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Mariana Calvo Pérez, autor en Sudaca - Periodismo libre y en profundidad | Página 6 de 7

Las mujeres no somos una minoría: somos la mitad de la población peruana. ¿Por qué no nos vemos representadas hoy en el gabinete Bellido? Algunas voces del partido de gobierno, así como de sus aliados, que hoy parecen incapaces de cuestionar a Perú Libre, han tratado de minimizar las críticas a este gabinete en términos de paridad, argumentando que este es un gabinete del pueblo, y que a diferencia de lo que pasa siempre, no se ha convocado a personajes de la élite limeña. Con estas justificaciones, no hacen más que insinuar que fuera de las elites y de Lima no hay mujeres preparadas para asumir los cargos ministeriales. Nada más falso.

En este artículo, menciono a 7 mujeres de izquierda o centro (ideología afín al gobierno) que, en mi opinión, están mejor preparadas que algunos de los hombres que hoy forman parte del gabinete Bellido.

  1. Mirtha Vásquez- Cajamarca: Política de izquierda, es abogada con más de 15 años de experiencia. Se desempeñó como presidenta del Congreso, mostrando capacidad de dialogo con las diversas bancadas, así como con el ejecutivo. Si bien tiene detractores, hay bastante consenso en que cumplió su rol con profesionalismo.
  2. Ruth Luque- Cusco: Actual Congresista de la República, Ruth es abogada y cuenta con una maestría en derecho penal y procesal. Se especializa en temas ambientales y de derechos humanos, habiendo trabajado en provincias altas del sur por más de 12 años. ¿Potencial candidata para el ministerio del ambiente?
  3. Magali Silva Velarde- Lima: Quien si fue convocado para formar parte del gabinete Bellido fue más bien el compañero de bancada de Ruth, Roberto Sanchez. Este es psicólogo de profesión, y a pesar de no contar con experiencia alguna en el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo, se le otorgó el liderazgo de dicha cartera. ¿Por qué no considerar más bien a una mujer con experiencia en el tema? Magali Silva, por ejemplo, es licenciada en economía, ocupó diversos cargos gerenciales en el BCRP, fue Viceministra de Mype e Industria del Ministerio de la Producción, y lideró el Ministerio de Comercio Exterior durante la gestión de Humala, entre el 2013 y el 2016.
  4. Rosa Mavila- Ayacucho: Excongresista por Gana Perú, y ex candidata a la vicepresidencia por el partido humanista, Mavila ha sido Jefa de Asuntos Académicos en la Universidad Mayor de San Marcos, Procuradora de Asuntos Judiciales y Terrorismo en el Ministerio del Interior, y Presidenta del Consejo Nacional Penitenciario en el INPE y Secretaria General del Ministerio de Educación. Su CV está bastante más lleno que el de varios de los ministros actuales.
  5. Violeta Bermúdez- Lima: Esta semana, Verónika Mendoza declaró que, hasta ahora, una pequeña argolla limeña se rotaba los cargos ministeriales. ¿Se habrá olvidado de la primera ministra saliente, Violeta Bermúdez? Esta, abogada, feminista, y muy distante de la elite limeña, sale de una reciente gestión en la PCM de un gobierno con alta aprobación. Mal se haría en no tenerla en el radar para posibles gabinetes futuros.
  6. Rocío Silva Santiesteban- Lima: Nuestro actual ministro de cultura, Ciro Gálvez, cuenta con más de 10 investigaciones abiertas en el ministerio público. ¿Un gobierno de izquierda no pudo haber considerado, en su lugar, a una política afín, con amplia trayectoria cultural, más de 15 libros publicados, y varios concursos literarios ganados como Rocío Silva Santiesteban?
  7. Marisol Espinoza- Piura: Abogada y periodista, ha sido vicepresidenta de la república, y Congresista durante 3 periodos. Sin duda, tiene más experiencia trabajando para el Estado que la mitad del gabinete actual.

Las mujeres que menciono seguramente no son las únicas. Quizás a quienes leen este artículo se les ocurran más y mejores nombres. Mi objetivo no es abogar por personas particulares, sino evidenciar que en todo el Perú existen mujeres de ideología afín al gobierno de turno, largamente más preparadas para dirigir un ministerio que muchos de los hombres a los cuales hoy se les ha dado la oportunidad. No es que no haya mujeres de izquierda o centro preparadas para asumir ministerios importantes; es que no se las convocó.

A la izquierda progresista: exijan hoy con la misma fuerza al presidente Castillo lo que en su momento les exigieron a sus adversarios. A la izquierda conservadora: Avísenos cuando la revolución incluya a las mujeres.

*Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor y pueden no coincidir con las de las organizaciones a las cuales pertenece.

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feminismo, Gobierno, Guido bellido

El feminismo es un movimiento que no debe ser visto solo como social, sino también como económico. Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la economía de Latinoamérica podría crecer hasta un 22% si lograra cerrar las brechas de género laborales. Esto sería equivalente a 15 años de crecimiento económico en la región.

Aunque en los últimos años nos hemos concentrado en impulsar el crecimiento económico como medida para reducir la pobreza, no hemos notado un factor clave: el feminismo, entendido en esta columna como un movimiento que busca igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, incluyendo igualdad en condiciones laborales, y que juega un rol clave para el desarrollo de cualquier país.

Si vemos los países de la OECD al 2019 (pre- pandemia), no es coincidencia que los países con mayor participación femenina en la fuerza laboral sean a la vez de aquellos con menor pobreza, e ingresos familiares y PBI más altos en el mundo: Canadá, Alemania, Reino Unido, Australia y Japón lideran el ranking con más de 70% de las mujeres entre 15 y 64 años trabajando. Los países de Latinoamérica como Brasil, Argentina y México contaban solo con entre 50% y 60% de mujeres empleadas. En Afganistán, menos de 20% de mujeres contaba con un empleo. Esto se suma a que, en los países en desarrollo, las mujeres son más propensas a acceder a empleos inadecuados, informales y con sueldos por debajo del promedio.

Imaginemos entonces, una realidad en la cual la mitad de la población de un país no pueda trabajar por una terrible desigualdad ante la ley, creada por razones ideológicas: el impacto no es solo social, sino también económico, pues es obvio que, al aprovechar solo a menos de la mitad de su población económicamente activa para generar riqueza (los hombres en edad de trabajar), este país estará en total desventaja al competir contra otros que usan a más del 70%.

En el Perú, las fuerzas conservadoras gobernantes, si bien han levantado la bandera el crecimiento económico, no se han caracterizado por ser especialmente aliadas del feminismo, principalmente por su visión tradicional del rol de la mujer en la familia y su cercanía a la iglesia. Por eso es tan importante que las fuerzas liberales pongamos esta realidad sobre la mesa: crear condiciones para cerrar la brecha de género en el Perú es una pieza clave no solo para el desarrollo social, sino también económico del país.

*Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor y pueden no coincidir con las de las organizaciones a las cuales pertenece.

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BID, feminismo, OECD
  1. ¿La Constitución es la norma máxima dentro del sistema legal peruano?

En el Perú, cosa que no sucede en todos los países, los tratados internacionales que tratan sobre derechos humanos tienen el mismo rango que nuestra Constitución. Por ende, las disposiciones constitucionales se interpretan a la luz de los tratados suscritos y ratificados por el Perú.

  1. ¿Quién es responsable de interpretar la Constitución?

El Tribunal Constitucional. Dado que la Constitución es dinámica, lo establecido en sus artículos puede ser complementado por las decisiones del TC.

  1. ¿La Constitución garantiza igualdad ante la ley para todos los peruanos?

Si. La Constitución contempla una lista abierta de derechos fundamentales, entre los que se encuentra el derecho “a la igualdad ante la ley” para quienes residen en el Perú. Esto significa que, según la carta magna, nadie puede recibir un trato distinto sobre la base de su raza, religión, sexo, entre otros.

  1. ¿Es verdad que la Constitución actual no garantiza el derecho a la educación?

Es falso. El TC ha señalado que el derecho a la educación constituye un derecho fundamental, pues es mediante el acceso a la educación que una persona puede lograr su libre desarrollo (https://tc.gob.pe/jurisprudencia/2017/00853-2015-AA.pdf). Adicional a ello, el Pacto internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, tratado internacional del cual el Perú es parte, también contempla a la educación como derecho fundamental. (https://www.ohchr.org/sp/professionalinterest/pages/cescr.aspx).

  1. ¿Y la salud?

El artículo 7 de la Constitución señala que todos tienen derecho a la protección de la salud. El alcance de este derecho, al igual que el de educación, ha sido desarrollado por el Tribunal Constitucional.

  1. ¿Qué dice la Constitución en materia laboral?

La Constitución refiere que las relaciones laborales deben contar con la igualdad de oportunidades. Este ha sido desarrollado también por el Tribunal Constitucional, adicional al tratado internacional que mantiene el Perú con el Organismo Internacional de Trabajo (OIT).

  1. ¿Finalmente, la Constitución garantiza el derecho a la vivienda?

El derecho a la salud mencionado arriba garantiza las condiciones mínimas de salud, como el ambiente equilibrado, adecuada vivienda, entre otros. (https://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2005/02064-2004-AA.pdf)

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Constitución del 93

En el último reporte presentado por el BCRP en el mes de junio, hubo un tema que pasó desapercibido: se evidenció que el segmento donde más ha caído el empleo en el Perú es en el de mujeres jefas de hogar con hijos menores de 6 años, lo cual ha llevado a muchas de ellas a caer en la pobreza. Adicional a ello, en los hogares tradicionales, la pérdida del segundo ingreso familiar (el femenino) ha sido uno de los factores que ha golpeado económicamente a las familias peruanas durante la pandemia.

Esto responde en parte al hecho de que en el Perú, los colegios y centros de cuidado han estado cerrados, forzando a muchas mujeres (quienes asumen en mayor porcentaje el rol de cuidadoras) a quedarse en casa sin poder salir a trabajar. Esto ha reducido la participación laboral femenina y aumentado la brecha salarial entre hombres y mujeres.

El cierre de escuelas en Latinoamérica ha sido el más prolongado del mundo, siendo Perú uno de los pocos países donde aún no se tiene claro cuándo se regresará a clases en zonas urbanas. En este tiempo, las mujeres han asumido el cuidado de los hijos en mayor proporción que los hombres, principalmente en los hogares más pobres, con un aumento de hasta 40% de tiempo dedicado a las tareas del hogar.

Son pocos los hogares privilegiados que tienen la oportunidad de tener ayuda, ya sea por parte de un familiar o de una persona contratada: para la mayoría de mujeres con hijos pequeños, el cierre de escuelas significa una encrucijada entre salir a trabajar o cuidar a sus hijos. No en vano, según la última encuesta de DATUM, el 69% de los padres estaría de acuerdo con que sus hijos regresen a clases si los colegios cumplen con todos los protocolos sanitarios, sin embargo, este porcentaje va en aumento a medida que baja el nivel socioeconómico. Mientras que en el A/B, el 57% está a favor del retorno presencial, en el C hablamos del 62% y en los sectores D y E, el porcentaje es de 68% y 76%, respectivamente. En el ámbito rural, hablamos de un 80% a favor.

Aún no tenemos suficientes estudios que crucen las variables de cierre de colegios y el aumento de pobreza femenina. Solo indicios, como la mayor disminución del empleo adecuado entre las mujeres durante la pandemia, y la mayor tasa de desempleo femenino frente al masculino. Lo que sí queda claro, es que cada día que pasa y los colegios siguen cerrados, los grandes perdedores no son solo los niños, sino también las mujeres.

*Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor y pueden no coincidir con las de las organizaciones a las cuales pertenece.

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feminismo

Si bien hubo partidos que apoyaron las movilizaciones de noviembre, o políticos que participaron en ellas, estos no fueron los organizadores de las marchas. No existió nunca un estrado donde personajes políticos aparecieran a dar discursos, e incluso cuando Verónika Mendoza intentó participar de la marcha en la plaza de armas del Cusco, la población la obligó a retirarse, exigiendo que no tratara de capitalizar una protesta que no era política, sino ciudadana (pueden encontrar el video en YouTube).

¿Podría pasar algo similar ahora? Todo parece indicar que sí. Según la última encuesta del IEP, el 85% de peruanos está en desacuerdo con que el sentenciado por corrupción, Vladimir Cerrón, participe en el gobierno de Pedro Castillo. La designación del gabinete liderado por Guido Bellido ha generado rechazo tanto en los sectores de centro que apostaron por Castillo como el mal menor, como incluso en algunos sectores congruentes de la izquierda progresista.

¿Qué se necesita entonces para que las marchas en favor de la democracia sean, esta vez, también multitudinarias? En mi opinión, la clave está en despolitizarlas. Hoy probablemente tengamos a muchos ciudadanos de derecha conservadora, liberal, centro e incluso izquierda, que estarían dispuestos a marchar por un objetivo en común: la caída de este gabinete de izquierda conservadora, y más adelante, para hacerle frente a un atentado contra la democracia. Sin embargo, mientras estas marchas estén lideradas por políticos de un solo lado del espectro ideológico, no serán masivas. Los ciudadanos perciben que participar en estas implica dar su apoyo a algún partido político, o que atrás de las marchas hay personajes buscando capitalizarlas.

Quienes hoy organizan las marchas, parecen no darse cuenta de que, al insistir con la narrativa del fraude, incluir elementos racistas, clasistas, o atacar a otros sectores del espectro ideológico, podrían terminar teniendo un resultado contrario al deseado. Los ciudadanos podrían percibir que si bien lo que ocurre hoy en palacio es muy malo, la opción en calles es aún peor, y se vuelvan más resistentes a apoyar a algún tipo de oposición.

Todo parece apuntar a que se vienen tiempos difíciles para la democracia peruana. A todos los que creemos en ella, nos conviene tener un frente ciudadano de oposición sólido y transversal a las preferencias políticas. El único requisito debería ser querer defender la democracia.

Se buscan, urgentemente: líderes apolíticos que lideren un frente ciudadano para proteger la democracia.

*Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor y pueden no coincidir con las de las organizaciones a las cuales pertenece.

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Guido bellido, Pedro Castillo, Verónika Mendoza, Vladimir Cerrón

Al igual que para la mayoría, ninguno de los dos candidatos que pasaron a segunda vuelta era de mi agrado. Ninguno era liberal ni en lo social, ni en lo político, ni en lo económico. Ambos, un peligro para la democracia. Sin embargo, a medida que fue desarrollándose la campaña, la propuesta de Perú Libre logró lo increíble: convencerme de ser más peligrosa que el Keikismo, que tanto daño nos ha hecho en los últimos 5 años. Su propuesta económica, que parecía una mezcla de todas las recetas que han empobrecido tanto al Perú en el pasado como a otros países en el presente, me hizo llegar a la conclusión de que Fuerza Popular era el mal menor.

Debe ser humano que cuando uno pierde una contienda, quiere ver al otro hundirse. Sostuve varias discusiones durante la campaña electoral con personas que consideraban a Keiko el mal mayor. En ese momento, expuse mis argumentos contrarios e incluso intenté convencerlos. Por supuesto que ahora, proclamado Pedro Castillo, pasa por mi cabeza un “¡Cuando nos hundamos, vas a ver!”. Supongo que a todos nos provoca tener razón y decir “Te lo dije”. Pero ya pasó más de un mes desde las elecciones, y tuvimos suficiente tiempo para enfriar nuestras cabezas y darnos cuenta de que, en esta oportunidad, si se hunde el barco nos hundimos todos.

Nunca sabremos quién tuvo razón, pero eso ya es irrelevante, porque uno de los dos ganó las elecciones, así sea por un pelo. ¿Me gustan los resultados? No. ¿Acepto los resultados? Sí.

Hoy, ya no quiero tener razón. Quiero, por el contrario, estar lo más equivocada posible. Entre más equivocada haya estado sobre Pedro Castillo, mejor le irá al Perú. Espero de corazón que todas las personas con las cuales debatí durante la segunda vuelta puedan venir, reírse de mí y decirme: “¿Ves? ¡Te dije!”. Y me tocará comerme el orgullo, con una sonrisa secreta.

Claro que no basta simplemente con desear estar equivocado. Todos debemos ser conscientes que lo que nos toca desde el próximo miércoles es estar vigilantes. Pero es diferente vigilar deseando que al próximo gobierno le vaya mal, que dándole el beneficio de la duda que merece cualquier gobernante nuevo. Finalmente, a todos, sin excepción, independientemente de por quién hayamos votado o en qué parte del espectro ideológico nos ubiquemos, nos convendría que Pedro Castillo haga un buen gobierno.

*Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor y pueden no coincidir con las de las organizaciones a las cuales pertenece.

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Keiko Fujimori, Pedro Castillo, Perú Libre

Hoy vemos en Cuba las protestas más masivas de los últimos 30 años, en las cuales el pueblo cubano exige libertad, y el fin de un régimen cuya crisis económica se ha recrudecido con la pandemia y la falta de turismo. Lo que no vemos, sin embargo, hasta el momento en el cual se escribió este artículo, es a muchas de las voces de izquierda en el Perú que han exigido democracia en el último proceso electoral, y apoyado protestas ciudadanas contra gobiernos conservadores, condenar este régimen dictatorial, y apoyar al pueblo cubano.

Como ya hemos comentado anteriormente en esta columna, esto no es algo exclusivo de nuestra izquierda. Mientras esta condena al fujimorismo, pero escuda el fracaso del modelo cubano con “los bloqueos de Estados Unidos”, parte de la derecha peruana, que hoy condena al régimen cubano, también justificó en su momento y hasta apoyó el accionar de Trump cuando este invocó a sus seguidores a tomar el capitolio. Incluso no emiten crítica alguna a la nefasta gestión de la pandemia de Bolsonaro en Brasil, y pasan por alto o apoyan las intenciones de diversos sectores que llaman a desconocer los resultados de las elecciones peruanas.

Tal parece que, para ambas caras de la moneda, la dictadura solo es dictadura cuando viene del lado del espectro ideológico que no les gusta.

En Cuba no hay democracia. Hay que decirlo fuerte y claro. Hace más de 60 años que entró al poder un gobierno autoritario que ha restringido todas las libertades. Cuba es el tercer país con menor libertad económica del mundo (puesto 176 de 178 países), se encuentra entre los 10 países del globo con menor libertad de prensa, y en los índices de libertad humana, Cuba es considerado como “no libre”. Además, cuenta con un régimen político unipartidario.  Como si esto fuera poco, la crisis económica es devastadora: el 64% de los cubanos viven con menos de 1.11 USD al día y el 90% de la población vive bajo el umbral de la pobreza.

El gobierno cubano ya declaró que “defenderá la revolución al precio que sea”. ¿Dónde está la izquierda democrática peruana? Este es el momento para que se separen de esta dictadura con todas sus letras, y la condenen al igual que condenan el autoritarismo cuando viene de la derecha. Los esperamos.

Fuentes: Índice de libertad económica de Heritage, Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH).

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Cuba, Democracia, Izquierda

La primera parte de este círculo virtuoso se trata de crear condiciones atractivas para la inversión privada, ya sea nacional o extranjera. Esto suele lograrse a través de reglas claras y poco cambiantes, legislaciones laborales y tributarias competitivas, menor burocracia, tratados de libre comercio que inserten a un país en el mercado internacional, y por supuesto escenarios políticos estables y manejos macroeconómicos responsables.

Pero el crecimiento económico no es un fin en sí, sino un medio. A más inversión en un país, mayor generación de empleo y riqueza, y por ende los Estados recaudan mayor dinero a través de los impuestos. Aquí viene la segunda parte de este círculo virtuoso: invertir este dinero en crear “Estados de bienestar”, con buenos servicios públicos como sistemas de salud, educación, justicia y seguridad que aseguren que sus ciudadanos cuenten con un mínimo de garantías para poder desarrollarse, y más adelante competir en base a su propio esfuerzo.

Contar con ciudadanos con buenos niveles de educación, a su vez, hace a un país más atractivo para los inversionistas, pues estos saben que contarán con capital humano capacitado para desarrollar sus negocios, cerrando así este círculo virtuoso. En el Perú, por ejemplo, existe hoy un déficit de 17mil profesionales especializados en carreras tecnológicas. Increíble que esto suceda cuando la tasa de desempleo ha llegado a más del 10% producto de la pandemia.

Escribo estas palabras desde Suiza, el tercer país con mayor libertad económica, y a la vez de los menos desiguales del mundo. Aquí, las empresas pagan en promedio 15% de impuestos (la mitad que en Perú), y la legislación laboral es de las más flexibles del mundo, siendo así uno de los países más atractivos para invertir en Europa. Al mismo tiempo, el Estado garantiza a todos sus ciudadanos educación de muy buena calidad, al igual que seguridad y excelente infraestructura. Por si no fuera poco, Suiza lidera los rankings de menor corrupción en el globo.

A los suizos ni se les ocurre la posibilidad de tener que elegir entre una economía de mercado competitiva y un Estado que les asegure tener una alta calidad de vida. Existen partidos de izquierda y de derecha, liberales y sociales demócratas, pero todos parecen estar de alienados en mantener este círculo virtuoso que tanta prosperidad les ha traído. No se tiene que elegir entre: sector público o sector privado, libre mercado o Estado, empresarios o ciudadanos. Todos estos actores son simplemente complementarios.

El Perú puede, y debe, seguir este modelo de círculo virtuoso. El próximo gobierno deberá tanto reactivar la economía, y volver a crear las condiciones para que las inversiones confíen en el país, como por fin reformar nuestros sistemas de salud y educación, prioridades sin las cuales jamás podremos aspirar a ser el país viable y con igualdad de oportunidades con el que la mayoría de nosotros soñamos.

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Inversión privada, Libertad económica

Hoy celebramos el día internacional del orgullo LGTBIQ+, un buen día para recordar uno de los principales pilares de la lucha liberal. En las palabras de Friedrich Hayek: “La lucha por la igualdad formal y contra toda discriminación basada en el origen social, la nacionalidad, la raza, el credo, el sexo, etc. sigue siendo una de las características más importantes de la tradición liberal”.

Hay que decirlo: no se puede ser liberal sin abogar por los derechos de las personas de la comunidad LGTBIQ+. Llamarse a sí mismo liberal, pero negar los principales pilares del liberalismo como son el respeto por la igualdad ante la ley y por los proyectos de vida de los demás, no tiene ningún sentido. Y en el Perú, estamos muy lejos de cumplir estos dos los pilares:

  • Por un lado, las parejas LGTBIQ+ no cuentan con igualdad ante la ley. El Estado peruano no reconoce a parejas conformadas por personas del mismo sexo a través de las figuras legales del matrimonio o concubinato. Esto quiere decir que una pareja de la comunidad LGTBIQ+ no goza de los mismos derechos que una pareja heterosexual que les permitan casarse, formar un patrimonio común o heredar en caso de que uno de los dos fallezca. En esto, además, nos encontramos bastante rezagados versus otros países de la región como Brasil, Argentina, Ecuador, Uruguay y Colombia.
  • Por otro lado, existe una vulneración sistemática al proyecto de vida de los individuos de la comunidad LGTBIQ+. Aun cuando la Constitución peruana indica que nadie debe ser discriminado por ningún motivo, según el INEI un 44% de los jóvenes LGTBIQ+ peruanos ha sufrido bullying u hostigamiento en la escuela, 62% afirmó haber sido víctima de violencia (en EE. UU. la cifra es 25%), y 3 de cada 10 peruanos declara que no contrataría a una persona homosexual para un puesto en su empresa. Estas cifras demuestran una vulneración de los derechos de cualquier ciudadano peruano establecidos en la Constitución.

El liberalismo aboga por todas las libertades individuales del ser humano, incluyendo la libertad de amar a quien uno quiera. Por eso, es necesario que los liberales nos separemos de los grupos conservadores, cada vez más presentes en el escenario político, para levantar la que siempre ha sido nuestra principal bandera: la defensa de la libertad de cada individuo a vivir su proyecto de vida como mejor le parezca. La libertad será para todos, o no será.

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feminismo
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