Le haría mucho bien al Perú que sobrevenga un periodo largo de gobiernos de centroderecha o derecha, inclusive conservadora (porque ésta, al abonar en favor de las libertades económicas, a la postre genera las condiciones sociales para que, por la propia emulsión ciudadana, crezcan las demandas por las libertades civiles y los derechos democráticos).
Corresponde el turno a una derecha que rompa con el statu quo vigente desde los 90 en adelante. Que a la par de emprender la segunda ola de reformas económicas, le eche el guante a las reformas institucionales urgentes que el país requiere (salud y educación públicas, descentralización, seguridad interna, etc.).
Ojalá la tragicomedia que estamos apreciando con el gobierno de Castillo, sirva al menos, de despertador para la conciencia cívica adormilada y la centroderecha o la derecha monda y lironda, estrenen un activismo potente que desemboque en un protagonismo central en los siguientes procesos electorales.