Liz Melendez

Las mujeres trabajamos más que los hombres: la urgencia de un sistema nacional de cuidados

Según una reciente encuesta sobre el trabajo doméstico no remunerado realizada por Flora Tristán y el IEP (2021)  señala que el 82% de la población percibe que las principales responsables de las labores domésticas y de cuidado somos las mujeres; evidenciando que una de las dimensiones en las que más tenemos que avanzar es en  la ruptura de los roles tradicionales de género y una redistribución de los mismos, pero a la vez en la generación de un Sistema Nacional de cuidados, que facilite  la eliminación de las barreras que limitan el pleno desarrollo de las mujeres en los diferentes ámbitos de sus vidas, pero a la vez que ponga en valor el trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, reconociéndolo como un aporte fundamental a la economía del país.

Para avanzar en materia de igualdad se tiene que dejar de naturalizar e invisibilizar el trabajo de las mujeres en los espacios domésticos o al cuidado de personas dependientes, reconociendo que sin estas labores la sostenibilidad de la vida no sería posible. Además, estas actividades vitales deben ser compartidas; promoviendo la corresponsabilidad y políticas públicas para superar las brechas que generan una división sexual del trabajo legitimada por un pacto social patriarcal que no se ha logrado erradicar.

Si hay una dimensión en la vida de las mujeres que desnuda la desigualdad es esta y la pandemia llegó para profundizar las brechas ya existentes y determinó – por ejemplo- que la dedicación de las mujeres a los trabajos de cuidado se incrementara un 69%, dedicando estas el 112% de tiempo más que los hombres entre actividades de cuidado y el trabajo doméstico no remunerado.

Otro dato importante y preocupante a la vez es que, de las personas que dejaron de trabajar, el 15% de mujeres lo hizo no por la pérdida de un empleo sino por tener que dedicarse a las labores de cuidado de los otros en un contexto en donde no existen políticas ni servicios para cubrir esta demanda, que también tiene un rostro de clase.

Concretamente, las mujeres dedican 60 horas semanales en estas labores, mientras que los hombres sólo 25.40 horas; en el contexto de emergencia sanitaria las mujeres incrementaron sus actividades dedicándose a la tutoría de los niños/as cuya educación escolar se trasladó a los hogares. Todo este escenario tuvo un impacto en la salud mental de las mujeres, se incrementaron los niveles de estrés y también la violencia.

Uno de los desafíos del 2022 es que se logre realizar la Encuesta Nacional del Uso del Tiempo, la cual permitirá consolidar las bases para un Sistema Nacional de cuidados, que contribuya a erradicar las barreras que limitan el pleno desarrollo profesional, personal, afectivo y laboral de las mujeres.

 

 

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feminismo, sociedad

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