[EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS] Ya hace un tiempo, en mis clases, refiero como Conflicto Armado Interno y Lucha contra el terrorismo al luctuoso periodo en que SL y MRTA asolaron al país. Utilizo las dos denominaciones en simultáneo por respeto a las diferentes posturas que existen sobre aquella larga y dolorosa coyuntura.
Hoy, el Presidente Daniel Novoa, de derecha, le llama directamente Conflicto Armado Interno a la terrible situación que, súbitamente, se ha presentado en Ecuador, tras la fuga de dos cabecillas del narcotráfico (en total fugaron 39 reos de la cárcel de Ríobamba), la toma de un canal de televisión y de diferentes locales que cumplen diferentes funciones, pero que tienen en común ser lugares públicos, lo que ha motivado la toma de cientos de rehenes a manos de los grupos armados.
La expresión de Novoa puede resumirse con el siguiente parafraseo: las acciones de estos grupos son terroristas, por eso declaro el Conflicto Armado Interno. De esta manera, se valida lo que se ha señalado desde la CVR respecto de lo que sucedió en el Perú desde 1980 en adelante: Conflicto Armado Interno, refiere un enfrentamiento que supera la delincuencia común, y que no es un Conflicto Internacional, pues este último implicaría el enfrentamiento entre dos Estados. De tal manera, CAI resultaría la denominación correcta para nuestro caso.
Además, así lo refieren los Convenios de Ginebra de 1949 que son los que hasta hoy ofrecen al mundo un marco de denominaciones oficiales para los diversos enfrentamientos entre grupos armados. Los Convenios también hacen referencia al terrorismo, pero lo entienden más como un método de acción utilizado por uno o todos los bandos en conflicto. Grosso Modo, hay terrorismo cuando alguno o todos los contendientes validan que un sector o individuos de la población civil puedan ser utilizados como blanco, como parte de sus objetivos militares. También puede entenderse como la intención de sembrar el terror entre la población con las mismas finalidades.
Por supuesto que los Convenios de Ginebra condenan duramente el uso de prácticas terroristas, las que se encuentran absolutamente al margen del derecho de la guerra. En tal sentido, lo que podríamos decir que ocurrió en nuestro país fue un Conflicto Armado Interno y podríamos añadir que este se caracterizó, principalmente, por las acciones terroristas perpetradas por los grupos armados SL y MRTA.
El problema con esta definición es que, de acuerdo con los datos de CVR, el 30% de las víctimas civiles del CAI cayeron a manos de nuestras Fuerzas armadas o policiales, aunque también es verdad que estas, finalmente, fueron las que derrotaron a las bandas terroristas y pacificaron al país. Esta situación complica alcanzar una fórmula que complazca todas las posturas que existen al respecto.
En el pasado he escrito sobre la actuación de nuestras Fuerzas Armadas y Policiales en el CAI. He dicho que poseen un doble y hasta un triple estatuto. El de víctimas, porque lo fueron muchas veces, el de victimarios, porque esta situación también se produjo, y el de vencedores de las bandas terroristas y pacificadores del país.
En tal sentido, me parece que definir o darle un nombre a lo que aquí comenzó a acontecer desde 1980 en adelante puede resultar sencillo, pero también muy complicado. Es sencillo porque Conflicto Armado Interno es el nombre oficial que establece el derecho internacional para casos como el nuestro, pero es complicado porque dicha denominación no satisface a todos los sectores de la sociedad.
A nuestro parecer, la solución pasa por una descripción más bien amplia de la escena, es decir, señalar que en el Perú se produjo un Conflicto Armado Interno en el que las bandas terroristas SL y MRTA asolaron al país, siendo responsables, además, de la mayor parte de bajas civiles que el enfrentamiento produjo. Estas bandas fueron combatidas por las fuerzas armadas y policiales las que también dañaron a un sector de la población civil. Finalmente, las fuerzas armadas y policiales lograron vencen a las bandas terroristas y pacificaron al país.
Entiendo cabalmente que explicar no es lo mismo que nombrar, y que, además, existen sectores radicales, a ambos lados, que, de seguro, no estarán de acuerdo con la descripción propuesta. En todo caso, saber que existe una definición que intenta reflejar todo lo ocurrido, sin negar nada y en una sola oración, podría resultar tranquilizador y hasta cierto punto consensual si la sociedad conoce que dicha definición está impresa y se difunde, por ejemplo, en los manuales escolares del Estado, tanto como en aquellos divulgados por casas editoriales privadas.
En fin, me temo que esta discusión no va a terminar nunca, pero quizá sí resulte posible generar un contexto en el cual podamos conversar del tema sin necesidad de atacarnos, dividirnos, ni de levantar la voz, así maduraremos, aunque sea un poco, como sociedad. ¿Será posible?
[MIGRANTE DE PASO] Yo vi a Papa Noel, el recuerdo es tan vívido que es difícil creer que fue producto de mi imaginación. Claramente lo fue. La mente de un niño es capaz de todo. No sólo lo vi a él. Lo vi en su trineo volando y soltando una camiseta de la U. Lo que pasó en verdad es que en las bolsas de regalos, una mía y otra de mi hermano, siempre ponían lo mismo, pero se olvidaron de la camiseta en la mía. Mi padre se subió al techo y tiró la camiseta de fútbol hacia el jardín. Me dijeron que Papa Noel estaba tirándome el polo porque se había olvidado. Si no supiera que todo fue un invento para llenar el mundo de un poco de magia, estaría convencido hasta el día de hoy que lo vi. Está en mi memoria.
Fue unos cinco o seis años después que descubrí que no existía. Por una conversación de mi padre con el vendedor del playstation 1 que nos regalaron. Me parece necesario este engaño juguetón por lo menos una vez al año. Entre tanta tragedia y disputas absurdas un poco de magia no cae mal. Queda claro que no todos la pueden gozar. No todos los niños tienen la suerte de contar con una familia o una situación que les permita disfrutar de este momento de goce compartido. Se podría decir que todos jugamos un poco en estas épocas navideñas. O somos engañados o somos de los que engañan. Todo para seguir con el hechizo regalón.
En mi caso nunca se trató del nacimiento de Jesús. Era una celebración de familia, comida y regalos. Mi familia nuclear siempre fue pequeña. Éramos mi hermano y yo, mis padres, mi abuela y mis dos tíos. Escribiendo esto desde el avión voy acompañado de mi prima y mi sobrina de 10 años que sigue teniendo la ilusión navideña; la familia creció un poco. Mi hermano ya está casado y su esposa es parte de la familia desde antes de su matrimonio. Cada vez aumenta más.
Esta semana que culminará entre chancho, pavo, risas, envolturas y un poco de champán coincidió con un cambio radical en mi vida. Después de dos años regresé a mi país, cumplí 30 años y una despedida para siempre se juntaron en pocos días. Aún es muy cercano ese adiós como para ponerlo en palabras. Sólo puedo decir que, por motivos incontrolables, uno de los guías que iluminaba la exploración de mi propio ser se vio obligado a apagar la antorcha. Nunca había querido que exista algo como el cielo o reencarnación. Lo que sea, algo más que la nada misma en la que creo. En algún momento, después de compartir un cigarro con su recuerdo, donde sea que honren su vida, sentiré lo que es una pérdida.
Tras dos años en el extranjero experimenté lo que es la soledad. Te carcome y corroe la cordura, que de por sí la tengo un poco desfasada. Mis propios engaños me redujeron a un ser diminuto que estaba solo y sin rumbo en un mundo desconocido. Me sentía desintegrado. Mi hermano y María Angela, mi amiga y su esposa, viven en Nueva York juntos. Mis padres en Lima juntos; y, mi abuela con mi tío en Miami. Yo estaba solo, había momentos que hablaba en voz alta sólo para escuchar mi voz. En fin, fueron dos años donde puse a prueba mi mente y autocontrol. No eran más que engaños que invadían mis pensamientos. Lo que aprendí es que no quiero estar solo nunca más. Mi hogar será donde está mi hermano. Tal vez en algún momento yo tenga pareja e hijos, nadie sabe. Pero por ahora daría mi vida para tener una Navidad más con mi familia.
He tomado pésimas decisiones y no sé qué consecuencias habrán tenido en la gente que quiero. Mis veintes estuvieron marcados por drogas, caos, una decepción amorosa que fue bastante fuerte para mí, peleas en la calle y furia incontrolable. Trataba de mantenerme calmado, pero bastaba una chispa para incendiarme. Situaciones de las que no estoy seguro cómo sigo vivo. Sin embargo, es fácil fijarse en lo negativo, hasta cierto punto, pero también tuve muchos logros que aprendí a celebrarlos después. Darle vueltas a mi última década genera pensamientos que no valen la pena. A veces se incrustan en mí, incógnitas como ¿merezco este momento feliz? La verdad es que sí, aunque sea unas cuantas veces al año le agradezco a la vida misma poder permitirme disfrutar de la gente que quiero, mi familia. Eso es lo importante de la Navidad, a quién le importa el nacimiento de Cristo en el fondo. Mientras escribo esto me río. Quién me creo intentando esparcir una sabiduría que no tengo. Como me dicen mis padres: “Aun te quedan 50 años de vida, por lo menos”. Supongo que en estas épocas la melancolía se escurre entre las conductas y me hace pensar cosas así.
Antes no podía calcular la suerte de que mi teléfono suene y sean mis padres llamando o mi abuela, de 89 años. No todos tienen esa suerte. Es verdad que acabó una etapa. Antes de volar, rompí todos mis apuntes y dibujos que había acumulado en los últimos años. Pensé en guardarlos en algún lado, pero no habría significado lo mismo. Mientras lo hacía recordé la primera vez que escribí algo por mi propia cuenta y convicción. Tenía algo que ver con un amor infantil y también con la sombra de mi excelsa familia. Lo terminé de escribir y a las horas le robé un encendedor a mi hermano para quemarlo. Nunca recordaré exactamente lo que contenía ese papel.
¿Por qué lo hice? Los años que vienen me voy a dedicar a viajar, escribir y leer. Navegaré como un pirata buscando los tesoros que esconde el mundo, mi intuición me lo susurra desde niño y ahora es el momento. Nada me amarra para no hacerlo. Creo que lo hice por eso, en esta nueva travesía mi valija emocional tiene que estar ligera y con espacio para cosas nuevas. Lo hice ahora que voy a ver a todos mis seres queridos reunidos. Una Navidad sin árbol en casa. Me equivocaba pensando que no tengo nada cuando lo tengo todo. Incluido personas que quiero proteger más allá de la obligación. Eso me hace más fuerte. En este divagar de palabras escritas les muestro todo lo que me genera esta época del año. Solo puedo finalizar diciéndoles: ¡Feliz Navidad!
[MIGRANTE DE PASO] Regresé después de dos años y medio. Después de la pandemia pasé del encierro que nos impusieron por la cuarentena a mudarme a otro país: sin nadie conocido, comida nueva y climas más potentes. Buenos Aires fue mi techo todo este tiempo y ahora vuelvo a Lima, donde crecí y está toda la gente que quiero. Me parece poco acertada la palabra “regresar”; en una crónica sobre Messi de la Revista Orsai, hablan de los migrantes con la valija sin desarmar. Yo fui uno de ellos. Jamás cambié mi forma de hablar para encajar, ni agaché la cabeza porque crean que mi nacionalidad es menos, si tenía la oportunidad de demostrar mi peruanidad lo hacía casi como instinto.
Efectivamente mis maletas siempre estuvieron a la vista en el monoambiente donde pasé la mayor parte de mi temporada argentina. Hablaba seguido con mi familia y amigos. Y ahora que he vuelto siento que nunca me fui. Existía una resistencia perpetua en dejar mi nacionalidad atrás. No era un peruano que buscaba ser argentino. Era un peruano en otro país. Lo que comenzó como una aventura académica terminó siendo una travesía prolongada de autoconocimiento. Le debo mi solidez a Buenos Aires, que se ganó mi cariño y amor. En fin, ya lo volveré a visitar y afirmaré, orgulloso, yo viví acá.
Cuando le entregué la llave, que parecía de hace un siglo, típico de los barrios viejos de la ciudad, al arrendador, regué mis plantas una vez más y salí, con mis tres maletas, sin mirar atrás. Preferí despedirme así del lugar que vio triunfos, fracasos, penas y alegrías mías por tanto tiempo. En el taxi le di un último vistazo a la ciudad y sonreía sin razón aparente, supongo que es un buen indicio. En migraciones utilicé por última vez mi dni de residente argentino y en el avión mi mente ya estaba tentada por llegar a mi caótica y querida ciudad. El lomo saltado, chicharrón, inka kola, limonada con limón de verdad, mis perros y el mar.
Después de las cuatro horas y media de vuelo y un paso migratorio ágil respiré por primera vez la contaminación de mi ciudad. No creo que sea algo bueno, pero llenó mis pulmones de nostalgia infantil. Luego de pasar por la inmanejable Faucett llegamos a la bajada de la Costa Verde. Neblina y brisa marina: “Ahora sí me siento en casa”. Saqué una mano por la ventana y jugaba con el impacto del aire por la velocidad. Hacía lo mismo de chico. Me relaja. Estaba pendiente de que en pocos días cumplía 30 años, pero esta última semana en Lima me regresó el ímpetu de juventud, sólo es un número y el pico de la juventud es la muerte. Me calmo con esa forma de pensar.
Ya en Barranco, los árboles y calles viejas, me hicieron regresionar hacia mis exploraciones infantiles por el distrito en bicicleta y a cuando jugaba pichangas en la calle. Unas cuantas ventanas fueron nuestras víctimas. Quipu, mi peludo siberiano, me esperaba en la puerta cuando llegaba del colegio y ahora fue igual. Casi con 16 años y con su acompañante de 55 kilos, Maui. Directo a la cocina donde me esperaba un pollo a la brasa, no podía comer por mi risa de bienestar. Extrañaba demasiado mi casa y la comida. Dormí como no lo había hecho en dos años y me desperté del mejor humor posible. Esta vez, un chicharrón de El Chinito fue mi premio matutino.
Al día siguiente fue mi cumpleaños e hice una pequeña reunión para tomar unas cervezas y conversar. Hace dos años no estaba acompañado durante mi santo. Nos reunimos los de siempre, con los que te sacas la espina, con quienes te mueres de risa, con quienes nos hemos peleado en la calle y los mismos. Son como familia. Espero que todos puedan tener un círculo de amistad similar, porque aprendí, en momentos de soledad de migrante, que alguien sin amigos es realmente peligroso. Cerveza, porros e incontables risas, de las genuinas, de las que contagian. En la misma sala que fue cuarto de juegos, taller de pintura de mi hermano, luego, mi cuarto. Hablaría de los que es cumplir 30, pero la verdad que no sé qué decir, sólo es un dígito distinto y aún no siento ninguna pegada. De hecho, siento que tengo 25.
Dos días después, partidito de fútbol 7, no jugaba desde antes de la pandemia. Es mágico lo que un parido con amigos puede hacer. Te olvidas de todo, sólo existe la pelota y tu equipo. Por dos horas sólo eso componía mi realidad. Estaba bastante oxidado, pero aun así me sorprendí. Pensé que iba a estar, pero marqué goles y planeo no abandonar las canchas de nuevo por tanto tiempo. Así que tranquilos, para los que bordean los 30, nos quedan por lo menos 50 años de vida. Bajo esa percepción somos bastante jóvenes, no hemos conocido ni la mitad de nuestras vidas.
Es muy fácil escribir sobre las injusticias de poder que están sucediendo en demasiados lugares del mundo, y en el Perú también. Intenté unas cuantas veces hacer un párrafo al respecto, pero no logré encontrarlo de mi gusto. Resulta que el panorama mundial me ha dejado sin bando. No sé si soy de izquierda, centro, derecha, arriba o abajo. Me parecen ridículas las doctrinas políticas. Por ahora prefiero recibir más información y después poder hablar al respecto. Al regresar me di cuenta de algo. Sólo es necesario encontrar lo tuyo, aferrarte a ello con todas tus fuerzas y no hacerle daño a nadie. Creo que es la manera correcta para no apresurarte con el rabo entre las patas a determinar qué está bien y qué está mal. O creen ser dioses o sólo se agrupan al montón. Ojo, que el montón está dividido también. Serían montones. Por ahora no me importa, quiero acomodarme en mi país, ahora que estoy de vuelta, estar bien yo. De esa manera, podré ayudar a quienes sienta que debo hacerlo. El poder por el poder se está saliendo de las manos en las cúspides peruanas y, francamente, es absurdo.
[LA TANA ZURDA] La razón de las diversas celebraciones en los Estados Unidos de América es que dos de sus miembros residen, trabajan y se dedican a la actividad creativa y de gestión cultural en universidades de ese país. Me refiero a Enrique Bernales Albites y a Chrystian Zegarra Benítez. Ellos forman parte de la gran diáspora peruana que se ha incrementado en proporciones geométricas desde la década del 80 y que hoy constituye una de las más interesantes manifestaciones de la creatividad de nuestra literatura, que añade el matiz de la migrancia externa a una ya múltiple y multilingüe tradición.
Los tres miembros sobrevivientes de Inmanencia (Enrique Bernales, Chrystian Zegarra y Florentino Díaz) se reunieron por primera vez en el extranjero en junio del año 2000 en México DF. Más tarde y después de más de dos décadas se volvieron a reencontrar este último octubre del 2023 para seguir creando y compartiendo la poesía y el saber, la literatura y el sentir. La ocasión se presentó por una invitación de la Feria Internacional del Libro de Lawrence, Massachusetts, a la poeta Marilú Herrera Arone, para presentar su libro Secrets of Love in the Night junto a Florentino Díaz, editor de dicha publicación.
Aprovechando la estancia en Massachusetts, el poeta e investigador Chrystian Zegarra, en colaboración con la docente y gestora cultural Wendy Llorente, extendieron una invitación a través de la Universidad de Colgate a Enrique Bernales, Marilú Herrera y Florentino Díaz para un encuentro de diálogo entre los actuales integrantes de Inmanencia y una presentación performática por parte de Marilú Herrera y Florentino Diaz en dicho espacio académico en la ciudad de Hamilton, en el estado de Nueva York.
Ahí se dieron tres días de reflexión, lecturas y compartir poético sobre cómo se formó Inmanencia y sobre las expectativas y sentires del grupo en la actualidad. Asimismo, Marilú Herrera y Florentino Díaz presentaron la performance «Blue and Orange» sobre el libro Secrets of Love in the Night en la Universidad de Colgate.
Entre los días 26 y 28 de octubre se fue desarrollando la conversación e ideas en torno a Inmanencia en sus 25 años desde la publicación de su primer libro colectivo en octubre de 1998. Estas ideas vertidas en esos diálogos se pueden sintetizar del siguiente modo:
La situación de la humanidad se presenta en un contexto de crisis aún mayor que la de 1998. La crisis de lo humano y las amenazas transhumanistas y de violencia global se han agravado y actualizado en los últimos años.
La advertencia que precisó Inmanencia sobre la creciente deshumanización (desde su primera publicación en 1998 y en los distintos recitales performáticos realizados desde aquellos años) y su preocupación y búsqueda del mito –en la propuesta de retorno a una raíz originaria y espiritual de la creación en todas sus formas– es hoy en día una propuesta ya no sólo poética sino pedagógica y que se aúna a un «zeitgeist» global en cuanto a la urgencia de un cambio de paradigma de existencia en la comunidad humana.
La propuesta de Inmanencia se actualiza hoy en día en la amplificación del ámbito de creación poética como origen y fuente de una visión pedagógica. Es decir, no solamente es necesario expresar y manifestar creaciones poéticas, sino que la propia manera de transmitir formas de leer la realidad y maneras de concebir lo valioso de esta constituye también una necesidad a realizar. La creación es también pedagógica, formativa y lo formativo, lo educativo se convierte en una forma de creación.
La reflexión actual de Inmanencia se centra en la conceptualización de los elementos fundacionales de nuestra humanidad:
La relación con la dimensión sagrada (su reconocimiento, su ejercicio, su operatividad transformadora).
La recuperación de los valores de la amistad, la comunidad y el pensamiento creativo como aspectos necesarios para una convivencia evolutiva entre los seres humanos.
El reconocimiento y profunda valoración de nuestra relación con el entorno viviente y dinámico expresado en la presencia del paisaje, de los árboles, de la naturaleza de los seres vivientes, de la tierra.
Según los tres integrantes de este gran grupo Inmanencia, en los próximos meses se irán definiendo acciones concretas que correspondan a la manifestación de estas ideas. ¡Mucha vida!
[MIGRANTE DE PASO] Techos desconocidos al levantarte ¿A quién llamo? ¿Qué voy a comer? ¿A dónde voy? Las primeras semanas después de mudarte a otro país pueden estar invadidas de estas incógnitas. No conoces a nadie, el acento es nuevo, el calor y el frio son mucho más potentes y no sabes dónde ir. Por más espíritu de explorador que tengas da algo de miedo.
Es una mezcla de motivación y temor por lo que vas a vivir. Felizmente somos personas y está en nuestra naturaleza adaptarnos a lo que venga. La voluntad humana es mucho más fuerte de lo que parece y al final lo que en un inicio nos asusta se transforma. Es importante recalcar que yo migré por estudios. Sería irresponsable y poco empático comparar mi situación con la de personas que se ven obligadas a dejar a su familia y trabajo por la situación política de su país.
Me mudé a Argentina después de dos años de pandemia. Fueron dos años de estudios por internet en los que la incertidumbre ocupaba la mayoría de los sentimientos. No se sabía qué iba a pasar y cuando terminó nada nos afirmaba que no volvería a suceder. Todo ese tiempo estuvimos encerrados y con miedo a que seres queridos de mayor edad o con condiciones agravantes se contagien. Salir de eso y mudarse casi inmediatamente también hizo que la sensación de desubicación sea mayor. Tuve la suerte de hacer los trámites de ingreso a la Universidad de Buenos Aires antes de la pandemia y poder avanzar a larga distancia.
Una vez que comienzan las clases, el día a día gana estructura y se vuelve más fácil. La UBA está distribuida por todo Buenos Aires. No cuenta con una sola sede y está dividida por facultades. Es la universidad más importante y antigua del país con 200 años. Es impresionante el prestigio que tiene siendo una universidad pública. No tiene costo y el ingreso es libre, la dificultad se encuentra en mantenerse y en manejar el sistema burocrático adentro. A diferencia del Perú, donde los mejores centros de estudios superiores son privados y los públicos están en decadencia, Argentina puede estar en una crisis económica feroz, pero el transporte, la educación y la salud son de primera y para todos. Como indicador de importancia: 16 presidentes estudiaron ahí; 5 premios Nobel enseñaron o estudiaron ahí; y en los rankings se ubica como la mejor de Iberoamérica.
La facultad de Derecho parece un edifico grecorromano, es un punto de interés para los turistas por su arquitectura. La de ingeniería tiene un estilo gótico, la puedes confundir fácilmente con una iglesia o catedral, es la única construcción con ese estilo en la ciudad. Mi facultad, de filosofía y letras, es todo lo contrario. Es un edificio normal y resalta más por sus defectos arquitectónicos que por su belleza. Es normal que la luz, la calefacción y el agua fallen. En algunas clases, si llegas tarde, tienes que sentarte en el piso por falta de sitios. Tiene esas carencias. Sin embargo, tiene algunos ámbitos de avanzada como que los baños son para todos, no hay distinción de género.
Cuando entras lo primero que te llama la atención son los incontables carteles y pancartas anticapitalistas, hasta en el baño encuentras las propagandas. No estoy de acuerdo con la mayoría de ideologías que distintos partidos políticos estudiantiles propagan en los pasillos, pero eso lo hace más divertido. Sería aburrido encontrar a gente que piense igual o parecido a mí. Hay mucho más que aprender y contemplar en la diferencia. Suelo pensar que si me siento cómodo con mi entorno y la mayoría piensa como yo es porque algo anda mal.
Ver a gente de mi edad o más jóvenes reunidos por intereses académicos y de manera presencial nuevamente te llena la mente de esperanza renovadora. También es usual ver a personas mucho mayores que se aventuran a comenzar a estudiar. Es encantador. Nunca es tarde para nada. Si por la circunstancia que sea no pudiste estudiar de joven o, simplemente, no quisiste y más tarde quieres hacerlo, se puede. A diferencia de nuestro país, que para acceder a una buena universidad existe el factor limitante del dinero, acá la educación no es un privilegio. También, los eventos culturales son bastante accesibles, como el teatro o conciertos.
Es cierto que cuando te mudas extrañas todo. Ver un mínimo indicio de tu país puede hacerte sentir nostalgia hasta las lágrimas. Como peruanos tenemos la maldición gastronómica de que donde vayamos vamos a extrañar la comida. En Argentina se come bien, es la mejor carne del mundo sin dudas, pero igual hace falta la sazón de la que estamos orgullosos. Tu familia y amigos están lejos. Yo echo de menos hasta a mis perros. Pero es importante saber que todo lo que dejaste atrás en realidad no lo dejaste. Sigue ahí, tu país y gente cercana. Estamos bendecidos con la tecnología de la época y puedes comunicarte con todos inmediatamente y sin dificultad.
Una de las principales cosas que aprendí es a no subestimar la soledad y darme cuenta que nadie puede solo. Hay más fortaleza en apoyarse en los demás que en intentar hacer todo uno mismo. El primer ciclo universitario cometí el error de aislarme sin socializar mucho y sumergirme en estudios y lecturas. Llega un momento en que la perspectiva se vuelve unilateral y los pensamientos parecen rebotar en las cuatro paredes de tu cuarto. Como una persona con ansiedad generalizada, no se lo recomiendo a nadie. Los pensamientos disruptivos invaden tu mente, los ataques de pánico se vuelven cotidianos, mi facultad parecía estar poseída por un tigre hambriento de inseguridades que se hacía más grande por mis miedos más profundos. Tengo la suerte de contar con una familia y amigos extraordinarios, acudí a ellos y en ningún momento me dieron la espalda o minimizaron lo que me sucedía. Una vez que pedí ayuda todo comenzó a ir cuesta arriba nuevamente.
Me mudé dos veces desde que llegué. Primero encontré un departamento en la calle Ayacucho en el centro de Recoleta sabiendo que mi estadía iba a ser de dos meses. En ese momento las clases aún no eran presenciales, pero los exámenes sí. Mis cosas las dejaba en mi maleta y mantener el orden se dificultaba. Cuando vienes de turista este barrio es imperdible. Estaba frente al hotel Alvear, que funciona como hospedaje de lujo desde 1932. A pocas cuadras de mi casa estaba el cementerio de Recoleta que también es destino de turistas por sus mausoleos y las personalidades importantes que están ahí como Eva Duarte de Perón, su mausoleo poco extravagante se llena de flores una vez al año el día de su muerte. En las mañanas desayunaba en La Biela, el mismo lugar donde Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares se reunían a conversar.
El segundo lugar donde viví por 3 meses fue en la calle Fitz Roy en el barrio de Palermo. Caminar por ahí me trasladaba a Barranco en Lima donde crecí y estuve toda la vida. Es parecido, pero Palermo es mucho mas grande, está dividido en partes, yo me ubicaba en Palermo Hollywood. Lleva ese nombre por las productoras de cine y canales de televisión. Las calles ensombrecidas por árboles, restaurantes y bares lo vuelven un lugar amigable para caminar y conocer gente. Puedes ir a tomarte unas cervezas y al final de la noche ya conociste a nuevos amigos.
Por último, me mudé a Barrio Norte que se encuentra en el limite de Palermo y Recoleta. Aquí descubrí la importancia de hacer del lugar donde vives algo tuyo. Llene las paredes de mis dibujos y mis libros. Se siente inmediatamente la diferencia cuando te despiertas y ves tus cosas. Desde ese momento comienzas a sentir que perteneces y a aceptar que ahora este es el lugar donde vives. Una vez que logras eso, estructurarse y comenzar una rutina se facilita.
La ciudad de la furia no es para quienes caminan cabizbajo. Se pueden malinterpretar actitudes y te sientes atropellado, sobre todo cuando no compartes el dialecto y costumbres. Antes de mudarme tenía la imagen de los argentinos como atorrantes, pero me llevé la sorpresa de que no es así. Al contrario, con la mayoría de personas que me he cruzado suelen ser amables y te ayudan cuando les pides.
Igual hay que tener cuidado con idealizar el lugar a donde migres. La ciudad está llena de parques y las calles son agradables para caminar. Por la arquitectura es lo más parecido a Europa en Latinoamérica, pero no lo es. Sigue siendo un país tercermundista y problemas como la inseguridad se mantienen latentes. He visto varios robos y yo no soy la excepción en el caso. Me robaron el celular por la ventana de un taxi y tuve la suerte de que los policías lo recuperaron. También, ves a gente sin hogar durmiendo en las calles y niños que te piden comida. Te parte el alma. Mas de una vez he presenciado a personas meterse en los contenedores de basura para dormir en invierno. Hay noticias de personas que han muerto aplastados por los camiones que recogen los tachos sin revisar antes.
No hay que ser un genio para darse cuenta de que este país está en problemas. No sé cuál es la solución, pero es evidente que el cambio es necesario. Se nota la desesperación de la gente. Actualmente, a un mes de las elecciones el debate es palpable. Mas de lo mismo en este continente. Derecha contra izquierda. Yo me limito a ser un espectador como extranjero. Si no te inclinas por un bando te tachan de tibio ¿Qué es eso? Tonterías. Es lamentable que no se puedan rescatar cosas de ambos lados. Es un límite absurdo.
Prefiero quedarme en el centro sin que me importe lo que digan. Prefiero perderme en una idea donde la libertad y la igualdad no son excluyentes. Creo en el libre mercado y también en que los ricos paguen más impuestos. Creo en la propiedad privada y también que la educación, salud, seguridad y transporte se mantengan como facultades del Estado ¿Cuál es el problema? ¿Quién me va a decir que no se puede? Toda nuestra historia yendo de un polo a otro cuando tal vez la respuesta está en el equilibrio de ambos. Solo estoy convencido de que los extremos tienen más en común que los centros. El enemigo es el conservadurismo y nada más. Cualquier discurso de odio se regocija en los extremos y es justo ahí donde se debe atacar. Ya es hora de transformar las ideologías y dejar de ahondar en pensamientos arcaicos. Está claro que ninguno de los dos funciona.
Hoy es 26 de julio de 2023, estoy escuchando a los niños de los colegios vecinos cantar a toda voz el himno nacional y en especial la estrofa “Somos libres…” con tanta emoción, desde el fondo de sus almas. Qué maravilla pienso, que los niños sean felices con las Fiestas Patrias escuchando las historias de las batallas, los misterios entre los libertadores, bailando danzas típicas peruanas de la costa, sierra y selva. Los escucho primero con la música afroperuana, gracias al legado de la gran Victoria Santa Cruz; luego cantar el hermoso vals peruano José Antonio, de la maestra Chabuca Granda; para finalmente cerrar bailando huaylash y un colorido baile amazónico. Mientras se despedían y salían los padres de familia con los pequeños, se escuchaba a todo volumen la canción icónica de la peruanidad de los últimos años Contigo Perú del gran Zambo Cavero. Escuchaba los aplausos efusivos y los gritos emocionados de los padres, orgullosos de sus hijos al interpretar bailes, canciones y actuaciones nacionalistas. El arte popular y cotidiano que se transforma en el tiempo es lo que crea y recrea la Patria.
Me preguntaba, mientras te escribo y escucho tanta emoción, qué pensarán estos niños y niñas del significado de Patria. Fiestas Patrias, ¿qué festejamos realmente? Trato de pensar que me responderías tú, como mujer independista. Hoy, 202 años después de la proclamación de la Independencia el Perú se enseña en las escuelas que el Perú es un país independiente, ubicado al oeste de América del Sur con una población de más de 32 millones de habitantes cuya capital y ciudad más poblada es Lima, que tiene 1 285 215 km². El decimonoveno país más grande del mundo y el tercero más grande de América del Sur. Los bordes naturales son Océano Pacífico al oeste, Ecuador al noroeste, Colombia al noreste, Brasil al este, Bolivia al sureste y Chile al sur. En este vasto territorio se encuentran valles, mesetas y altas cumbres de los Andes, desierto y la inmensa Amazonía. Es uno de los países con mayor diversidad biológica y recursos minerales del planeta. Imponente descripción, cierta y fascinante. Cada región con sus expresiones artísticas, sus idiomas, sus vestimentas y comidas. Todos, peruanos y peruanas, vivimos nuestra cultura, geografía y costumbres.
Manuela, me la imagino una mujer, la patria, con su túnica blanca cargando una antorcha en la mano derecha, con una llama a su costado y una cornucopia llena de monedas cayendo al suelo en la mano izquierda. Si me pides describirla, así sería. ¿Tú crees que sería feliz, que sería una mujer que ha cumplido sus sueños y sus anhelos? Creo que no. Que esta joven de 200 años, aún no sabe a dónde va, que no ha podido educarse y que está perdiendo poco a poco su inocencia en manos de un sistema patriarcal extractor de riquezas mercantilista. Ella está tratando de sobrevivir, de lograr sus sueños, pero la engañan constantemente y la traicionan. Entiendo porqué cuidaste celosamente los documentos de tu amado Simón Bolivar, tanto que se perdieron. No confías.
Terminados los festejos escolares, salieron los niños, niñas y sus padres caminados a los feriados por Fiestas Patrias. Un fin de semana largo para celebrar viajando, descansando aprovechando el tiempo libre. Manuela tu fuiste húsar y participaste activamente en la división de Vencedores, combatiste bajo las órdenes del Mariscal Antonio José de Sucre en las batallas de Pichincha, Junín y Ayacucho, las cuales consagraron las independencias de Ecuador y Perú. Nunca me canso de repetirlo para que no olvides. Tengo las cartas de Simón Bolívar dirigidas a Sucre que dan testimonio del pedido expreso de cuidado especial a Manuelita en el campo de batalla. Fuiste Coronela del Ejército colombiano en épocas en que la palabra y la espada tenían valía.
202 años después, el Perú tiene una forma de gobierno republicano, democrático, unitario, representativo, presidencialista y con separación de poderes. Hace tres años que nos escribimos y siempre en nuestras cartas el Perú creativo, milenario y joven no es el que nos gobierna. Manuela, las batallas ganadas crearon nuevas por ello, estamos en una transición hacia un nueva república. Va a tomar tiempo, pero poco a poco se va a dar. Pienso en estos niños que tan emocionados cantan el himno nacional, en el futuro que podrían recibir. Pensar en el pasado solo genera nostalgia y en el futuro, angustia, enfoquémonos en el presente.
Esta carta la vas a recibir el 28 de Julio, día en que se presenta la presidenta Dina Boluarte ante el Congreso, cuya Mesa Directiva acaba de juramentar, producto de la burla descarada de los últimos años. Los miembros juramentaron con palabras vacías, juramentos egoístas y clásicos que no generan confianza en los ciudadanos. Qué sorpresas no traerá la presidenta. Lo que queda claro en estos últimos días es que no hay derecha ni izquierda, ni “terroristas” ni caviares, ni comunistas ni capitalistas, hay individuos ansiosos de poder, codicia y egoísmo. Un Congreso que ha pasado leyes que solo quiebran la pequeña institucionalidad lograda en los últimos 20 años. Manuela, un recordatorio para nuestra clase política, citando a una gran mujer franco peruana, feminista y bastarda como tú, Flora Tristán: “Dos cosas me llaman la atención: la inteligencia de las bestias y la bestialidad de los hombres”.