Si la oposición congresal no toma plena consciencia de que la vacancia presidencial es imposible (ni apareciendo un audio o video con Castillo recibiendo dinero, el régimen sufrirá mella en la izquierda obsecuente y los “niños” que les permite tener al menos 52 votos asegurados), tendremos a este gobierno sentado en Palacio hasta el 2026.
Tan inútiles como las “megamarchas contra el comunismo” son las mociones reiteradas de vacancia. No van a prosperar. Son, además, políticamente inocuas. No capitalizan a la oposición. No aumenta el número de personas que acude a las protestas ni mejoran los niveles de aprobación del Congreso.
La única salida viable es la del adelanto de elecciones generales, mediante una reforma constitucional, para lo cual sí se tienen los 66 votos necesarios (Lady Camones obtuvo 73 votos para ganar la Mesa Directiva), y que luego se ratificaría en un referéndum en el que seguramente ganará la opción de que se vayan todos, tan aprobada por la inmensa mayoría de los ciudadanos.
El costo político que este camino tiene (a diferencia de la vacancia) es que no es inmediato y Castillo seguirá en el poder hasta el 28 de julio del 2023, pero entre no lograr nada y recortarle su paso destructivo por el poder tres años, hay una gran diferencia política que el Legislativo haría bien en ponderar.
Sería importante, además, incluir esa pregunta en el referéndum para ayudar a que propuestas impopulares como la bicameralidad y la reelección congresal -que serán sometidas igualmente a referéndum- puedan ser aprobadas, por efecto arrastre.
Estamos en un punto crítico tal, que ya debería llamar a sospecha de que un congresista insista con la vacancia. Casi significa que simplemente se quiere quedar hasta el 2026 bien sentado en su curul (ni como gesto de protesta se animaron a moverse de la misma el 28 de julio) y mantener el statu quo disimulando una oposición realmente inexistente.
Tenemos el gobierno que tenemos en gran medida por culpa de un Congreso opositor torpe y obsecuente, cuya grita es un psicosocial, que en verdad no busca cambiar las cosas y anhela disfrutar las canonjías del poder cómodamente sentado en el poder que tiene todo el tiempo que se pueda.
–La del estribo: muy recomendable el libro de Sonaly Tuesta, Un viaje para no morir, donde relata, con gran sensibilidad y hondura, la travesía personal que casi la llevó a la muerte hace seis años. La exconductora del extraordinario programa televisivo Costumbres, nos cuenta una faceta personal entrañable.