo sabemos que ese momento llegará. Esto hace que muchas veces, cuando somos más jóvenes, no valoremos el tiempo que tenemos, porque creemos que tenemos -mucha canchita- mucha vida por disfrutar… mucha vida por vivir. Esto es un peligroso y grave error. Ni tu ni yo podemos estar seguros de cuánto queda­, sólo podemos estar seguros de cuánto hemos vivido.

También es importante tener en claro que, a diferencia de los juegos en donde puedes ganar, perder o empatar, en este juego que se llama vida, sólo existe, sólo hay un resultado posible, nos guste o no, estemos de acuerdo o no, que en algún momento se va a acabar, como la canchita. Por lo tanto, lo único que nos queda, lo único que podemos hacer es disfrutar de cada canchita, como que es LA canchita. O sea, disfrutarla plenamente, sacarle el máximo provecho, exprimir cada instante, vivir intensa y apasionadamente cada momento que tenemos, independiente de cuanto ya hemos vivido. Porque si de todas maneras va a pasar, si de todas maneras se va a acabar, no me debo enfocar en eso. No tiene sentido. Lo que debo hacer es valorar realmente el tiempo que tengo, valorar este momento. Porque este es el único momento que realmente tenemos.

En un artículo anterior que escribí en esta columna, Vivir aquí,  ahora… el presente comentaba sobre la importancia de disfrutar este momento, que realmente es el único que tenemos. Te invito a que lo leas porque estoy seguro también que te servirá.

Alguna vez escuché que lo mejor que podemos hacer, durante toda nuestra vida, es que debemos vivir cada día, como si fuera el último del que disponemos, porque uno de estos días, tarde o temprano, tendremos la razón. Lo único que podemos dar por sentado es que, sí o sí sucederá. Entonces que te parece disfrutar y abrazar el ahora, gozar cada instante, sin pensar en cuánto tiempo queda o cuánto ya vivimos.

Te invito a vivir intensa y apasionadamente cada momento, los que te gusten e incluso los que no te gusten, porque de esos también puedes sacar provecho y porque cada momento vivido, es la prueba y evidencia que estás vivo, que aún existen y tienes oportunidades y posibilidades de lograr, lo que quieras en tú vida.

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Coaching, Creciendo entre amigos

Alicia camina por el bosque y se encuentra con una encrucijada de caminos.  Entonces dice: “Veamos, aquí hay muchos caminos ¿Cuál debo tomar? ¿Por dónde debo ir?”. Entonces aparece de sorpresa un gato de colores muy risueño, cantando, y le pregunta: “¿Buscas algo?”. Y ella responde: “Quiero saber qué camino debo tomar?”. Luego el gato le repregunta: “¿A dónde te diriges?… Depende a dónde quieras ir tú”. Alicia le contesta: “Eso no importa si tú…”. Es cuando el gato la interrumpe y le dice: “Entonces realmente no importa el camino que tomes. Si no sabes a donde te diriges, ten por seguro que nunca llegarás”.

Quizás, muchas veces en nuestra vida, nos vemos haciendo de todo: Nos esforzamos al máximo, lo damos todo, sin embargo, sentimos, que no avanzamos. Es bastante probable que eso se deba a que si no sabes o no tienes realmente definido a dónde quieres ir, ten por seguro que podrás ser el más fuerte, el más rápido, el más ágil, el más inteligente, el más…, el más… Pero si no tienes claro a dónde vas, qué quieres lograr, qué quieres construir, la meta o el sueño que quieres lograr, no vas a llegar, no vas a poder, no lo vas a alcanzar. Porque todas tus habilidades, destrezas y capacidades sólo sirven si están encaminadas y dirigidas hacia algo en específico.

Por otro lado, hay personas que creen que la motivación, o que el empoderamiento, incluso que el valor o sacar la fuerza interna es lo que te hace alcanzar tus logros. Todo eso es quizás uno de los componentes más importantes del éxito. Sin embargo, si no sabes cuales son esos logros/metas, lamentablemente, sucederá todo lo que antes te comenté: sólo si sabes a dónde vas… todo eso te podrá servir y entonces llegarás.

Imagínate super empoderado, super entusiasmado, con toda tu fuerza interna disponible, pero no hay un puerto al que llegar. No hay una meta qué alcanzar. La motivación, el empoderamiento, la fuerza interna, finalmente es energía, y para que sirva, debes alinearla o encaminarla hacia algún sitio.

También debemos considerar que en ambos casos ocurre lo siguiente: si el tiempo pasa, pero no experimentamos alguna mejora, sentimos que me estoy acercando a algún sitio o que realmente estoy progresando, mi experiencia va a ser que nada de lo que hago sirva, que yo no sirvo o que hay algo que está mal en mí y por eso no mejoro. La verdad o la clave en todo esto es que quizás, nadie te dijo que debes tener esas metas y que no puedes acercarte a ningún sitio si no sabes dónde está o dónde se ubica ese sitio.

Si estudias a las personas que tienen éxito en la vida descubres que un común denominador es que todos y cada uno se plantearon metas, desarrollaron un plan, tomaron acción y alcanzaron las metas propuestas.

Si bien es cierto, las metas son muy importantes, no puedes dejar de lado o no darle la importancia que tiene el camino. Porque para alcanzar las metas que te propusiste habrás requerido tomar acciones, que aprendas cosas nuevas, incluso que cambies, quizás, algunos hábitos. Es decir, no sólo es importante la meta, sino la persona en la que requeriste convertirte para alcanzarlas.

Las metas son importantes porque te proporcionan un sentido de dirección, te permiten enfocar tus esfuerzos, guían tus planes y decisiones y te permiten evaluar tu progreso. Para que una meta realmente pueda servirte debe tener ciertas características. Las metas deben ser:

Medibles: Debes determinar cuándo la alcanzas. Deben ser cuantificables.

Específica: Debe ser concreta y no etérea. No es un carro, no es subir o bajar de peso. Es determinar con exactitud qué carro, cuántos kilos, qué o cuál será la meta.

Tiempo para cumplirlas: Cuánto para cuando, no es lo mismo lo que se requiere para cumplir una meta en un mes que en un año. Por lo tanto, debes determinar también con claridad y exactitud el tiempo para cumplirla.

Alcanzable o realizable: Muchas veces esta característica es pasada por alto y terminamos planteándonos metas inalcanzables o que requieren un tiempo mayor del que establecimos y esto termina por sabotearnos.

Significativa: Porque es importante para ti, cual es la trascendencia. Para qué la quieres lograr; qué significa; cuál es la experiencia o cómo te vas a sentir cuando la logres.

En otro artículo más adelante profundizaremos más sobre como establecer tus metas apropiadamente para que realmente te sirvan.

Define claramente tus metas y recuerda: “No importa de dónde vienes o tus circunstancias pasadas, no importa lo que fuiste. Lo realmente importante es la persona en la que momento a momento estés dispuesto a convertirte y el lugar al que te comprometas a llegar”.

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Coaching, Creciendo entre amigos

Hace un tiempo escuché a un niño decir: “Yo sé que cuando sea grande voy a ser feliz”. Su mamá le contestó: “Sí, cuando seas grande vas a ser muy feliz”. 

Mientras escuchaba el diálogo entre el niño y su mamá, pensé: “Qué tal seguridad de afirmar, que algo en su futuro -no sé exactamente qué- le iba a traer esa felicidad que anhela.” Incluso que su mamá se lo reafirmara.  Al mismo tiempo, me puse a pensar, si es que ese niño estaba esperando ser “grande” para ser feliz. Y me vino a la mente lo que les pasa a muchas personas, que se la pasan pensando en lo que va a suceder, lo cual les produce ansiedad y se olvidan de vivir el presente.

Frases como: “Cuando termine el colegio, voy a estar tranquilo”; “cuando termine la universidad, voy a sentirme realizado”; “cuando me case, voy a tener estabilidad”; “cuando tenga mi casa, voy a sentirme seguro”, “cuando tenga mi primer hijo o hija, voy a sentirme pleno”, etc.

Lo primero que debemos tomar en cuenta es que, en realidad, no podemos estar 100% seguros que todos esos eventos que nos estamos imaginando, sucederán, y menos, que si suceden van a “darme, generarme o proveerme”, de esa experiencia que yo creo, obtendré. Puedo decretarlo, declararlo, poner mi compromiso en ello. Hacer todo lo necesario para que suceda, pero no hay garantías ni de que sucedan, ni de que me sienta de tal o cual manera. Y mientras que espero que suceda, para que traiga la felicidad, estabilidad, seguridad o eso que quiero tener o ser, me estoy perdiendo vivir en el único momento del que realmente dispongo y puedo hacerlo: aquí y ahora.

También vivimos en el otro extremo. No es en el futuro, de todo lo que podría ser, donde nuestra mente o nosotros estamos, sino en el pasado.  Vivimos de lo que fue, de lo que sucedió, de lo que hicimos, fuimos o tuvimos. Jóvenes en las universidades frustrados porque eran excelentes en el colegio y en la universidad no atan una. Empresarios que lo tuvieron todo y hoy no pueden salir adelante porque siguen atados a un pasado exitoso donde tuvieron todo, y esperan en el presente que, como por arte de magia, “suceda” lo mismo; sin darse cuenta que están siendo y haciendo lo mismo que funcionó en el pasado y no viviendo el presente, enfrentando la situación actual y encontrando nuevas soluciones a los nuevos problemas y retos que enfrenta. Puedo recurrir a mi pasado como un espacio de aprendizaje, pero no funciona cuando voy a él para evadir o enfrentar lo que hoy existe, tengo o soy.

Kierkegaard decía: “El ser humano crea su propia infelicidad e insatisfacción porque permanece atrapado entre los recuerdos de los placeres y éxitos pasados o sigue esperando los nuevos por venir”.  Aquí y ahora es el único tiempo en el que puedes accionar y crear. El pasado no lo puedes cambiar y el futuro es incierto y no hay garantías. Frases como: “Merezco ser feliz porque yo he sido o hecho…” me mantienen en la inacción porque estoy esperando que, como hice o fui de ciertas maneras, entonces debo recibir “un premio”. Así es como crecemos, acción y reacción, recompensas y castigos.  Cuando en realidad lo único que sí puedo es: viviendo en el presente, crear, construir y “ganármelo”, momento a momento… aquí y ahora.

¿Quieres saber cómo es o cómo vivir en el presente?  Mira a los niños pequeños.  Cualquier cosa que les sucede se trata del “ahora”. Si algo les divierte se ríen lo que quieran reírse. Si se golpean, lloran lo que necesitan llorar. Ni un segundo más ni uno menos. No se ponen a pensar si fue justo o injusto, si esta es la última vez que le pasa. Si la mesa o la silla no deberían haber estado allí, ni quién fue el culpable. Nada de eso es trascendente para un niño. Y ¿por qué? Porque viven en el “presente”, no les importa lo que ya sucedió, tener la razón de las injusticias, o pensar en el futuro que no saben si existirá. Se gozan lo que tienen, disfrutan al máximo estar vivos, y viven plenamente el “aquí” y el “ahora”, que es el regalo más grande que tenemos, no por casualidad se llama presente.

Te has preguntado cómo sería tú vida si vivieses como los niños, aquí y ahora, momento a momento, sin estar atado a tu pasado, corriéndote el riesgo de soltarlo, sin querer tener la razón, viviendo al 100% el presente, disfrutando lo que eres y tienes sin esperar a que algo en el futuro suceda?  Te invito a que lo pienses, y como alguna vez escuche: “carpe diem…” (aprovecha el día…)

Éxitos.

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Coaching, presente

Debido a que el entorno está cambiando constantemente, los problemas de salud mental se han agudizado. Para tener una mejor gestión de estas emociones, se recomienda trabajar en la tolerancia, aceptar lo que no se puede controlar y practicar un estilo de vida saludable

 

De acuerdo a un informe de la consultora Ipsos, elaborado para el Foro Económico Mundial (WEF) en 30 países, el Perú es uno de los países donde la pandemia afectó más a la salud mental, con 50% de los encuestados asegurando que su salud mental empeoró con el COVID-19. A nivel regional, es superado solamente por Chile, donde el 56% está en esta situación.

La psiquiatra Anisha Patel-Dunn explica, en un artículo para el portal Insider, que esto ocurre porque la incertidumbre que ha traído la pandemia interrumpe nuestra capacidad de planificar el futuro y hace que el cerebro no pueda tomar decisiones de planificación hacia el futuro. Sin ese proceso de por medio, empieza a surgir la ansiedad.

«A nuestra mente le gusta planificar el futuro utilizando nuestro conocimiento de nuestras experiencias pasadas para anticipar lo que nos depara el futuro», dice

¿La incertidumbre puede ser positiva? El especialista en bienestar corporativo y autor del libro “Incertidumbre Positiva”, Andrés Pascual, sostiene que no necesariamente se le puede considerar buena, pero como involucra muchos cambios, representa una fuente de oportunidades donde el coeficiente de adaptación será lo principal.

«El coeficiente intelectual lo necesitamos para conseguir un puesto de trabajo, pero para salir adelante necesitamos potenciar nuestro coeficiente de adaptación, fluir con el cambio de forma natural», indicó recientemente a Infosalus de Europa Press.

Fórmulas para manejar lo incontrolable

Entre las estrategias más utilizadas para gestionar la incertidumbre, un artículo de Forbes resalta la posibilidad de hacer una división entre lo que se conoce y lo que no se sabe. El recopilar todos los hechos que se tienen y elaborar una lista de cosas desconocidas, como la variación de la moneda, hace que lo desconocido tenga menos poder. Una segunda alternativa es aceptar lo que no se puede controlar.

Explican que, normalmente, las personas exitosas se caracterizan por analizan los hechos por lo que son, porque lo único que controlan es el proceso por el que toman sus decisiones. “No tenga miedo de dar un paso al frente y decir: Esto es lo que no sabemos, pero avanzaremos basándonos en lo que sí sabemos. Podemos cometer errores, pero eso es mucho mejor que quedarnos quietos», aconsejan.

También recomiendan olvidarse de los objetivos que persiguen el perfeccionismo, tener algún plan de contingencia, confiar en el instinto y, por último, respirar profundamente si llega a sentirse abrumado. Según los especialistas de Mayo Clinic, tener pensamientos positivos redunda en una reducción del estrés y mejores condiciones de salud.

“Cuando su estado mental es generalmente optimista, es más capaz de manejar el estrés diario de una manera más constructiva. Esa capacidad puede contribuir a los beneficios para la salud ampliamente observados del pensamiento positivo”, indican.

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Coaching, Incertidumbre, Positivo

Estaba en un almuerzo campestre familiar hace algunos años. Era el momento esperado, la hora de la carrera de encostalados había llegado y todos los niños que iban a participar estaban felices y más que entusiasmados por participar y divertirse. “Pepito, ve a ganar la carrera para que todos en la familia estemos felices y orgullosos de ti…”. Esta frase, que aparentemente es bastante inocente y de lo más normal, se la escuche decir a uno de los padres a su hijo de 6 a 7 años.

Probablemente en este momento puedas estar pensando: “Pero es normal, no le veo nada de malo”. Incluso tú también podrías haber dicho o escuchado frases similares. Frases que no parecen tener mayor relevancia, trascendencia o importancia.  Nada más lejos de la verdad.

Zig Ziglar, uno de los más prominentes oradores sobre liderazgo, desarrollo y crecimiento personal decía: “Las palabras crean imágenes en nuestra mente”. Te lo explico así: Imagínate que te digo “bebe”, cuando tú escuchas esta palabra, no te imaginas la palabra, es decir no te imaginas una “B” una “E” otra “B” y otra “E”. Lo que te imaginas es la “foto” de la palabra, es decir te imaginas la palabra, te imaginas un bebe. Visto de otra manera, cuando escuchamos, estamos recibiendo información que la procesamos y convertimos en imágenes. Entonces, te pido por solo un instante, imaginarte las cosas que ese niño puede pensar o creer al escuchar a su padre decir: “Pepito, ve a ganar la carrera para que todos en la familia estemos felices y orgullosos de ti…”.

¿Qué se puede imaginar cuando le dicen que si gana su familia estará feliz? ¿Qué se puede imaginar cuando le dicen que si gana su familia estará orgullosa? Y aunque no se lo dicen literalmente, ¿qué puede imaginarse que pasará con su familia o que puede pensar de él o ella si pierde?  ¿Cómo se sentirá si es que no llega a ganar? Y aquí viene lo que podría ser una de las peores consecuencias de lo que el niño o niña pueden aprender o interpretar de lo que le dijeron. ¿Qué será capaz de hacer para ganar? ¿Qué estará dispuesto o dispuesta a hacer con tal de lograr su objetivo? Por otro lado ¿Qué carga emocional soporta ese niño cuando cree que la felicidad de toda su familia depende de él o ella?

Es muy probable que crezca con la idea de que su felicidad y la de los que ama o le importan está basada en ganar siempre, a toda costa, a cualquier precio y a como dé lugar, sin importar las consecuencias o los “daños colaterales” que pueda generar.  Y si todo esto puede suceder con tan solo una frase “inocente”, piensa por unos instantes a cuantas más frases similares puede estar este niño expuesto a lo largo de su vida.  Y te aseguro, que ninguna tenía esa intención.

De la misma manera, es importante que te des cuenta de que hoy por hoy, tú de adulto, experimentas un proceso similar con las frases que cotidiana y constantemente escuchas, pero sobre todo con las que te dices a ti mismo.  “Yo soy una persona impuntual”, “Yo soy una persona explosiva”, “Yo soy…”, “Yo soy…”, “Yo soy…”. ¿Cuántas de este tipo de frases, con connotación negativa, te dices al día?, ¿Cuántas veces tú mismo estas creando una imagen de ti que no te sirve o no te funciona? Lo que más debes tener presente es que quizás muchas de estas frases, las aprendiste mientras ibas creciendo y no necesariamente tiene o debe ser así.

Lo más importante, a tomar en cuenta, es tu lenguaje. No es lo mismo decir que “tú eres – yo soy”, que decir “me comporto” o “actúo” de tal o cual manera.  La sutil pero gran diferencia es que, si “lo eres”, no hay posibilidad de cambio, porque “lo eres” – pasado – presente – futuro – no hay posibilidades. Pero si es solo un comportamiento, este lo puedes modificar y conscientemente decidir actuar de la manera que se requiera, para obtener el resultado que realmente funcione para ti.

¿Qué tipo de frases puedes decirte cuando no obtienes los resultados que deseas, de tal manera que estas creen una imagen de ti que se alinee con tus expectativas?  ¿Qué o cuales son las frases que te puedes decir constantemente que te apoyen a construir la imagen de la persona que decides ser?  Piensa por un instante lo que te puedes decir a ti mismo para crear una imagen de ti que funcione… para ti.

Recuerda: “No permitas que la opinión de otros sobre ti, sean quienes ellos sean, sea más importante que la tuya. Sobre todo, si esta opinión está en contra de lograr tus resultados, metas y sueños”.

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Coaching, El poder de la palabra

En los últimos años múltiples técnicas que buscan la mejoría personal y potenciar alguna capacidad o habilidad se han popularizado. Las más conocidas son el coaching y el mentoring, que fácilmente podrían confundirse pero se trata de distintas disciplinas.

 

El psicólogo Oscar Castillero explica que el coaching es un tipo de proceso de acompañamiento que busca ayudar a que la persona sea capaz de desarrollar su potencialidad o capacidad. Esta disciplina establece y dirige a la consecución de metas concretas. El proceso suele orientarse a lograr un resultado determinado en un período de tiempo relativamente corto y con los recursos que el sujeto ya tiene de base. El papel de coach es el de acompañar el proceso, en el cual puede proporcionar o sugerir instrumentos o métodos a través de los cuales el cliente pueda desarrollarse por sí mismo.

 

Sobre el mentoring, el experto indica que se trata también de un proceso de acompañamiento, pero este emplea la figura del mentor, un experto en el área a trabajar el cual guía a la persona a través de su experiencia con el fin de proporcionarle conocimientos e incrementar sus habilidades. El mentor actúa como guía y consejero, proporcionando una perspectiva más experimentada y ayudando a que su mentorado construya nuevos conocimientos y habilidades gracias a ella.

 

Diferencias entre Coaching y Mentoring

 

Dos de las diferencias claves entre estos acompañamientos son:

Autoaprendizaje vs Enseñanza: Si bien ambos buscan incrementar las posibilidades de la persona y hacer que pueda desarrollarse, cada uno de ellos lo hace de una manera diferente. El coaching hace hincapié en las capacidades y conocimientos ya presentes en la persona, de tal modo que el origen de lo aprendido está en su interior y los resultados obtenidos se derivan de sus procesos de pensamiento. En el mentoring la potencia de las capacidades de la persona requiere que estas sean transmitidas

 

Nivel de especificidad en los objetivos: Un mentor es un guía que suele tener un enfoque general y contribuye al desarrollo profesional y personal dentro del área en que se mueve. Su objetivo suele ser el desarrollo total del mentorado. Por otro lado, el coach tiende a focalizarse en un aspecto concreto sobre el que se realiza el acompañamiento, siendo por lo general más específico y centrado en tareas concretas. Un coach puede tratar de favorecer la capacidad de toma de decisiones, mientras que el mentor da ejemplo de cómo comportarse o afrontar diversas situaciones.

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Coaching, Emprendedores, Mentoring

Según el último estudio de Benchmarking de Recursos Humanos- COVID-19 de PricewaterhouseCoopers, el 98% de empresas peruanas adoptó el trabajo remoto, y un 89% planea continuar con esta modalidad de trabajo incluso cuando las restricciones de movilidad ya fueron levantadas.

 

Esta modalidad de trabajo, en la que ya venimos desarrollando nuestras labores durante más de un año puede llegar a ser bastante cansada y abrumadora, sobre todo para quienes tienen responsabilidades extras en casa como los padres y madres.

 

Expertos de Trello, plataforma especializada en organización y gestión de proyectos, tanto profesionales como personales, brindan algunos consejos para que quienes tienen hijos en casa, puedan balancear ambos aspectos de su vida.

 

Haz una rutina matutina

Procura levantarte a la misma hora todos los días, incluido el fin de semana. Esta constancia le enseña a tu cerebro a actuar de forma instintiva. Alístate como si fueses realmente a la oficina. Esas pequeñas acciones rutinarias te indican a ti y a los demás en la casa, como tus hijos, que te estás preparando para una actividad distinta al momento de juego o el fin de semana. Escribe tu rutina y apégate a ella.

 

Establece un flujo de trabajo 

Si es posible, ten un espacio exclusivo para trabajar. No te arriesgues a que tu oficina se convierta en un foco de distracción, por lo que es importante que sea un espacio distinto al de estudio o juego de tus hijos. Puedes crear un método para organizar la casa, el trabajo y los hijos. Utiliza la técnica Pomodoro para agrupar pendientes y terminarlos a tiempo. Por ejemplo, en lugar de revisar los correos apenas los recibas, separa 20 minutos en tu horario para revisarlos todos de una sola vez. Debes ser riguroso con el tiempo que le dedicas al trabajo y evitar los bloqueos productivos.

 

Comunícate con tu equipo

Para poder ser productivo trabajando desde casa tienes que comunicarte mucho. Es mejor que tu equipo esté enterado de alguna situación en casa que te está impidiendo trabajar al ritmo de siempre, que pretender que todo está bien. Apóyate en herramientas como Slack para indicar tu disponibilidad, y tus compañeros puedan saber cuándo pueden agendar una reunión obligatoria. Igualmente esto ayudará a indicar cuando estás centrado en algún proyecto en específico. Comunícate con tus pares y superiores para que conozcan tu contexto actual y la dinámica de trabajo se haga cada vez más sencilla.

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Coaching, Emprendimiento, Padres, Teletrabajo
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