Pie Derecho

El terruqueo, un disparate peligroso

“La izquierda no necesita ser terruqueada para merecer duros adjetivos, por haber sido comparsa cómplice de un gobierno corrupto, mediocre y golpista como el de Pedro Castillo”

El terruqueo es, sin duda, un arma arrojadiza que la derecha gusta de emplear para descalificar la actuación política de la izquierda, más aún si se trata de convocatorias a protestas como la de este próximo 19 de julio.

El propio premier Alberto Otárola ha aprovechado un audio de la “camarada Vilma” incitando a la violencia en dicha protesta, para advertir que se viene una asonada y que el gobierno se prepara para enfrentarla con rigor.

En verdad, es una exageración ruin la que se hace. Sendero Luminoso no tiene capacidad política alguna de promover una movilización. A lo más que puede llegar es a enviar un audio a una radio regional inaparente y a tratar, por esa vía, de ganarse alguito de representación mediática, alentada, en este caso, por sus propios adversarios.

¿Va a haber senderistas en la marcha? Sin duda, algunos de los pocos que quedan saldrán a marchar. ¿El Movadef participará? Ya lo ha anunciado, pero el Movadef ya no es el Sendero Luminoso terrorista que se invoca como demonio a exorcizar. No va por allí el riesgo potencial de la llamada “toma de Lima”.

El riesgo es que sea masiva -no parece que vaya a serlo-, o que se desborde intencionadamente por grupos violentistas (que los hay, sin necesidad de que sean senderistas) y que el gobierno se equivoque nuevamente en su estrategia represiva y se produzcan muertos que sirvan luego de combustible político de efectos impredecibles.

El problema del terruqueo es que no es solo un embuste ideológico destinado arrinconar e intimidar a la izquierda (la que, por cierto, tampoco se libra de semejantes excesos semánticos en sus ataques a la derecha, tildándola indiscriminadamente de fascista y genocida), sino que se traduce en planes operativos policiales, que parten de esa premisa y, por ende, no desembocan en una actitud represiva inteligente, acomedida, restringida al Estado de Derecho, sino a una que se excede y genera las consecuencias vistas en las protestas de diciembre y enero.

La izquierda no necesita ser terruqueada para merecer duros adjetivos, por haber sido comparsa cómplice de un gobierno corrupto, mediocre y golpista como el de Pedro Castillo. La marcha convocada por ella debe ser repudiada por esa razón. No se le puede conceder un triunfo que le lave un rostro manchado indeleblemente.

 

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