Hace unos días, en un medio local, el rector de la UNI, Dr. Alfonso López Chau publicó el artículo La Nación, Renán y Mariátegui. Me agrada lo que escribe López Chau por su solvencia intelectual pero, principalmente, porque, siendo líder de un partido político, Ahora Nación, se ocupa de temas que a ningún político contemporáneo le importarían. Y espero no pecar de soberbio al señalar que es posible que varios de los más conspicuos representantes de nuestra caterva política, ni siquiera hubiesen entendido el texto que aludo. Y es una pena.

Las redes sociales –youtube– todavía guardan discusiones entrañables: una entre Alfonso Barrantes y Alfonso Baella en 1984, otra entre Andrés Townsend, Armando Villanueva, Luis Alberto Sánchez y Ramiro Prialé en 1981, en tiempos en que el APRA se dividió tras la muerte de Haya de la Torre. Aquí no se trata de la temática, de la postura, sino de la docencia política, ¡qué nivel de cuadros! El que menos, desde la pantalla chica, escuchaba al contrincante y se quedaba con el placer estético de haber disfrutado de una charla magistral. Y de esto hace 40 años, en realidad no es tanto tiempo.

¿Que son tiempos pasados? ¿que ya fue? ¿que son otros aires que los soplan hoy? No lo sé. Pero los de hoy no son superiores a las épocas que evoco. Entonces teníamos clase política y teníamos partidos políticos que formaban cuadros para hacerse cargo del Estado. No era el mejor de los mundos, la corrupción estaba allí, pero tampoco era el séptimo anillo del infierno de Dante, al que nos han precipitado recientemente. Entonces no se trata de los tiempos, se trata de un hoyo del que hay que salir con absoluta urgencia.

Pero volvamos a López Chau quien definió la nación apelando al viejo Ernest Renán del siglo XIX, la enunció como “sufrir juntos” porque el sufrimiento impone deberes y exige el esfuerzo común, así como supone el deseo de continuar una vida juntos. Estas palabras podrían sonar vacías en nuestros Tiempos Recios, ¿a quién podría importarle una discusión conceptual si los medios titulan los avatares de una supuesta banda de prostitución clandestina que opera en el Congreso de la República?

Pero la cacocracia, el gobierno de los malvados y de los peores, sólo podrá ser revertida con una nación cohesionada, dotada de un sentido común de bienestar, de desarrollo compartido, de una utopía de patria, de peruanidad. Y ese sentido común, tan maltratado por quienes se estiman en una posición inexpugnable -y que no lo es- debe dar lugar a un gran movimiento de emoción social que salte a la política, que se haga del gobierno y que reconstruya, desde sus cenizas, las instituciones que una vez fueron creadas para servir al ciudadano y a todos quienes formamos parte de ella. Para eso necesitamos a la nación.

Hay una base espiritual, como le gustaba decir a José Carlos Mariátegui, siguiendo a Henry Bergson y George Sorel, en todo esto. Para nuestro amauta el socialismo se lograba con la elevación del trabajador a su máximo estadio de conciencia, lo que implicaba ascetismo, y una vez más, espiritualidad, religiosidad. Ciertamente, no es del socialismo del que hablamos ahora, pero sí de la democracia con justicia social, cuyo prerrequisito pasa por recuperar el Estado para la nación y solo una nación consciente, indignada y fervorosa recuperará el Estado para sí, única y exclusivamente para su beneficio y el de sus ciudadanos.

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El tribunal a cargo del juicio del caso Cocteles, decidió anular todo lo avanzado y dispuso retrotraer lo actuado a la etapa anterior; el control de acusación.

El Juzgado determinó que hubo irregularidades y consideró que el Ministerio Público y el juez de investigación preparatoria han viciado el juicio y “vulneraron el principio de congruencia procesal, el derecho a la defensa, el derecho a la imputación concreta y el debido proceso”.

Ya con anterioridad el juez Víctor Zúñiga advirtió al fiscal Pérez de serias inconsistencias que debía corregir y éste no lo hizo, a pesar de lo cual el juez, con poca solvencia profesional, las pasó por alto y ayer el colegiado les jaló las orejas a ambos.

El caso, en principio, no tiene ni pies ni cabeza. El núcleo de la acusación, más allá del ropaje de organización criminal con el que se ha revestido para darle mayor gravedad, es el de lavado de activos. Y salta a la vista que es imposible acusar de origen ilícito a los aportes de campaña de empresas diversas, entre ellas, Odebrecht, a la candidatura de Keiko Fujimori.

El caso se cae a pedazos, pero entre tanto, es menester que el fiscal Pérez y el juez Zúñiga sean removidos de sus puestos porque han demostrado venalidad y subordinación a sus particulares ojerizas ideológicas, antes que al debido proceso y las cautelas judiciales mínimas.

La Fiscalía ha funcionado como una máquina trituradora de honras y ha causado serios perjuicios a centenares de imputados. Véase el caso del Eficcop y, por ejemplo, la imputación en mi contra: se me incluye en una investigación por organización criminal por haber publicado tres informes, dos de ellos en contra de Marita Barreto, y ella se venga incluyéndome en un proceso que ha tenido consecuencias personales graves al perder trabajos, ver suspendidos proyectos y gastar enorme cantidad de tiempo y dinero en mi defensa, a sabiendas de que el caso se va a caer pronto porque no tiene ni pies ni cabeza (es más, el fiscal a  cargo ahora del proceso debería revisar el expediente y proceder a rectificar la imputación).

Delia Espinoza se está quedando corta con la reorganización del Ministerio Público y en algunos casos está dando pasos equivocados. Tiene que cortar de raíz el proceso de degradación institucional en el que ha caído la institución que hoy preside y que ha vuelto a saltar a la vista de la ciudadanía con lo ocurrido en el caso Cocteles.

[La columna deca(n)dente] En un Estado democrático, el Ejecutivo y el Legislativo tienen la misión de representar a la ciudadanía y trabajar por el bienestar común. Sin embargo, en ciertos contextos, estas instituciones pueden ser capturadas por organizaciones criminales que operan en su interior, transformándolas en herramientas de saqueo, corrupción y protección de intereses particulares. Esta dinámica, conocida como captura del Estado, constituye una de las amenazas más graves para la democracia y el Estado de derecho.

Un Ejecutivo y un Legislativo infiltrados por redes criminales no solo distorsionan la función pública, sino que la pervierten por completo. Estas estructuras capturadas gobiernan para las “élites” que las controlan, adoptando decisiones que aseguran beneficios privados mientras despojan a las instituciones de su legitimidad. En este escenario, el interés público queda subordinado a una agenda oculta dominada por la corrupción, la impunidad y la acumulación ilícita de poder.

Las decisiones y leyes emanadas de estas instituciones, aunque presentadas como legales, son en realidad herramientas diseñadas para proteger intereses criminales. Ejemplo de ello son normativas que reducen sanciones por corrupción o leyes que bloquean investigaciones contra funcionarios. La corrupción deja de ser un fenómeno aislado para convertirse en el eje del funcionamiento del Estado, donde los recursos públicos son desviados hacia redes clientelistas o utilizados para el enriquecimiento ilícito de operadores del sistema.

Además, los sistemas judiciales y de control son cooptados para garantizar la impunidad, generando un círculo de protección que perpetúa el poder de estas redes. Las decisiones gubernamentales se alinean con los intereses de estas estructuras, priorizando normativas y programas que favorecen sus actividades ilícitas, como la flexibilización de regulaciones clave.

Cuando el crimen organizado se instala en las instituciones públicas, las bases de la democracia se erosionan rápidamente. La ciudadanía pierde confianza en sus representantes, alimentando discursos populistas y autoritarios que prometen un «borrón y cuenta nueva». Al mismo tiempo, la manipulación de las leyes restringe derechos fundamentales, como la libertad de expresión y la igualdad ante la ley, consolidando un abuso sistemático del poder.

En este contexto, los partidos políticos emergentes tienen una oportunidad histórica de marcar la diferencia. Para ello, deben cimentarse sobre principios éticos sólidos, mostrando un compromiso inquebrantable con la transparencia y la rendición de cuentas. Es fundamental evitar replicar prácticas corruptas y priorizar la construcción de estructuras internas democráticas y participativas que inspiren confianza en los ciudadanos y ciudadanas. 

Estos nuevos partidos deben forjar alianzas amplias con actores democráticos y organizaciones de la sociedad civil para impulsar reformas que fortalezcan las instituciones y prevengan la infiltración de redes ilícitas. Asimismo, deben promover una narrativa política centrada en propuestas claras y viables que respondan a las demandas sociales. Prepararse con propuestas creíbles y éticas será clave para recuperar el poder político y revertir el daño institucional causado por las mafias en el poder.

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[Música Maestro] David Bowie, una de las figuras más importantes de la cultura rockera a lo largo de sus seis décadas de existencia, falleció el 10 de enero del 2016, dos días después de cumplir 69 años y de haber lanzado su vigésimo quinto álbum en estudio, el sorprendente y agónico Blackstar, el penúltimo si consideramos Toy (2021), disco póstumo que contiene regrabaciones de singles y lados B del periodo 1964-1971, hechas en el año 2000 por Bowie y su última banda, integrada por Earl Slick, Mark Plati, Gerry Leonard (guitarras), Gail Ann Dorsey (bajo, coros), Mike Garson (teclados) y Sterling Campbell (batería). Este 2025 habría cumplido, el pasado jueves 8, 78.

Apenas se supo de su fallecimiento, se produjeron diversas manifestaciones públicas en Londres y otras ciudades del mundo, que demostraron el cariño que había inspirado el Duque Blanco entre sus fanáticos en vida, y el pesar que produjo su muerte. Algunas fueron espontáneas y sorprendentes, como aquella en la que miles de personas se juntaron en Piccadilly Circus, el corazón turístico de la capital de Inglaterra, para cantar uno de sus clásicos, Starman, single principal de su cuarto álbum, el brillante The rise and fall of Ziggy Stardust and The Spiders From Mars (1972).

Asimismo, durante las semanas posteriores al deceso del artista, cientos de bandas alrededor del planeta interpretaron en sus conciertos alguna de sus canciones, en señal de respeto y despedida a la influyente figura de uno de los animadores definitivos de la escena británica del rock clásico, iniciador de tendencias que abarcaban tanto aspectos musicales como de imagen y actitud hacia los medios, que quedaban sorprendidos por sus constantes innovaciones y propuestas estéticas. Uno de los clips que más circularon por Facebook en esa época fue el de The Flaming Lips tocando Space oddity –que ellos mismos había versionado-, a teatro lleno y con una fiesta globos, en EE.UU.

Pero ningún tributo había hecho completa justicia al legado musical y artístico del camaleónico e hiperactivo cantante, actor, productor y multi-instrumentista británico hasta el lanzamiento, en febrero del 2016, de la gira mundial Celebrating David Bowie (CdB), un proyecto musical que se encargó de continuar con aquello que el creador de joyas musicales como Hunky dory (1971), Station to station (1976), Low (1977), Let’s dance (1983) o Heathen (2002), disfrutaba más en la vida: hacer conciertos, electrizar al público con esa combinación genial de vaudeville, rock’n roll, circo, moda, glamour, rock progresivo, soul y pop electroacústico que desplegó durante su larga trayectoria.

Una banda de músicos de primera, organizada por el experimentado productor, guitarrista y cantante Angelo “Scrote” Bundini, viene dándole la vuelta al mundo desde entonces con un repertorio que cubre la etapa clásica de la discografía de Bowie (1970-1984), al que añaden una que otra de las canciones que produjo en décadas posteriores. Este concierto-homenaje, que llegó a Lima el 25 de octubre del 2018 para presentarse en el Teatro Municipal, es lo más cercano a lo que habría sido ver al fallecido cantante en vivo, gracias a la interpretación prolijamente excelente de este ensamble que reúne a artistas de diversas procedencias unidos por un tema común: su admiración o cercanía al homenajeado.

Por ejemplo, en aquella ocasión tuvimos entre nosotros a Angelo Moore, vocalista de Fishbone, ecléctica banda californiana de funk-rock de los ochenta y noventa, a quien Bowie alguna vez calificara como «el mejor cantante del mundo». O al talentoso e innovador guitarrista Adrian Belew, quien fuera director musical de la banda de Bowie en 1990, luego de haber trabajado para Frank Zappa y Talking Heads, además de ser en ese mismo año miembro estable y fundamental de los titanes progresivos King Crimson. Belew, uno de los guitarristas más inquietos y ocupados de los últimos 45 años, acaba de concluir una exitosa gira con otros tres virtuosos colegas, Steve Vai, Tony Levin y Danny Carey, interpretando precisamente el material que coescribió con Robert Fripp durante el periodo 1981-1983 del Rey Carmesí.

Pero además de estos tres pesos pesados, la banda que tocó en Lima incluyó a otros músicos extremadamente buenos como el australiano Paul Dempsey (voz, teclados, guitarra acústica), líder del grupo noventero Something For Kate; su compañero «House» (bajo); el versátil Ron Dziubla (saxo, teclados), de permanente presencia en discos y conciertos del guitarrista de blues Joe Bonamassa; y el californiano Michael Urbano (batería), conocido por ser integrante de los exitosos Smash Mouth y Sheryl Crow. Este virtuoso septeto hizo vibrar al público con inolvidables canciones del universo Bowie.

Las graderías, palcos y plateas semivacías de nuestro hermoso Teatro Municipal absorbieron las descargas brillantes de glam-rock y energía desplegadas por CdB durante más de dos horas, en uno de los mejores conciertos de esa temporada 2018. Un espectáculo como este, elogiado con enorme entusiasmo por las secciones culturales de medios prestigiosos de EE.UU. y Europa como The New York Times o The Guardian, y revistas especializadas como Uncut y Classic Rock Magazine, fue placer de minorías en esta ciudad entregada al mierdoso reggaetón, el simplón y tonero latin-pop o la idiotizante cumbia de chaveta y pico roto de botella. 

Presentaciones a casa llena en Chile, Uruguay, Brasil y Argentina nos dejaron mal parados ante artistas de alto nivel, una de las tantas demostraciones de que Lima no da la talla como plaza para acontecimientos culturales y espectáculos de primera, ni siquiera aquellos asociados a las estrellas de rock más importantes de todos los tiempos, como David Bowie. Un mes antes, ese mismo año, el extraordinario guitarrista alemán Uli Jon Roth, fundador de Scorpions, que hasta el 2024 ha llenado cuanto teatro y festival en el que participa, solo fue capaz de convocar a 150 personas en La Noche de Barranco. Una vergüenza.

Pero, en la tocada de Celebrating David Bowie de aquel octubre del 2018, en tiempos en que Keiko Fujimori era llevada presa y Martín Vizcarra gobernaba con mayoritario apoyo popular por enfrentarse a los grupos de poder político y económico, estuvimos quienes teníamos que estar: fans de Bowie de todas las edades que saltaron, cantaron y bailaron cada tema con emoción y entrega. Algo que Belew, Bundini, Moore, Dempsey, House, Dziubla y Urbano seguro supieron apreciar.

Solo dos detalles afearon aquella velada: el sonido no tuvo una buena noche, por momentos no se escuchaban las voces y algunos pasajes de saxo, guitarra y teclados pasaron desapercibidos. Y el otro: hay conciertos que no requieren de teloneros, y este fue uno de ellos. Sin desmerecer el esfuerzo de Toño Jáuregui de Libido, lo suyo no tuvo nada que ver con la tremenda oleada de musicalidad y virtuosismo que vimos y escuchamos después. Mucha distancia entre ambos. Abismal.

Angelo Moore resultó ser un personaje lleno de sorpresas, dispuesto a robarse los reflectores. Exultante y desinhibido, Moore comenzó el show antes de la hora pactada, saludando al público que iba ingresando al teatro, derramando carisma. Sobre escena, se ocupó de personificar, a su estilo recargado, casi como un drag-queen, algunos de los emblemáticos atuendos y peinados que usó Bowie en sus años de gloria, dándose volantines y mezclándose entre el público, a quienes les acercaba el micrófono para que colaboren en los coros. 

Al fondo, la base rítmica de House y Michael Urbano mostró solidez y precisión a lo largo del concierto, y alcanzó momentos realmente fantásticos, sobre todo en los temas más funky del catálogo bowiesco como Sound and vision (Low, 1977), Ashes to ashes (Scary Monsters, 1980) o Golden years (Station to station, 1976).

Mientras tanto el saxofonista Ron Dziubla se lució en cada una de sus intervenciones, especialmente con sus solos en los exitazos radiales Blue jean (Tonight, 1984) y Modern love (Let’s dance, 1984), que generaron locura en los pasillos del local. Por su parte, Paul Dempsey colocó sus acordes redondos y prístinos de guitarra acústica con suma elegancia en canciones como Life on Mars? (Hunky dory, 1971), Space oddity (David Bowie, 1969), Quicksand (Hunky dory, 1971) o Five years (The rise and fall of Ziggy Stardust and The Spiders From Mars, 1972), además de ejecutar una performance perfecta.

En cuanto a la pareja de guitarristas, Angelo “Scrote” Bundini y Adrian Belew, mientras el primero se mostró cumplidor y correcto con riffs y solos estrictamente bien colocados, el segundo exhibió su conocido talento para la experimentación con ese manejo tan particular que tiene de la guitarra eléctrica, arrancándole sonidos brutalmente impredecibles, que parecen sacados de otra galaxia, aunque bastante contenidos para nuestro gusto, ya que su rango de acción es muchísimo más amplio y durante la primera parte del concierto entraba y salía permanentemente de escena.

Belew, a pesar de ser el nombre más importante del cartel en la versión de Celebrating David Bowie que visitó nuestro país -y que ha contado, en sus fechas en los EE.UU. y Europa, con invitados notables como Todd Rundgren, Sting, Gail Ann Dorsey, entre otros-, cumplió con sus apariciones con suma sencillez, casi con perfil bajo. Pero sacudió el teatro cuando le tocó lanzar esas estrambóticas descargas de electricidad como en Stay (Station to station, 1976) o el mix DJ/Boys keep swinging (Lodger, 1979), en cuya grabación original participó, habilidades que conquistaron a Bowie cuando lo conoció allá por 1978, y prácticamente lo sacó a hurtadillas de la banda de Frank Zappa, donde cumplía contrato de un año.

Tanto Adrian Belew como Angelo “Scrote” Bundini, Paul Dempsey y Angelo Moore son excelentes cantantes y se repartieron funciones vocales según la canción interpretada. Mención aparte para la emocionante armonía que construyeron en Space oddity, que hizo recordar a la que hacía Belew con el mismo Bowie, durante el alucinante Sound+Vision Tour de hace 35 años, en la que fue guitarrista y director musical en más de 100 conciertos, con los que inclusive llegaron a Sudamérica. 

Para el cierre de aquella fantástica noche en el Municipal de Lima, los CdB tocaron dos temas que definen no solo la obra de David Bowie sino toda una época del rock, una que lamentablemente no volverá: All the young dudes (que Bowie regalara en 1972 a sus amigos Ian Hunter y Mott The Hoople, para que se hagan famosos) y “Heroes” (“Heroes”, 1977), que los peruanos de bien dedicaron, en esa misma semana, al fiscal José Domingo Pérez y al juez Richard Concepción Carhuancho, quienes pudieron convertirse en héroes, aunque sea solo por un día.

El setlist incluyó siete de las once canciones de The rise and fall of Ziggy Stardust and The Spiders from Mars, legendario cuarto disco de David Bowie, lanzado originalmente en 1972, hasta ahora considerado el punto culminante de su primera época: Five years, Soul love, Suffragette city (con Angelo Moore en estado de posesión demoniaca), Rock’n roll suicide, Moonage daydream, Starman y por supuesto, Ziggy Stardust, himno y carta de presentación del alter ego más famoso de la historia del rock, un ídolo de peinado rojo y «ese culo dotado por Dios» que conquistó la Tierra desde el espacio exterior con una guitarra y una banda, las Arañas de Marte, integrada por Mick Ronson (guitarras), Trevor Bolder (bajo) y Woody Woodmansey (batería).

Precisamente, el título de uno de esos clásicos fue usado para el más reciente documental dedicado a David Bowie, de revisión obligada para recordarlo en estos días. Moonage daydream (Brett Morgen, HBO Original, 2022) ofrece un viaje psicodélico por la carrera del músico, a través de imágenes nunca vistas en concierto, extractos de entrevistas y contextos de sus inicios, sus años en Berlín, sus permanentes reinvenciones y renacimientos. Desde Ziggy Stardust hasta Tin Machine, el espectador logra conectarse con este artista que tenía tanto de Marcel Marceau como de Oscar Wilde y dejó un legado rico en simbolismos usando el poder de rock como principal arma y vehículo expresivo. El film, estrenado en la edición 75 del Festival de Cannes, es considerado como uno de los mejores documentales sobre una estrella de rock.

Desde su primera aparición, un mes después de la muerte de David Bowie, CdB ha realizado diversas presentaciones en todo el mundo. La última de sus giras fue el año 2022 con invitados especiales como la vocalista Lisa Loeb, el baterista Ryan Brown (Zappa Plays Zappa) y músicos que han trabajado ampliamente con Bowie como el tecladista Mike Garson o el bajista Carmine Rojas. Para este 2025, CdB está anunciando nuevas fechas con la participación del cantante de la legendaria banda británica de goth-rock y post-punk Bauhaus, Peter Murphy. 

Aquella noche del 25 de octubre del 2018 fue inolvidable para los amantes del buen rock and roll, que llegó a Lima gracias al esfuerzo de la productora Lima Live Sessions, que se dedicó mientras pudo a traer actos de enorme calidad -Uli Jon Roth, Magma, The Flower Kings, los Stick Men de Tony Levin, fueron solo algunos-, aunque no hayan atraído a las masas de público que merecían sus talentos y trayectorias, para balancear la predecible agenda de visitas de artistas que podrán estar muy de moda pero jamás alcanzarán la trascendencia artística de David Bowie.

 

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Si la presidenta Boluarte no se percata de la urgencia de efectuar cambios ministeriales -varios-, su nivel de aprobación efectivamente, más allá de su bravata contra las encuestas, va a llegar a cero por ciento, a pesar del evidente repunte económico que se aprecia.

Hay varios ministros que deben salir. Arista del MEF, Demartini del Midis, Santiváñez del Interior, Quero de Educación, son, para empezar, ministros que no han demostrado estar a la talla del encargo recibido y por un mínimo de decencia administrativa deberían dejarle su puesto a otros con mayor capacidad.

En el esquema habitual del poder político, tal como funciona en el Perú desde hace décadas, un gabinete ministerial es la primera barrera de contención de un gobierno y contiene un número suficiente de fusibles para impedir que cualquier avatar crítico afecte la imagen presidencial. Cuando esa barrera se resquebraja, el daño llega inevitablemente a Palacio de Gobierno.
Así sea solo por esa razón -porque Boluarte no puede gobernar efectivamente con tan bajo respaldo ciudadano-, la presidenta debería evaluar seria y rápidamente realizar un cambio ministerial urgente, que refresque el ambiente y le restituya la protección política que necesita.

Con mayor razón aún si la otra pata del poder presidencial, el Congreso de la República, adolece de su propia e inmensa cuota de descrédito y sobre eso ella nada puede hacer. La sociedad Ejecutivo-Legislativo drena la popularidad presidencial por sí sola, pero es claro que sin ella, la primera mandataria ya hace rato no estaría sentada en el solar de Pizarro, así que sobre el tema hay poco que decir. Boluarte depende del Congreso por más devaluado que esté.

Boluarte no puede seguir gobernando con relativo éxito mientras no despliegue políticas públicas dinámicas y vigentes, en particular, las vinculadas a la inseguridad ciudadana y la reactivación económica. Esos dos factores, sumados al tema de la lucha anticorrupción, son el trípode de preocupaciones esenciales de la ciudadanía y no solo el actual sino el gobierno futuro que entre el 2026 tiene que tenerlas en la primera hoja de la agenda gubernativa.

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Demartiniz, Dina Boluarte, santivañez

[Migrante al paso] Éramos niños: mi hermano, mi primo y yo; de viaje en Cusco con mis tíos. Contrataron a un chamán para que realizara una especie de ritual. Era como una lectura de hojas de coca, algo por el estilo. No soy un experto en el tema. Nos hicieron tomar mates y llenaron un mantel, color arcoíris, con flores, tierra y pequeñas cerámicas. Era una noche estrellada, y se sentía electricidad en la piel por el misticismo del momento. Mi familia tiene una característica peculiar, una muy bonita y sabia: enfrentamos los problemas, situaciones extrañas e incluso tragedias con risas. Disfrutamos del humor negro en esos momentos.

El chamán envolvió la tela mientras cantaba y rezaba a los apus. Armó como un paquete y luego se paró frente a cada uno de nosotros; seguía cantando y escupiendo. Yo ya estaba al borde de explotar de risa y vomitar del asco. Te hacía una profecía y luego te golpeaba dos veces en la cabeza con el mantón. A mí me dijo que iba a ser millonario, aunque lamentablemente no especificó cuándo, porque todavía no veo el dinero. Empezó con nosotros, los menores. Cuando llegó el turno de mi tío, le dio los golpes en la cabeza, y no pude aguantar. Salí corriendo, riéndome como loco. Mi hermano y mi primo me siguieron. Lo que no sabía era que mi tío también nos seguiría, dejando solo al otro tío frente al chamán. Más tarde nos regañó a todos por lo que consideró una falta de respeto.

¿Cómo terminamos en esta situación? La respuesta más acertada la encontré viendo El Rey León cuando era chico. Como dijo Timón: hay un loco en cada familia; en la mía, hay dos. Esto viene desde tiempos ancestrales, cuando mi abuela era joven. Una vez, a una tía le estaban pasando un cuy en un ritual, pero de pronto el pobre animal dio un chillido y murió. Según la curandera, no aguantó la locura del momento, y sugirió traer un lagarto pequeño.

A mi tía Marcela le decían que, cada mañana, al cruzar la casa de una vecina bruja, podían ver un elemental sobre sus hombros. Todo esto sucedía entre las pequeñas casas de colores de Cajamarca, en Barranco. Mi tía Elsi, por otro lado, sí estaba un poco loca de verdad; tenía preparada la ropa para su funeral desde los 50 años. De niños, siempre pasábamos por su panadería para comer enrollados de pizza. Mi abuela nos contaba estas historias con una sonrisa en el rostro. No hay nada mejor que ver a tu abuela en ataque de risa. De esta forma, nuestra infancia estuvo llena de ocurrencias locas y divertidas.

Mi abuela vive al lado de la casa de mis padres, donde crecimos y donde aún pasamos mucho tiempo. Es mi hogar permanente; aunque ya no duerma ahí, siempre será el lugar al que puedo regresar y descansar de cualquier cosa agobiante. Mi Mamamora, como le decimos, a veces nos recogía del colegio y nos consentía con lo que queríamos. Parábamos en El Rancho a comer pollo a la brasa, y nos compraba casi cualquier cosa que le pedíamos: renacuajos, tortugas, sapos, mariposas disecadas e incluso un murciélago gigante.

Nuestro pequeño conejo Bugs vivía al borde del infarto porque Max, un pastor alemán enorme, lo perseguía por toda la casa. Tuvimos que regalarlo a la pequeña granja del colegio. A mi hermano le regalaron una iguana que, el mismo día que llegó, se trepó a un árbol y nunca bajó. Son cosas que hoy no sucederían por el cuidado animal, y está bien que así sea. En ese momento no sabíamos todo lo que implicaba. Tal vez el peor regalo que pidió mi hermano fue un caimán disecado, que era más grande que yo. Le tenía pánico como el niño miedoso que era. Una mañana me desperté con el lagarto en mi cama. Nunca había gritado tanto; salí disparado al cuarto de mis padres. Así fue nuestra infancia: llena de aventuras. Jugábamos con arcos y flechas, tiro al blanco con hondas profesionales, y “mete gol gana” con el arco del jardín. Naturalmente, nuestra casa se convirtió en el punto de encuentro de todos nuestros amigos. Entre esas paredes se generaron lazos inquebrantables.

Éramos niños, con la cabeza rapada y Gokú en nuestras mentes. Nos enfrentábamos a lo que fuera, siempre juntos. A veces descalzos y con traje de karateka, otras con chimpunes y uniforme de fútbol. Ahora ya somos treintones, pero mantenemos a nuestros niños internos bien alimentados. Estos primeros días del año los he pasado en familia, y es asombroso lo que genera estar rodeado de quienes amas. Te sientes protegido e invencible, y tu vitalidad aumenta. Hacía tiempo que no me sentía así, calmado y feliz. Estoy igual de motivado que cuando era chico y los años nuevos eran una sorpresa.

Así seguimos viviendo entre risas: viendo a mi padre comer sin parar, a mi abuela decidir no usar sus audífonos para no escuchar nada, y a mi mamá renegando porque no le hacemos caso. Ver cómo pasa el tiempo no siempre llena de nostalgia o de ganas de volver a ser niño; también te llena de impulso por vivir cada vez más. Quiero vivir al límite para llenar a los nuevos integrantes de la familia de historias legendarias, tal como nosotros las recibimos de nuestra abuela y nuestros padres

De nada va a servir que se haya autorizado el financiamiento de empresas y personas naturales a las campañas electorales, si el Estado, a través de la ONPE, no fiscaliza los gastos en que se incurren y los coteja con los ingresos declarados.

Es la única manera de evitar que las mafias ilegales que pululan en el país no terminen por superar el financiamiento formal y se mantenga así la situación actual de un Parlamento dominado por las economías delictivas (como bien señala Alfredo Torres, este Congreso “ha favorecido a la minería ilegal, a los profesores cesados por incompetentes, a las universidades bamba, a los transportistas informales, a los préstamos ‘gota a gota’, al crimen organizado (dificultando los allanamientos), y ha aprobado presupuestos públicos desfinanciados por incrementos desmedidos en gasto corriente”).
La gran desgracia política del último lustro es, precisamente, la entronización de los vínculos entre las economías delictivas y el poder político. Estos vínculos han ido escalando. De colocar regidores o alcaldes distritales en sus zonas de influencia treparon hasta gobernadores regionales y alcaldes provinciales, luego congresistas y finalmente presidentes (Castillo fue financiado fundamentalmente por este sector informal de la economía; por eso, el apoyo a las protestas luego de su salida del poder).

Lo perverso del status es que estos financistas no buscan, como eventualmente podrían hacer los formales, apoyar a candidatos que propongan un cierto modelo económico o garanticen la supervivencia de la democracia, hoy amenazada por los extremismos, sino que abiertamente es un toma y daca. Dinero por apoyo y protección a las actividades ilegales. Mineros ilegales, traficantes de terrenos, explotadores de madera, contrabandistas, narcotraficantes, buscan así que se mantenga un sistema que les permita seguir actuando y lo garantizan financiando abundantemente a los candidatos que, sedientos de fondos de campaña, se prestan al juego.

La proliferación de partidos el 2026 hará más fácil el ingreso de dineros sucios. La ONPE tiene que ser dotada de dientes que le permitan eventualmente sacar de carrera a aquellos partidos que tenga fundadas sospechas de financiamiento ilegal. La democracia está en juego por esta amenaza y deben ponerse todos los ojos en impedir que se dinamite por dentro el sistema.

-La del estribo: empieza el año con buen teatro. Se pone Actos consentidos en el teatro La Plaza, con la dirección de Adrián Galarcep, cuenta en el elenco, entre otros, con Erika Villalobos y Oscar López Arias. Va hasta el 16 de marzo. Entradas en Joinnus.

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Congreso, ONPE

El 2025 marca un año histórico para Teoma, la multinacional líder en redes de mercadeo y venta directa en América Latina. Con motivo de su 13° aniversario, la compañía de mayor éxito en los últimos años de la industria, llevará a cabo el «Teoma Fest Chiclayo 2025» en la ciudad de Chiclayo, una fiesta que promete ser un hito en la historia del emprendimiento y liderazgo.

Este magno evento no solo celebrará los logros de la compañía, sino que también será un espacio de aprendizaje, inspiración y crecimiento para miles de empresarios con novedades e innovación para seguir creciendo a un ritmo exponencial.

Una jornada de aprendizaje con los mejores coaches del mundo

El «Teoma Fest Chiclayo 2025» que se llevará a cabo este 25 de enero, se perfila como el mejor evento de la historia en este inicio de año, reuniendo a destacados expertos y coaches de renombre mundial. Durante todo un día, los asistentes tendrán la oportunidad de sumergirse en conferencias diseñadas para transformar su manera de abordar los negocios y la vida.

En el centro del evento estarán las ponencias de figuras clave de Teoma y el mundo de los negocios e inversiones:

David Novoa, CEO fundador de Teoma, compartirá su visión sobre «marketing explosivo para redes de mercadeo». Esta conferencia busca empoderar a los líderes empresariales con estrategias innovadoras para escalar sus negocios a niveles exponenciales. Con su vasta experiencia y liderazgo, Novoa ofrecerá herramientas clave para maximizar el impacto en el mercado.

Felipe Novoa y Lissette Monje, invitados de honor, inspirarán a los asistentes con su charla «Modo conquista». Este enfoque está diseñado para potenciar las capacidades de los empresarios, ayudándolos a superar barreras y conquistar nuevos horizontes en sus trayectorias profesionales.

Además, el Teoma Fest Chiclayo 2025 contará con la participación de Richard Pereira, uno de los socios de Teoma, quien compartirá su experiencia en diversos negocios. Su visión estratégica agregará valor brindando prácticas herramientas para sus asistentes.

Una participación especial será la de Cristian Arens, reconocido influencer N° 1 en finanzas personales de todo el Perú, quien presentará su conferencia «Cómo hacer que el dinero trabaje para ti». Con su estilo único y práctico, Arens brindará consejos valiosos sobre cómo gestionar las finanzas de manera eficiente para alcanzar la libertad financiera.

Teoma: 13 años de transformación y liderazgo

Desde su fundación, Teoma ha revolucionado el sector de las redes de mercadeo, consolidándose como un referente en América Latina, gracias a la calidad de sus productos milenarios certificados bajo los más altos estándares del mercado. Su modelo de negocio no solo promueve el desarrollo económico, sino también el crecimiento personal de los empresarios de la Nación T. Este 13° aniversario simboliza años de esfuerzo, innovación y compromiso con el éxito colectivo.

El «Teoma Fest Chiclayo 2025» será una celebración de este legado, destacando los valores que han llevado a la compañía a convertirse en un gigante de la industria: trabajo en equipo, visión a largo plazo y un enfoque constante en el bienestar de su comunidad.

Chiclayo: El escenario perfecto

La ciudad de Chiclayo, conocida como la «Capital de la Amistad», será el escenario ideal para este evento de magnitud continental. Con su rica historia, cultura y hospitalidad, Chiclayo ofrece un ambiente propicio para la conexión y el intercambio de ideas. Además, la ubicación estratégica de la ciudad facilitará la llegada de participantes de diferentes países. Cada año, el Teoma Fest se realiza en distintas ciudades del país, reflejando la gran acogida que tiene Teoma a nivel nacional.

 

Un evento que dejará huella

El «Teoma Fest Chiclayo 2025» no solo será una celebración de logros pasados, sino también un llamado a la acción para construir un futuro aún más brillante. Los asistentes regresarán a sus hogares con conocimientos prácticos, motivación renovada y una visión clara de cómo alcanzar el éxito en el competitivo mundo de los negocios.

Teoma ha demostrado que, con pasión y determinación, es posible transformar vidas. Este 13° aniversario reafirma su compromiso de seguir empoderando a las personas para que sean agentes de cambio en sus comunidades y más allá.

Si eres un emprendedor o sueñas con serlo, el «Teoma Fest Chiclayo 2025» es una cita imperdible. Prepárate para vivir una experiencia única que podría marcar un antes y un después en tu vida profesional y personal.

La falta de una explicación clara de la expectoración del historiador Manuel Burga de la dirección del Lugar de la Memoria, LUM, no hace sino alimentar las suspicacias respecto de que no es más que otra concesión a los deseos de la derecha más rancia que sostiene al gobierno en el Congreso.

Esa derecha ha visto siempre con malos ojos este museo, considera que el Informe de la Comisión de la Verdad debería ser traspapelado y revisar la memoria histórica de lo sucedido entre 1980 y la década del 90. Básicamente, lo que la resiente es el manifiesto despliegue de la verdad respecto de los excesos ominosos cometidos por las fuerzas del orden en la lucha antisubversiva, contra población civil inocente.

Burga venía conduciendo el LUM con dinamismo y sindéresis, a diferencia de muchos de sus antecesores, quienes cedieron a visiones ideológicas que contaminaron su quehacer.

Particularmente, tengo críticas al LUM. Creo que hay un sesgo antifujimorista en su narrativa, cuando los excesos más brutales de la represión ocurrieron en el periodo democrático de los 80 (Belaunde y García), no se muestra a cabalidad el horror de tales excesos (no es necesario equipararlos a los de Sendero, para mostrarlos en su real dimensión) y, finalmente, no se subraya que al final de todo, fue la democracia peruana la que obtuvo la victoria contra las huestes antisubversivas que querían convertir al país en un infierno (ello no se pondera adecuadamente).

Pero ello, con la dinámica propia de museos vivos como éste, va cambiando durante el tiempo y se ajustan las clavijas conforme la propia verdad se abre paso correctamente. En eso andaba la última dirección del LUM y ahora reina la incertidumbre respecto de las reales intenciones del mInisterio de Cultura a propósito del futuro de la institución.

Lo peor que le podría pasar al LUM es que se convierta en una institución edulcorada, pasiva, muerta, con una narrativa unilateral de lo sucedido en esos años, como pretende un sector de la derecha peruana y de la clase política involucrada en los desmanes antisubversivos (particularmente Acción Popular y el Apra).

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