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Redes Sociales en el Perú: Historia latente e inconclusa

“Las redes sociales se convierten en el inicio de un negocio próspero y competitivo”

Es casi una constante en todo Lima, ver a muchos extranjeros que se van constituyendo en una original fuerza motora, que ayuda a los comercios nacionales de distintos “mercaditos” o negocios emprendedores, a ofrecer un mejor servicio, el cual parece amable, rápido y efectivo. Son estos extranjeros los que están marcando la pauta de un nuevo modelo de atención al cliente y que no deberá sorprendernos, comienza a ser el inicio, sino ya el proceso en sí, de la construcción de una red social y económica que la categoría de extranjeros les permite, pues, generar la asociación natural de las personas y grupos humanos con las mismas identidades y la misma cultura. Esto ya pasó en el Perú y creo que no nos dimos cuenta.

Pues, una situación similar fue la que los peruanos vivimos en la década de los setenta y ochenta y quizás noventas, aproximadamente, a raíz de las fuertes y grandes migraciones internas ocurridas en el país y que significaron una original forma de entender lo bien que funcionan las redes sociales y económicas cuando la necesidad obliga y la mirada puesta en las oportunidades se hacen efectivas. Claro está que la diferencia con los mencionados extranjeros, se da en que, ante el conocido divorcio histórico de la ruralidad y la ciudad, las redes funcionaron de una mejor manera acá en el Perú y de alguna forma, consciente o inconscientemente fue aprovechado por los pobladores migrantes con una visión clara y efectiva del paso del autoempleo al emprendimiento. Muchas personas despedidas de las fabricas en crisis, vieron una oportunidad en el autoempleo por una humana necesidad, y transformaron su visión en una oportunidad para emprender, en distintos rubros, tomando como base los oficios aprendidos en la ciudad, ya sea el oficio de textiles, de metalmecánica o de zapatería, y apuntaron a ganador. Y aquí es necesario mencionar nuevamente, como en artículos anteriores, la fuerza de los condicionantes culturales y el fuerte respeto por las redes sociales, que no solo son sociales, o sea de personas, sino que son particularidades muy enraizadas y mentalizadas que es lo normal y se articulan a nivel histórico y cultural propiamente.

Por lo general y en muchos casos, un migrante autoempleado, con visión emprendedora y en pleno crecimiento en los ochenta y parte de los noventa tenía claro que su capitalización y su éxito dependía de la fuerza de trabajo y los costos de su producción, y condicionaba esa situación a un modelo social que permitía dar opciones a los familiares, paisanos de la misma región, para ser parte de un proceso de apoyo laboral, con aprendizaje técnico empírico  incluido, es decir, una inversión conjunta, “me ayudas y yo te enseño”, clave que potenciaba un ahorro en sueldos a veces y una inversión a futuro, pues al generar competencia, ampliaba mercado, pues el aprendiz, era un potencial competidor paisano o familia que podría permitir la asociación y crecimiento futuro. Dicha capitalización fue recurrente en muchos espacios socioeconómicos de nuestro país y se constituyó en una fuerza que generaría años más adelante, pequeños circuitos económicos donde la competencia comercial, iba fortaleciendo el tan deseado mercado interno necesario en el Perú. Competencia que se origina de un precepto muy propio, la ayuda mutua o el trabajo comunal, siempre presente en el imaginario campesino y su descendencia. Esta particularidad, es otro elemento que fortalece los espíritus emprendedores y ahora asociativos del poblador peruano.

Es una historia que muchos investigadores desde la sociología y la antropología y las ciencias sociales en general han recogido en diversos trabajos, identificando y entendiendo como elementos fuertes de capitalización, el espíritu de ahorro campesino, la austeridad que obliga el trabajar y vivir de la “tierra”, el ser parte de una red social de trabajo compartido,  todo ello confluye en un paquete de condicionantes que permitieron trabajar con redes sociales al momento de sentir la necesidad de fortalecer las empresas que recién comenzaban. Esto refleja un fenómeno claro y curioso, que aporta al crecimiento y desarrollo. Y cada uno de ellos por sectores económicos que ven reflejados en la actualidad fuerte presencia comercial 

Condicionantes culturales a retomar y considerar para este contexto de pandemia y post pandemia, por los emprendedores peruanos, pues no es novedad esta característica propia detallada líneas arriba y como estrategia natural y necesaria ha sido tomada por nuestros visitantes extranjeros del norte, que no es malo, pero que pone como tema a considerar por nuestra historia comercial, durante el paso campo-ciudad.

En resumen, las redes sociales, bien articuladas se convierten en fuertes redes económicas de intercambio y ayuda en el crecimiento y desarrollo de quienes las ponen en funcionamiento, y en el Perú esto es algo muy recurrente y de mucho valer pero quizás desapercibido, por la mayoría. Como fenómeno social, nos acerca a un desarrollo fructífero en lo económico a mediano plazo. 

Este tema es muy amplio a desarrollar, solo es una muestra de lo importante que es percibir la cultura como base interesante de un desarrollo comercial futuro. No es que haya pasado esta característica, al contrario, hay la tendencia de que sea un fenómeno de ida y venida.

 

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