Adrianzén

[Agenda País] El socavón es una cueva que ha sido excavada en una montaña, habitualmente para acceder a vetas de minerales y explotar su producción.

Un socavón empieza con una entrada horizontal y a medida que uno se adentra va encontrado una maraña de túneles que se dirigen a todos lados, chimeneas verticales para subir o bajar de pisos y estrechos pasajes, algunos de los cuales solo permiten el paso casi rampando, a espacios más amplios, brillantes de pirita y con suerte, con el rayo de la veta deseada.

Pero un socavón también es una tumba. Y no solo por accidentes que siempre ocurren en la explotación minera, sino también, por ser testigo de ejecuciones como la que recientemente sumió en la eterna tristeza a 13 familias peruanas.

A estos 13 peruanos asesinados se suman otros 26 que corrieron el mismo destino en esta convulsionada provincia de Pataz. Crónica de una muerte anunciada.

El problema de la violencia en esta zona, sierra de la región de La Libertad, no es nuevo. Se remonta a fines de los 80’s cuando el terrorismo de Sendero Luminoso recorría las alturas del Perú sometiendo a inocentes pobladores, campesinos, trabajadores mineros y todo aquel que se opusiera a la doctrina asesina de su líder Abimael Guzmán, llamado Presidente Gonzalo por sus seguidores.

Con la decidida acción del ejecutivo de ese entonces, liderado por el Presidente Alberto Fujimori, se dotó a la policía y rondas campesinas de armamento y apoyo de inteligencia para luchar efectivamente contra los ataques terroristas que trataban de impedir la explotación minera. A ellos, se sumó el ejército para resguardar las cumbres de las montañas y los empresarios mineros que contribuyeron con recursos para que todo este esfuerzo tuviera éxito. Y lo tuvo.

Han pasado ya más de 30 años y hemos regresado a una nueva época de terror. Esta vez sin un líder claro, sino con hordas de extorsionadores y delincuentes, también organizados en células como Sendero Luminoso y con una red criminal latinoamericana extensa que tiene como brazos de apoyo organizaciones criminales como el Tren de Aragua.

La desidia del estado peruano ha obviado, sobre todo en la última década, las señales y realidades de un nuevo enemigo que se estaba alzando contra el estado de derecho, la democracia y los valores de nuestra nación.

La tardía reacción de crear una base militar en Pataz, la falla en inteligencia que hizo patinar al Premier Adrianzén minimizando el secuestro de estos 13 peruanos posteriormente asesinados y la absurda medida que anuncia la paralización de la producción minera en esa zona, no hace más que demostrar improvisación y que no estamos teniendo una estrategia consistente en la lucha contra este nuevo flagelo.

En paralelo al establecimiento de la base militar, se debe reflexionar, con todos los actores involucrados como empresarios, alcaldes, policía, militares e inteligencia, sobre una estrategia en común y las acciones a seguir. 

No podemos continuar en esta improvisación. Estuvimos a punto de perder el Perú a manos de Sendero Luminoso, no lo perdamos ahora en manos de extorsionadores y asesinos que harían de nuestro hermoso país, un estado fallido, violento e inmanejable.

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[Agenda País] Pocas veces se ha sentido tanto desconcierto en el país como en los tiempos que estamos viviendo. Y no es solamente culpa de quienes nos gobiernan.

Nosotros, los ciudadanos, nos hemos acostumbrado a celebrar la pendejada, a cambiar los programas de entretenimiento o culturales por cojudeces faranduleras y a mostrar un desinterés en participar activamente en política, pero valgan verdades, también miramos a la política como farándula. 

El escándalo de Andrés Hurtado “Chibolín” se veía venir. Decenas de políticos y personalidades pasaron por su programa, de ostentosa huachafería, y se sentaron en los tronos de la indiferencia siendo partícipes del desdén hacia los más pobres. Pero como nadie habla o habla poco, y con tanto poderoso metido en la cochinada, quizá todo quede allí, con Chibolín haciéndose el desmemoriado y la fiscalía peleándose con el poder judicial. 

Ya de Mauricio Fernandini no escuchamos ni pío, pero aún tenemos a nuestro “Bebito fiú fiú” que nos entretiene con su cinismo y si nos falta más morbo, Magaly sigue rompiendo ratings.

Mientras el país entra en caos permanente, el gobierno sigue despilfarrando centenas de millones de dólares en la quebrada PetroPerú y deja a la Policía Nacional del Perú sin recursos para luchar efectivamente contra la delincuencia y el sicariato que cada día aumentan con más insania en todo nuestro país.

El anunciado paro de transportistas para protestar, justificadamente, ante el incremento de la extorsión que no solamente se ensaña contra ellos sino contra todos los comerciantes que honradamente se ganan el pan de cada día, ha demostrado que el gobierno no actúa planificadamente.

Recién el mismo día del paro, el Minedu saca un comunicado a las 6:50 a.m. diciendo que las clases pasan a virtual cuando a esa hora, la mayoría de los estudiantes ya están camino a sus centros escolares, aumentando la sensación de caos y poniendo en peligro la integridad física de profesores, estudiantes, administrativos y padres de familia.

También, el mismo día hacia principios de la tarde, el gobierno declara en emergencia a varios distritos de la capital, ¡Nunca es tarde! dirán los optimistas, ¡Demasiado tarde! los realistas, ¡Ya para qué! expresarán los pesimistas. 

Da la sensación que el Premier Adrianzén cree que su rol es ser reactivo con los problemas, como en el tema de los incendios forestales que ya venían empezando hace semanas, pero que recién con el infortunio de compatriotas fallecidos, se empieza a reaccionar. Y es tal la soberbia que ni ayuda internacional pedimos mientras se quema medio país, se culpa a la tradición de quemar para sembrar y a algunos malos peruanos. Bueno, ya lloverá y crecerá algo… 

Otra impresión es que no se coordina entre ministerios, que es uno de los roles principales de la PCM. Ante el extemporáneo comunicado del Minedu y la tardía declaración de emergencia, se suma que el MTC no tuvo un plan de contingencia para movilizar a la población. Tarde, muy tarde, la PNP puso unos buses a disposición. “Control de daños” es la frasecita que más se usa cuando la incompetencia arrecia.

El gobierno de la presidenta Dina Boluarte tiene que reaccionar de manera radical. Ella tiene que reaccionar.

Que su gobierno llegue al 2026 es un objetivo que muchos peruanos, como yo, deseamos. Pero si la sensación de caos e indiferencia sigue aumentando, las voces de vacancia volverán al ruedo, como ya se empiezan a escuchar.

Aún es tiempo de corregir y comienza, primero, con un cambio de chip en la presidenta para que asuma que lo que queda de su gobierno es asegurar la transición democrática y poner un mínimo de orden en el país. 

Lo segundo, recomponiendo su gabinete con un premier con voz propia, que ejerza liderazgo y una efectiva coordinación transversal, así como designar ministros competentes que prioricen el trabajo en equipo.

No podemos seguir viviendo de la farándula y la indiferencia. 

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