Juan Carlos Guerrero

“Bloques parlamentarios”: juntos y revueltos

“Es probable que alguno de los cuatro “bloques parlamentarios”, que aspiraba a conducir el Congreso, sea el resultado de un rosario de coincidencias al votar por alguna u otra iniciativa parlamentaria. En ese concierto de voluntades, cuando votan, las diferencias ideológicas o programáticas se desvanecen ante la salvaguarda de intereses particularísimos que los encarnan o los representan y no tienen nada que ver con el bien común y el bienestar general”.

El 26 de julio juramentaron los cuatro integrantes de la Mesa Directiva del Congreso de la Republica. Lady Camones (Alianza para el Progreso) la preside y la integran Martha Moyano (Fuerza Popular), Digna Calle (Podemos Perú) y Wilmar García (Somos Perú) como vicepresidentes. Camones derrotó en segunda vuelta a Esdras Medina (Renovación Popular). Su lista obtuvo 73 votos mientras que la de su oponente 52.

En primera vuelta, ninguna de las cuatro listas alcanzó la mayoría simple de los congresistas asistentes. Además de las listas encabezadas por Camones y Medina compitieron las de Héctor Acuña (Juntos por el Perú) y Gladys Echaíz (Renovación Popular). Los resultados fueron los siguientes: la lista de Camones alcanzó 50 votos; la de Medina, 36 votos; la de Acuña, 23 votos; y, por último, la de Echáiz, 16 votos.

Para muchos, la composición de las cuatro listas causó sorpresa. En todo caso, la misma sincera y deja constancia de las afinidades existentes entre sus integrantes. ¿Cuántos de estos novísimos “bloques parlamentarios” trascenderán la competencia electoral? ¿Cuáles de ellos se articularon alrededor de propuestas que aspiran a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y ciudadanas? Difícil saberlo. Lo que sí sabemos es que, a lo largo de la legislatura pasada, parlamentarios de distintas bancadas votaron de manera conjunta sobre temas muy puntuales  estableciéndose de facto alianzas coyunturales. Así, por ejemplo, congresistas de Fuerza Popular y Perú Libre votaron recientemente en contra de la reforma universitaria o de otorgarle la confianza al gabinete de Mirtha Vásquez en noviembre del año pasado.

Es probable que alguno de los cuatro “bloques parlamentarios”, que aspiraba a conducir el Congreso, sea el resultado de un rosario de coincidencias al votar por alguna u otra iniciativa parlamentaria. En ese concierto de voluntades, cuando votan, las diferencias ideológicas o programáticas se desvanecen ante la salvaguarda de intereses particularísimos que los encarnan o los representan y no tienen nada que ver con el bien común y el bienestar general.

Ese oportunismo ramplón hace que los parlamentarios del Bloque Magisterial, Perú Libre y Acción Popular no tengan mayor inconveniente en aliarse con Esdras Medina, el mismo que anuncia castigos divinos ante el avance en el reconocimiento de derechos de la comunidad LGTBI en América Latina. O el congresista Jorge Montoya (Renovación Popular) afirme que “tenemos puntos en común con Perú Libre y no estamos contra el comunismo”.

Como en todo hay excepciones como el del Bloque Parlamentario Pro Reforma Universitaria. Congresistas de distintos partidos políticos (Partido Morado, Alianza Para el Progreso, Juntos por el Perú, entre otros más) acordaron sumar esfuerzos para defender la reforma universitaria. Un bloque que aún permanece y cuyos integrantes confrontan a sus colegas cuyos intereses se contraponen a la calidad educativa superior universitaria.

Sin embargo, no fue la tónica. En cambio, los congresistas de las distintas bancadas de derechas o de izquierdas colocaron temas en la agenda legislativa que han significado un retroceso en transporte, medioambiente, educación, derechos sexuales y reproductivos, etc.  Gracias a que sus alianzas han sido efímeras y débiles la vulneración de derechos ciudadanos no escaló aún más. Si existiera una coalición parlamentaria estable, forjada a partir de acuerdos entre los partidos, con objetivos políticos claros y una estrategia definida, según el desempeño congresal visto hasta ahora, el estropicio hubiera sido mayor. Felizmente, no la hay.

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