Cuando en la actualidad miramos el panorama de nuestra sociedad, muchos temas vienen a la mente para comentar o analizar, sin embargo, casi siempre aterrizamos conceptos desde el lado de la economía, y volcamos nuestro análisis desde la macro economía o de la microeconomía.
La microeconomía que estudia cómo se comportan los consumidores y también las empresas, considerando además decisiones de diferentes agentes económicos desde el punto de vista individual, el día a día de la economía, las contradicciones diarias cuando se trata de gastos, fijándose en la oferta, la demanda, los precios y los costos, la microeconomía analiza la asignación de recursos por parte de individuos y empresas, primero buscando las utilidades y luego los beneficios, alcanzando diferentes situaciones de equilibrio. Por otro lado, la macroeconomía es la encargada de ver el conjunto de las economías simples, estudiando la economía en su conjunto. En resumen, la macroeconomía mira los niveles de rentas nacionales, del ahorro, del consumo, las inversiones, los tipos de cambio y las inflaciones.
Son definiciones, conceptos, que siempre forman parte, repito, del análisis de la sociedad, cuando vemos en tiempos reales como se va comportando el mercado. Pero el mercado trae consigo, también pienso yo un tema muy recurrente y que tiene mucho que ver, los autoempleos, los emprendimientos, que muchas veces responden a una economía llamada de subsistencia como un sistema económico que a nivel mundial surge desde las sociedades preindustriales, que se basaban en la agricultura de autoconsumo o de subsistencia y que traía consigo explotaciones y abusos, generalmente familiares, pues solo alcanzan para la alimentación.
Donde las economías de subsistencia aseguran muchas veces autonomía en las familias y en los pueblos, pues solo se encargan de asegurar la alimentación y a veces la salud y los gastos inmediatos, y eso esta ocurriendo en el Perú, y no es por la agricultura ahora, no somos una sociedad preindustrial, no estamos en una crisis de subsistencia donde existe la falta de alimentos por las malas cosechas, o falta de transporte o débil acceso a los mercados, estamos siendo testigos de ambigüedades que tienen mucho que ver con nuestro mercado, se siente el afán por subsistir y muchas otras veces el espíritu para emprender.
Pero, esa ambigüedad se da por una falta de instituciones que manejen estos procesos socioeconómicos que se van dando en nuestro territorio. No es absurdo entonces hablar de subsistencia y no lo es tampoco pensar en la dependencia, dependencia que permite obtener todo sin esfuerzo. O sea, una economía de subsistencia y una teoría de la dependencia. Todo un tema de confusiones de oficio.
Y de ahí surgen los emprendimientos por necesidad poniendo en marcha negocios de forma rápida, con poca rigurosidad y que se orienta a generar ingresos rápidamente, que también es producto del desconocimiento del tema en sí. Todos son emprendedores y no es así. El emprendimiento por necesidad está motivado por un instinto de subsistencia; la poca confianza en encontrar trabajo motiva los negocios sin visión de crecimiento, sin valores agregados y sin expectativas de impacto positivo en la sociedad. Tomemos nota de lo que se ha estado insistiendo en los artículos precedentes, la subsistencia, la dependencia tienen que dar paso a las expectativas de crecimiento positivo, de competitividad sana, de generación de flujos económicos, de voluntad de creación de mercados internos, en fin, las macroeconomías y las microeconomías siguen dando vueltas en las definiciones, pero no marcan pautas para nuestro mercado muy peruano y nuestra coyuntura de acogida.
