Esta nueva visión es interesante y pertinente, sin embargo, no puede estar aislada de la ansiada reforma política, ya que un cambio tan trascendental debe estar acompañado de otras reformas como la recomposición del congreso (diputados) a mitad del periodo presidencial, el regreso de la bicameralidad, la eliminación del voto de confianza a los nuevos gabinetes, eliminar la posibilidad de disolver el congreso por censuras a gabinetes, pero incluyendo un articulo similar al ecuatoriano que permite la “muerte cruzada” y el incremento a 4/5 del numero legal de miembros para vacar a un presidente.
Estas reformas y otras más como el tener distritos electorales uninominales, deben permitir esta figura de la cohabitación, que podría darse a mitad del periodo presidencial si cambia la composición del congreso.
La posibilidad de tener un nuevo pacto social disminuiría radicalmente esa demanda constante de vacancias, disoluciones y “que se vayan todos”, ya que la ciudadanía sabría que, en un periodo relativamente corto, podrían elegir, a través del voto y no de la violencia, un nuevo rumbo político donde se cambia al premier (jefe de gobierno) pero se mantiene al presidente (jefe de estado).
Vizcarra encargó a Tuesta una reforma política que nos ha complicado más que otra cosa, pero una alternativa ante un congreso tan desprestigiado como el nuestro, sería que la presidenta Boluarte convoque a un nuevo grupo de expertos, liderado por algún constitucionalista de prestigio y de consenso, para que lidere una nueva propuesta de reforma política que quizá, quien sabe, se oriente de una vez, al semi-presidencialismo.