Vladimir Cerrón

Importantes temas y reformas ligadas a los desvelos de la izquierda autodenominada moderada del país, están siendo atacadas directamente por el régimen de Castillo y no se oye una sola crítica de este sector ideológico y político del país.

La reforma del transporte, iniciada por una de las suyas, Susana Villarán, bajo el liderazgo del hoy viceministro de Hacienda, Gustavo Guerra García, por ejemplo, quiere ser demolida por el ministro de Transportes, quien ha sido pescado en un audio ofreciendo descabezarla a cambio de evitar una paralización, y agregando a la oferta sinfín de gollerías, contrarias todas al intento de poner un poco de orden en ese caos terrible e ineficiente que es el sistema de transporte público del país.

La reforma educativa, auspiciada con gran intensidad por el exministro Jaime Saavedra, con la participación significativa de cuadros tecnocráticos de izquierda y ONGs de ese espectro, hoy quiere ser lanzada a un tacho por el inefable titular del sector, Carlos Gallardo, quien está más preocupado por los beneficios del sindicato proMovadef, Fenatep, que por el bienestar de los alumnos o la mejora de la educación. Y el silencio sepulcral de la izquierda resuena grandemente.

El manejo de la seguridad interna es otro de los temas cooptados por la intelligentzia izquierdista, que tiene institutos dedicados exclusivamente a estudiar dicha problemática. Pero sale el gobierno con la peregrina y absurda idea, cara a la ultraderecha, de militarizar las calles sacando a las Fuerzas Armadas, y no se ha escuchado a ningún congresista, ministro, académico, intelectual o líder político de izquierda denunciado la falta de idoneidad de dicha medida.

Las pequeñas cuotas de poder de la coalición que nos gobierna, han comprado el silencio de la habitualmente vocinglera izquierda peruana, que se está tragando todos los sapos que perpetra el mediocre e improvisado régimen de Castillo, sin chistar. En ese sentido, más coherencia ha mostrado el grupo de Vladimir Cerrón y Perú Libre.

La buena noticia es que con esto se les acabará la monserga de la supuesta supremacía moral que presumían tener respecto de la derecha, a la que acusaban de actuar más por intereses que por principios. Ahora que la vemos en el poder, queda claro que algunas migajas del mismo, pesan más que los valores éticos de los que se preciaban.

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Izquierda, Movadef, Perú Libre, política peruana, Presidente Castillo, Vladimir Cerrón

Si en algo hay consenso entre los peruanos, es que este gobierno no es como los demás. Para empezar por su origen, el gobierno de Pedro Castillo no proviene de la clase política que nos ha gobernado los últimos veinte años y que podemos señalar, sin duda alguna, como la más mediocre de la historia de la República. 

Castillo no vino de esa argolla, donde, en realidad, daba lo mismo el partido, o vientre de alquiler, de gobierno. Castillo, mucho más que Vladimir Cerrón, venía tanto de las luchas sindicales, como de las rondas campesinas y del Perú andino rural, una combinación nunca vista en Palacio. 

Los primeros 100 días de su gobierno, que en otros casos constituyen el lapso en el que el Presidente establece sus líneas maestras, a Castillo le han dado tiempo apenas para formar equipos y para establecer las alianzas -al día de hoy muy precarias- para gobernar. 

Son 100 días en los que ha logrado zafarse de su secuestro por parte de Vladimir Cerrón y la izquierda radical cuyo partido -Perú Libre- lo llevó al poder, lo que, al mismo tiempo, le ha ganado el momentáneo apoyo congresal de Acción Popular, APP y Podemos, además de las sabidas de SP + PM y JP, con cuyos votos el gabinete de Mirtha Vásquez ha obtenido la confianza de la representación parlamentaria. Al mismo tiempo, ha mejorado sustancialmente la composición del gabinete, con la ya mencionada Vásquez en el premierato, acompañada de Pedro Francke, Aníbal Torres, Gisela Ortíz y el flamante Avelino Guillén.

La recomposición de las fuerzas políticas en el Perú admite otra lectura, de acuerdo a la coyuntura global: el espectro demoliberal -que abarca desde izquierdas hasta derechas- se ha consolidado frente a sus pares radicales y esencialistas, que se mueven en las fronteras de la democracia y que encontramos en los extremos de la derecha y la izquierda. De esta manera, Fuerza popular se afirma como la “Vox peruana” y votó en bloque contra la investidura de Vásquez, mientras que Renovación Popular y Avanza Perú también la balotaron, pero dividiendo sus votos. Por el lado izquierdo, se confirma la división de la bancada de Perú Libre y 16 congresistas seguidores del marxista Cerrón le han negado el respaldo a Vásquez, en una ruptura que, en realdad, le era exigida al Presidente por la mayoría del país. 

Lo que se viene

Criticar el caos de los cien días que hoy se cumplen es una perogrullada. Hay que ver un poco más allá de lo obvio, es posible que este gobierno acabe de obtener una victoria que se extienda mucho más allá de la propia investidura; podría haber obtenido las alianzas necesarias para gobernar y a las personalidades claves para formar el equipo requerido para la tarea. Sin embargo, hay que advertir la precariedad de la alianza de centro-izquierda que recién se ha logrado. César Acuña es una veleta que cambia como el viento y sus cambios de humor son los de la bancada de APP. Por otro lado, ha sorprendido gratamente el voto proinvestidura de AP, esperemos que signifique una vuelta por el camino de la institucionalidad luego del desastre del “gobierno de los 6 días”. 

Una conclusión se cae de madura: el Presidente Pedro Castillo se encuentra mejor posicionado que hace 100 días. Habrá que dejarlo trabajar y apoyarlo críticamente, eso hacemos quienes queremos al país. 

 

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100 días de gobierno, Congreso de la República, Presidente Castillo, Vladimir Cerrón

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2022, Congreso de la República, Vladimir Cerrón

La definitiva ruptura de 16 congresistas cerronistas respecto del gobierno altera el mapa político vigente, trastocando significativamente la correlación de fuerzas en el Congreso. Si antes era imposible, por ejemplo, pensar en una vacancia, dado el apoyo que ocho congresistas lescanistas y el parlamentario Héctor Valer le daban al gobierno, reduciendo las filas de la oposición de 88 a 79, hoy con los cerronistas ese número pasa a ser de 95, número más que suficiente para que, dada una situación de crisis mayor, la vacancia caiga por sí sola.

Aunque Evo Morales lo esté intentando, no parece que vaya a haber pronta reconciliación, menos si tanto Cerrón como Castillo avanzan con agendas electorales paralelas respecto de los comicios regionales y locales del próximo año (Cerrón con Perú Libre y Castillo con el partido político magisterial).

Aunque no lo quiera, Castillo, sin renunciar a sus ideas de izquierda -nadie, en verdad, aspira o espera que se humalice-, tendrá que mirar a los partidos de centro (básicamente Acción Popular y Alianza para el Progreso) y tender puentes que le permitan sobrellevar en buen pie una eventual crisis futura.

El 2022 va a ser un año horripilante: tercera ola pandémica, crisis económica, crisis política azuzada por las elecciones, crisis social, que ya se ha empezado a apreciar. La tormenta perfecta para que la aprobación presidencial se vaya por los suelos y aliente a quienes lo quieren desde el primer día fuera de Palacio. Se configurará un “momento destituyente”.

Esos puentes solo pueden pasar por el abandono explícito y declarativo de la idea de forzar una Asamblea Constituyente. Es improbable que eso ocurra en el corto plazo, pero no queda duda de que Castillo cree que va a obtener un triunfo resonante con su partido en las elecciones para gobernadores  regionales y alcaldes, y si eso ocurriese, se sentiría empoderado y probablemente vuelva a resucitar la peregrina idea de llevar al país al despeñadero constitucional.

Si descartase de antemano esa pretensión, podría generar enorme tranquilidad en los mercados financieros, alentar quizás la reactivación del flujo inversor, pero, sobre todo, podría consolidar un pacto político con el centro que le permita soslayar la labor de zapa que sus exsocios cerronistas traman para sacar a su examigo del poder.

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2022, Congreso de la República, Vladimir Cerrón

Para el excongresista Richard Arce, en este gobierno no hay una línea directriz para gestionar los conflictos sociales que existen en el país. Además indicó que las declaraciones de Guido Bellido y Vladimir Cerrón contribuyen a activar más conflictos.

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excongresista, Guido bellido, richard arce, Vladimir Cerrón

Evo Morales ejerce de mediador en la política peruana. El 22 de octubre pasado un grupo de izquierdistas le pidió al expresidente de Bolivia tender puentes entre el presidente Pedro Castillo y Vladimir Cerrón, distanciados en este momento por pugnas internas. El boliviano aceptó de buena gana la misión, aseguran a Sudaca dos testigos directos de la conversación. El encuentro privado se realizó en la tarde, en el piso 14 del hotel Fiesta Americana, en Ciudad de México. Fue en medio de un foro político internacional organizado por el Partido del Trabajo del país azteca. 

La delegación peruana estuvo representada por diez personas, entre ellas la congresista de Perú Libre, Silvana Robles; Leonel Falcón, del Partido Humanista; y la exministra de la Mujer y representante del Partido Socialista, Aída García Naranjo. Los peruanos, aprovechando un receso en el seminario, pidieron la cita con Morales. “Le sugerimos [a Evo Morales] que levante el teléfono, converse con Castillo y Cerrón y busque limar asperezas. Porque, al final de cuentas, Perú Libre ha ganado la elección y Castillo es militante de Perú Libre. Evo se comprometió a ser un interlocutor válido”, dice una de las fuentes, que pidió reserva de su identidad. 

“Se ha expresado una profunda preocupación por la situación de Perú y, particularmente, por la ofensiva que existe frente al presidente Castillo y la demanda de la vacancia presidencial de grupos conservadores y fundamentalistas”, acepta a Sudaca, por su parte, García Naranjo. Sobre el pedido de mediación a Evo Morales, añade: “Me reservo la información de esa reunión”.

Evo Morales - Mexico
22 de octubre. Una delegación peruana de izquierda se reunió en México con el expresidente de Bolivia, Evo Morales. Ahí se le pidió mediar entre Vladimir Cerrón y Pedro Castillo.

El líder boliviano ha visitado el Perú en tres oportunidades desde que Castillo asumió el poder. Incluso, su partido, el Movimiento al Socialismo (MAS), tiene una filial en Cusco, según un reportaje del programa “Panorama”.

De acuerdo a las fuentes, Morales ofreció a la delegación peruana en México llamar a Castillo y Cerrón el domingo 24, un día antes de que la primera ministra, Mirtha Vásquez, pidiese el voto de confianza al Congreso. Y, precisamente, cuando soplan vientos de fractura en la bancada oficialista.

En el evento en México, los asistentes firmaron un comunicado de respaldo a Vladimir Cerrón y con un ataque velado a la jefa del Gabinete. Adolfo Mendoza, representante del MAS, fue uno de los adherentes. “En el Perú se busca separar al partido Perú Libre que llevó a la presidencia a Pedro Castillo con la finalidad de aislarlo y someterlo a una ‘Hoja de Ruta’  que no se cambie las políticas neoliberales, contratos lesivos y privilegios de monopolios, grupos económicos y transnacionales”, dice el documento.

La eventual mediación de Morales aún no surtió efecto. Cerrón y el ala dura del lápiz siguieron enfilando sus baterías contra Mirtha Vásquez en la sesión del Pleno.

“He estado en Cajamarca, donde los cajamarquinos me han dicho […] que los hermanos campesinos que eran defendidos por la primera ministra aún siguen con su proceso y, sin embargo, la ONG que los ha defendido ha cobrado más de S/30 mil. Eso no da confianza”, dijo en el debate el exprimer ministro y congresista de Perú Libre, Guido Bellido. El legislador hacía referencia en su ataque al organismo no gubernamental Grufides, en el que Vásquez fue directora. 

Ese mismo día, Waldemar Cerrón, el vocero del ala dura y hermano de Vladimir, comparó en un tuit a la premier con una “loba”, que sometió a 17 parlamentarios del bloque moderado de la bancada -a los que llamó “corderos” y sin principios-  por recibirlos en la PCM. 

Mirtha Vásquez
La primera ministra Mirtha Vásquez, en su presentación en el Congreso para pedir el voto de confianza. Es blanco de los dardos del ala dura de Perú Libre. Foto: Andina.

El jefe del Estado y la primera ministra no han querido saber nada del bloque cerronista por sus posturas belicosas. El ala dura solicitó una reunión con el mandatario el pasado viernes 22, pero Castillo nunca respondió a la petición. “Se pidió la reunión, pero no ha habido respuesta. Si tiene interés por nosotros, nos convocará”, dice el parlamentario de Perú Libre -leal a Cerrón- Alfredo Pariona. 

Vásquez ha intentado marcar su terreno en el Ejecutivo y distanciarse de los radicales. La primera ministra, en ese sentido,  bloqueó el nombramiento de Ricardo Belmont como asesor, de acuerdo a fuentes cercanas a la premier. A Castillo, Belmont le había dicho en sus redes sociales que iba a “terminar en la cárcel” y a Vásquez la tachó de “caviar”. Además, en la PCM aseguran que Belmont hubiese sido “incontrolable” y una “fuente permanente de conflictos”. 

Vásquez, en cambio, no pudo convencer a Castillo para remover al ministro del Interior, Luis Barranzuela, promovido por el legislador Guillermo Bermejo. Según dos fuentes cercanas a la primera ministra, ella pidió la salida de Barranzuela porque lo considera un promotor indirecto del paro cocalero en Puno, al mostrarse en contra de la erradicación de la hoja de coca. 

Vásquez, tras conversar con los dirigentes cocaleros de Puno, logró que levantasen la protesta iniciada el 12 de octubre. En las negociaciones no estuvo Barranzuela. “La primera ministra no va a aceptar cambios en el Gabinete por cuestiones ideológicas. Ella ve la idoneidad de las personas y, en ese sentido, tenía preocupación por el ministro Barranzuela”, dice una fuente cercana a la premier. 

Luis Barranzuela
Luis Barranzuela Vite, ministro del Interior, logró mantenerse en el cargo pese a los cuestionamientos. Foto: Ministerio del Interior.

El ministro de Justicia, Aníbal Torres, agrega que la posición que adoptó el Parlamento, de regular a rajatabla la cuestión de confianza, restó credibilidad a la oposición, que pide la cabeza del titular del Interior. 

“No creo que el Ejecutivo tome una decisión en base a las críticas del Congreso. ¿Qué autoridad moral tiene el Congreso para criticar a Barranzuela si acaba de violar, flagrantemente, la Constitución? Los violadores de la Constitución no pueden cuestionar a otros personajes. Se ha debilitado totalmente la posición del Congreso con relación al ministro que usted menciona. El Ejecutivo ha hecho todos los esfuerzos para suprimir el ruido político. Lo máximo que hizo fue recomponer el Gabinete. Y el gobierno recibió como respuesta una puñalada por la espalda con la modificación de la cuestión de confianza, dejando intacta la vacancia presidencial”, dice Torres a Sudaca. 

“Ellos [los de la oposición] están esperando el momento para ir por la vacancia presidencial por cualquier razón, con el pretexto de que hay incapacidad moral”, añade. 

En medio de estas pugnas, Evo Morales asoma como un posible facilitador del diálogo entre Castillo y Cerrón. El líder de Perú Libre, acorralado por investigaciones judiciales, parece estar buscando apoyo internacional. Por lo pronto, ha recibido una comunicación del expresidente de Ecuador, Rafael Correa. 

Sin embargo, un acercamiento entre Castillo y Cerrón se ve difícil en este momento, por los venenosos dardos que recibe la premier Mirtha Vásquez. Y eso, aunque el mediador sea un amigo en común, como Evo Morales.

*Fotoportada: Darlen Leonardo

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Evo Morales, Pedro Castillo, Vladimir Cerrón

La izquierda moderna y progresista, eventualmente hasta liberal, tenía una oportunidad de oro con el triunfo de Castillo para asentar sus posturas, marcar su cancha, y establecer una buena plataforma de acción para las elecciones futuras.

Pero el affaire Bellido-Cerrón terminó por desbaratar cualquier posibilidad en ese sentido. Porque una cosa es respaldar al gabinete que preside Mirtha Vásquez, con quien claramente comulga, y otra hacerlo con el anterior, cuando se tragó piedras de molino, sin rubor ni remilgo.

Por eso, los ataques que recibe provienen de ambas orillas del espectro ideológico, tildándola de acomedida y acomodada, que por una cuota de poder es capaz de digerir el peor de los sapos.

En particular, resalta el caso de Verónika Mendoza, que no solo concilió con  las posturas extremistas infantiles del cerronismo sino que las alentó y apoyó en medio de la primera crisis del régimen (en la famosa reunión en la calle Roma, la residencia del ministro de Justicia, Aníbal Torres, cuando se le pidió a Cerrón su alejamiento y la salida de Bellido: Mendoza respaldó, increíblemente, al exgobernador de Junín).

Se cargan mucho las tintas respecto de la urgencia y necesidad imperativa de que cuaje una derecha liberal, distinta a la versión mercantilista, conservadora y autoritaria que lamentablemente crece y medra a su alrededor, pero poco se dice respecto de la misma necesidad y urgencia de que en la izquierda florezca una opción semejante, no sólo democrática sino respetuosa de la economía de mercado (se puede ser de izquierda y respetarla).

Hasta el momento, su presencia en el gobierno constituye islotes que no se la juegan en defensa de sus postulados. No está en el poder, por lo que se ve, para plasmar una opción ideológica, sino simplemente, al parecer, para aprovechar todos los resquicios que Castillo y su cúpula le permiten por defección del ala radical cerronista.

Así, grita el silencio de esa izquierda cuando el Presidente lanza un disparate catedralicio, como el de la estatización de Camisea, que tanto daño produce en la comunidad inversora del país. El mutis es absoluto. Ni una sola manifestación divergente ni un pedido interno de rectificación. La izquierda light se está achicharrando en este gobierno por su docilidad política, sus afanes de poder por el poder, y su sometimiento a cualquier despropósito que desde Palacio se anuncie o se perpetre.

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Camisea, izquierda moderna, Presidente Castillo, Vladimir Cerrón
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