En sus tres décadas casi no se han registrado actos de vandalismo, por lo que se le considera entre los eventos masivos más seguros. A pesar de que prácticas como el pogo (“mosh pit”), lanzarse desde el escenario para que la masa te sostenga (“stage diving”), ser transportado por el público (“crowd surfing”) y la temible “wall of death” son potencialmente peligrosas, se han reportado pocos heridos y cuatro asistentes han fallecido durante el W:O:A. En comparación con los indicadores del Lollapalooza o las desastrosas ediciones de Woodstock en 1994 y 1999, eso es realmente un éxito. Asimismo, el festival promueve, durante sus tres o cuatro días, campañas de donación de sangre, análisis de médula espinal para colaborar con pacientes de leucemia y un permanente apoyo a la organización Stark Gegen Krebs (Fuerza contra el Cáncer).
La experiencia del W:O:A se parece más a la de un parque temático de diversiones que a un simple listado de artistas que tocan uno detrás de otro. Hay desfiles de personajes que van de lo medieval y gótico a lo fantasmagórico, un cruce entre El Señor de los Anillos, Comic-Con y Game Of Thrones que podría ser hasta caricaturesco. Pero lo central aquí es el sentido de comunidad y la multitudinaria camaradería. El público amante del hard-rock/heavy metal y sus ramificaciones posee, más que en cualquier otro género derivado del rock, ese espíritu de cuerpo sólido y leal, cerrado y a la vez amplio, donde lo único que se requiere es compartir el gusto por esta música que, en el común de las personas, suele producir gestos de desagrado, desaprobación y hasta asco. Si no te gusta el metal, Wacken Open Air no es para ti. Pero si eres un headbanger de corazón, no tiene pierde.
Por sus escenarios han pasado todos los más grandes exponentes de la multiforme familia de subgéneros que hoy existen, con una excepción casi impensable. Metallica, considerada por muchos expertos como la banda más importante de thrash metal -entre 1983 y 1988- y, posteriormente, la responsable de extender la aceptación de esta música entre públicos más convencionales, nunca ha tocado en el festival. Pero a juzgar por los carteles, no se les extraña mucho que digamos. Otros nombres como Manowar o Death tampoco han sido parte del Wacken en sus treinta años de historia.
En la última edición, realizada del 1 al 6 de agosto pasado, estuvieron leyendas del metal extremo como Venom -aquí los podemos ver tocando su clásico himno Black metal, de 1982-; Judas Priest, una de las principales bandas de la New Wave Of British Heavy Metal (NWOBHM); Michael Monroe, ex vocalista del recordado grupo finés Hanoi Rocks; los infernales alaridos de King Diamond al frente de Mercyful Fate, orgullo danés del heavy metal; y hasta Cirith Ungol, olvidada agrupación norteamericana pionera del hard-rock con temas fantasiosos (de hecho, el nombre del grupo es únicamente reconocible para los lectores de J. R. R. Tolkien). También estuvieron conjuntos históricos de distintos países, etapas y estilos del metal como Gwar y sus estrafalarios disfraces (EE.UU.), Rotting Christ (Grecia), Overkill (EE.UU.), Loudness (Japón), Pestilence (Holanda), Behemoth (Polonia), Amon Amarth y su imaginería vikinga (Suecia). En el canal Wacken TV, de YouTube, pueden verse resúmenes, conciertos y otros aspectos de la última edición del festival.
Los metaleros más jóvenes disfrutaron de bandas como los norteamericanos Slipknot, esos de los overoles y las máscaras; los holandeses Epica, con la operática voz de Simone Simons; los alemanes Powerwolf y sus atuendos de basados en licántropos, diablos, vampiros y demás monstruos; o el cuarteto femenino Crypta de Brasil, uno de los debutantes en el festival, con un sonido agresivo, heredero de Slayer o Death. También debutó este 2022 el trío alemán Kadavar, que hace un interesante revival de rock psicodélico combinado con la oscuridad de Black Sabbath.
Como vemos, ya sea que prefieras el hard-rock clásico -Deep Purple, Saxon-; el heavy metal -Iron Maiden, Accept-; o incluso propuestas más extremas como la de los noruegos Mayhem, pioneros de la escena nórdica de black metal, envueltos en más de un escándalo por sus letras satanistas y, en especial, por el trágico asesinato de su fundador y guitarrista Øystein “Euronymous” Aarseth, en 1993, perpetrado por su entonces compañero de grupo, Varg Vikernes; el Wacken Open Air Festival tiene metal para todos. Para la edición 2023 -cuyas entradas se agotaron en solo seis horas, un nuevo récord- ya se ha anunciado la presencia de Iron Maiden, Megadeth, Pentagram y Deicide. Todo parece indicar que la llamada Meca del Metal está más vigente que nunca.