Quien decidió meterse de cabeza al juego político fue la Fiscal Benavides. Al más puro estilo de Harvey Dent se inflamó de valor para impulsar la investigación judicial al presidente mediante un, hay que señalarlo, equipo muy eficiente que desde la fiscalía y la PNP trabajan de la mano. Objetivo Castillo se llama la película. Pero también como el fiscal Dent, parece que la moneda da cruz cuando se trata de otros casos. La salida de al menos cinco fiscales de casos complejos, varios de ellos dejando testimonios muy preocupantes, manchan por completo su intención moral. Lo peor, el blindaje descarado, deshonesto, impune, que está dando al caso de su propia hermana. Que ella misma disculpa diciendo que no se relaciona con el caso Cuellos Blancos. ¡Pero es su hermana, fiscal Benavides! ¡se le acusa de cobrar 100 mil dólares a acusados de delitos muy graves por limpiar sus casos! Silencio de la prensa grande. Silencio asqueante de la prensa grande. Silencio convenido de la prensa grande.
Por otro lado, desde algunas neo-organizaciones sociedad civil se prefiere plegarse a la validación de la acción de la Fiscal de la Nación con tal de sacar a Castillo. Preocupa por ejemplo que se salude la acción de apoyo a Benavides del sábado, pese a que ya se tiene pleno conocimiento de lo turbio de su acción. Preocupa que organizaciones como Transparencia, a través de algún miembro de su Comité Consultivo, esté apoyando iniciativas de esta naturaleza. La corrupción es una. No sirve relativizarla.
En este nuevo período, Castillo ha decidido jugar el todo por el todo por una estrategia que anule a los actores tradicionales de la acción política. Se siente más cómodo yendo a una estrategia más horizontal. Allí tiene todas las de ganar. Pero con adversarios que demuestran que la sinapsis es una palabra aún desconocida, no sólo tiene todas las de ganar, sino que lo dejan tener una ventaja de varios cuerpos.